Harry
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Post by Harry on Jun 13, 2013 0:37:42 GMT -3
Era cierto. No solo no recordaba no tener el celular encima con él. El dichoso aparato no debería funcionar durante una función. O, quizás, ese era el preciso motivo por el cual no recordaba tener el celular encima. Un misterio menos. Aún quedaban alrededor de 10, todos aparecidos en los últimos 30 segundos, por resolver. Negó con la cabeza mientras la mujer le hablaba, indicando a Matilda que no era Hauffmann. Eso era bueno. La parte mala es que no tenía la más pálida idea de quien era que lo llamaba. Ni del porqué. ¿Un paciente?. Dejó a la mujer hablar, a ver si recordaba algo que lo ayudara con el asunto. Pero llegó el punto en el que no tenía mas opción que responder, y aún seguía en blanco. -Si, está hablando con Alejandro Suarez, del Circus Maxium.- Dijo, al tiempo que se encogía de hombros para indicarle a la directora que sabía tanto de la identidad de quien llamaba como ella. -Y no se preocupe, que si hay algo de lo cual no puedo calificar a esto es de reiterativo. Disculpe que consulte-Hablaba más rápido de lo normal- pero estamos con una función, tengo una buena cantidad de cosas en la cabeza en este momento y posiblemente se me esté escapando algo. ¿Pacientes?- Y entonces lo recordó. Se sintió idiota de repente.-¿Jeremy?
((Yay! Página nueva =D))
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Post by Milly on Jun 13, 2013 13:33:41 GMT -3
((Ay, Eve, me matas. Enhorabuena por haberlo dicho al fin xDDDD!))
Hilaria solo tuvo ocasión de ocultar su cabeza bajo los brazos antes que el ataque iniciara. Estaban acorralados. Los tres payasos lo sabían. El público lo sabía. Y las esferas que fueron al encuentro de los dos coloridos cuerpos solo lo confirmarían. La primera pelotita dio contra la espalda de Santiago, y nada más entrar en contacto con la tela de su traje tuvo lugar una explosión que hizo vibrar toda la carpa, liberando un torbellino de confeti y serpentinas de todos los colores imaginados e inimaginables. La payasa que continuaba en caramada sobre los hombros de su compañero volvió a arriarlo, pero entonces la segunda pelotita que los alcanzó se estrelló contra su cabeza y liberó en su instantánea explosión un puñado de mariposas brillantes que obstruyeron su campo de visión. Inevitablemente cayó al suelo, justo cuando la siguiente veintena de pelotitas cayó sobre ella y sobre santiago para liberar una nube de escarchas que los ocultó del público por unos instantes brevísimos. —¡PAP! ¡PAAAAAAAAP! —su voz sonó por encima de las constantes explosiones, pero en medio de la mezcolanza de objetos y cositas móviles que se expandía sobre el escenario, su figura alargada no podía distinguirse. Cuando al fin consiguió escapar de la marea confusa y los niños señalaron divertidos su andar tambaleante, llevaba un agujereado paraguas abierto por encima de su cabeza -¿de dónde lo había sacado?- y movía la cabeza de un lado a otro buscando a Santiago—. Estoy segura, segurísima de que el hombre del clima había pronosticado cielo despejado para hoy. ¿Quién estuvo practicando la danza de la lluvia, eh?
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Post by bachi on Jun 16, 2013 23:26:55 GMT -3
((Página nueva y chocos para todos 8DDD "Presidente Banana" xDDDDDDDDDDDDDDDD Oh cielos...))
Hauffmann, ¿no era Hauffmann? ¿Y entonces qué...? A medida Alejandro parecía más y más confundido debido a la información que le iban soltando en el celular, Matilda fruncía más y más el ceño, como si eso pudiera evitar el caudal de incógnitas que le estaban lloviendo en la cabeza... Y de hecho, literalmente llovían signos de preguntas amarillos directo en la nuca rubia de la directora de Circus Maxium. Tuvo que sacudir la melena rizada para que el circo dejara de mofarse de su delicado estado de humor. —¿En plena función? —Cielo se golpeó la frente con la palma de la mano y entrecerró los ojos. Idiota—Oh, Dios, disculpe disculpe! No tenía idea, obviamente sabía, sí sí, pero me olvidé y —Ahí sí podía decir que estaba parloteando sin sentido y se detuvo—... ¡Pacientes! Exacto, eso que escuchó. Jeremy Tork, una leve lesión en el tobillo, y Bruno V. Ivanés —Se escuchó un movimiento de papeles y una risita—, que el parte médico es más bien privado, pero sí puedo confirmarle que escapó de su breve estadía en el pabellón psiquiátrico. Ay, este chico... ¡Sin embargo, santos, estoy reteniéndolo! Y obviamente tiene mucho trabajo por delante y de todas formas pasaré mañana al medio día y hablaré en persona con usted y quienes estén a cargo. ¿Sigue ahí, señor Suarez?
—A mí me parece que TÚ paragüas con agujeros atrae a la lluvia, Pip, ¿qué quieres que te diga? Y de hecho, una nubecita pequeña apareció sobre la cabeza de la payasa y lanzaba pequeños rayos chillones, que parecía más un elefante sonándose la nariz que truenos propiamente dichos. Solo se escuchaba la lluvia en ese momento y las luces habían vuelto a bajar de intensidad, la música que acompañaba la escena era una melodia suave e infantil con un xilofón de fondo. Como una sombra, Santiago había aprecido mágicamente detrás de la chica, evitando que pudiera verlo directo a la cara cada vez que intentaba voltearse a ver. El chico se dedicaba a estirar los pasos, a exagerar las morisquetas, bañancear los brazos como fantasma a los costados de su compañera y estaba casi siempre a punto de caerse, pero mágicamente recuperaba la compostura como si un hilo mágico tirara de los tirantes de su trajecito color verde chillón. —¡Pero ahora no prestes atención en mí! —Santiago se cubrió el rostro con el antebrazo, bajando la guardia imperceptiblemente— Ahora hay cosas mucho más importantes en juego, ¡ahora tenemos que alcanzar al Jefe jefecito jefazo! que... —Asomó la cabeza por el hombro de Hilaria y se cubrió la vista con una mano para buscar a Treste— No sé por qué, pero para mí que tu paragüas feo lo asustó porque yo no lo veo por ningún lado. ¿¡Qué clase de payasa eres PIP!? Y como si esa hubiera sido la palabra clave, alredor de los payasos aparecieron nuevos centros de luz roja, cuatro sectores de momento vacíos en los que rondaba una especie de humo sinuoso. La melodia cambió drácticamente con una explosión y cierto dejo arabezco, que sobresaltó al payaso y Santiago terminó saltando a los brazos de Hilaria como en otra época haría Scooby Doo con Shaggy. —Oh no, Pip, oh no Pip —gemía el payaso y temblaba como cubito de hielo, mirando alrededor—. Están llegando, PIP, están VINIENDO. Y con ellas, VIENE "ÉL" —Santiago cortó con el drama y le tocó el hombro a Hilaria insistentemente—. Pregúntamente quién, Pip, ¡rápido QUE ME OLVIDO!
Matilda también había escuchado el cambio brusco de melodia y se puso en guardia buscando a las bailarinas con la mirada. Dio media vuelta inútil en el lugar y las divisó en medio del resto del grupo. —¡Ahí están! —las señaló con una sonrisa triunfante. El tema con Alejandro todavía no había terminado y sino había perdido los nervios hasta el momento, solo había sido gracias a la expectación con la que el asistente mantenía las respuestas— ¿Qué hacen niñas que todavía no las veo en el túnel? ¡No me hagan regañar, andando andando! —aplaudió para arrearlas como a ovejitas antes de hablar con el cariño de una abuelita paciente— Todos ya conocen sus turnos: A los narizones rojas ahora los saca de escena el terrible Bastón de las caricatutas animadas, así que después de los payasitos, vienen las bailarinitas. Los payasitos rellenan los huecos apareciendo de nuevo con un poco de trabajo extra, y aparece Thomas antes de dejarle la escenita libre a nuestro querido Derian. Terminan Lumiere y el bueno de Rufus. ¿Algo que no haya quedado en cla...? La abuela murió allí mismo como también murió la ternura. Los pelos de Matilda se pusieron de punta y pareció que se estiraba como fideo. —Queridas, ¿dónde demonios está la hermosísima criatura de Nuria? —La voz sonó antinatural del cariño que desprendía. La directora se volvió al escenario que quedaría vacío en menos de cinco segundos y sintió que se tragaría el corazón y se le mezclaría el cerebro con el hígado. Se abalanzó sobre Rufus en un parpadeo, casi se derretía en los tacones que tenía puestos. —Busca ya mismo a tu nieta querida. Que te ayuden Lobelha y Uzeil, conviértelos en osos hormigueros, que la busque un ejército de gnomos si es necesario, pero tiene que aparecer YA. USTEDES —Su pecho subía y bajaba trabajosamente cuando señaló a las compañeras de Nuria—, ya salgan, no importa lo que pase. DERIAN, ¿DÓNDE está DERIAN?... Mierda carajo Derian, te quiero en el centro con las bailarinas aunque sean solo dos trucos o MILES hasta que esa condenada mujer aparezca. Te regalo un quita-manchas 3.0, te regalo un avión a control remoto, lo que quieras, pero POR FAVOR que no quede ese maldito centro de escenario vacío o me explotará un ojo y la carótida. Y esa sí que será una escena digna de ver —Se rió histérica. —¿¡Y qué hay de mí!? —Unos rugidos molestos y bajitos secundaron la pregunta indignada de cierto bigotudo. —THOMAS. POR FAVOR, tráeme un vaso de agua. —PERO ESE ES ALEJANDRO, NO THOMAS —gritó lloroso el domador, mientras a regañadientes daba media vueltita por una botella de tres litros.
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Post by ev7e on Jun 19, 2013 20:44:18 GMT -3
Percibió la agitación ajena apenas cruzó la puerta del motorhome, algo estaba sucediendo dentro de la carpa. Se le vinieron imágenes borrosas a la mente. “Oh por favor, Savanna, decídete ya. ¿Qué es lo quieres?” pensó Nuria apurando el paso.
-No creo que eso sea necesario- se apresuró la morena cruzándose en el camino de Matilda- Ella no debe tardar en llegar, siempre es puntual con estas cosas. Fue solo una emergencia- Savanna hablaba de prisa mirando de vez en cuando hacia las gemelas que vigilaban en direcciones opuestas. Una hacia la pista del show y la otra hacia el lugar por donde debería entrar la gitana. “Ven aquí” se concentró mientras la imagen de la mujer en celeste aparecía echa una furia en su mente. -¿Qué es lo que esta pasando?- intervino Rufus- ¿Por qué no están en…?- la misma sombra que había perseguido a los payasos para que iniciaran su acto, volvía de una nueva ronda y se escondía por segunda o tercera vez bajo el sobrero del mago quien miro nervioso alrededor- Ella no esta en la carpa- sentenció en referencia a la desaparecida bailarina-¿Dónde esta Nuria?- exigió. -Ella no tarda- insistió Savanna- Lo juro, ella solo… -Ella solo es un poco irresponsable- dijo la gemela más cercana- Nada de qué preocuparse, no es como si fuera a no venir. ¿Cierto? Ella tan solo... -Ella esta aquí- respondió la agitada mujer acercándose con la segunda gemela- lo siento, estiramientos pre show- sonrió encantadora mientras se frotaba las costillas del lado izquierdo- No me lo perdería por nada del mundo.
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Post by Milly on Jun 23, 2013 1:15:15 GMT -3
—¡¿QUÉ DIJISTE DE MI PARAGUAS?! Hilaria se aprontaba a realizar otro infructuoso intento de volverse hacia el payaso y encararlo, pero a mitad del movimiento quedó paralizada, como una estatua a la que le han caído miles de pinturas chillonas encima... ... y contempló inmóvil el cambio de luces, el repentino vuelco musical. Pero volvió en sí cuando Santiago saltó a sus brazos como una adolescente aterrorizada en tanto ella fingía el papel del joven y presuntuoso héroe. Su concentración, no obstante, no iba dirigida a su atemorizado compañero. Las extrañas luces eran lo que le preocupaba, y las observaba con una divertida y ceñuda expresión, alternando la atención en cada uno de los sectores iluminados. —¿Están llegando? —había comentado ella tras la primera afirmación del joven, cumpliendo la función de eco. Un eco muy chillón—. ¿Están viniendo? —volvió a decir tras la siguiente sentencia—. ¿Ellas? ¿ÉL? —Finalmente, el terror de su compañero la contagió. Todavía cargando con Santiago entre los brazos comenzó a correr en círculos, observando al público con desconfianza, devolviendo la mirada a las luces, escudriñando las sombras... y repitiendo la serie de forma interminable—. ¿Quién viene, Pap? ¿QUIÉN? ¡SANTAS PELUCAS! DIME QUIÉNES VIENEN ANTES DE QUE ME DESMAYE. Pero la advertencia llegaba tarde. La payasa ya comenzaba a perder el equilibrio luego de tanta carrera circular. Un poco más y ambos caerían. Otra vez.
Por una cuestión de supervivencia básica, a Derian jamás se le hubiera ocurrido contradecir las directrices de último momento que Matilda le encomendaba. Pero nada había más cierto que el alivio que habría de experimentar al oír la voz de Nuria anunciando su retorno a la carpa, lista para encabezar su número. Probablemente jamás en su vida gozaría tanto de la presencia de la bailarina como en aquel momento. Luego de haberse aproximado mansamente hacia el túnel con la intención de apaciguar la histeria de la directora, ahora retrocedía con disimulo hacia el sector más distante que podía permitirse dentro del espacio compartido por la familia circense. —Ya que el problema se resolvió... —insinuó con voz amable, tan bajo que más bien parecía estarse hablando a sí mismo—... estaré por allá, repasando mi rutina.
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Harry
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Post by Harry on Jun 23, 2013 22:18:14 GMT -3
((Mass Effect... Parcial de física...Consumir vida...))
Alejandro Suarez nunca fue una persona a la que le gustaran las incógnitas. Le gustaba saber cosas, averiguar cosas. Pero no disfrutaba demasiado el estado incógnita que lo llevaba a averiguar cosas. Dicho eso, tampoco es justo decir que detestase el estarse preguntando algo. A menos, claro, que la incógnita llegase en un momento en el que no debía haber incógnitas. Un momento como ese. La mujer había dicho "Ivanés". ¿Cierto?. Dijo que el otro paciente era Bruno V. Ivanés. El nombre le sonaba de algo, pero nada más. Sin embargo, si era un pariente de Matilda que se había escapado del pabellón psiquiatríco... Bueno, posiblemente no fuese del gusto de la directora. Mantuvo su expresión de incredulidad mientras escuchaba todo lo que le decía la operadora, limitándose a cerrar los ojos cuando Matilda lo confundió con Thomas.
-Si, sigo aquí.- Respondió luego de unos segundos.-Dijo que Bruno Ivanés se había escapado del pabellón pisquiátrico ¿Verdad?- Continuó, intentando parecer lo menos desorientado posible.-No hay problema con que venga mañana. Sin embargo, antes de eso. ¿Podría pedir detalles sobre que fue lo que pasó?
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Post by bachi on Jul 12, 2013 22:46:56 GMT -3
A regañadientes y despotricando por lo bajo como un niño, Thomas le estampó la botella de agua en la palma certera de la directora (quien había frenado el golpe de gracia de puro instinto), y se situó, cruzándose de brazos y con una indignación de veloz evaporación en el semblante, justo junto al asistente, como si eso fuera a librarlo de un último encontronazo con las bailarinas antes de su show. También como para que, en cuanto la directora se fijara, notara la clara diferencia entre los dos sujetos. Ni Alejandro tenía bigote ni él tenía pelo pelirrojo, ¿qué diantres veía la mujer? ...Pero todo se le fue al carajo cuando escuchó al asistente hablar natural y tranquilamente de Brunos Ivaneses que se escapaban de pabellones psiquiátricos. El domador abrió los ojos como platos y se quedó boquiabierto, primero comprobando que nadie más lo había escuchado (incrédulo, por cierto, ¿dónde estaba todo el mundo? ¡En frente suyo!), y luego fijándose en Alejandro, porque sus oídos debían haberlo engañado. Por supuesto, claro. — Lo siento. Los detalles solo puedo dárselos a familiares directos. ¡Oh pero no es nada por lo que preocuparse! —Cielo rió con ganas y desvalorizó el comentario con un quiebre de muñeca como si Alejandro estuviera frente a ella viéndola— Cuando a la gente suele referírseles casos psiquiátricos y cosas por el estilo lo relacionan directamente con malos presagios... No me han faltado los casos en los que hasta se santifican delante, señor ¡Pero me voy de nuevo de tema! A lo que me refería es que no hay de qué preocuparse. Bruno es un caso perfectamente sociable y para nada peligroso. Mañana temprano escuchará personalmente el caso, señor. De momento me conformaría con saber que a la familiar esto le ha sido notificado. Cerca del medio día estaré ahí. Descuide —Bajó la voz con una sonrisita infantil— , se que son del circo. Que tenga buenas noches, señor. Y eso fue lo último antes de cortar. Fue lo último antes de que Matilda pudiera atragantarse con el agua que un muy ceñudo bigotudo le había alcanzado. —¡Estiramientos pre-show voy a hacerte yo en la cabeza, Nuria, como vuelvas a tardar así! —rugió la mujer mientras daba una dramática vuelta, casi arrojando el contenido de la botella como una regadora. Había seguido a Derian hasta el túnel y solo la voz triunfante de la bailarina lo había salvado de sus garras a último momento. Sin embargo escuchó sus palabras de alivio y, tan rápido como se había fijado en la despampanante artista, tan rápido se volvió al lanzallamas— Más que repasar tu rutina por allá, la repasas por acá cerquita, Derian corazón, solo por si las dudas —Le dio unas palmaditas antes de que una marea de risas provenientes de las gradas captaran su atención. Matilda sonrió. —Hil y Santi están terminando. Y así era, en efecto. La previa carcajada general se había desarmado entre la fila de infantiles cuando un "santas pelucas" se escapó de la boca de la payasa ((maldita Hilaria, yo también morí de risa)), y terminaron de unirse el resto de los presentes cuando en un redoble de tambores cayeron los dos payasos al suelo y giraron como caricaturas animadas antes de desplomarse finalmente. El bastón que los quitaría del escenario, de hecho apareció, sí. Pero como ambos estaban despatarrados completamente en la arena del escenario, intentaba en vano despertarlos agitándose sobre sus cabezas o arrastrando tras de sí payasos invisible. Sin poder contenerse en cuanto recuperó la conciencia, Santiago comenzó a reírse desde el suelo y señalaba a la garra que, impotente, no podía contra ellos. —ÉL PIP —logró decir en medio de unas carcajadas muy contagiosas mientras se revolcaba en el suelo— ¡El bastón malvado, el infame que nos saca del escenario! Pero esta vez tengo un plan para irnos como reyes, con toda la dignidad que merecemos —Santiago se acuclilló junto a la chica y le guiñó el ojo, antes de invitarla a seguirlo, gateando como un bebé mientras el bastón seguía flotando sobre sus cabezas. —¡Ahora ahora! —La directora de Circus Maxium señaló a las bailarinas con ambas manos y señaló a continuación el túnel, con toda la teatralidad de la que era posible. El alivio volvía una vez más a anesteciar a la inquieta mujer al ver que ya de nuevo todo marchaba sobre ruedas. Se secó el sudor inexistente de la frente y suspiró con una profunda sonrisa satisfecha, volviéndose tanto al mago como a su ayudante presentes. —Una hora más, tal vez dos, y podremos dar por finalizado oficialmente este infernal primer día —Soltó una carcajada y se frotó las manos como una mosca—. Y en cuanto tenga las pantuflas en mis pies y un buen cigarro en la boca, les explicaré cómo empezará nuestra querida semana de audiciones —Entre risitas miró uno a uno...— ¿Qué demonios pasa contigo, Omaia? ((Y ahora sí oficialmente puedo decir que terminé la ficha de Cielo y todas las modificaciones (por ahora) en la zona de fichas!))
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Harry
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Post by Harry on Jul 17, 2013 23:26:06 GMT -3
Si había albergado en algún momento, alguna esperanza de que el asunto de Bruno Ivanés no fuese tan complicado, o grave, o extraño como sonaba, la cara de Thomas al oir el nombre del fugitivo del psiquiátrico acababa de matarla. Pero bueno, no podía ponerse mucho peor. ¿Verdad?. La mujer del otro lado del teléfono le había negado detalles de momento y el pelirrojo no había alcanzado a intervenir antes de que cortara. No sabía nada más que el hecho de que Bruno Ivanés se había escapado del psiquiátrico, y que al día siguiente tendrían una visita. Y debía decírselo a Matilda. "Para eso te pagan, Alejandro" pensó. Guardó el celular en el bolsillo, tragó saliva y lanzó una mirada rápida al domador.
-Creo saber lo que le pasa.-Comenzó, hablando pausadamente.- Hay dos noticias interesantes. En primer lugar, Jeremy ya está bien. Acaban de darle el alta del hospital, mañana debería estar de vuelta en el circo. Y en segundo lugar...-Se frenó un momento, como si en cuanto hablara le fuesen a dar una inyección o arrancarle un pelo de la cabeza.-¿Te suena el nombre "Bruno"?
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Post by Milly on Jul 22, 2013 2:55:17 GMT -3
((¿Por ahora? ¿Hay más misterios? *se arranca el pelo*))
Las carcajadas del payaso acabaron alcanzándola, haciéndola contorsionarse de la risa cada vez que el bastón insistía en torno al fracaso de su tarea. Una o dos veces, Hil tentó a la suerte incorporándose apenas cuando el extraño elemento desaparecía del escenario arrastrando aire y lanzándose otra vez al suelo cuando este retornaba a repetir la maniobra. Pero antes de que la tercera jugarreta se convirtiera en la vencida, Santiago la exhortaba a una salida más original. Acuclillada lo observó gatear hasta el túnel. Y la estridencia de sus carcajadas se redobló. —¿A eso le llamas una retirada digna, Pap? —meneó la cabeza, pretendiendo de pronto la seriedad de un caudilloo. Y hasta puso voz de caudillo. Uno con voz de chica—. ¡Hemos ganado la guerra contra el Bastón Malvado, soldado, y la fuga debe ser impoluta! ¡CUEEEERPO A TIERRAAA! No perdió un segundo. Antes de quedarse atrás, se tendió en el piso de vientre y comenzó a avanzar tras su compañero valiéndose únicamente de los codos, como haría cualquier militar en una situación de real peligro. Y así fue como atravesó todo el trayecto del túnel detrás de Santiago hasta alcanzar los vestidores, justo cuando las bailarinas se preparaban para su salida y Derian ocupaba un lugar de obediente proximidad al inicio del oscuro pasadizo. Ella continuaba riendo entre dientes, y lo único que consiguió apaciguar su risueño ataque fue encontrarse con el rostro de Thomas cuando al fin decidió andar en dos pies y sacudir su traje. No tuvo que preguntar nada, Alejandro ya se estaba haciendo cargo de las respuestas.
((Hum... solo para no meter la pata. ¿Hay algo que la familia del circo deba saber sobre Bruno?))
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Post by bachi on Jul 22, 2013 15:39:34 GMT -3
((*junta rápidamente todo el pelo de Milly y se lo pega con plasticola* 8DD Nada de lo que debamos preocuparnos ahora porque todavía falta mucho! Y no te preocupes por meter la pata :3 que todo lo que tengan que saber lo irá escupiendo Matildita a regañadientes~))
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Post by ev7e on Jul 23, 2013 21:03:26 GMT -3
Detrás escuchó a la morena tararear la canción que daría inicio a su pequeño acto de hipnotismo. Siempre hacia lo mismo, Nuria pensaba que era como un recordatorio antes del show, solo por si llegaba a tocarse de nervios y olvidar lo que debía hacer. Esperó atenta a su presentación mientras juntas practicaron uno de los giros más complicados, el mismo que originó el disgusto de las gemelas con el domador. Al escuchar el llamado, las cuatro bailarinas de acercaron, las luces bajaron dándoles tiempo de ubicarse sobre las sillas que gentilmente algo había logrado colocarles en el centro de la pista.
It’s a cold and crazy world that’s raging outside…
De pronto una música suave, de trompeta, empezó a sonar mientras las mujeres se movían rítmicamente entre las luces rojas, eran sombras felinas. A medida que el volumen subía ellas lo acompañaban con el tronar de sus dedos y el movimiento de sus largas piernas, cruzándose entre ellas. La letra insinuante más los continuos coqueteos de las mujeres con el público pronto lograron captar la atención de varios, pero los vitoreos se soltaron cuando las cuatro de un salto cayeron al piso y dieron inicio a la coreografía.
Been holding back for quite some time, and finally the moment’s right…
Cada una avanzó en una dirección diferente, quedándose con un cuarto de gente para ellas solas. Señalaban a nadie en especial, era parte de su baile. Sonreían, giraban, sacudían…soltaron los broches del corsé, rebelando el bustier de lentejuelas que ahora se fundía con su propia piel en un intricado diseño de encajes hecho con brillantes escamas de reptil.
Fasten up can you imagine what would happen if I let you close enough to touch?
Varios se levantaron de su sitio, dando palmadas, los más pequeños intentaban bailar como ellas y una que otra enamorada celosa daba miradas de cólera al galán hipnotizado. Nuria soltó su largo cabello bicolor que cayó como una melena sobre su rostro, de una fuerte sacudida lo echó para atrás mientras seguía el ritmo con sus caderas. Un nuevo contoneo y giro de las bailarinas terminó de cautivar a los espectadores que para entonces ya estaban casi fuera de ese mundo creyendo ver en el cabello de cada una pequeñas serpientes que movían los cascabeles.
Step into the fantasy, you’ll never want to leave and baby that’s guaranteed.
Las cuatro realizaron los mismos estiramientos, poses y sacudidas pues eran movidas por un mismo hilo. Lo que fuera que hiciese una, la otra lo repetiría en el acto. Nuria paseó lentamente sus ojos, sus grandes y endiablados ojos café, asegurándose que ya nadie era consciente de la realidad, sobre cada una de las cabezas. Empezó a arquear su espalda, echándose para atrás tal como lo había practicado frente al espejo. Disfrutaba de las miradas sobre si misma, sabiendo que ahora tenía control sobre las mentes y que todos verían la misma historia que contaban con sus cuerpos, pero que también podrían adivinar los horrores ocultos en la mirada plateada de la gitana. Así pues, lo que antes solo era una rutina de baile, empezó a cobrar sentido muy dentro de las cabezas en aquella carpa.
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Post by bachi on Jul 24, 2013 18:59:08 GMT -3
((Ya lo dije pero lo repetiré: Moso post *-*))
Todo fue mucho más rápido de lo que la multitud pudo asimilar. De un momento a otro el sonido quedó en segundo plano, ahora todo, todo conllevaba a hundirse y revolverse dentro de esa mística atmósfera creada por aquellas bailarinas circenses. No eran solo algunos hombres anónimos los que lentamente se ponían de pie como impulsados por alguna fuerza invisible, por algún susurro seductor de un rincón escondido en sus mentes; si no también los más pequeños, que al ser de las primeras filas, tenían justo y directo hacia los ojos todo aquel despliegue de brillos, gargantillas, danza y más importante que todo lo demás, la mirada fija de las artistas que no perdían ocasión, que ni un solo giro las hacía olvidar sus objetivos. La mismísima Lobelha se encontraba, sin saberlo, moviendo los brazos y tarareando con la mirada perdida en un pseudo baile zombi. Si le hubieran pedido que se pusiera de manos y caminara con los pies sobre la cabeza, tranquilamente lo habría hecho, no porque se lo pedían, sino porque ellas le habrían hecho pensar que era posible, que Lobelha podía hacerlo... Santiago había irrumpido en los vestuarios justo detrás de Hilaria (que sin saber cómo y cuándo lo había aventajado) deshaciéndose en carcajadas, que poco a poco menguaron hasta volverse suspiros de satisfacción y logro. Una mano enérgica, que reconoció en seguida como la de la directora, les repartió a él tanto como a su compañera una botella de agua y un paquetito cuidadosamente envuelto con barritas de cereal energéticas, caramelos de miel y alguna que otra chocolatina baja en grasas. —¡Creo que esta vez nos merecemos un muy buen merecido aplauso, besos en los zapatos y hasta zapallos rellenos! ¿O no, Pi... —Con un paso alargado había asomado la punta de la nariz para fisgonear qué había recibido la chica, y le pasaba un brazo por los hombros para no caer al suelo en su descarado intento. A la velocidad de la luz, se corrigió— Es decir, Hilar... Pero no llegó a responder del todo porque él también había caído en la cuenta de la cara del domador. Sin poder evitarlo, imitó su expresión (por si las dudas, tal vez) con la habilidad de un espejo. La que había perdido rápidamente interés en el domador en cuanto las luces bajaron, fue Matilda. —Por supuesto, por supuesto —repitió la mujer distraída—. Dos noticias. Escúpelas querido Alenjandro. Matilda estaba asomada abarcando con su vista panorámica todo aquel desarrollo del espectáculo. Su sonrisa era peculiar, era también torcida y embelesada. Si no estuviese acostumbrada al truco de sus bailarinas, fácilmente podría caer como mosca en la telaraña, tal y como sus espectadores iban cayendo uno a uno ante sus pies. La mujer era conciente, estaba en todas sus facultades de reconocer que si en ese momento hubiera irrumpido en la escena, primero nadie habría reparado en ella, y segundo, ante una simple sugerencia, podría haberse hecho en mano con todos los papeles, billeteras y hasta zapatos de la clientela. Hasta ese punto entraban en el letargo. La voz de su asistente la sacó por completo de contexto como un disco de vinilo rayado. Y el nombre "Bruno" la hizo pegar un pequeño saltito que a duras penas pudo disimular. —¿Bruno? ¿Qué Bruno? ¿Qué clase de Bruno? —comenzó a soltar a cataratazos, llevándose la mano al pecho como madre preocupada. Como la regañona exaltada que solía ser. Y tan nerviosa como un testigo falso en pleno testimonio— ¿Quién te llamó? —preguntó de repente, entrecerrando los ojos y señalándolo con su dedo índice de bruja, sospechando.
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Post by Milly on Jul 27, 2013 4:16:53 GMT -3
De no haber sido por el hecho de encontrarse sometido bajo el mismo efecto hipnótico que regía el comportamiento de Lobelha, de buena gana Uzeil se habría burlado eternamente de ella. Pero lo cierto era que para entonces sus preocupaciones recaían en otras cosas que parecían más importantes. Como intentar alcanzar a las bailarinas. Sentía, casi con angustia, la desesperación por avanzar a toda prisa hacia el escenario, apartando de su camino a quien hiciera falta con tal de llegar hasta el lugar en que las cuatro mujeres realizaban un baile que sabía había sido preparado para él, solo para él. Pero así como comprendía aquello, también sabía que no podía acercarse. Una voz sin palabras lo repetía con pesar en su cabeza; no importaba cuánto se esforzara en avanzar, su cuerpo permanecería estático en el lugar que le correspondía. El único modo mediante el cual podía tributar la maravilla que se desarrollaba ante sus ojos era, justamente, con la devoción contemplativa. No estuvo seguro de cuando ocurrió, pero al dejar de percibir la realidad que sus ojos deseaban mostrarle para reemplazarla por esa que comenzaban a insertar en su mente, supo que no debía sentir miedo. Las cosas eran como siempre debieron haber sido y él no se resistiría al curso natural de aquel cambio.
Hilaria se convirtió repentinamente en una espectadora de tenis. Sus ojos volaban de un lado a otro, de Thomas hacia Alejandro, de Alejandro a Matilda, de Matilda a Thomas y luego a Santiago, de nuevo a Thomas, hasta acabar en un Derian tan consternado como ella. Empezaba a impacientarse por no saber si lo que ocurría ahí era bueno o malo, aunque la expresión paralizada del domador inclinaba la balanza a la segunda opción. Pero claro, las suposiciones a la payasa no le valían de nada. No tardaría en destapar su botellita de agua para lanzar un poco al rostro de su bigotudo compañero, a ver si reaccionaba de una buena vez. Acto seguido lanzó el siguiente chorro a Alejandro para asegurarse que respondiera pronto. Solo por si acaso, se aseguró también de empapar a Santiago y al escupefuego Krige. Cuando estuvo segura que todos se encontraban lo bastante alertas como para apaciguar su impaciencia se liberó de su colega payaso para instalarse junto a la directora e imitar el gesto acusador con la mano hacia todos los hombres que la rodeaban. —¡Ya oyeron a Matilda, gusanos infelices! —escupió al recuperar su tonito de jefa militar—. Hablen antes que mi cabeza explote por la desesperación de no saber lo que está pasando.
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Post by ev7e on Jul 30, 2013 20:31:00 GMT -3
Sam no se pudo resistir, había seguido embobado el movimiento de cada bailarina. Incluso era uno de los que acompañaba el baile con palmas y silbidos. Cuando vio acercarse a Nuria, a mitad de la coreografía simplemente enloqueció. Sus ojos ya no parecían los mismos, sino más grandes, más profundos….más infernales y él enloqueció tanto como para olvidarse de las serpientes azules que asomaban de su cabello y podría jurar oír una voz de campana susurrándole una historia. Los giros delicados de las bailarinas tomaban la forma de una princesa y los tambores, las pisadas del dragón. Sin entender muy bien cómo, podía adivinarla encerrada en un castillo maldito y al animal custodiando los corredores con fuertes pisadas y el fuego consumiéndole la vida. Sintió su terror. Un escalofrío cruzo su espalda, como si sintiera la respiración sulfurosa justo en su nuca…tan cerca, tan peligroso. “No juegues con fuego” pensó. La música acelerada con los pasos más bruscos eran la pelea entre el monstruo y alguna clase de caballero, los tintineos se volvieron lluvia y las serpientes azules en el cabello se transformaron en una especie de corriente que caía sobre los hombros de la bailarina principal y arrastraba al gigantesco reptil hacia el abismo de sus caderas, donde el caballero le dio muerte. Pero el dragón no era un verdadero dragón y la princesa…era una bruja. Lo supo cuando la armadura empezó a quedarle demasiado chica y las escamas cubrieron su cuerpo, era miedo apoderándose de él, miedo que lo hacia rugir y escupir fuego aunque no quisiera hacerlo. Vio la mirada endemoniada de su captora y entonces… entonces… Era un cuento o tal vez una pesadilla. De esos que les contaban a los niños en una noche de tormenta y que los asecharían en las noches solitarias.
ESE era su talento, aquella era la razón por la que había escalado dentro de Circus Maxium. Lo había escuchado entre bromas del viejo quien le había cuidado antes de Rufus. De algún modo podía mantener las cosas en control para que le fuesen favorables. Era un pequeño don que poseía y que conocía para aprovecharlo en las personas. Su carácter dominante se lo permitía y como intuía lo que las personas querían, solo se limitaba a ofrecerlo mas nunca entregarlo. Dentro del circo, lo que ya era algo común para ella, se transformó en algo increíble. El control que se le dio le asustó tanto como fascinó, era una pena que su pequeño acto de hipnosis solo tuviera verdadero poder al caer la noche.
Para cuando Sam volvió a la realidad, no había dragones, ni caballeros, ni princesas. Tampoco serpientes en el lustroso cabello de las mujeres y mucho menos un río brotando de los hombros de la que ahora reconocía como la gitana del mediodía. Eran cuatro bailarinas que saludaban al público extasiado. Él se preguntó si todos entendieron la historia tan bien como él que habrían sentido que formaban parte de ella. Quería conocer las razones, quería saber si el segundo hombre había salido libre, quería saber por qué la bruja hacia aquello de disfrazarse. La gitana había dejado la historia inconclusa a propósito…tal vez al día siguiente contarían otra historia o la cambiaban dependiendo de la ciudad que visitaban, si era así…él no quería perderse ninguna más. Sacó el folleto del bolsillo. Le pidieron un paso adelante, ¿Cierto?
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Harry
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Post by Harry on Jul 30, 2013 22:28:54 GMT -3
"Buena pregunta" se sintió tentado a responder. Ahí había otra cosa que no sabía: Quién había llamado. Sabía que era del hospital y que en unas horas se aparecería por el circo, pero ni se le había pasado por la cabeza preguntarle el nombre. Desvió la mirada y miró unos segundos fuera de la carpa. Si, posiblemente el acto lo estuviese distrayendo. Cosa que no debe pasar, siendo él el asistente. Y menos recibiendo una llamada que habla de un tal Bruno Ivanés. Una llamada de una completa desconocida, además. Finalmente, venció la tentación. -Respecto de que "Bruno"- Comenzó, intentando no sonar tan desconcertado como estaba en realidad- el nombre completo es Bruno Ivanés. La mujer que llamó es del hospital. Aparentemente, Bruno se escapó del pabellón psiquiátrico. "Donde yo voy a estar para mañana a esta hora." quiso agregar. Sin embargo, se limitó a encongerse de hombros y... Recibir un chorro de agua en la cara, cortesía de Hilaria. -¡Hey, en eso estaba!- Respondió cubriéndose la cara para salvarla del frío chorro. ESE era el tipo de anormalidad normal del Circus Maxium a la cual estaba acostumbrado, no la de Ivaneses escapándose de psiquiátricos. Tiritando un poco, siguió hablando. -La mujer dijo que vendría mañana hacia el mediodía y daría los detalles de la situación.- Concluyó el "informe" y dirigió su mirada a la directora. -Ahora, si no es molestia preguntar...¿Alguna idea de que es lo que está pasando?
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Post by bachi on Jul 30, 2013 22:42:26 GMT -3
Los golpes de agua serían recibidos con sorpresa y mujidos de vaca en toda la ronda. —¡PiiiIIIIp! —¡PERO QUÉ...! —¡JA! La única que festejó el accionar de Hilaria fue Matilda. —¡Me hubieras avisado antes! —exclamó Santiago consternado antes de poner cara de póker. En su mano derecha había aparecido como por arte de magia un horrible paragüas que ahora blandía sobre su cabeza. El paragüas se abrió y se cerró estrepitósamente, mojando un poco más a sus compañeros— ¡Podría haber aprovechado la ocasión para estrenar mi nuevo accesorio última moda! Para Omaia el agua había sido como un electrochoque reanimador. Lo había despertado de la estupefacción mucho más de lo que estaba acostumbrado a admitir e inmediatamente giró sobre sus talones. El domador puso los brazos en jarra, enarcó las cejas y movió el bigote como un padre a punto de regañar a un par de crios. —Hilaria, eso —Balanceó el dedo índice peligrosamente en el aire, mientras Santiago lo imitaba usando su nuevo accesorio de dedo acusador— debo decir, ESO fue muy grosero de... —La oreja que daba a la pista se movió y el ruido de aplausos y gritos captó su atención, cortándolo por completo. Toda la compostura se le desarmó en lamentos desgraciados cuando entendió que se había perdido el show de las bailarinas, mientras por un lado despotricaba en contra de su dispersa capacidad de mantenerse centrado y al mismo tiempo daba la sensación de derretirse como un helado al dejar caer los hombros con consternación. Los tres leones no se habían perdido el número por suerte. Tranquilitos y en silencio se habían colado por el túnel para ver. Matilda suspiró y se frotó los ojos con paciencia. Santiago la imitó. —A ver si todos volvemos un POCO a la realidad. THOMAS —Un rugido de la directora y el aludido se volvió a ella con el desconsuelo pintado en la cara. Literalmente tenía la palabra "desconsuelo" escrita con rojo en la frente—. No sé si te habrás dado cuenta, cariño, pero en cuanto la segunda ronda de aplausos termine, ES TU TURNO —Lo señaló con un furioso índice y en seguida señaló el escenario con el pulgar, mientras Santiago seguía acusándolo con la punta del paragüas—. SUAREZ —Santiago lo señaló acercándole peligrosamente la punta del parasol—, si no me explicas ahora, me va a explotar la cabeza. ¡Y eso ya es mucho decir considerando que... considerando que todo este día... THOMAS, POR AMOR AL CIELO, ¿PUEDES IR AL TÚNEL? —¡Eso, vil hombre desalmado! —Solo ahí el payaso se distrajo de Alejandro. Se puso a hacer esgrima para dirigir al irresponsable hacia el túnel, dándole estocadas en la espalda, sabendo que si dejaba a Hilaria dentro de la ronda, tarde o temprano se enteraría de qué sucedía allí. El juego acabó cuando Thomas se volteó. "¡Dame eso, sabandija!", de un manotazo le arrebató la espada letal y caminó para reunirse junto a sus leones, a esperar que las bailarinas salieran de escena. Abrió el paragüas y se acuclilló junto a los felinos, desde allí Santiago lo veía sonreír, tramando posibles planes maléficos para comerse al payaso, quien dio media vuelta para escapar al amparo de las dos mujeres más chillonas del circo. En la lista de las más autoritarias, Fin y Nuria entraban también en la competencia para disputar el puesto. Pero la atmósfera de antes cambió radicalmente al acercarse de nuevo al núcleo de la conversación, donde vio a Matilda congelada en una mueca de sorpresa y desencanto que le habría dado un ataque de risa en una situación diferente. Al parecer se había perdido justo la parte más interesante donde Alejandro explicaba lo que no sabía que tenía que explicar. —¿De qué me perdí? —le preguntó a la payasa, fresco como una lechuga. —¿Del hospital llamaron? —Matilda se vio forzada a sonreír, complaciente— ¿Del hospital en el que esta misma mañana vieron a Jeremy? ¿Bruno, Bruno Ivanés dijeron? ¿La doctora dijo que vendría mañana? ¿ Mañana mañana? —¡Justo que iban a empezar las pruebas a los aspirantes! Era inútil seguir indagando cuando la evidencia era tan evidente. Si Alejandro era su ayudante era porque no era un idiota casualmente, sino todo lo contrario, y sabía escuchar y responder un par de simples llamadas—. Oh... mierdaLobelha había perdido la poca feminidad que tenía en cuanto terminó el acto de las bailarinas. —¿¡Qué fue eso!? NO ENTIENDO NADA —comentó entre risas nada sutiles. Chifló como una condenada llevándose los dedos índices de ambas manos a la boca, mezcló su euforia con aplausos y vitoreos entre anchas. —¿¡Puedes creerlo... PUEDES!? —exclamó al volverse a Uzeil. Lo que vio, la hizo soltar una carcajada que solo gracias al ruido general no se escuchó por toda la carpa. Rápida como una serpiente, la chica sacudió al compañero por el hombro, intentando recuperarlo vivo de su ensoñación—. Al parecer ni hacía falta que te lo preguntara —Bromeó subiendo y bajando las cejas. Una de las bolsas de pochoclos que había comprado yacía hecha un bollito en el asiento contiguo, completamente vacía. La que todavía tenía entre las manos, mientras se llevaba un bocado tras otro de palomitas, casi se le resbaló cuando las luces que habían estado iluminando a las bailarinas volvieron a bajar, dejando en el centro un único círculo resplandeciente. (("...no la de Ivaneses escapándose de psiquiátricos" xDDDDDDD!! Perfecto Jarrón <3 Respondo desde acá así no dejo tanta lluvia de posts mios al pedo lol))
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Harry
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Post by Harry on Jul 31, 2013 7:28:26 GMT -3
((Me di cuenta que le había faltado algo a mi último post, so... Post modificado n-n))
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Post by ev7e on Aug 5, 2013 20:40:52 GMT -3
((Tengo un nuevo personaje c: Pasen, pasen a leer :3 ))
Cuando Sally cerró el puesto de lectura de cartas en la feria, el show ya iba casi por la mitad. Pero ¿Quién se fija en la hora cuando conversas con los espíritus que rondan en los alrededores? Aunque ella no estaba del todo segura si eran almas en pena o los mimos que se sentaban en la calle a tocar música con instrumentos invisibles. Ellos eran geniales, pero no. Definitivamente ella había hablado con algún espíritu, después de todo…ella era perfectamente capaz de diferenciarlos. Uno de los mimos alzó la mano cuando pasó en dirección a la carpa. Bueno, tal vez no. Sin mucha dificultad logró escabullirse dentro de la carpa aunque no hacia el público, esa noche Sally tenía otro destino y lo único que la separaba de él ( o ella, para ser más exactos) eran varios metros de tela morada y un camino de obstáculos ideado por alguna mente retorcida que pensaba que un laberinto alrededor de los asistentes era una cosa divertida. Claro, en un principio podía parecerle mono ver como los desconocidos tomaban el camino incorrecto y terminaban mirando su cuerpo deformado en uno de esos extraños espejos o incluso daba risa cuando se espantaban con la utilería barata que tiraban por ahí. Recordaba haber rescatado a una anciana de un infarto cuando encontró al gnomo sin cabeza…coincidentemente horas antes le había dicho a la misma anciana que se cuidara del corazón. Pero ella creyó haberle sugerido lo obvio considerando la avanzada edad de la dama. ¿Eso que brillaba ahí era Matilda? -¡Psssst!... ¡psst!
Una vez que las luces dejaron de enfocarlas, las cuatro mujeres se apresuraron en volver al túnel. La satisfacción de haber enloquecido al público se reflejaba en sus maquillados rostros. Con la respiración aun agitada y cubriéndose las escamas del pecho, tres de ellas se reunieron con sus compañeros a tiempo para oír sobre problemas mentales. -Hola queridos- saludó Nuria rezagándose con una gran sonrisa en el rostro mientras acariciaba las melenas de los tres leones- ¿Les gustó el show? Espero que sí…yo me quedaré aquí para observarlos, ya saben que soy su más grande admiradora- les guiñó un ojo antes de notar la presencia de su bigotudo domador- Hola tú…rómpete una pierna- agregó lanzando una rápida mirada hacia el centro de la pista- No es literal, obvio, pero mejor asegurarnos- se atrevió a bromear- Sorpréndeme.
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Harry
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Post by Harry on Aug 8, 2013 23:54:01 GMT -3
-Si, yo pensé lo mismo.- Respondió con un suspiro. Más allá de lo increíble de la situación (Léase: de que un posible-pariente-misterioso de Matilda se escape de un pisquiátrico.), la verdad es que todo esto no podía llegar en peor momento: con las pruebas a los nuevos (las cuales deben ser secretas para la gente fuera del circo) y Hauffmann al acecho (¿Como iba a reaccionar cuando una empleada de un pisiquiátrico viniese al circo, por el motivo que fuese?) las cosas estaban bastante complicadas. Complicadas y demasiado caóticas como para pensar claramente. Y el pelirrojo era alguien de pensar antes de actuar. -Vamos a ordenar un poco todo lo que está pasando.-Dijo luego de un momento, haciando lo que podía (no demasiado) para parecer tan tranquilo como Matilda. -Tenemos cuatro cosas complicándonos la vida en este momento: Los shows, Hauffmann, las pruebas a los nuevos y el fugitivo Ivanés. Los shows ya están organizados, asique posiblemente nos tengamos que preocupar más por las otras tres cosas.- Se dio cuenta de que estaba hablando rápido y se estaba quedando con poco aire. Inhaló profundamente y siguió.-El riesgo al que nos enfrentamos es que la mujer del hospital aparezca en el momento en que a Hauffmann se le da por aparecer, o que ella vea las pruebas a los nuevos y filtre la información. En un caso u otro, el problema siempre es la mujer del hospital. Quizá...-Paró un segundo para pensar.-Quizá sería buena idea pedirle que el encuentro se haga en otro lado. No creo que sea estrictamente necesario que el encuentro sea aquí. Y con que se quede alguien resposable para supervisar las pruebas y controlar una emergencia-Hauffmann, imagino que todo puede funcionar. En ese momento, le pareció escuchar una especie de chistido a espaldas de Matilda. Se inclinó levemente, para ver de donde venía.
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Post by bachi on Aug 10, 2013 0:42:04 GMT -3
Las palabras de Nuria fueron como fertilizante, pues Thomas inmediatamente salió de atrás del paragüas creciendo lentamente como una dulce y tierna plantita con bigote. Y sonrisita. Los leones solo se dedicaron a menear las puntas de las colas y bostezar, mientras miraban a la bailarina con cara de los culpables inocentes que eran, siguiendo cada uno de sus movimientos con suma atención. —Procuraré romperme las dos piernas entonces —interrumpió Thomas ensanchando la sonrisa, inclinándose a un costado para bloquearle la vista del escenario a la bailarina que deliberadamente esquivaba su mirada. Subió y bajó las cejas, con aire peligroso—. Y el corazón. También el corazón por si las dudas... Hizo dos suaves chasquidos con la lengua, aún si quitarle la vista de encima, y Jerry y Maquiavelo desaparecieron con un trote relajado en la oscuridad que inundaba la arena. Mafuma, ya de pie, miró al domador impaciente. —Vamos, chico. Dejemos a la señorita tiempo para tomar aire —Thomas se acomodó la corbata de leopardo con elegancia, se enruló un poco más el bigote y, con un juego de muñecas, se encasquetó en la cabeza la galera con orejas de león. Mientras desaparecía por el túnel, comenzó a silbar una simpática tonadita que pronto hizo eco dentro de toda la carpa a medida se acercaba, como si saliera de los altavoces. Los vendedores ambulantes que habían aprovechado los escasos segundos para escabullirse entre la gente y así ofrecer sus productos, rápidamente volvieron a sus escondites, mientras veían salir a un curioso personaje justo dentro del único círculo iluminado del escenario. El silbido se detuvo porque evidentemente el tipo dejó de silbar en el momento preciso en el que extendió sus brazos hacia el cielo, como si acabara de encontrar algo que llevaba mucho tiempo perdido. En completo silencio dio dos pasos al costado mientras el aro de luz que lo alumbraba se ensanchaba al seguirlo, dejando a la vista un viejo sillón verde y una lámpara de pie. Entre los espectadores, nadie entendió nada. El sujeto de galera, ahora cómodamente sentado leyendo un diario, de la nada se llevó un dedo a los labios y pidió silencio. Pero el silencio era absoluto, era... Acababa de ser roto por un potente rugido que hizo saltar a más de uno. Fueron tres. Tres rugidos consecutivos que hicieron eco desde varias partes de la audiencia, mientras todos se ponían de pie para buscar la procedencia de lo que evidentemente eran leones. Cuando la luz se apagó. Y volvió a prenderse. Ahora se escuchaba el sonido claro de una radio tocando Claro de Luna, y antes de que los adultos pudieran comprender qué estaba sucediendo, los niños ya estaban señalando el pequeño silloncito verde entre risas y exclamaciones de asombro. No había rastro alguno del sujeto del sombrero, en cambio, ahí sentado había un león. Fumaba una pipa, llevaba lentes redondos y leía un periódico, cruzado de piernas y vestido casual: con una bata azul. —Aunque no lo crean, ni quieran creerlo, mi nombre es Maquiavelo —comentó la criatura sin mover los labios, llevándose una pata a la boca, mojándose el "pulgar" y dando vuelta a la página siguiente. Hablaba como un profesor de escuela—. Y sí, evidentemente yo escribí El Príncipe. Escribí también otras buenas historias, pero entre ellas, prefiero rescatar la historia de mi familia. Puedo presentárselos si quieren... Aunque tal vez no quieran... No había levantado la mirada en ningún momento de la charla, pero ahí estaban de nuevo los niños respondiendo por toda la audiencia, obviamente queriendo conocer a la familia del extraño león. —En ese caso —Maquiavelo dejó el periódico, se sacó los anteojos y los miró. Justo cuando parecía que estaba por sonreír, se apagó de nuevo la luz y la música dio comienzo al acto.
Matilda escuchaba a Alejandro, asentía, se mordía una uña y volvía a andar en círculos alrededor de ellos. —Exacto, exacto. Cuatro cosas —dijo frenándose de golpe, parándose a escuchar. Cuando hubo comprobado que el show seguía en marcha, volvió a caminar—. Los shows, sí. Perfectos. Es decir... eso ya está todo planeado cuidadosamente. Tacha una más de la lista —Con un brillo triunfante en los ojos, señaló a su asistente—: las pruebas. Eso ya lo tengo todo planeado, Alejandro querido. Los horarios de ensayo con cada respectivo grupo de artistas, cuánto durarán y los días de las pruebas de cada grupo. Lo único que falta es la prueba final, pero eso dependiendo de si todo lo demás nos lleva justo y exactamente una semana (y rogemos a los dioses, al cielo y a los bolsillos de Hauffmann, que así sea). Continúa, continúa... —dijo al final, retomando la reflexiva expresión. Cuando el pelirrojo remarcó los puntos débiles de la visita de la doctora, la directora hizo varias muecas consecutivas. —Si Hauffmann y la mujer se cruzan no es problema ¿Dijo a qué hora iba a venir? ¿Más o menos? Porque podemos llamarlo a él a una hora completamente distinta y... En caso de que se crucen, pues a la mierda. ¡Que vea que atendemos con profesionales a nuestros artistas! —Escandalizó alzando la mano— ¡Que vea que...! Además, planeo hacer las pruebas por la mañana, así que si quiere estar presente solo para las pruebas... —Entrecerró los ojos, pensativa. Nuevamente, su asistente había dado en el clavo—. Eso eso. Eso es. ¡Eso es! —Se río, lo aplaudió y le pellizcó las mejillas—. Mientras "A" se encarga de "D", "B" se encarga de "C. Y así "A" puede charlar con "D" SIN NINGÚN TIPO DE PROBLEMA! Alejandro... ¡eso es marav...! ¿Qué es lo que estás miran...? Un grito de horror y un gran salto en el que terminó casi encima de Rufus y Derian, echó a Matilda hacia atrás cuando siguió la mirada de Alejandro. Por suerte para ella, su grito se había mezclado con varios que justo se escuchaban desde las gradas. —¡QUÉ ES... ESA ARAÑA PELUDA Y... HORRIBLE QUE LLEVAS... EN EL CUELLO... SALLY CLUE... COUL... CÓMO SE DIGA!
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