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Post by ev7e on Nov 25, 2013 20:41:30 GMT -3
[[*Estruja a Milly porque pensó que nadie se acordaría en dónde se había metido Balthasar*]]
1890 El cambio de tema le hizo recuperar el apetito que había perdido cuando la mesera fue mencionada. Ella podría encargarse de la pequeña intrusa cuando fuera a Molino Rojo y demostrarle cuan equivocada estaba si se atrevía a pensar que tenía si quiera una oportunidad. -No le llames así- pidió luego de ahogar una pequeña risa. Después de todo, una vez más había sido dejada atrás para que Charlie fuera con Ruso y claro…LeCounce. -Lo sé… Me encontró cuando salí del cabaret y luego una cosa llevó a la otra- se encogió de hombros-No puedo mantenerme alejada de él…y ¿quieres que te confiese algo? Una pequeña parte de mi me dice que él tampoco puede- agregó con cierta ilusión antes de estirar el brazo sobre la mesa y acariciar con los dedos la mano del barman- Yo nunca te haría quedar en ridículo intencionadamente ¿Lo sabes, verdad?
-¿A menos que qué?- logró articular un poco demasiado tarde pues Teva había desaparecido y en su lugar, como si hubiese sido invocada, halló a una somnolienta Julie- Justo ahora tu nueva mejor amiga acaba de ir a buscar a Balthasar para recibirlos. Matt consideró por un segundo utilizar la estrategia de su hermana cuando quería información, pero carecía del descaro patentado de Cyrille para meter las narices en asuntos que no le correspondían. Y aunque había despertado su curiosidad, debería encontrar otro medio para satisfacer las preguntas que Lala Odair había desencadenado. -¿Sabes lo que tú necesitad? ¡Un trago!- agregó, regocijándose con la idea de experimentar un poco en el área bien resguardada de Médéric. Menos de un minuto más tarde, estiró el vaso hacia la bailarina- Hasta el fondo…entonces…¿Puedo preguntar qué haces aquí tan temprano? ¿Te ofreciste voluntaria para ayudar a Teva y Marie con la coreografía?
Llegó justo tras Teva, sacudiéndose el polvo del pantalón y observándola con desconcierto cuando tocó su hombro con ligeros golpecitos. -¿Necesitas algo?- preguntó pasando de largo hacia la mesa con la jarra de agua y tomando un vaso lleno hasta saciar su sed.
2015 -Sí señora- contestó Frank apresurándose a abrir la puerta trasera de la camioneta y depositando todo lo que Rachel, con la dulzura que la caracterizaba, le había arrojado encima. Traspapelando accidentalmente los archivos que acababan de recibir junto con un grupo de sobre amarillos que casualmente estaban revueltos en el asiento. Cortesía de Logan, supuso. - Si quieres que cometa homicidio… ¿Al menos puedo preguntar qué fue lo que pasó?- se atrevió a preguntar una vez salieron del estacionamiento, pero una rápida mirada a la secretaria le hizo retractarse y cambiar la pregunta- ¿La reunión ya empezó o crees que estamos a tiempo?
Benjamin guardó el celular antes de siquiera poder preguntar por la primera llamada perdida de la secretaria. Mientras iba de camino a su oficina para revisar los papeles de Mocef, dedujo que no podía ser por la misma razón de su tardanza pues Rachel siempre organizaba mejor su tiempo. -¿Arreglando las cosas?- preguntó cuando alcanzó a las tres personas reunidas en medio del corredor, una de ellas buscando desesperadamente a dónde huir- Creo que debo aprovechar este momento para recordarles sobre la regla de no agresión, de ningún tipo- recalcó en dirección de la maquilladora- dentro de Etiqueta Negra. Sé que no puedo obligarlos a llevarse bien entre ustedes y hace tiempo desistí del intento de cordialidad. Me conformo con que se ignoren entre sí- agregó con una media sonrisa. Mia contuvo la sonrisa de placer cuando Benjamin decidió rescatarla de las garras de Katia. -Estoy totalmente de acuerdo- coincidió- Por mi parte, los veré como las plantas sintéticas que decoran el comedor. Si me disculpan, ire a recoger mis cosas del vestuario- se despidió tras leer la advertencia en los ojos del jefe. -La reunión comenzara a las 3- le recordó Benjamin para luego volver a centrarse en los dos que faltaban- ¿Mucho tiempo libre?
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Post by Milly on Dec 6, 2013 19:27:04 GMT -3
((*Estruja a Eve porque... porque... porque sí*))
1890
El brillito casi soñador que logró distinguir en la joven al oírla hablar de sus sospechas no le hizo ninguna gracia, lo que quedó de manifiesto en la preocupación que habría de apoderarse de su rostro cuando frunció el entrecejo. Pero no diría nada. Después de todo Angie ya contaba con un hermano y una amiga que, como él mismo, se habían hecho cargo de plantear sus puntos de vista al respecto. Si ella no quería prestar atención a las advertencias, tenía derecho a tomar sus propias decisiones, fueran o no del agrado de Méd. La caricia suavizó instantáneamente su expresión. —La intención es una cosa —aclaró con una sonrisita divertida, separándose de la mano de la pelirroja para levantarse a lavar su plato—. Y el hecho, otra cosa muy distinta. De verdad, no pido demasiado. Solo que me mantengas informado. Ya sabes que soy un hombre cotizado —agregó, fingiendo la grandeza que jamás había poseído. Y aunque la risa arruinó su broma, la mantuvo en pie—. Y si no voy a ayudarte... es mi deber hacer saber a mis seguidoras que me encuentro disponible.
Lo observó boquiabierta. —¿Dónde te habías metido? —la réplica apuntaba, más que a la fugaz desesperación de no haber sabido dónde localizar a su jefe, al aspecto polvoriento e impresentable que traía encima. Corrió a sacudirle los pantalones que él dejase a medio terminar—. ¡No puedes recibir así a LeCounce!¡Creerá que le estás tomando el pelo! ¿En qué se suponía que pensabas cuando...? ¿Pero cómo...? ¡Mon dieu, Balthasar! —durante el instante que duró su frustración, se dio una palmada en la frente. Lo que pareció bastar para ayudarla a recuperar la compostura—. Ya sé. Quédate aquí y límpiate un poco o cámbiate... lo que sea con tal de que luzcas algo más decente. Yo iré a recibir a tus invitados. Así, de paso, te das más importancia —retrocedía en dirección a la puerta, y antes de cerrarla, asomó la cabeza una última vez—. No tardes demasiado. A paso de carrera deshizo el camino trazado por los pasadizos, atravesó el gransalón del cabaret y pasó de largo la barra hacia la salida. Ahí encontró a La Roca y sus acompañantes. —Señor LeCounce —saludó al aludido con una ínfima reverencia complaciente y graciosa, disimulando casi a la perfección el cansancio de su carrera, reflejado en el rubor apenas vivo de sus mejillas. Contempló de reojo a la mujer que acompañaba al hombre, y le dedicó también una reverencia respetuosa. Todo en su apariencia la ponía a la misma altura que su acompañante. A los hombres de Pierre, en cambio, apenas si les dedicó una miradita para corroborar su asistencia—. Balthasar Chevalier ya ha sido informado sobre su llegada. Se presentará en un momento. ¿Desea aguardar en el salón?
2015
Solo a esas alturas de la tarde Katia se decidiría a asumir que, no obstante sus intentos, el día no estaba de su parte. Respondió a la propuesta de Logan con una mirada fulminante, decidiendo que jamás volvería a otorgarle el privilegio de participar de sus estrategias... no al menos, sin antes confirmar si la sincronía ideológica entre ambos se mantenía en pie. Observó la retirada de la modelo impertérrita, como si sus planes de acorralarla con preguntas directas no se hubiese visto frustrado. —¿Tiempo libre? ¿Con uno de los principales vestidos de la colección del siguiente número destruido? ¡Desde luego, Benjamin! —la ironía de sus palabras resultaba dañina—. La sesión ha quedado detenida, así que nos relajamos un poco, fingiendo que no tendremos que volver a reprogramar la agenda de todas las modelos para todo el mes con tal de encontrar un espacio donde terminar esta jornada, y que no tendremos que volver a solicitar el material de escenografía, iluminación, peluquería... —cada nuevo ítem era un nuevo paso en dirección al director de la revista. Aunque no fuera ella a la que tocaría reorganizar todo ese caos, la indiferencia de Blanc ante el caos desatado por Mia no mejoraba su humor, sino todo lo contrario. Abrió la boca para decir algo que sabía sería terrible... y se detuvo a último minuto, cuando la cordura la exhortó a ser un poco más prudente. Y la recriminación que tenía pensada lanzar a Benjamin acabó convirtiéndose en un bufido de frustración—. Creo que te aceptaré ese café, Logan.
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Post by bachi on Jan 19, 2014 17:41:03 GMT -3
1890 Julie hizo una mueca. La idea de que Teva había estado justo allí, en el lugar en el que ahora estaba ella sentada, mucha gracia no le hacía, sin embargo no pudo ignorar el hecho de que quien estaba al otro lado de la barra era Matt, y la extraña disposición a “recibirla” le robó una media sonrisa. Miró el vaso que le regalaban, no sin dobles intenciones seguramente, y alargó el brazo… A último minuto lo retiró. —“Mi nueva mejor amiga” —sonrió y cruzó los brazos sobre la barra, dando por seguro que comprendería la indirecta: A esa hora nada de tragos. Nada de caridades—. Es una curiosa selección de palabras, ¿no crees Matt? —Julie bufó y le dio la espalda, mirando alrededor—. En realidad sí, vine para ayudar con la coreografía —Y porque no podía dormir, pero eso no lo diría, claro—. ¿Y Méd? Él suele ser puntual… —preguntó, de repente. Y en ese momento vio a Teva cruzar el salón a toda velocidad, con esos pacitos pequeños y grandilocuentes tan suyos, que empezaba a sacarle de las casillas.
La aparición de Teva fue una bendición. Antes de que Pierre pudiera refutar aquellas últimas palabras descaradas de su subordinado, Louise había devuelto el saludo a la pequeña mujercita, cubriéndose una sonrisita pequeña apenas con la punta de los dedos. —Nos encantaría esperar en la sala privada, querida —respondió adelántandose—, eso, claro, si no la han demolido todavía. Por cierto, ¿quién eres? No recuerdo haberte visto antes por aquí, corazón —Y tomándose todas las libertades del mundo, Louise LeCounce ya estaba sujetándola por un brazo como viejas amigas, mientras ambas atravesaban el umbral. Charlie intercambió una sola mirada con su jefe antes de avanzar. De ahí en adelante, el trabajo de la seguridad personal de la Roca quedaba en manos de Rushmanok. En Molino Rojo, Laurent Durand tenía otros asuntos que resolver.
2015 Gracias al cielo, Rachel ignoró la primera pregunta de Frank rotundamente. —Sí, la reunión está empezando o algo así. Pero eso no importa porque… ¡Estacionamiento, AHÍ! —rugió de nuevo, poniéndole una garra en el hombro y abalanzándose hacia el parabrisas mientras señalaba un glorioso espacio vacío en hora pico, casi imposible de conseguir en otra situación. Mientras su chofer inesperado estacionaba, una ráfaga de pensamientos inundó la mente de la secretaria. Hizo de tripas corazón y traslució en su cara la mejor de las caras de póker que podía tener dadas las circunstancias. Périer ahora estaba lejos de ser una de sus mayores preocupaciones: Debía redimir su reputación, si es que alguna vez había tenido alguna en esa revista de estrafalarias personalidades.
Café, café, café. Café café cafécafécafé. Aquello era todo en lo que Logan podía pensar mientras sorbía uno a uno los pequeños traguitos calientes de la sustancia que sostenía entre las manos como oro. Al dar el último sorbo, inhaló y suspiró. Sí, tendría que hacerse algunos estudios médicos, a ver si todavía era adicto a la cafeína, imposible, claro. Sin embargo, ni siquiera aquella droga suya tan preciada podría haberlo desviado del curso en el que Katia había fijado la charla. No podía estar más de acuerdo en muchas cosas, en otras no tanto, pero en todas y en cada una de ellas, decidió mantener silencio. Lo único que le faltaba era que los despidieran por “exceso de confianza y mal habladuría”, y no sería la primera vez… Hasta que Katia le aceptó la taza de café, y fue como volver a trazar vínculos de una vieja amistad perdida. Logan no solo le hizo un café, si no que tardó menos de dos minutos. Y sonrió, y blandió la lengua venenosa de nuevo. —Tiempo libre nos falta, en realidad jefe. Pero sí, ahora lo tendremos dado que tenemos una sesión postergada hasta nuevo aviso, las modelos un tanto alborotadas y varios detalles técnicos inconexos… Sin embargo, ya que estamos todos entre familia, si me permite la indiscreción (y si no me la permite, ya me conoce lo suficiente como para saber que hablaré de todas formas): ¿Qué fue exactamente lo que usted le dijo a Mia para lograr que fuera tan… receptiva? —Él también se había servido otro café, del cual volvió a tomar, chiquitito chiquitito.
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Post by ev7e on Jan 25, 2014 19:12:58 GMT -3
1890
Esta vez ella no contuvo una risita que por más que intentó, no pudo ni disimular cubriéndose la boca. -Lo siento, lo siento- Y era verdad – Es solo que me sorprende que hayas puesto a una femme fatale por delante de tus admiradoras. Angie también se levantó de la mesa, ordenando el pequeño ambiente mientras hablaba. -¿Quieres la verdad? No sé si nuestro trato vaya a funcionar del todo- admitió- Anoche acepté, en gran parte, porque había tenido un problema con él. Pero ahora… bueno, ya viste que se fue ¿Cómo dijiste? ¿El lazarillo de LeCounce?- rió- El punto es que por más que se vaya, Charlie siempre regresa conmigo. Y eso no cambiará. ((MUAJAJAJAJA pobre e inocente Angie :K )) Cuando ya todo estaba en su lugar, se volteó a observar a su acompañante y adivinando el rumbo que había tomado su conversación, supo que no sería del agrado de Méd si decía una sola palabra más sobre ello. -Entonces… ¿Cuál es tu plan del día? ¿Viniste a visitarme y alimentarme o a arrastrarme a Molino para golpear a todos en la cabeza y que olviden lo sucedido?- bajó un poco la voz para agregar – No me opondría si fuese lo último.
<<Respira hondo, todo saldrá bien>> Balthasar repetía esa frase una y otra vez, como un mantra. Luego de que la pequeña Teva desapareciera de su vista, se apresuró a cambiarse de ropa por unas más decentes. Aquel juego de cambio de personalidad empezaba a confundirlo a él mismo. Por momentos pensaba que Annette se estaba imponiendo, ella era la impulsiva, la que luchaba con garras y colmillos hasta conseguir lo que quería. Y ahí estaba él, lleno de polvo de quien sabe cuánto tiempo solo por cumplirle el capricho a la dama bajo su piel. Subió las escaleras y cruzó por el pasaje de cortinas rojas, pero antes de dar el él último paso se detuvo. Sabía que LeCounce vendría con sus guardias, lo que no esperaba era ver a Louise junto con ellos. Una idea cruzó rápidamente por su cabeza y antes de que pudieran notar su presencia, dio media vuelta y regreso a toda velocidad a su vestuario. Tal vez Annette podría sacar ventaja de esto.
Llegó a Molino Rojo justo cuando veía desaparecer la espalda de uno de los hombres de La Roca. Era mejor así, desde hace tiempo había sido advertida de no relacionarse con ninguno de ellos por su propia seguridad. Marie llegó a la barra donde encontró a Julie y Matt devorando con la mirada a los invitados. -Muy buenos días- saludó con una sonrisa alegre mientras tomaba un lugar junto a la otra bailarina y, al ver que el muchacho frente a ellas se disponía a retirar una copa, alargó la mano y lo detuvo- Creo que tomaré esto. Gracias, Matt ¿Es que Méd depositó su confianza en ti para atender el negocio?- agregó dando una profundo trago. -Que graciosa- respondió el mesero con cara de pocos amigos- De hecho le estaba comentando a tu amiga que no sé dónde estará Médéric…Se ve que tenías sed- añadió sorprendiéndose cuando Marie le devolvió la copa vacía. -Sabes lo que dice Balthasar, nada de alcohol en nuestro cuerpo durante la hora de trabajo. Y precisamente ahora, no es mi turno- guiñó un ojo y se giró hacia Julie- ¡Qué bueno que estas aquí! Así tendremos tiempo de practicar antes de salir a escena….Oh, eso en el caso de que vengas a ayudarnos a Teva y a mí, no quisiera meterme en tus planes yo solo… -Marie, Marie… entendemos tu punto- le sonrió para tranquilizarla.
2015
Frank bajó del auto y olvidándose momentáneamente de las cortesías con su acompañante, decidió abrir la puerta trasera y acomodar un poco los papeles revueltos en el asiento. -Toma- dijo extendiéndole uno de los sobres- Mejor llévaselos a Blanc antes de que sea muy tarde… y no creo que sea buena que los lobos nos vean entrar juntos como mellizos- agregó con una media sonrisa mientras metía el resto de papeles y sobres dentro del maletín abierto- De todas formas, tengo que llevar esto a mi oficina y corregirlos antes de que le den el visto bueno- gruñó aparentemente molestó por la cantidad de trabajo que tenía.
-Te sorprenderías de lo receptiva que logra ser la señorita Bourg cuando se utilizan palabras en lugar de confusos jeroglíficos en su ropa- contestó sin alterar su habitual gesto de tranquilidad – Y respecto al tiempo libre lamento informarles que les seguirá haciendo falta. Pero no se preocupen, tendrán unas vacaciones bien merecidas, no lo dudo, cuando llegue el momento. Sin embargo, ahora necesito que mantengan sus mentes abiertas para la reunión que tendremos en…oh, Rachel. Ahí estas.
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Post by Milly on Jan 29, 2014 2:18:47 GMT -3
1890
La sonrisa que la otrora mesera utilizó para atender a las palabras de la distinguida mujer se cargaba de una dulzura entrañable. Sostuvo cuidadosamente el brazo que le era tendido, como si transportase una valiosa pieza de cristal, y se aseguró que su avance delicado resaltara la grandeza elegante de su acompañante. —No sería bien visto que una empleada corriente como yo circule por ahí y presuma de su existencia más de lo que sus responsabilidades exigen, mi distinguida señora —repuso a medida se adentraban al cabaret y los encaminaba al sector de la mesa principal, que se encontraba bien lejos de los empleados que a esa hora acababan con los últimos retoques de limpieza del local, y casualmente, se encontraba también lejos de la bailarina que acababa de divisar por el rabillo del ojo apostada en la barra—. Y de todas formas no hace falta recurrir a medios tan vulgares cuando el destino se muestra lo suficientemente sabio como para concederle a una el privilegio de escoltar a una dama tan fina y amable como usted. Teva Attia es el nombre de su humilde servidora. Justo habían llegado llegado al destino esperado. Separándose suavemente del brazo de la mujer le ofreció una nueva reverencia y la invitó, como al resto de los presentes, a tomar asiento. Muy disimuladamente echó una miradita rápida a las cortinas que cubrían los muros, a la espera de alguna señal de Balthasar. ¿Dónde demonios se habría metido ahora? Como siguiera tardando, quedaría en deuda de por vida con la complaciente muchachita que a pura fuerza de voluntad conseguía camuflar su histeria bajo atenciones gentiles. —Nuestro barman no se encuentra en el local aún, sin embargo, si nuestros distinguidos visitantes así lo desean, podemos disponer sin dilaciones para ustedes un aperitivo a la altura de su renombre... en tanto aguardan la pronta llegada de nuestro anfitrión.
Ante toda aquella palabrería relacionada con Durand, Méd se obligó a responder con un insípido suspiro tras el que se escondía quién sabía qué clase de opiniones divergentes. Discutir con Angie sobre ese punto era inútil, y definitivamente ese no era el momento más inteligente para pelearse con la muchacha. Afortunadamente ella también lo entendió. Agradeció el cambio de tema con su sonrisa cálida y enérgica de siempre. —En realidad había venido a levantarte la moral. Pero como ya he visto que no lo necesitas —su tono en aquel punto se tiñó de un disgusto apenas perceptible—, y como ya te he alimentado... creo que sí, la siguiente parada será Molino Rojo, pero no para ir a golpear a alguien. Voy tarde, y aunque no quieras reconocerlo, tú también. Para cuando estemos allá ni una mísera mesa te quedará para limpiar. Estuvo a punto de largarse a reír, pero no deseaba alentar los caprichos rebeldes de la joven. Era más que obvio que desde el inicio su plan había sido presentarse en el cabaret lo bastante tarde como para no tener que asumir tan pronto su nuevo papel... o eso suponía él. Tomó sus cosas y avanzó hasta la puerta.
2015
Ignoró la indirecta de Blanc con un parpadeo desdeñoso, mordiéndose la lengua con una vigorosidad tal que sentía en cualquier momento se la cortaría. Pero no tenía más opciones; ese hombre de ánimo imperturbable estaba poniendo a prueba todos sus intentos por tragarse la ponzoña que deseaba salir a borbotones de su boca. Hacia el final de sus explicaciones indolentes, sin embargo, Katia ya no se sentía capaz de soportar un discurso que le apestaba a cinismo. Nunca, siquiera horas atrás cuando Mia había destrozado el vestido de la colección, había experimentado el nivel de furia que para entonces la sacudió de pies a cabeza como si sufriera un débil brote de epilepsia. Sin detenerse a pensar nada se llevó a la boca la taza de café que muy amablemente Logan hubo de preparar para ella y consumió su contenido de tres rápidos tragos. Su lengua y su garganta se retorcieron bajo el calor hirviente de aquel líquido oscuro... pero al menos así se contenía de hablar, de arrojarse sobre su jefe y despedazar el costoso traje que llevaba encima valiéndose sus propios dientes. Su cuerpo también hervía, y ya no estaba tan segura de que el café fuera el principal responsable. El ahogo y el acceso de tos llegaron casi al mismo tiempo que el dolor de la quemadura. Apenas alcanzó a distinguir a la secretaria cuando se dio a la fuga, directa hacia la sala de reuniones en busca de un poco de aire, de agua, lo que fuera con tal de finalizar la tortura a la que se había sometido voluntariamente y que la distanciaría por un tiempo prudente del causante de aquel arrebato. Con un poco de suerte cuando el resto llegara al lugar convenido ella seguiría viva tras de su impulso suicida y habría recuperado el autocontrol que le fallaba por primera vez en mucho tiempo.
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Post by bachi on Feb 2, 2014 2:10:10 GMT -3
((WOOO ¿Soy yo, o todo el foro cambió de “modelo”? XDD)) 1890Por el rabillo del ojo, por un breve momento, Louise vio una sombra fugaz desvanecerse y perderse por entre las cortinas. Observando casi por encima de la cabeza de su nueva compañera Teva, enarcó las cejas y la miró. No había pasado por alto ni toda la gama de elegantes palabras que la chiquita moza sabía usar, ni tampoco pasaba desapercibida del todo esa aparente tranquilidad bajo la cual se escondía un sombrío mar de algo muy cercano a la desesperación. Louise era, si bien de otra clase social, una listilla muy parecida a la que ahora tenía atrapada por el brazo. Y eso tampoco pasó desapercibido. Como tampoco las dos bailarinas en la barra. Justo cuando llegaban a la mesa, Charlie, que iba detrás de ellas a una distancia prudente para amainar su torrente malhumorado de la mañana, se apresuró a separar una silla de la mesa y cederle el asiento a la señorita LeCounce. Mientras tomaba asiento, se separó de Teva y envolvió con ambas manos la palma de la mesera. —Acércale una silla, Charlie querido —dijo sin mirar al aludido—. Mientras mi marido se distrae saludando a todo el personal presente de Molino, incluidas las cucarachas (y no exactamente las de varias patas), me parece bien que la señorita Attia me haga compañía hasta que aparezca nuestro querido Balthasar para librarnos del aburrimiento —Sonrió y le brillaron los ojos por un instante relampagueantes en los que palmeó lentamente la mano de la mujercita—. No te preocupes por nada. Desayunar alcohol no es lo mío. Con otro cigarrillo humeante entre los labios, mientras su jefe se perdía entre amigables risotadas saludando a los mozos, bien seguido detrás por Rushmanok; Laurent acercó una lenta silla hacia Teva. Le sonrió, ablandando el semblante serio y suavizándolo con una comisura alentadora: “Anda” decía esa muesquita de sus labios “Louise muerde, pero tu puedes con ello”. “Dios mío. Ya extraño a la perra de Angie” Mientras pensaba aquello y se obligaba mental y fieramente a mantener la mirada en Marie, esquivar el comentario de Matt y ( oh, por todos los cielos) no reparar en la parejita de mujeres que acababa de pasar justo cerca de la barra… Julie soltó una carcajada que rápidamente aplacó con la mano y un pestañeo pícaro. —Marie, cariño, por la mañana sigo Julie, solo Julie. A la noche podemos cambiarnos los nombres todas entre todas y ahí si quieres me dices Lala y todo lo que tenga que ver con ella —Segura de que la mujer (y Matt, sobre todo el mete-narices de Matt) comprenderían la indirecta—. Ahora me contentaré con darles una ayudita y prestarme a la paciencia. Lo prometo —Le devolvió una miradita apenada. Justo, en ese momento, detrás de los tres carraspearon. —¿Ya andan de copas? La risueña y potente voz de la Roca los haría voltearse a verlo de una u otra forma. “Matt, corazón” pensó Julie mientras daba una vueltita y sonreía radiante, impoluta “Creo que ahora sí te aceptaré ese trago” 2015En cuanto se bajó de la camioneta, una ráfaga de aire frío le aclaró la mente. Rachel volteó para aceptar los papeles que Frank le tendía, y sonrió, apenada. —Oye, lo siento Frankie —soltó mientras lo observaba, como una buena niña scout aguardando al ancianito—. Me salvaste allá en el restaurant y encima después te arrastré a mis compromisos. Todo, y despotriqué contra ti como una mula —Se rió, suspiró y apoyó una mano sobre su hombro—. Merci beaucoup. Nos vemos adentro. Y dejándole un poco de espacio al pobre chofer, avanzó a paso decidido hacia la revista, abrazando las carpetas con determinación. Una vez que empujó la puerta, un agradable ambiente cálido la recibió. Como también su jefe. —¡Señor Blanc! —los saludó, caminando directamente hacia él. En ese momento vio a Katia huir a toda velocidad hacia la sala de reuniones, con las mejillas un tanto arreboladas. Sin embargo, volvió a concentrar toda su atención en el director de Etiqueta Negra con una sonrisa—. Disculpe la tardanza, señor. No me había olvidado de la reunión pero tenía una cosa urgente que recoger antes. ¿Recuerda nuestra conversación por teléfono? Puedo pasar a dejarle los papeles a la oficina, si así quiere, o se los doy durante la reunión… ¿Se tomo la pastilla? —De repente, frunció apenas el ceño. Logan carraspeó. —Oh, qué tal… —Si me disculpan. Señor Blanc. Señorita secretaria —la interrumpió el fotógrafo con una reverencia oriental mientras se acomodaba los lentes antes de desaparecer de escena. Rachel lo observó irse justo por donde la maquillista había ido. —¿Es muy inoportuno que pregunte qué sucede, señor? —la chica se volvió al hombre, expectante. Detrás de Katia la puerta se abrió y volvió a cerrarse. Sin hacer ningún tipo de presentación, Logan le alargó una botellita de agua de los Alpes que daba el dispensador, y un sorbete. —Vaya salida triunfal esa —bromeó sin sonreír, como siempre hacía. Con paso estirado y movimientos descuidados, separó una moderna silla transparente en la cual apoyó un zapato y se sentó en la larga mesa de reunión. Logan cruzó los brazos y esbozó una sonrisa fría—. Te tendría que haber avisado que el café estaba caliente, ahora tienes los cachetes como tomates cerise… aunque el calor no proviene solo del café, ¿cierto?
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Post by ev7e on Feb 5, 2014 17:41:01 GMT -3
1890
Dio una última mirada a su alrededor. En un día normal, seguiría dormida, se levantaría pasadas las 4pm, comería y haría exactamente lo que había hecho en unos minutos: limpiar. Pero, como su horario estaba de cabeza gracias a su amigo y no pensaba quedarse encerrada auto compadeciéndose de su surte… -Méd, espera- dijo antes de poder pensárselo mejor- Voy contigo.
Incluso antes de llegar a los vestuarios, Balthasar ya forcejeaba con la corbata y el cinturón para quitárselos lo antes posible. Reemplazó los pantalones negros y la camisa impecable por un primoroso vestido de día en color beige (Cyrille se hubiese vuelto loca con el delicado encaje que llevaba), se echó polvos blancos sobre el rostro, delineó los ojos con lápices oscuros y se pintó los labios de rojo hasta que no quedó ni un solo rastro masculino en él. Finalmente, sobre su cabeza, acomodo una peluca de largos y sedosos cabellos rubios peinados en rizos que caían sobre sus hombros. Casi podría decirse que era una dama de sociedad y eso era justo lo que necesitaba. No tenía que convencer a LeCounce, a la mierda él y sus hombres. Lo que necesitaba era agradarle a Louise LeCounce y eso era lo que mejor sabía hacer.
Justo cuando Marie iba a disculparse por enésima vez con Julie y decirle que a ella podían llamarla Veronique o Marie al antojo del día, oyó la voz detrás de ellos. -Señor LeCounce- logró articular con una pequeña reverencia con la cabeza. Aquel era el hombre del que Sylvain le había advertido, aquel con el que debía ser una señorita pero no debía cruzar más palabras de las necesarias a menos que así se lo exigieran. Nunca antes había podido verlo de cerca y a esa distancia, aun cuando simulaba ser el amigo de todos, desprendía ese aire de grandeza de quienes lo tienen todo y vienen por más. –Es un placer verlo. -Señor- Matt inclinó un poco la cabeza a modo de saludo, casi como si temiera que la guillotina rebanara su cuello- ¿Desea que le prepare algo?
2015
Atravesó la entrada y corrió al ascensor lo más rápido que pudo, sacudió el pie con impaciencia mientras la musiquita de fondo indicaba que había llegado a su piso. Frank Delatore abrió de un portazo su pequeña oficina y tiró el portafolio sobre el escritorio antes de cerrar la puerta con llave. No quería que Perier interfiriera en sus asuntos de nuevo y menos si venía con comentarios aludiendo su huida con la secretaria. Removió los sobres hasta encontrar uno en particular. Ahí estaban los papeles que había recogido Rachel minutos antes. Les dio una rápida hojeada y luego devolvió unos cuantos a su lugar y colocó los otros dentro de una gaveta con cerrojo. Tomó el celular y mandó un simple mensaje cuando iba regreso a la sala de reuniones. <<Los tengo>>
(( Ay, Rachel jajajajajajajaj ♥ )) Benjamin asintió ante el interrogatorio de su secretaria mientras tomaba los papeles de sus manos y empezaba a leer el primero. -Lo que ocurre es que acabo de tener una intercambio de ideas con la señorita Katia y el señor Delastair sobre nuestra política de no agresión. Pareció no gustarles mi exposición, pero sobre todo creo que no les gustó que la señorita Bourg llegara con ropas nuevas como premio por su desastroso comportamiento- agregó con un pequeño guiño cómplice, como si ambos fuesen conocedores de un secreto- Rachel, esto es muy interesante…pero no son los papeles del oficial LeCounce.
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Post by Milly on Feb 7, 2014 1:59:00 GMT -3
1890
Méderic sostenía el pomo de la puerta cuando el llamado de Angie frenó su proceder. Volvió la mirada hacia ella a tiempo de recibir su veredicto. Y sonrió. —Claro que vienes conmigo —corroboró con su tonito paternal al abrir la puerta para dejar pasar a la joven—. Debo asegurarme de mantenerte vigilada... al menos hasta que se te quiten esas ganas de golpear a todo el mundo —revolvió el cabello rojo de la muchacha cuando la puerta se cerraba tras ellos, sumiendo la morada de los Dubois en un silencio perezoso.
De improviso Teva albergó la loca esperanza de que, al fin, las cosas comenzaban a cambiar para ella. Y es que tras una vida tan miserable como la que había llevado hasta ahora, no podía ser casualidad que en menos de 24 horas el destino decidiera favorecerla de un modo tan evidente. Sin embargo, la voz de la experiencia ya le susurraba al oído con voz precavida que no debía engañarse; la suerte era un tesoro caprichoso que podía abandonarla en el instante menos pensado. Por eso y con mayor razón, debía sacar el mayor provecho de su buena racha. La mujer de La Roca y sus comentarios le agradaban lo suficiente como para pensar con tristeza que de no haber tenido la desdicha de nacer como una muerta de hambre, habrían sido muy buenas amigas. Era una cuestión de instinto, lo olía aún mejor que la delicada fragancia de su perfume caro. —¿Tendré de casualidad permitido preguntar qué motivos han traído a la encantadora señora LeCounce? —consultó con una sonrisa al aceptar la silla tendida por Durand y tomar asiento. Se regodeaba secretamente con el mensaje oculto tras el caballeroso gesto que había fingido no detectar—. Le ruego no me malinterprete; a estas tristes primeras horas del día nada podría haber iluminado más la atmósfera que su esplendorosa presencia. Pero estará de acuerdo conmigo en que ese no es un lujo del que podamos presumir muy a menudo.
2015
Se olvidó por completo del sorbete. Como si viniera llegando de una travesía interminable en el Sahara y ea fuera la última botella de agua en todo el mundo, Katia la bebió desesperada y sin permitirse un segundo de pausa. Y las ideas parecieron tomar formas definidas en su cabeza cuando el cristalino líquido contenido en el plástico acarició su garganta quemada. Ignoró a Logan y sus comentarios hasta acabar con toda el agua. —Era el café o adjudicarme un asesinato —musitó con una débil vocecita al depositar la botella en un contenedor de plásticos. Para cuando tomó asiento junto al sitio desde el que el fotógrafo la contemplaba, ya se notaba mucho más repuesta, pero por precaución buscó los cosméticos de emergencia que llevaba en su cartera para un par de retoques—. Te aseguro, Logan... si no fuera porque necesito el dinero y las recomendaciones de Blanc habría atravesado una puerta más ancha que la de esta sala. Un par de polvos por aquí, algo de sombra por allá, una pizca de delineador y labial... tardó menos de un minuto en cerrar su pequeño espejo y devolver todo su arsenal en la pequeña cartera. Sus ojos todavía centelleaban de furia, pero se sabía capaz de controlarlo apenas alguien más decidiera ingresar a la habitación. Ya era bastante malo que su colega hubiera presenciado la falla de su autocontrol como para permitirle a alguien más contemplar el mismo espectáculo. —Seguro ahora mismo estará pensando que ha sido muy listo, que ha sido muy justo defendiendo a esa... esa —masculló de pronto sin poder contenerse. Al diablo si Logan deseaba seguir bromeando a costa suya. Al menos le quedaría claro lo poco que le convenía en lo venidero hacerla enfadar—. Pero no tiene idea de la clase de esfuerzo que está menospreciando. A nadie le agradan los favoritismos... y tarde o temprano Benjamin va a pagar por los suyos —Dio la impresión de que aquel supuesto al fin la dejaba más tranquila, pues consiguió esbozar una pequeña sonrisita de satisfacción. Mia había tenido que corroborar en carne propia un hecho irrefutable: Alessandri no era de las que perdonaban. Era de las que se las cobraban.
Detuvo el ascensor que llevaba a Frank de vuelta al primer piso justo cuando las puertas comenzaban a cerrar. —Ah —rió divertido al fijarse en él—. Entonces han regresado después de todo —Usando su mano izquierda presionó el botón que cerraba las puertas del ascensor una vez estuvo dentro; la otra mano la llevaba ocupada con una elegante carpeta negra que protegía como si estuviera cargada de dinero—. Habían tardado tanto que creí ya no volverían. Felicidades, Frank, de verdad. Quisiera no tener que reconocer mi derrota, pero está claro que esta vez te ha ido mucho mejor que a mí —la picardía patente en su tono bastaba para entender a qué se refería, pero por si hacían falta aclaraciones, su sonrisa portaba una cuota de insinuación inconfundible. Observó el teléfono de su colega sin mucho interés—. ¿Es con ella que te estás mensajeando? No me parece que sea buena idea cuando tienes a la chica a un piso de distancia para hablarle cuando se te antoje, amigo. Lavalley es una joya única, no te conviene perderla tan rápido y menos por mostrarte tan ansioso. Cuando espantas a una... varias más quedan fuera de alcance.
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Post by bachi on Feb 11, 2014 17:49:39 GMT -3
((Lolol No mueran. Y no me maten. Yo las quiero))
1890 Louise dejó que Charlie le encendiera un cigarrillo y con solo soplar el humo por la nariz le dio a entender que quería esa conversación solo para ellas dos. Laurent hizo una pequeñita inclinación de cabeza y se apartó para posarse en la columna más cercana, no sin antes dedicarle un fugaz guiño a la muchachita. —No creas que no se ven esas pequeñas insinuaciones, esos pequeños ademanes —soltó de repente la mujer de LeCounce. Sin aparente relación con la pregunta que Teva había efectuado, sus ojos siguieron la espalda del hombre hasta que se acomodó más allá. Solo ahí volvieron a posarse en la chica. Ella podía tratarla de chica por supuesto. Eran pequeños gajecitos personales que podía darse. Pero sonrió con amor sincero cuando golpeó el cenicero en el centro de la mesa con la punta de la varilla—. No me malinterpretes, Teva. No estoy poniendo en duda tu capacidad. Todo lo contrario —Sonrió apenas con la comisura de la boca—. Pero sí estoy remarcando el hecho de que aunque Charlie es un muy buen partido, y que sabe jugar bien, ya ha jugado aquí. Y las que han jugado te rodean y lo saben, y si tu quieres estar a la par, o no, ¿por qué contentarse con la paridad? —De repente, cruzándose de piernas y observando al frente, parecía que Louise hablaba para la nada general—. Si tu quieres alcanzar la cima y quedártela, Teva, vas a tener que seguir sutilmente ese juego, por más idiota que resulten sus competidores —Se mofó y lanzó una miradita significativa a la barra. No era la única que miraba a la barra. El jugador que fumaba en soledad recostado contra la pared tenía el par de ojos fijos allí. —Creo que sabes bien por qué estoy aquí —continuó Louise—, pero no nos hace mal hablar al respecto. Vine porque mi marido quiere hacer reformas en Molino según ciertas ideas de Balthazar y yo quiero supervisar que se cumplan los requisitos. No suelo meterme en cosas de hombres, Teva, pero qué curioso que este negocio esté dirigido casualmente por un hombre que adora las mujeres y otro que las idolatra hasta el punto de vestirse como una —Sonrió y la miró.
LeCounce, con su buena sonrisa bonachona, fue saludando cortésmente y asintiendo a cada reconocimiento. —Buenos días, señor LeCounce —soltó sutil Julie. —Buenos días a las preciosidades de Molino, ¡buenos días! —rió, vivaracho antes de volverse a Matt— ¿Algo fuerte para empezar? Oh, por supuesto que no, solo bromeaba. La Srita. LeCounce me echaría en cara una reprimenda terrible luego en casa si ya comenzara desde temprano —Se ocultó tras una mano y la señaló con el pulgar por sobre su hombro. Julie había captado la indirecta y desvió la miradita. El corazón le dio un vuelco cuando las vio a Teva y a Louise en la mesa, sentadas, charlando. Oh dios mio, Angie. Vaya día para seguir con tu rutina de llegar tarde. Vaya semana elegiste para hacerte la loca. Vaya semana de mierda elegimos. —Lo que sí, en cambio preferiría que me sirvieran sería una copa de Balthazar Chevalier. Y fresco de ser posible. ¿Anda por aquí?
2015 —Ohh —Rachel sonrió—. Claro, por supuesto. En seguida volvió a mirar por donde fotógrafo y maquillista habían desaparecido. Era cierto que era su trabajo perseguirse como sombras, pero no había visto otra oportunidad (y como secretaria fantasma de la reviste tenía muchas oportunidades) en la que aquellos dos hubiesen estado tan cabecillas. La secretaria frunció el ceño y estuvo a punto de efectuar otra pregunta cuando las palabras de su jefe le descontextualizaron. —¿Cómo? —preguntó y en seguida se sintió idiota. Estirando los brazos para aceptar los papeles, lo miró—. Discúlpeme señor Blanc, me gustaría echarles una ojeada… Tal vez se traspapelaron en la camioneta —comenzó a decir más para sí que para el hombre, pasando hoja tras hoja con una furiosa concentración y el ceño fruncido—, pero es imposible… No puedo haberlos perdido porque… —De repente cerró la carpeta con un golpecito certero y alzó la vista. El ascensor estaba bajando—. Creo que confundí los verdaderos documentos con los de Frank, señor. En seguida se los traigo —Sonrió, impartiendo efectividad y seguridad en su semblante, antes de echar a andar. Qué principiante había sido eso.
“OK” Mathieu envió el mensaje mientras una pandilla de turistas se quejaba a sus espaldas con su compañero por no tener acceso ilimitado a la Torre Eiffel. Estaba por cerrar el celular, satisfecho con su típica respuesta monosílaba de hombre de mediana edad, cuando se le ocurrió ser algo más específico. Gracias a todos los cielos. “Procura sacar copias. O hacerte con lo más importante. Que no se note que faltan cosas. Es imprescindible que no puedan acceder a ciertos archivos dentro del Departamento.” Eso era lo único que podía decirle de momento. Hasta que Frank no leyera lo que había ahí dentro no podían estar completamente seguros de cómo reaccionar. No podían simplemente sacar los archivos policiales y quemarlos por Blanc reclamaría por ellos y se armaría un escándalo. Pero sí podían esperar. Esperar y mágicamente traspapelar información importante. Antes de volver al trabajo, Mathieu tecleó a la velocidad de la luz otro mensaje más. “Procuremos no ser idiotas. Borra estos mensajes una vez leídos. M.” Listo. Ahora estaba en paz.
—Más estrecha, querrás decir —Logan sonrió con dulzura y paciencia, pero no podía evitar la oportunidad. Es decir, la estatura por debajo (ahí iba otro chiste) del promedio de Katia le dejaba esa clase de salidas en la palma de la mano—. La puerta —aclaró. Solo por si las dudas. Verla perder los estribos, tal y como ella estaría pensando en ese momento, no era común para el fotógrafo. Sin embargo permaneció en silencio escuchándola. Cuando al fin terminó, Logan suspiró apesadumbrado pero asintiendo y se bajó de su ridículo pedestal que suponía ser la mesa. Tomó asiento junto a Katia, donde antes había apoyado los pies y le tomó una mano, que palmeó con paciencia de nodriza. —Escucha, Katie querida. Comprendo y créeme —Enarcó las cejas y subrayó lo siguiente—, créeme que se de lo que hablo, pasé por situaciones parecidas antes y después de llegar a la revista: No juegues, no juzgues, no te acuestes con los que te dan palmaditas y a los que les mueves el rabo —Sonrió, frío. Como siempre—. Acuéstate con fotógrafos, conmigo o con modelos, cariño. Jódelos a ellos, a mí o a ellas. Véngate de… En fin, creo que entendiste. Has lo que tengas que hacer, pero que sea con los eslabones bajos —Se encogió de hombros y se puso de pie—. ¿A qué crees que andan jugando Delatore y Périer allá afuera, descarnándose como perritos hambrientos en cuanto pueden? Ni siquiera me extrañaría que esa Lavachey ande con todos esos y más, tu ya lo viste hoy. ¡Y quién te dice que yo no lo hago! Créeme, si algunos de esos tres tuviera un poco más de ceso, menos simpleza y más blouf woow, ya me los habría llevado a la cama. Pero es así, es eso. Eso o consíguete un férreo aliado. Eso o conviértete en alguien más poderosa y rica. O acuéstate con todos, claro.
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Post by ev7e on Feb 13, 2014 19:40:40 GMT -3
1890
Marie sonrió cortésmente ante la pequeña revelación de LeCounce y luego dirigió la mirada hacia Matt quién se removió en su sitio estirando el cuello apenas escuchó el nombre de su jefe. -No creo que se tarde en aparecer, Teva, quiero decir…una de las nuevas bailarinas fue a buscarlo- corrigió adrede solo para dar prueba de conformidad con la decisión de Annette. Claro, tal vez La Roca no lo notara, pero esperaba que a Julie, teniendo una cierta amistad con su hermana, sintiera el hincón que le correspondía a la pequeña Dubois. -Iré a ver qué lo está haciendo demorar tanto- se ofreció Marie levantándose de su silla, pero antes de que pudiera completar el paso, se petrificó. -¿Estas b…?- no llegó a completar la pregunta porque cuando siguió la misma línea de visión se dio de cara con una encantadora Annette a plena luz del día que avanzaba hacia ellos envuelta en encajes y derrochando alegría.
-Monsieur LeCounce- saludó estirando una de sus manos cual princesa de cuento, pero detuvo el movimiento a mitad de camino cuando accidentalmente desvió la mirada y descubrió a Louise LeCounce. -¡Querida!- casi gritó y se apresuró a reunirse con ella - ¡Tanto tiempo de no verte!- saludó besándola en ambas mejillas antes de sentarse junto a Teva- No, pequeña, adelante…quédate aquí con nosotras. No mordemos.- invitó dándole unas palmaditas en la mano a la menuda muchacha evitando que se fuera de ahí- ¿Sabías que Teva es nuestra nueva estrella? – se volvió a Louise.
2015
Estaba a punto de responder el mensaje con una frase sarcástica sobre cómo no se le había ocurrido que alguien pudiera revisar el celular y encontrarlo todo. ¡Una hora antes se lo había dado a Rachel para que lo configurara! Pero antes de que pudiera poner su pequeño cerebro malvado a trabajar… -Si no te conociera, diría que estás celoso- respondió Frank guardando el celular en la seguridad de su saco- Pero ¿De qué? ¿De que al final prefiriera irse conmigo y hacer lo que hicimos?- soltó con los ojos relucientes – Rachel es toda una dama, es única, sí. Pero las joyas, como tú dices, tienen un precio y a ella tú nunca la vas a comprar con un almuerzo. Te conozco mejores jugadas que esa. Cuando la puerta del ascensor se abrió y él pudo ver a la secretaria, alzó el brazo con los papeles. -Con todo el alboroto nos confundimos- dijo lo suficientemente alto antes de hacer el cambio con los documentos que sostenía ella. A la mierda el mundo, él también podía joderle el día a Perier a punta de trabajo psicológico. Tomó a Rachel por la cintura y en un gesto deliberadamente posesivo acercó sus labios al oído de la mujer- Él va a por ti- susurró en advertencia y luego se alejó con un rápido guiño visible solo par ella.
Quería un bocadillo rápido antes de que empezara la reunión, pero antes de que un solo pelo de su cabellera asomara por la puerta escuchó la voz de las dos personas que menos quería ver en la oficina…en el país…en el universo. Mia regresó sobre sus pasos para esperar en la sala de reuniones, en cuya puerta encontró a Benjamin mandando mensajes frenéticamente. -Tus empleados no están muy contentos con tu desempeño- dijo abiertamente a sabiendas de que estaban solos- Yo por otro lado, me siento satisfecha de que salieras a defenderme de esa forma. Muy valiente, señor Blanc. Me gustaría responder por usted de la misma forma si se me da la oportunidad algún día…déjeme decirle que yo espero ansio…¿Por qué me ignoras cuando te hablo?- reclamó cruzándose de brazos y mirando furiosa hacia el frente. -Ella está aquí.
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Post by Milly on Feb 14, 2014 1:14:19 GMT -3
1890
Hubo un momento en el que Teva llegó a sentirse verdaderamente consternada. Que Louise reconociera el disimulado tira y afloja que mantenía con el hombre ubicado unos pasos más allá no hacía mucho más que reconocer la agudeza de la mujer para realizar observaciones. Después de todo, Teva no manifestaba interés por extremar el disimulo de esas pequeñas insinuaciones a las que su acompañante hacía alusión. Pero las palabras que habrían de suceder ese insignificante llamado de atención... eso no quedaba a la vista de una persona observadora. Y entonces tuvo miedo. ¿Estaba siendo tan evidente? ¿O era acaso que la señora de LeCounce contaba con una capacidad instintiva sobrehumana? ¿Debía interpretar sus palabras como una advertencia o un consejo? Durante un segundo fugaz su rostro se vio superado por las incertidumbres, cediendo la sonrisa fácil ante el pasmo al seguir el curso de la mirada de Louise hacia la barra. ¿Acaso...? Ooohh. Tendría que reconsiderar las fichas disponibles en su tablero. Sus ojos eran un mar de preguntas, pero se obligó a recomponer la expresión risueña cuando finalmente llegaron las explicaciones que hubiera solicitado y que, de un modo nada sutil, habían pasado a segundo plano. El cuerpo se antepuso al pensamiento para corresponder esa última sonrisa, del mismo modo que Annette -¿Annette?- se antepondría a cualquiera de sus respuestas. —Por favor, Annette —intervino tímida tras el anuncio del drag queen, ya resignada al hecho de tener que permanecer en la mesa un tiempo más—. Cambios tan insignificantes en el elenco no es información que esté a la altura de la señora LeCounce —Y en lo personal, la pequeña muchacha prefería bajar el perfil del asunto, conservarlo como una pequeña sorpresa. Porque anuncios como los de Balthasar no hacían más que generar expectativas. Expectativas. Las malditas expectativas. A Teva le sobraban motivos para temerles.
2015
No tenía sentido engañarse así mismo; sintió el aguijonazo en toda su potencia. Pero eso no le impidió responder al pequeño discurso con una carcajada repentina, plástica como todas las cosas que eran parte de esa revista sobrecargada de apariencias. Y si bien el panorama no se mostró más favorable para él al abrirse las puertas del ascensor, conservó intacto el porte elocuente hasta mucho después de ver a Delatore desaparecerse de la escena. —Bien —murmuró divertido al pasar por el lado de la secretaria, bien resuelto a no seguir el juego de su colega a pesar de... Él estaba -tenía que estar- por encima de esas muestras de inmadurez. Con ese único monosílabo declaraba tantas cosas que más bien parecía no decir nada. Y Périer lo sabía.
—Lavalley. Es Lavalley —suspiró con apenas un hilo de voz, como si se encontrase muy lejos de aquel espacio físico. Katia fijaba su mirada en cualquier lugar, menos en el rostro de su improvisado consejero. No estaba de humor para sus particulares expresiones... y mucho menos para acatar la postura a la que el fotógrafo intentaba persuadirla de aceptar. —Esta conversación debe acabar aquí —decidió con otro suspiro al levantarse y detenerse frente a Delastair con una miradita decepcionada. A pesar de la altura de sus zapatos debió pararse en punta de pie para alcanzar al fotógrafo y depositar un beso en su mejilla—. Pierdes todo tu encanto cuando te muestras así de conformista. Justo cuando daba un par de palmaditas a la mejilla opuesta de su compañero cual madre que perdona la falta de su hijo, Moncef ingresaba a la sala de reuniones mirando hacia la entrada por encima de su hombro cada dos segundos. —¿Saben por qué el jefe lleva esa cara de tragedia? —apuntó con el pulgar a la puerta que acababa de atravesar antes de ubicarse en su lugar predilecto: el opuesto a la cabecera. La maquillista se encogió de hombros, volviendo a su propio lugar y dedicándole una sonrisita traviesa. —Probablemente se trate de información clasificada. —Nunca vas a perdonarme eso, ¿verdad? —Périer ensanchó una sonrisa que pareció flaquear ante la mirada astuta que entonces le dedicaría Alessandri. —Depende.
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Post by bachi on Feb 15, 2014 20:03:14 GMT -3
1890 Pierre se quedó de piedra al ver, nada más y nada menos que a Annette de piel, carne y hueso, avanzando hacia él con todo el plumaje, brillo y desenvoltura que la caracterizaba. El hombre tuvo que contener la respiración al verlo seguir de largo. Podría haber boqueado como un pez, balbuceado algún saludo inútil e idiota… Pero Pierre LeCounce era rápido, incluso si eso significaba llevarse una gran sorpresa al ver al hombre que debía ser mujer por las noches, siendo mujer de día. —Con su permiso… —saludó el empresario, volviendo a la expresión adusta y el buen carácter, directo hacia la mesa donde veía a su mujer y a la pequeña mesera charlando con el… la… Lo que sea. Julie siguió con la mirada aquel tsunami de acontecimientos. Cuando finalmente relajó los hombros, suspiró el aire contenido, lo primero que hizo fue sentarse en el taburete frente a Matt y señalarle una copa detrás de la estantería. —¿Sabes qué, Matt? Sírveme algo. Que sea suave. Veamos qué tan bien lo haces en lugar de Méd —bromeó.
El grito logró captar toda su atención con la magia de dos imanes. Por un segundo fugaz, certero y casi viperino, Louise arqueó una ceja, esbozó una media sonrisa y miró a Teva significativamente: ¿Ves, querida? decían esos ojos Aquí aprendes a jugar y a juzgar, y las fichas saltan solas. Resultaba casi como caído del cielo que luego de su atrevida afirmación sobre los hombres de Molino, Balthazar convertido en Annette hubiera acudido a su persona. Pero esa conversación silenciosa fue pequeña, inadvertible. Mientras Charlie dejaba caer la ceniza de su cigarrillo con los ojos fijos e incrédulos en la silueta exótica de Annette, sin darle crédito a lo que veía; Louise se estaba poniendo de pie para recibir ese saludo y corresponder con dos besos en cada pómulo. Recuperó su asiento y por un breve lapso su rostro quedó congelado. —¿Bailarina? —preguntó con dulce incredulidad. Louise examinó a Teva de nuevo y delante de sus pupilas pasaron filas de datos e información. Las pequeñas indirectas venenosas hacia la chusma de la barra no habían sido tan… pues, indirectas entre las dos. Y sin embargo ahí estaba el peligro, justo frente a ella. En forma de señorita, de mesera, de… —Mon dieu, ¡“cambios insignificantes”, dice! —exclamó Louise recuperando su sonrisa y mirando a Annette como las dos viejas amigas que eran—. Estoy segura que no es algo para tomar a menos, Teva cariño, y quiero que sepas que si cuentas con el apoyo de Anne, cuentas con el mío. —No tengo ni la menor idea de lo que están hablando —se anticipó Pierre. Les sonreía con las manos en los bolsillos, desde atrás—, pero tal vez quieran contarme. Si no interrumpo charla entre chicas, claro.
2015 En cuanto Frank sostuvo los papeles en alto, hubo un momento en el que Rachel se desinfló y sonrió, poniendo los ojos en blanco. Casi al instante reparó en él. A los pocos segundos Frank había abandonado a su compañero de ascensor y la había atraído desde la cintura y le había susurrado cinco palabras que, fuera de contexto, tardó en comprender. Rachel Lavalley tranquilamente se podría haber mareado del curso rápido que tomaban los acontecimientos. Pero se mantuvo firme. —¡Gracias! —llegó a decir con una media vueltita… y avanzó lo suficientemente rápido como para dejar atrás a quien tuviese que dejar atrás. Mientras examinaba los documentos y caminaba a paso corto y firme, dejó que el ruido de papeles rellenara el silencio hasta que vio a Mia en compañía del jefe. Y al jefe con no exactamente la mejor de las caras. Primero se volvió a la modelo. —Lindo conjunto —sonrió—. Señor Blanc, aquí tiene los documentos —Se aclaró la garganta para captar su atención— ¿Puedo preguntar qué sucede ahora? Creo que la mayoría ya está adentro esperándolo, señor.
Aceptó el besito y las palmaditas con las cejas enarcadas y cara de poker, después se encogió de hombros. —Se llama supervivencia más que conformismo, Katia… Y hablando de super-vivencia —El par de ojos ojerosos se volvió al recién llegado y se clavó en la carpeta que llevaba bajo el brazo. El comentario de la maquillista le robó una sonrisa que no se molestó en ocultar. —Sea lo que sea, algo me dice —comenzó lentamente, mientras ocupaba asiento— que tarde o temprano vamos a enterarnos.
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Post by ev7e on Feb 15, 2014 21:59:00 GMT -3
1890 -Por supuesto que no, monsieur- dijo Annette haciendo una vaga señal hacia la silla vacía junto a Louise- Le estaba comentando a mi estimada señora LeCounce acerca de unos cambios que me vi obligada hacer luego de un bochornoso incidente ocurrido anoche...cambios que, siguiendo su consejo, planeo mantener si se logran las reformas para Molino Rojo. Extendió una encantadora sonrisa y agitó las pestañas dándose un toque de ingenuidad cuando se dirigió de nuevo hacia la otra dama. -¿Te comentaron acerca de mi fabulosa idea? Estoy segura de que te va a encantar. Un sitio dónde el ambiente se vuelve más familiar, caballeros con sus esposas podrán venir a divertirse. Mucho mejor de lo que es ahora y los ingresos serían mayores- agregó dándole una mirada de reojo a La Roca.
-Si te enfermas no es mi culpa, es culpa de tu bipolaridad- señaló Matt metiéndose bajo la barra y rebuscando las botellas con los licores más fuertes y coloridos que podía encontrar- ¿Te atreves tu también, Marie? -Dame uno y bien lleno- respondió ella escondiendo su rostro entre sus brazos, ahogando un pequeño grito de frustración- ¿Por qué debe ser así de vergonzoso? Pensé que solo se vestiría así de noche y ¿Ya viste a esa mujer? Nos odia. -¿La señora LeCounce? -Ella piensa que su marido la engaña con las bailarinas...pero sinceramente, no se quien sería tan tonta de enredarse con él- dijo en voz baja solo para los dos pudiesen oírla- podrías no volver aquí nunca más.
2015
-Gracias- murmuró Mia separándose con pequeños pasitos hasta marcar cierta distancia. Con el rostro notablemente más pálido, porque sabía lo que se venía, se dirigió a la sala de reuniones para ¡Oh por todos los cielos! Se las arregló para mejorar la expresión nerviosa en su rostro y a pasar por el costado de las fieras hasta ubicarse en un lugar libre junto al grupo de modelos y uno de los editores que conversaba en voz baja con Frank Delatore. Si, ese era un dìa de mierda.
Antes de que Benjamin Blanc pudiera responder a la pregunta de Rachel, escuchó (y estaba seguro que la secretaria también lo hizo) un auto frenar en la puerta, un portazo y tacones altos resonando cada vez más cerca. Sophie Blanc entró en Etiqueta Negra con una sonrisa controlada que no llegaba a iluminar sus ojos azules. Tampoco ayudaba el nuevo y serio corte de cabello y por supuesto...no ayudaba el hecho de que fuera la mujer del director de la revista. -Pensé que sería buena idea esperarte aqui, sobre todo porque quisiera que me expliques por qué cuando llamé al banco me informaron que tenía menos dinero en la tarjeta de crédito del que tenía hace 4 horas- soltó antes de siquiera mirar a la secretaria- Buenas tardes, Raquel.
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Post by Milly on Feb 18, 2014 22:04:32 GMT -3
1890
Esbozaba una radiante y enternecedora sonrisa dedicada a Louise en agradecimiento a sus palabras aunque, por alguna razón instintiva, sospechaba que semejante noticia no era de todo el agrado de la mujer. En cualquier caso podía estarlo imaginando. Esperaba estarlo imaginando. En aquella ocasión sería LeCounce el responsable de adelantarse a cualquier palabra que la nueva bailarina pudiera haber pronunciado. —Solo detalles insignificantes, señor LeCounce —insistió con inocencia la muchacha al incorporarse al fin y concentrarse en Annette—. Me adelantaré para asegurarme de que Jeremias se encuentra en condiciones de recibir a nuestros visitantes como se merecen —Una última sonrisita encantadora, una última y graciosa inclinación de cabeza hacia la pareja LeCounce... y dio una rápida media vuelta en dirección a la salida. Un par de segundos. Era todo lo que necesitaba para aclararse y pensar algunas cosas. De todas maneras debía procurar no abusar de las buenas intenciones que sus superiores demostraban compartir con ella. Estaba a un paso de atravesar el umbral de Molino Rojo cuando se encontró con el barman y la nueva mesera. Y ver a esta última le produjo una dicha tal que no pudo frenarse a tiempo de sonreír, perniciosa. —Hola Méd —solo lo saludó a él, encantada. —Hola Tev —el hombre frunció el entrecejo, captando lo que la chica hacía. Señaló sin enfado a la pelirroja que traía sujeta por encima de los hombros—. Por si no lo notaste, también vengo con Ang... —Deberías ir a proteger tu territorio —lo interrumpió riendo antes de perderse de vista. Méderic la vio marcharse sin comprender nada. —¿Mi territorio? —volvió el rostro hacia Angie—. ¿Cómo se supone que tengo que interpretar...? —entonces, cuando atravesaron la entrada, lo vio. Avanzó directo hacia la barra junto a su acompañante, la insinuación de una sonrisa burlona ya asomada en su rostro—. ¿Qué pretendes, Matt, que me corran? —rió tomando asiento junto a Marie—. Debería sacarte de ahí ahora mismo... pero siento curiosidad. Veamos cuánto has aprendido del maestro.
2015
Mucho antes de poder agregar algún comentario gracioso en respuesta al presentimiento del fotógrafo, Périer oyó la voz femenina que saludaba a la secretaria allá afuera. Y claro, también lo que había dicho antes. Todo estaba quedando registrado en su cabeza... por si acaso. Katia no tardó en reparar en la desconexión que el reportero había hecho con la conversación. —¿Qué te ocurre ahora Moncef? —exigió saber con el ceño fruncido. —¡Shht! —suplicó él, mostrándole su palma para suplicarle por un momento de pausa—. Al parecer... —sonrió apenas un segundo hacia el fotógrafo y la maquillista—. El por qué se encuentra ahí afuera. No tuvo más que echar un vistazo a la cara de Mia para saber que no se equivocaba.
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Post by bachi on Mar 30, 2014 19:15:14 GMT -3
1890 Para los tres personajes que de ahora en adelante se enfrascarían en una ardiente carnicería lírica, la salida de escena de la pequeña mesera pasó a segundo plano, su estatura y vocecilla servicial habían servido como parte del encanto: Ahora todo era juego de titanes. Le Counce tomó asiento al otro lado de la mesa y sacó un grueso habano. Olfateó distraídamente, rebanó la punta con una navajilla y, uno dos, lo encendió. Su pequeño par de ojitos contempló a las “mujeres” con interés detrás de la densa nube de humo que poco a poco se iba acumulando debajo de su redonda nariz. Louise soltó una risita por lo bajo. —Ay, querida, algo sabía ya de todo esto, pero no que ya estaban los planes en marcha —Con una sorpresa inocente, se volvió al único hombre presente. Pierre mentalmente lo anotó: Cómo les gustaba jugar con él a esas musarañas— ¿Cuándo pensabas decírmelo, cariño? ¿Algo más de lo que no me haya enterado? Inclinándose hacia delante, Le Counce mordió el habano con la comisura de los labios y ensanchó una sonrisa. —Pero si casualmente decidiste acompañarme porque ya lo sabías, mon amour. Louise sonrió, pícara. Ahora toda su atención se había vuelto a Annette. —¿Y bien? ¿Qué acaso solo piensas describirlo como artista de circo, o vas a mostrarnos algo más… suculento? —Los ojos relampaguearon, ambiciosos. Pierre, al otro lado de la mesa, suspiró y arrojó la ceniza a su correspondiente cementerio. —Avísenme cuando me necesiten para hablar de dinero, porque evidentemente para los negocios acabo de ser despechado.
—Marie, no deberías haberte atrevido —Con una mueca Julie intentaba deshacer los últimos vestigios del sabor a alcohol fuerte en la garganta— ¿Y mi vasito con soda dónde está Matt? Méd sabe darlos siempre a tiempo cuando una dama lo necesita, sabes… La mujer volvió la vista al techo, cerró los ojos y suspiró con fuerza. Alargó el brazo hacia la otra bailarina y le dio unas palmaditas torpes en el hombro. —Marie, esa mujer no nos odia. Solo odia la idea que tiene de las bailarinas. Y, en todo caso, te lo recuerdo: Tu lo has dicho, odia a aquellas que se meten donde no las llaman. ¡Y hablando de cosas que no son llamadas…! Con una risita, giró en el taburete y alzó los dos brazos para saludar a Angie como la niña de 5 años que era cuando su poca tolerancia a la bebida ganaba terreno. Cualquier cosa que desviara el tema de las mujeres de la Roca era un pequeño milagro del cielo que hasta una Julie ebria sabría reconocer.
2015 “Raquel” fue rápida. —Buenos días señorita Blanc. O no lo suficiente. Por alguna estúpida razón (tal vez, debido a que todo la había tomado por sorpresa), había olvidado qué era mejor con Sophie: ¿Acaso debía decirle Señora, Madame, Señorita o solo inclinarse y saludar-saludar e inclinarse? Hecha un manojo de nervios, comenzó a jugar con sus dedos y los papeles, quietecita en donde estaba y sacando las mismas conclusiones fugaces que Logan sacaría dentro de la sala de reuniones, al apoyar la oreja en el vidrio de la puerta. Ese dinero faltaba, evidentemente, por la misma razón por la cual Mia tenía incrustrado en el redondo trasero un hermoso conjunto de alta costura. Aunque la secretaria lo pensó con palabras menos bruscas y más detallistas, claro. —Señor, tal vez quiera que les avise a los demás que pospondrá la reunión para más tarde. Puedo llevarles unas tazas de café a la oficina si quieren —Sonrió a Sophie y luego miró a su jefe “Sí, te estoy queriendo salvar las papas del horno, mister. De la humillación pública también” decían sus ojos azules—. O si no ha almorzado aún, tal vez la señora Blanc prefiere que llame a la casa de Sushi Town… —dejó la idea flotando en el aire. Rachel era la secretaria, después de todo, y era conciente de que solo había conseguido su puesto luego de una exhaustiva revisión de su historial por parte de la mujer del director de la revista: En otras palabras, no era una amenaza, más bien una motita de polvo en sus zapatos.
En silencio, Logan hizo el ademan de una estridente y silenciosa carcajada que nunca salió de sus labios. —¿Café, alguien quiere café? —ofreció, frotándose las manos.
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Post by ev7e on Apr 8, 2014 21:14:03 GMT -3
1890
-Verás- Annette fijo toda su atención en la mujer frente a ella, temas de dinero era cosa de hombres y aunque en esa mesa solo había uno, ellas eran las que tendrían que convencerlo del pago total- La remodelación tomará un poco de tiempo, pero nosotros seguiremos trabajando. Un amigo muy cercano me ofreció trasladarnos a su local como pago de un favor que me debe, tiene un escenario que aunque es un poco más pequeño que el nuestro, aun nos viene bien. Incluso tienen un bar, pero tendremos que llevar nuestras bebidas para allá porque no son tan buenos como los nuestros. Es cosa de acomodarse, lo mejor es que no está muy lejos de aquí. Es al final de la calle, así que podremos ir para que le den un vistazo y claro, estoy dispuesta a oir todas tus sugerencias- sonrió. Jódete Piere.
Ella lo había notado apenas entró al local. Era esa especie de magnetismo que le avisaba cuando él estaba cerca, por eso lo encontró antes que al matrimonio LeCounce. Sí, justo ahí, un poco oculto pero con la mejor vista de todo el cabaret. Incluso fue capaz de ignorar a Teva y su graciosa mirada de odio porque estaba más concentrada en encontrar los ojos de otra persona, trabajo que fue interrumpido cuando Julie se lanzó encima. -Apestas a alcohol- saludó ella aprovechando ese movimiento brusco para lanzar una mirada al trío en la esquina antes de volverse de nuevo a su grupo y con esto regresar a la bailarina a su sitio-¿Debo suponer que están promoviendo a todos los meseros?- disparó tomando un lugar entre las dos bailarinas. -Siempre es un placer hablar contigo, hermanita- respondió Matt extendiendo una copa llena de un líquido ambarino hacia Médéric y otra igual hacia ella- Pero me alegra que aun conserves tu sentido del humor, pensé que era demasiado pronto para esas bromas. Angie observó el color poco prometedor del licor y regreso la copa hacia su hermano, pero en el camino fue interceptada por Veronique. Para nadie era un secreto la incomodidad de la rubia hacia Annette, pero Julie no podía tener las mismas razones para arriesgarse a entrar en un vergonzoso estado de ebriedad con los verdaderos jefes de… Una pequeña sonrisa apareció en su rostro y le dedicó una mirada conocedora a su amiga, pero no dijo más. Por el momento.
2015
Mia se hundió en su sitio deseando ser ella la designada para buscarle el almuerzo a la esposa de Blanc. Por todos los cielos, ella misma se lo prepararía si con eso pudiera salir de aquella sala donde algunas cabezas empezaban a mirarla sospechosamente. Los rumores corrían rápido en ese maldito edificio. -Lindo conjunto- le susurró Frank sacándola de una fantasía donde ella vaciaba veneno en el sushi de Sophie y que le había sacado una pequeña malvada sonrisa visible para todos- ¿Crees que si me convierto en modelo pueda darme los mismos lujos?-agregó con burla en sus ojos. -Como si lo necesitaras. Linda camioneta, por cierto. Y buena jugada con la secretaria. -Los chismes corren rápido. -Te entiendo perfectamente.
Sophie Blanc le lanzó una mirada cansada a la secretaria y la despachó con un movimiento de la mano que hizo brillar el carísimo anillo de matrimonio. -Una botella de agua mineral con gas, exprímele medio limón. De los pequeños, que son más ácidos. Los grandes no me gustan- antes de que Rachel pudiera irse, la mujer volvió a girarse- Y Raquel…- si pensaba que la mujer le agradecería de antemano, estaba muy equivocada. Los ojos azules examinaron a la muchacha de pies a cabeza antes de llegar a la misma conclusión de superioridad- Que esté helada. -Gracias, Rachel- añadió Benjamin con una sonrisa tensa antes de ser encarado por su mujer. -¿Entonces? -¿Entonces qué? Tengo una reunión con el personal- respondió él- Estoy seguro que esto puede esperar. Sophie lo ignoró. -¿Qué pasó con las tarjetas? -Las tarjetas las pago yo, por lo tanto puedo decidir si las uso o no. Y repito, este no es lugar para hablar de este tema. -Bien, entonces vamos a tu despacho. Estoy seguro de que a ellos- hizo un gesto con la cabeza hacia la sala detrás- no les importará.
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Post by Milly on Apr 24, 2014 21:45:09 GMT -3
1890
—¡Claro que conserva el sentido del humor! —Méderic depositó el vaso sobre la barra tras un pequeño y calculador sorbo de degustación, abarcando toda la jovialidad y despreocupación que se notaba escasa en los semblantes de las señoritas—. ¿Como no hacerlo cuando esta maravilla —se señaló a sí mismo como quien haría con una obra de arte valiosísima e irreproducible— decide escoltarte hasta el trabajo? Ahora me cuestiono si Angie era de verdad a la que más hacía falta mi compañía —Una pequeña mueca de disconformidad, una miradita de preocupación a todo cuanto los rodeaba... y ya estiraba los brazos para retirar los licores de manos de Marie y Julie antes del siguiente trago—. Ya está. El dueño de casa ha llegado y la barra se cierra hasta nuevo aviso. Perder el tiempo en estos vicios es una estupidez reservada solo para los caballeros. No es un hábito a la altura de musas como ustedes, y menos cuando no las atiende un experto —Para entonces rodeaba la barra para esconder los vasos y le propinaba al mesero unos efusivos golpecitos en la espalda—. No te sientas ofendido Matt, amigo. Tienes el talento, eso seguro, pero nos hace falta un poco más de trabajo para acabar de pulirlo.
2015
Ignoró la nueva y viciosa invitación colectiva de Logan con otro suspiro de cansancio, pasando de unirse a la moda en que se había convertido el echar miraditas curiosas a la modelo y su llamativo nuevo conjunto. El mal rato que Blanc le había echo pasar la había afectado demasiado como para dejarlo pasar tan pronto. Prefería concentrarse en las palabras que el aire se encargaba de arrastrar hasta el interior de la sala y regodearse con la tensión que se adivinaba patente en la voz del jefe. Y cerró los ojos, justo cuando Périer perdía el interés en Mia, resuelto a deshacer el camino de vuelta a la salida. Ser un espectador más de los acontecimientos de la vida jamás lo había dejado conforme. —Jefe —comenzó a murmurar con voz distraída incluso antes de atravesar la puerta—, me preguntaba si podíamos dejar mi tema como último punto a tratar en la... —Antes e terminar, ya se situaba a menos de un paso de la poderosa pareja exhibiendo una mirada de desconcierto que habría podido convencerlo incluso a él mismo de haberse visto en un espejo. Sus ojos grandes se concentraron en la mujer con una fascinación que solo él sabía convertir en algo real y posible—. No puedo creerlo. ¿De verdad es Sophie Blanc? ¿Sophie Blanc en persona? ¿Aquí en la revista? —La supresión de cualquier otro título diferente a su nombre había sido intencionada. Sabía -o más bien intuía, de las pocas veces que había tenido ocasión de encontrarse con la mujer en Etiqueta Negra e intercambiar un breve y astuto conjunto de palabras- cuán orgullosa se sentía de ser ella misma, sin referencias, sin alusiones a nada más que su propia identidad. Con toda la caballerosidad y galantería de la que se sabía capaz, tomó cuidadosamente su mano para depositar un beso sobre la misma. Solo entonces fingió reparar en la presencia de Benjamin, repentinamente descolocado—. Perdóneme, jefe, ¿interrumpí algo importante? Es que ha sido una sorpresa tan grata y repentina... ¿la invitó a la reunión? Maravillosa idea, maravillosa. Siempre hace falta una mirada verdaderamente crítica e inteligente. Ya sabe, para corroborar que nos mantenemos en la misma línea.
((Perdón por tardar tanto solo para escribir esta mierda. Las quiero <3 <3))
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Post by bachi on Apr 24, 2014 23:13:03 GMT -3
((Milly, he escrito muchas porquerías peores que ese postie lindo que vos acabás de difamar, y lo peor de todo es que me debo haber tardado horas escribiendo la misma mierda redundante LOL Te queremos nosotras también, durrrrling! <3 <3 <3))
1890 Pierre aspiró largo y profundo, dejó la cola del habano en el cenicero y se restregó disimuladamente las sienes. Quería un whisky, y recién eran... Miró el reloj: Ni siquiera eran las 12 del medio día. Louise aplaudía con elegante modestia para cuando Annette terminó de hablar. La Roca asentía y sonreía, sonreía y asentía, pero fue nuevamente su mujer quien tomó palabras del asunto. —¿Y qué estamos esperando? —se puso de pie— ¿Crees que puedes mostrarnos ya mismo ese lugar encantador del que hablas, querida? —La mujer se colgó el abrigo a los hombros y los encogió, escondiendo el cuello en el felpudo abrigo de conejo—. Brrr, deberían subir la calefacción aquí por las mañanas. Charlie, cariño, creo que deberías ir afuera y llamarnos un coche. Sea al final de la calle o no, no pienso caminar ese trayecto. Pero Pierre LeCounce no se había movido aún de su asiento. —Esperemos —habló cautelosamente, jugando con el cenicero— que ese lugar sean tan encantador como lo pintas, Balthazar. No quiero sonar pesimista, considéralo... Realismo —Se puso de pie y contempló el lugar con las manos en los bolsillos—. Me gustan las rutinas, adaptarme, acostumbrarme. Pero que quién sabe... Tal vez termine agradándome tu amigo cercano y decida contratarlo. Me gustan las costumbres, pero las cosas nuevas a veces vienen bien también. Creo que ya tuvimos esta charla —Le sonrió—. Y espero que haya quedado bien en claro el lugar de cada quien. Tu amigo cercano tal vez comprenda más rápido. —¿Pierre? —Voy, mon amour. ¿Durand, conseguiste ese coche que te pidieron? —Los espera afuera, señor LeCounce —respondió Charlie antes de recibir dos palmaditas en el hombro. —Perfecto. No te preocupes —El hombre detuvo a su subordinado antes del amague—, quédate aquí. Necesito varios ojitos puestos aquí mientras no estoy.
Julie soltó una carcajada. —¡Pffff! Talento, dice. Méd, a veces creo que eres demasiado bueno con todos nosotros —La bailarina se recostó en la barra, alargó los brazos y aprovechó una de las tantas vueltas del barman para atraparle las mejillas con las manos y pellizcárselas. En seguida lo soltó y le guiñó el ojo a Matt—. Pero no te pongas celoso, Mattie. Tú tienes "talento". Entre risitas giró en el taburete y suspiró, reparando en su amiga como si acabara de verla. —Oye, Veronique, se que Angie ya ascendió a trabajos más honrados que el nuestro, pero sigue teniendo el toque. ¿Crees que pueda ayudarme a arreglar todo allí arriba del escenario mientras tanto? Será aburrido para Teva y más tarde podemos enseñarle esa parte... ¿Sí? ¿No? —No esperó la respuesta y ya estaba tirando del brazo de su amiga, alejándolas del resto. Hasta que no desaparecieron detrás del telón, Julie siguió saludando como idiota hacia la barra. Su cambio de actitud fue brusco y repentino, en cambio, cuando quedaron las dos a solas. Una sonrisa malvada cruzó su semblante y puso los brazos en jarra. —No te creas que estoy tan borracha como para que esas miraditas se me escaparan. ¡Y viniste con Méd! Ohhh... creo que tenemos que hablar de muchas cosas, amiga mía, y rápido.
2015 ((Y acá la escena me encantó xDDD: Moncef parece Annette con alabanzas y todo, Sophie parece Louise, y Blanc parece un Pierre acorralado LOL))
Rachel ni siquiera intentó entrar a la sala de reunión y dejar todo lo que llevaba en las manos para quedar libre, ni se le cruzó por la cabeza, todo en lo que podía pensar en ese momento era cumplir con la orden que le habían encomendado, bajar el perfil y salir inmune de aquella situación. Pero en la cocina su "situación" no mejoró. —¿De dónde mierda quiere que saque... "limoncitos menos ácidos"? —bufó mientras revolvía entre las bebidas dietéticas de las modelos que había en la heladera. Luego de tres ensaladas de fruta, una ración de tofu solo y chocolate light (¿En serio? Quien quiera que haya sido, pronto iría al infierno de las modelos, pensó divertida), encontró los endemoniados limoncitos. Al parecer Blanc ya estaba al tanto de los quisquillosos gustos de su mujer. La "calamitosa situación" incluso empeoró al regresar: Périer. Rachel se aclaró la garganta y forzó una sonrisa a la elegante mujer, evitando cualquier tipo de contacto visual de tercer grado. —Agua mineral con gas, medio limoncito, helada. Todo suyo —Cuando giró para encarar por fin la entrada a la reunión (De la sartén al fuego, Rache, querida. De la sartén al fuego), se encargó de dirgirle al jefe una mirada sufrida. No pediría aumento, eso nunca, pero con un par de lapiceros nuevos en el escritorio se conformaba. Cuando entró, fue recibida con aplausos por parte del fotógrafo. —Bienvenida a la Divina Comedia del siglo XXI, Lavachey. Tal vez quieras tomar asiento y aguardar a ser el siguiente blanco en esta lista roja tan poco agraciada.
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Post by ev7e on Apr 30, 2014 20:43:57 GMT -3
((Milly, no hagas ningún intento de describir el lugar. Limítate a la poca información del postie. Lo tengo todo planeado (?) ♥))
1890
-No, niña. Muévete más a la derecha-gruñó el anciano de pie bajo el escenario- Un poco más, más, MÁS. No, regresa, un poco menos, más, AHÍ. Jeremías se apuró en subir sobre las tablas y marcar el punto exacto en donde Teva estaba parada, disfrazada con uno de los vestidos que Annette había conservado de su juventud. -¿Estás segura que eres bailarina?- preguntó él dándole una mirada evaluadora. Por una rápida explicación él sabía que la habían convertido en una recientemente, pero todavía no lograba comprender el por qué. Una verdadera bailarina, o al menos las qué él conocía, habrían podido llenar con sus curvas aquel ya ajustado vestido. Pero en la pequeña mujer delante de él, este colgaba suelto en la cintura y las mangas de encaje dorado (aunque estuviesen remangadas). -Bueno- resopló- no hagas caso de este viejo. Tú misma podrás demostrarlo cuando ellos lleguen. Haces tu entrada desde ahí- señaló la salida del escenario cubierta con gruesas cortinas y te detienes al llegar aquí- pisó el punto negro que había dibujado con carbón- justo en el centro.
<<Por supuesto que sé cuál es el lugar de cada quien >> pensó ofreciendo una sonrisa despreocupada. Lo que no sabía Pierre es que ya lo tenía todo bien pensado desde hacía algún tiempo y había hecho las jugadas correspondientes basándose en las reglas del mismo LeCounce. Si todo salía de acuerdo al plan, y confiaba en que así sería, Molino Rojo cambiaría para siempre. -Tenías razón, Louis- sonrió Annette aceptando la mano de un confundido conductor para subir al coche- Hace frío. Por suerte para nosotros, la distancia no es larga- y con esto señaló uno de los letreros al final de la calle- es justo ahí.
-Este será un laaargo día- comentó Veronique cuando las dos mujeres desaparecieron tras los telones- No te sientas mal, Matt- sonrió- recuerda que Méd se ganó su puesto por la gran experiencia con la bebida- se atrevió a bromear con un brillo afectuoso en la mirada. El mesero ocupó el lugar abandonado de Julie y dio un vistazo alrededor. -Ya están saliendo- dijo en voz baja solo para que sus dos compañeros lo escucharan- Y Balthasar va con ellos ¿Qué piensan que estén haciendo? No es común que la mujer de LeCounce venga aquí. -Creo que van a volver- agregó la bailarina girándose hacia el barman solo para que no la descubrieran espiando- han dejado a su seguridad- una alarma sonó dentro de su cabeza y le dio una segunda mirada a Méderic- Tú llegaste con ella- susurró muy rápido con los ojos como platos- tú llegaste con ella y él los vio.
-Claro que tenemos que hablar de muchas cosas- reafirmó Angie plantándose frente a su amiga exactamente en la misma posición- Pasé la noche con Charlie- soltó con una sonrisa satisfecha cruzando su rostro- se estaba yendo cuando Méd apareció en mi puerta con la excusa de ver cómo estaba. Debiste ver sus caras- se mofó y luego negó con la cabeza mientras se mordía el labio inferior, como si tramara algo- y cuando empezaron a hablar ¡Ja! Era una competencia de virilidad- se encogió de hombros-Ya veré qué hago con esos dos. Ahora, lo que me importa saber - y aquí volvió su atención a Julie. Si la otra bailarina la conocía bien, tendría que tener cuidado con la información que fuera a darle- ¿Desde cuándo lograste meterte en los pantalones de Pierre LeCounce?
2015
Con toda la educación de la escuela para señoritas que había recibido desde los cinco años de edad, Sophie aceptó la galantería de aquel extraño como quien acepta publicidad impresa en las calles y luego los desecha en el bote de basura más cercano. Luego dirigiría una mirada significativa a su marido antes de hacer sonar sus tacones hacia la sala de conferencias. Benjamín simplemente negó con la cabeza, acompañando el gesto con un pesado suspiro. -Muy inteligente- comentó Benjamín siguiendo con la mirada a su mujer, pero dejando la posibilidad de que aquel comentario no estuviese dirigido a ella-Si no tienes nada más que agregar respecto a tu proyecto, sugeriría que entremos antes de que alguien cometa homicidio. Y hoy, tengo varias posibilidades en mente.
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Post by Milly on May 2, 2014 13:23:40 GMT -3
1890
—¿Y tengo que hacerlo con esto encima? —la voz de la muchacha rozaba la histeria y estuvo a punto de quebrarse cuando pronunció las últimas dos palabras, sosteniendo la tela que cubría su cuerpo como si se tratara de un trapo sucio. En cuestión de minutos los invitados de Annette llegarían a evaluar el lugar y, desde luego, a ella misma. No dejaba de dar vueltas al hecho de que se había esforzado demasiado en hacer las cosas bien durante las últimas horas como para echarlo todo a perder con la imagen ridícula que ahora exhibía. De buena gana hubiera matado al viejo en ese momento, no solo por la terrible idea que había tenido de obligarla a probarse ese viejo atuendo; sus permanentes cuestionamientos sobre su talento como bailarina no ayudaban a controlar su nerviosismo. Pero con todo eso, tenía que controlarse de todas formas. Si Molino Rojo se establecía temporalmente en esa instalación no le convenía despertar rivalidades con un tuerto de siglos de edad que perfilaba como dueño. Así que en lugar de arrancarle un ojo prefirió inspirar hondo y contemplarlo con una mirada de súplica, dolorosamente enternecedora, prácticamente imposible de ignorar. —Quiero decir... —suspiró, retrocediendo lentamente hacia los oscuros cortinajes desde los que le correspondería hacer su aparición—... me sentiría mucho más cómoda con algo que se ajuste a mi talla, Jeremías. Malamente podré demostrarte a ti y al resto de lo que soy capaz si tengo que mantenerme pendiente de que todo se mantenga en su lugar y... No había terminado de hablar cuando uno de los brazos del vestido resbaló de su sitio, dejando al descubierto la pálida y enfermiza piel de su hombro. Apretó los dientes para no largarse a llorar.
El terror de la bailarina se le antojó exagerado y la sonrisa paternal que para entonces Méd se acomodó en su rostro dio cuenta de ello. —¿Y qué hay con eso? —revolvió el cabello de Véronique para restarle importancia al asunto antes de concentrarse en los vasos sucios—. Hasta donde yo sé, Angie es libre de hacer lo que quiera con su vida... y también yo. No tiene nada de malo compartir camino si nos dirigíamos al mismo lugar. No obstante su apariencia desinteresada, echó un vistazo divertido al hombre de LeCounce que se había quedado atrás. Tomando en cuenta que ya se habían encontrado antes aquel día, su llegada con la otrora bailarina no lo habría sorprendido en absoluto. Pero se preguntaba, no sin cierto placer malicioso, hasta qué punto aquello incomodaba al perro de La Roca. Antes de ser descubierto volvió la mirada hacia Matt—. ¿Teva no te dijo nada? Parecía bastante entusiasmada como para no tener idea. Aunque... sí. Puede ser simplemente que todo este tema de ser bailarina la tiene de buen humor —en su interior suplicaba que la segunda opción fuera la acertada.
2015
De buena gana hubiera mantenido la sonrisa pagada de sí misma hasta que los músculos del rostro comenzaran a dolerle. Pero en aquel momento -el reportero lo sabía muy bien- lo adecuado era hacer causa común con su jefe. Así que procuró disolver el gesto, hasta elaborar esa expresión seria y profesional propia del Périer que gustaba de hacer un trabajo impecable. —Desde luego no es el único que las tiene hoy, jefe —un nimio gesto con la cabeza lo llevó a señalar la entrada de la sala de reuniones y todas las personalidades tensas que se concentraban en su interior. Y se encogió de hombros, como dejando bien claro que la vorágine que aquel día parecía haberlos consumido a todos estaba fuera del control de cualquier mortal—. Así que puede odiarnos a todos sin sentir la menor culpa. Después de usted, señor Blanc. Cerró la puerta luego de entrar el último, cediendo su lugar predilecto –en el extremo opuesto al de la cabecera- a la señora del director para permitirle el privilegio de gozar de una panorámica que le permitiera contemplar a todos los empleados de la revista con las mismas facilidades que su jefe. Solo cuando acabó de ayudar a la elegante mujer a acomodarse se dedicó a buscar un nuevo sitio y, casualmente, encontró un lugar vacío justo en frente de la secretaria. Pero apenas se fijó en ella al comenzar a revolver papeles de su portafolio.
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