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Post by bachi on Jun 3, 2013 1:41:45 GMT -3
((Dioses... No se imaginan cómo morí de risa con esa escena en mi mente tomando forma xDDDDDDDDDDD Thomas: MIS LEONES NO SON DISPENSADORES DE BASURA A SU MERCED *mira de arriba a abajo a Annette* MADAME. Monsieur. Lo que sea...))
1890 Julie la vio bajar las escaleras de espaldas y por primera vez en su larga trayectoria de trabajo allí, se preguntó si tanto quería ella de verdad contarle a Annette lo que había averiguado (o no) de Pierre LeCounce. Apretó los puños y decidió que lo deliberaría en el preciso momento en el que esa conversación se llevara a cabo, pues en ese momento no estaba para planificar nada con seriedad. Lo único que ocupaba verdaderamente su cabeza en ese instante, era saber que a partir de ahora compartiría el puto escenario con dos bailarinas (no tenía idea de su Marie bailaba, lo suyo siempre habían sido las baladas tiernas y de voz de sirena, en opinión de Lala. Y en cuanto a Teva...) que prácticamente ni conocía. Y una de ellas la odiaba. Y ella no estaba segura de qué sentir al respecto tampoco. Se mordió la lengua y siguió al dueño del local, sin aclararle que ella no salvaría nada y, aunque estuviese en condiciones de hacerlo, era el trabajo de él y no suyo. A esas horas y con ese humor, Julie no tenía ganas de que le pidieran nada. No hizo esfuerzos de ocultar la cara de perro. Tampoco hizo esfuerzos por alcanzar la pelirroja cabellera que veía escabulléndose fuera del local. Genial. Se había metido en ese problema por ella y ahí la veía huir. Mañana la asesinaría. Mientras tanto, se dedicó a sonreír como idiota y a asentir. La propuesta de LeCounce cada vez le sonaba más dulce en los oídos. ¡Ja! Cómo si éstos tuviesen paladar...
Al otro lado de la ciudad, en la zona residencial bacana de París, LeCounce frenaba el prototipo ruidoso de Ford frente a una casona de dos plantas y pequeño jardín. —¿Llegando más tarde que yo, LeCounce? Qué horas son esas. Louise, su bella Louise lo esperaba al pie de la escalera. Tenía un batín de seda negra cubriéndole (entre comillas) la ropa de cama. Llevaba el cabello corto y rubio ceniza recogido prolijamente en un moño, el flequillo echado hacia atrás con un rulero y lo labios rojos como la sangre. Un cigarillo en filtrador reposaba perezosamente entre sus dedos. Pierre le sonrió. —Increíble, ¿cierto? —Ya lo creo —se burló la mujer—. Nunca me habías superado hasta ahora —Se acercó para tomarle el brazo y, al contrario de lo que pensó el hombre, lo guió al estudio—. Supongo que debatiste ideas muy prometedoras hoy con Balthie y te retuvieron. Tu visita ya me lo contó, no te preocupes. ¿Remodelar Molino? —Casi podría haberla escuchado reír, pero Louise no reía—. La idea me resulta peculiar y atractiva, y por si lo necesitan, tengo despedida de soltero de un primo que organizar y perfecta para inaugurar el bello salón. Y sí, ya te lo dije: Estas visitas... tienes oficina para eso, Pierre. Obviamente a él la idea no le gustó. La Roca a veces creía que su muy bella y harpía señora se llevaba demasiado de mil maravillas con el drag queen como para querer tenerlos muy juntos. Se rió sin embargo y entraron los dos a la habitación. Laurent Durand aguardaba dándoles la espalda en un sillón doble de cuero. Había rellenado la sala con humo espeso de cigarrillo inglés. Se volvió a ambos inmediatamente entraron. A la dama no la saludó, obviamente ya la había saludado, y al jefe tampoco lo saludó muy ceremonioso: Lo había visto casi toda la noche. —Sé qué me dijo, jefe. Pero tenía que avisarle antes. Descuide, Rushmanok ya está tranquilo y despachado descansando —Preferiría comprarle una cucha y tenerlo en la casa —Louise soltó humo entre los dientes. Charlie sonrió sin mirarla y continuó. —... mañana a la mañana pasa temprano para escoltarlo a su reunión con el señor Chevalier —Escoltarnos. Carajo. Pierre ya no podía decir que no. Él y ella sabían bien por qué. Y Charlie sonrió de nuevo. Y esta vez sí la miró. Pierre se rió: Y vaya qué miró. —Pero no venía por eso... —Venías por los miserables Gravois y, espero, para traerme buenas noticias. Pequeñitas noticias —El nombre empezaba con T y termina en eva—. Ya sé que me asaltaron uno de los vagones y se que lo incendiaron de pies a cabeza, con todo y guardia. Pero ya tengo sabuesos trabajando. —Ya veo. Hicieron cambio de guardia en frente —El muchacho se refería a los cuatro hombres dispuestos al rededor de la cuadra para vigilar su casa. Evidentemente Charlie había esperado dar noticias frescas y le habían pinchado el globo—. En cuanto a la noticia pequeña... Toma tiempo. —¡Y vaya que ésta te tomará tiempo! —LeCounce se rió y fue a sentarse detrás de su escritorio para ver por la ventanita— Pero no importa, Charlie, no importa. Ahora sí, hablemos de lo que de verdad viniste a contarme.
Charlie salió de la residencia LeCounce tan rápido y furtivo como había entrado. Despidió a los muchachos que descansaban en la garita de la esquina para vender "periódicos" y frenó al primer carruaje que vio vacío. Él tenía que ir a la otra punta, casi volver por donde había venido. Odiaba estar en medio de los dos LeCounce: El día que el jefe le pidiera vigilar a su mujer, todo el juego se le iría al traste, y cuando se lo contara, la mujer se le reiría en la cara. Louise era casi tan Pierre como Pierre, Louise. En resumidas cuentas, ambos eran unos desgraciados malparidos a los que les gustaba jugar a "cuántos-amantes-te-desaparezco", y si en algún momento le daban el "trabajo" de "jugar"... Charlie se rió mientras una imagen mental poco agraciada de su cabeza en pica se le venía a la mente. ¿Valdría la pena por meterse en la cama de Louise LeCounce? Por menos había zafado, y por mucho más, incluso ganado. Sin embargo, cuando abrió el vidrio para no llenar de humo el compartimiento, y cuando un mechón pelirrojo bailoteó debajo de una capucha extraña allá afuera en la acera; pidió al conductor desacelerar y se olvidó de los LeCounce. Casi le daba un ataque de risa al reconocer las piernas, los tacos y ese perfil. Pagó justo, con lo único que le quedaba, se bajó, y en silencio comenzó a caminar junto a la mujer, sin decir más palabra que esa que la sonrisa delataba.
2015 ((Y sí, malditas bastardas. Me tomé la delicadeza de buscar algo real porque lo que me iba a inventar, iba a ser para morir... de risa))
Lo del estacionamiento, evidentemente no había pasado desapercibido para ninguno de los tres, pero mágicamente nadie hizo comentarios al respecto, y esta vez no sería Logan quien lo hiciera. Ya acababa de confirmar lo que horas atrás había dicho: de una u otra foma, aparentemente Mia Bourg era alguien o algo para Blanc. Pero el suspiro sonrisón al apartar la mirada del vehículo mucho no pudo durarle imperturbable. La palabras de Frank y Katia lo habían vuelto al mundo real, y la mirada del espejo retrovisor le confirmó, una vez más, otra cosa. Logan no supo si reírse o... ¿reírse? Claro, ninguna de las dos opciones por verdadera felicidad. Solo pudo pensar de nuevo (hijo de puta) en que estaba rodeado, rodeado por todos lados. —Vamos al Tour d’Argent, bellezas de Dios impacientes —suspiró Logan y negó con la cabeza como si le hablara a dos niños—. Vista excelente, buena carta y casi se podría decir poca gente en esta época del año. Casi, pero es mentira. Pero por la hora tal vez sí. Tal vez vea a la italiana loca también, por como viene mi día... Pero les advierto, no vuelvan a pedirme que me ahorre mis misterios. En serio. Me quitan mi única diversión, primero, y segundo, podría generarles pesadillas si abarcamos más que direcciones —Sonrió y estiró las brazos hacia delante para darles unas palmaditas secas en la nuca a ambos. Asomó la cabeza también y sonrió al mirar al semáforo—. Verde, querido conductor, y te conviene doblar ahora. Sí, sí. Pisa a la anciana y llévate puesto el carrito de bebé también, pero aprieta el acelerador si no quieres estancarte en el embotellamiento de la cuadra que sigue, Frank. Katie, cariño, tal vez si quitas ese pañuelo blanco que llevabas en la cartera y simulas un par de contracciones nos dejen pasar. Yo puedo hacer del padrino y al mismo tiempo del padre biológico, y Frankie del bastardo que le dará el apellido y pondrá el dinero y esta lujosa camioneta.
((...Y, oh casualidad, quiénes almuerzan también allí?)) Rachel había desviado la vista al Sena con una sonrisita mientras dejaba de Moncef aspirara todo como esponja. La pequeña ventana que llegaba hasta el suelo, daba la sensación de que la mesa flotaba en el aire, por eso cuando el reportero soltó, casi dictaminó con las últimas palabras todo sobre lo que rondaba aquel extraño episodio, la chica no pudo menos que volverse a él algo desorientada. —Lo mío se limita, llega hasta a la investigación, los temas de reportajes y notas caen en tus manos... Pero igual eso se me escapa: ¿Qué gana Blanc con la primicia? ¿Y de qué primicia estamos hablando exactamente? —Era evidente que con toda la palabrería que había soltado, Moncef algo había logrado atar en la cabeza. Rachel hasta ahí lo había seguido. Lo que ahora le preocupaba en realidad, era el cómo se relacionaban la amenaza con la posible historia detrás del Molino Rojo. Fue en ese preciso momento en el que lo decidió: le avisaría a Blanc... y lo haría ahora, ¿por qué no? Como si todo lo que no había pasado mientras se lo había callado pudiese suceder ahora, la secretaria revolvió la cartera nerviosa buscando el celular. No hacía falta darle explicaciones a Moncef, él podría pensar lo que quisiera, pero habían vidas en juego... ¿cierto? Rachel suspiró, buscó en la agenda el nombre Blanc y llamó, aguardando al tono. Si su jefe no tenía por qué preocuparse, no atendería, su celular se quedaría sin batería, se le caería mágicamente al vino de la copa. En cambio, si sí debía enterarse, atendería al segundo, al tercer. Al cuarto tono.
((Hoja nueva 8DDD y... I REGRET NOTHING >8C))
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Post by ev7e on Jun 6, 2013 20:50:48 GMT -3
1890
Nunca le había tenido miedo a la oscuridad ni a lo que había en ella. Al haberse criado en una de las zonas más peligrosas de Paris, Angie caminaba con la confianza de quien sabe podría defenderse si llegara a tener la oportunidad. Se acomodó la capa para que le cubriera del frío y mientras lo hacía, maldijo no haberse cambiado el diminuto traje de bailarina por sus ropas normales cuando tuvo la oportunidad. El corsé le ajustaba en las costillas y podía sentir sus caderas heridas por el metal. ¿Aquel era el glamour del que tanto hablaban? ¿Asfixia y mutilaciones? Casi sonrió al imaginarse a la mesera usando aquellos trajes, pero su minucioso examen anterior le hizo pensar que, probablemente, incluso el disfraz más pequeño le vendría a Teva demasiado grande. Maldita suertuda. ¿A quién en su sano juicio se le hubiese ocurrido subir a esa al escenario? Cyrille sabía que había algo detrás de todo aquello, pero no podía adivinar los motivos de Annette para hacerle aquello. No era solo la presentación, esa era la excusa perfecta. Si tan solo se hubiese imaginado lo que sucedería, no le habría dado ni un solo motivo. Si tan solo hubiera dejado caer toda responsabilidad sobre Lala y Daglia…no, esa no era una opción. Mejor bórralo de tu cabeza. Ellas están tan jodidas como tú en estos momentos. La pelirroja interrumpió sus pensamientos cuando sintió que sus pisadas tenían un suave eco. Solo dio un par de pasos más, como si no notara nada extraño, antes de de girar sobre sus tacones y enfrentarse cara a cara con aquel hombre. Una sonrisa se le dibujo en la cara y muy casualmente dejo que la delgada capa se abriera lo suficiente como para mostrar la poca ropa que traía. -Que sorpresa- le dijo mientras ladeaba la cabeza hacia un costado- No esperaba encontrarte por aquí, por lo general nuestro punto es el callejoncito cercano a Molino. Aunque, claro…no pensé que querrías verme de nuevo esta noche.
Cruzó el local haciendo sonar el piso de madera con sus altos tacones y cerró la puerta principal cuando el último ebrio salió dejando al reducido grupo atrincherado en la barra. Pocas personas quedaban dentro de Molino Rojo y el único ajeno a él, era el médico que revisaba a Daglia en los vestuarios. -Lealtad- respondió Annette sin apartar la mirada de Teva cuando la joven estuvo plantada delante de ella- Y es lo mismo que espero de ustedes- agregó girándose en redondo para verlos a todos, tal vez deteniéndose un segundo de más en Julie- Más temprano les dije que Molino Rojo no estaba tan bien como debería. Y LeCounce ya lo ha notado. -Siempre dice lo mismo- se atrevió a comentar Matt- Y sabes que solo es para pedir una parte más grande de las ganancias. -El problema es que precisamente esas ganancias no son tan altas como lo eran antes- admitió el drag queen- Y ahora necesitamos hacer cambios. Muchos cambios y los necesito a todos de mi lado. -Nosotros siempre estamos de tu lado, Balthasar- dijo Marie sentándose en el borde de la barra y revolviendo inconscientemente el cabello de Méderic- No creo que nadie aqui quiera irse, tú nos diste un lugar para trabajar y hasta donde yo se...nunca has tenido desconsideraciones con nadie. -Puede ser que nadie se quiera ir, pero la Roca ya ha puesto los ojos en algunos. No solo en ti- señaló a Teva- lo que te estoy dando es una razón por la cual quedarte y no aceptar ninguna oferta de él, no caigas en sus trucos porque entonces solo serás una del montón.
2015
Una vez dicho el nombre, Frank pudo ubicarse con mayor facilidad en las calles. Dobló en la esquina y esquivo a la ancianita antes de mayores daños. Cuando pudo aparcar el carro para que los del valet parking se encargaran en adelante, tenía el corazón casi en la boca y el estómago removiéndose con cierta violencia. -Se que tienen los mejores vinos- comentó Frank extendiéndole el brazo a Katia cuando los del restaurant le hubieron abierto la puerta- Pero no exageren, aun tenemos un par de horas de trabajo. Una vez que Logan estuviera al otro lado de Katia, presintía que tal vez un par de pasos por delante, el reportero continuó la marcha hacia el interior del lujoso local. Por conversaciones oídas de casualidad tenía conocimiento de que aquel era el más visitado por el matrimonio Blanc y si a Sophie Blanc le gustaba, era porque a todas luces era uno de los más caros de Paris. Tal vez hubiese sido mejor ir a comer solo.
-¿Crees que sigan afuera?-preguntó Mia cerrando los botones del saco de Rachel y luego pasando la fina correa por la cintura, ajustándola para que no fuese a abrirse cuando salieran a la calle. -No, ya todos deben haber salido a almorzar- aseguró Blanc abriendo la puerta del despacho. Ambos salieron del pequeño cuarto y subieron por las escaleras para salir al salón principal, donde estaba el escenario y la sala de conferencias. -¿Primero comida y luego ropa? Estoy bromeando- se apresuró Benjamin ante la mirada horrorizada de la joven modelo. -El teléfono suena-advirtió ella. -Es mi celular- rebuscó en sus bolsillos, pero el sonido venía de más lejos- Lo deje abajo. Espera, no tardo. El hombre corrió tras el escenario y se lanzó por las escaleras, esperando que no cortaran del otro lado de la linea. Pero llego tarde. Cuando se acercó al escritorio aparecía el nombre de la secretaria en un pequeño mensaje de llamada perdida.
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Post by Milly on Jun 9, 2013 1:10:04 GMT -3
1890
Solo entonces, mientras Balthasar la señalaba como si decidiera utilizarla de ejemplo para todos los presentes, Teva finalmente comprendió qué era lo que ocurría: no estaba comprando su sueño; la estaban comprando a ella. Y aunque no lo diera a entender de forma visible, la verdad contenida en semejante descubrimiento no le agradó en absoluto. Lo que hizo en cambio fue invocar el retorno de aquella sonrisa dulce y casi angelical con la que siempre convencía a sus clientes de solicitar una nueva ronda de licores. —Puedes estar segura de algo, Annette —respondió con alegría, abrazándose al drag queen como lo hubiera hecho una niña que desea agradecer a su padre por el regalo otorgado—: nunca me ha gustado ser parte del montón. —Entonces todo resuelto, ¿no? —Médéric, que hasta entonces no había presentado reparo alguno en el distraído gesto realizado por Marie, decidió que había llegado el momento de abandonar su marginada posición. Realizó un par de aplausos solitarios, como queriendo cerrar oficialmente ese pequeño conflicto—. La Roca puede poner los ojos donde quiera, nosotros estamos en tu equipo, Balthasar. Yo personalmente, después de haberlo perdido todo, te debo la oportunidad que me diste de empezar otra vez. De todas formas Pierre tiene a sus hombres. ¿De qué le servimos nosotros? —En serio, Méd —rió la mesera, toda zalamerías a medida se separaba del drag queen—. En este tipo de cosas se nota que no llevas demasiado tiempo con nosotros. Todavía no sabes cómo funciona el negocio. Otra cosa que el barman no sabía -y Balthasar tampoco-, era que la lealtad de Teva tenía un precio muy, muy alto.
2015
—No. Rachel. No creo que... Había detectado a tiempo la resolución que se leía como un libro abierto en el rostro de la secretaria, pero el carácter repentino de aquella determinación no le había dado tiempo más que para elaborar débiles intentos disuasivos que, como podía comprobarse nada más apreciar la expectación con que su acompañante aguardaba que su llamada fuera contestada, no tuvieron ningún efecto. Así que decidió esperar a ver lo que sucedería. Esperó... y esperó. Pero su paciencia no era infinita. Acercó su propia mano a esa con la que Rachel mantenía el teléfono cerca de su oído y comenzó a separarla junto con el aparato, lentamente, hasta que tanto el objeto como ambas manos descansaron sobre la mesa. Observó cómo la pantalla táctil se iluminaba para anunciar el término de la llamada justo cuando alzaba el rostro hacia la mujer. Su fijeza denotaba una concentración de preámbulo. —¿Sabes tú, Lavalley, por qué Molino Rojo ya no existe? —mientras hablaba, se encargó de dejar el teléfono a un lado y estrechar las manos de la secretaria entre las suyas, como medida cautelar en caso de que ella se sintiera tentada a intentar un segundo llamado—. ¿Tienes alguna idea de qué pudo haber motivado a sus dueños a no continuar con un negocio tan rentable como lo es un cabaret? Porque si la tuvieras, puedo asegurarte que serías la dueña de un secreto que nadie más posee. Puede que el motivo de cierre no merezca importancia alguna... pero los números que acabas de mostrarme inclinan la balanza en sentido opuesto. Antes me preguntaste de qué primicia hablábamos —se permitió sonreír al realizar una pequeña pausa para evitar perder el magnífico control con el que estaba sobrellevando su entusiasmo. Era una sonrisa extraña, enigmática e imposible de interpretar... por ahora—. La primicia implica sacar el secreto, cualquiera sea este, a la luz pública. Cuánto pueda ganarse con la primicia depende del valor de ese secreto, y el hecho de que Blanc recibiera una amenaza solo confirma que este secreto es suculento. La fama que Moncef había ganado al interior de su gremio no provenía de crónicas divertidas o entrevistas triviales; su talento siempre fue el de dar a conocer al mundo aquellos secretos que grandes personalidades habían preferido callar por uno u otro motivo, arrancando cada pequeño fragmento de verdad del escondite que pudiera habérsele brindado. No era extraño entonces que el misterio que ahora descubría cernirse sobre los propósitos de su jefe, se revelasen ante Périer con un atractivo inevitable y poderoso. —El llamado que atendiste solo puede significar una de dos opciones —continuó luego de un sorbo de vino—: alguien más quiere quedarse con la historia y necesita hacer a Blanc a un lado... o bien, el pasado de Molino Rojo es más oscuro de lo que imaginamos y compromete a alguien que no desea verse involucrado —tuvo que esforzarse para que sus gestos no dejaran entrever qué opción deseaba fuese la verdadera—. Del modo que fuere, si el jefe llega a enterarse de lo que ocurre decidirá tomar precauciones; eso limitaría mis oportunidades de... —observó a la mujer que tenía en frente, dudando por un momento si debía continuar. Moncef Périer era un hombre que trabajaba solo. Sin embargo...—. Quiero esa historia.
A Katia le daba igual que la extravagancia de su atuendo no entonara con la elegancia que se respiraba al interior del lujoso restaurante, de hecho, lo consideraba un punto a favor: así no había forma de pasar desapercibida. Sujeta del brazo de Frank como si fuera toda una eminencia, avanzó tras el mesero que los encaminaba a una de las mesas con mejor vista sin perderse un solo detalle de cada cosa que veía. No todos los días se contaba con la suerte de poder acudir a emplazamientos de tanta categoría. —¿No te pasa a ti, Logan —comentó con una naturalidad radiante sin perder el ritmo de su avance cadencioso—, que nuestro anfitrión Delatore te parece cada vez más agradable? Las risas suaves que celebraban su superficial comentario duraron el intervalo de tiempo que tardó en distinguir dos rostros que se le hacían más que familiares.
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Post by bachi on Jun 9, 2013 16:29:19 GMT -3
1890 La sonrisa y la picardía no se borró en momento alguno mientras andaba, pero lo que sí decidió borrar de su apariencia fue el cigarrillo que había sacado del bolsillo para fumar. ¿Cuántos había llevado sin contar ese día? El atado se le había escurrido entre los dedos como agua y, increíblemente, Charlie decidió que era suficiente por ese día. Ni se inmutó cuando Cyrille lo encaró en una pomposa y muy suya aparición triunfal. Los ojos se detuvieron escasos, casi desinteresados minutos en la figura afrodisíaca de la bailarina, oportunidad que aprovechó para saltar con un paso la poca distancia que los separaba y, con toda la delicadeza del mundo, quitarse el abrigo y prestárselo a la mujer. Se rió ante la alusión a su "privado" escondite secreto, mientras le abrochaba los botones con una ternura paternal, común en ese Charlie que pretendía modales y rectitud. —¿Pensativa, Angie? Malas zonas y horas son estas para que las princesas se pongan soñadoras —carraspeó la voz y subió la mirada, abrochando el último botón—. Te parecerá difícil de creer, pero no te venía siguiendo. Prefiero no contradecir a las coincidencias cuando son así de dulces, pero siempre puedo irme si así lo prefieres —Se encogió de hombros, se alejó para mirarla y asintió satisfecho al comprobar que ya estaba abrigada, antes de detenerse en sus ojos y enarcar las cejas—... De todas formas, nena, los dos sabemos que el rencor entre nosotros no sirve. Y por lo tanto —Adelantó hasta quedar a su altura y le ofreció un brazo—, haremos como que no sucedió nada aquí. Es más... ¿de qué estábamos hablando? —Meneó la cabeza y alzó la barbilla, con una incógnita encantadora en la media sonrisa.
Julie tenía loz brazos cruazados sobre el pecho y se balanceaba distraídamente, poniéndose de puntillas y volviendo los pies a la tierra de vez en cuando. Sonrió mirando el suelo cuando sintió los ojos de Annette clavados segundos extra en su nuca, y subió la mirada justo a tiempo para corresponder. Tal vez en ese momento a ninguna de las dos mujeres se les ocurriría ni cruzárselo por la cabeza, pero Teva y Julie estaban metidas en la misma situación de negociación, intrigas y mentiras, en medio de una batalla que pronto se convertiría en la suya también si no sabían salir airosas de la sopa en la que las moscas se bañaban. Ella no tenía la facilidad de Teva para la sonrisa, simplemente accedió a imitar la expresión de alivio y resignación general que flotaba en el grupo luego de haber zanjado todas las dificultades... que apenas estaban empezando. Pero no pudo evitar reírse casi al mismo condenado tiempo que la mesera cuando Méd y su dulce ingenuidad dieron todo por resuelto. Casi lamentó haberlo hecho y tuvo que estar de acuerdo con la venenosa mujer, volviéndose a mirarla con un extraño interés y comprendiendo en seguida la situación, con lo que había escondido detrás de esa afirmación: A Teva, Pierre ya le había ofrecido algo. Y Annette estaba actuando en consecuencia. Con un brinco en el corazón, la escena por entera le cerró. ¿Qué era eso que sentía exactamente? ¿Alivio tal vez? ¿Y de QUÉ? Ella no era el único juguete nuevo en disputa entonces. —Teva tiene razón, querido Méd —Su voz fue chocolate con miel y pestañeó, entre cansada e inocente. Le seguiría el juego a su nueva compañera de show y Balthasar, con algo de ventaja sobre LeCounce, entendería que entre aquellas dos espías los dobleespías no serían tan fácil de identificar. Criaron cuervos , pensó de malhumor—. Esta guerrilla está recién comenzando —se tapó la boca con la punta de los dedos y soltó una risita, antes de bostezar—. Ahora, si me disculpan, voy a dormir las pocas horas de sueño que me quedan. Bon voyage —se despidió antes de saludar, fugarse y exhalar, una vez afuera del Molino Rojo, todo el bendito aire venenoso que había estado aguantando en el interior. Qué semanita, querida, te espera...
2015 —No solo me parece cada vez más agradable, si no también cada vez más pálido —Logan sonrió—. Al señor Delatore le tiemblan los bolsillos. A ti te tiemblan las aletas de la nariz, en cambio, querida Katia, como si olfatearas algo o alguien y —Se fijó en dónde aquellos dos ojos estaban clavados y, correspondiendo a un ataque de risa que en otra época y en diferentes circunstancias no había dejado aflorar, negó con la cabeza—... me pregunto por qué. ¿Saben? Comienzo a creer que por algún lado tengo algo así como un Tercer Ojo. Y les aseguro que en el culo no debo tenerlo, porque esta semana viene terrible —bromeó sin molestarse en explicar las razones, mientras le cedía el abrigo a un par de bellas camareras que aguardaban pacientes junto a la entrada.
Su rostro se frunció en una mueca de decepción cuando la contestadora le respondió. Con la mirada perdida, preguntándose qué entretendría tanto a su jefe como para no responder en horas en las que supuestamente estaba libre, Rachel ni notó al reportero apartándole del celular con la delicadeza de quien trata a un loco. Solo la pregunta logró traerla al mundo real, y lo miró con el mismo entrecejo pensativo. Abrió la boca para responderle, pero la sonrisa volvió a hacerla dudar. En secreto, pensó que odiaba la forma en la que Moncef lograba desbaratarle el castillo de seguridad que de a poco se construía, haciéndole parecer una construcción de naipes. Del modo en el que él explicaba las cosas la razón para la amenaza inclinaba en favor a otra cosa que no había pensado antes: Tal vez Blanc ni siquiera corriera peligro, y eso solo fuera cosa de la competencia que deseaba aquella información que... ¿ella poseía?. Claro, eso resultaba mucho más realista que la otra conspiración que su imaginación había dejado volar. Se sintió tonta... tonta hasta que Moncef soltó sus verdaderas intenciones como un licor frío que le bajó por la garganta. Solo ahí notó que sus manos seguían unidas a las de él sobre la mesa, y las apartó con una delicadeza sutil y cortante. Rachel sonrió y se limitó a decir lo siguiente: —Por supuesto —susurró, acomodándose en la silla divertida, y clavó la mirada en los ojos del reportero— claro que quieres esa información.
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Post by ev7e on Jun 13, 2013 20:39:02 GMT -3
1980
Annette tomó unas de las bancas vacías frente a la barra y con un gesto, idéntico al que hizo al iniciar la noche, le pidió un trago a Méderic mientras despedía con la otra mano a la bailarina. -Lo que dijeron las dos señoritas es muy cierto, Méd- continuó- No bajes la guardia porque creas que todo estará bien de ahora en adelante, que todo es seguir liderando…La Roca quiere cambios. Cambios drásticos-resaltó- y mañana vendrá a primera hora para hablar acerca de ello. Tomó un puñado de frutos secos y los metió en su boca de uno en uno, mirando al vacío y calculando el tiempo que le tomaría avisar al viejo Jeremías sobre su casi improvisado plan. -LeCounce te quiere presente- le dijo a la ex mesera, recordando los acuerdos de aquella reunión- Así que mejor ve a descansar un par de horas. Marie- llamó el drag queen a lo que la rubia dio un respingo-Ya que posiblemente eres la única que no quiere arrancarle los ojos a Teva, tú serás una especie de tutora- le guiñó un ojo antes de agregar- Y nada de peleas. Marie le lanzó una mirada a la muchacha, no de molestia, sino examinándola superficialmente. Tendría que hacer que los trajes le quedaran entallados y que el maquillaje la hagan lucirse pero sin parecer vulgar. Ella nunca había visto que usara maquillaje alguno, lo que la ilusionaba pues sería un lienzo perfecto para crear a una nueva criatura de la noche. -Hecho- sonrió.
Angie aceptó el brazo que le ofrecían con una simpática y cariñosa sonrisa, tanto por sentirse reconfortada por al abrigo brindado como por la grata compañía. -Tienes razón, yo no puedo estar molesta contigo por mucho tiempo- le miró de reojo- Y es obvio de que tú no puedes estar lejos de mi tampoco, aunque trates de negarlo. Quiero decir…solo mírame, soy un encanto de mujer- se atrevió a bromear soltando una risa divertida. Dentro de Molino Rojo era Cyrille, la cantante y bailarina que debía seguir el perfil trazado por Annette. Altiva, seductora e inalcanzable. Tanto tiempo había pasado desenvolviendo ese papel que casi había olvidado lo simple y divertido que era reír de verdad en medio de la noche y acompañada de la persona que ella…bueno, de Charlie. Y ahora, gracias a un estúpido piso resbaloso, solo quedaba Angie. -¿De qué hablamos?- repitió volviendo a la realidad luego de un momento perdida en el espacio- No lo sé, de cosas absurdas que no valen la pena recordar. ¿Debo suponer que tu jefe ya te dejo libre por esta noche? ¿Significa que eres mío y puedo cumplir la promesa de secuestrarte? Aunque creo que tú ya te adelantaste.
2015
Una vez que Frank hubo dejado el abrigo en manos de la camarera, otra de ellas los guío hacia su mesa convenientemente alejada de sus dos colegas. Al menos ellos tendrían un almuerzo libre de fotógrafos con más cafeína en el cuerpo que la propia cafetera de la oficina. -Nunca había venido aquí- le comentó a Katia en el camino- Sobre todo porque esperaría una mejor compañía que mis propios demonios interiores para comer en un lugar como este. Muchas gracias- agregó con una leve sonrisa cuando le entregaron la carta apenas se sentó- Todo se ve tan…-observó la lista de comida a medida que su sonrisa se extendía- italiano. Logan, tú eres el experto. Supongo que tu nona te habrá deleitado con algunos de estos platos.
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Post by Milly on Jun 17, 2013 1:59:49 GMT -3
1890
Tras despedirse de la siguiente bailarina resuelta a emprender pronta retirada, Médéric se apresuró a llenar el vaso limpio que luego tendería a Balthasar sin tardar en la respuesta al gesto realizado. No lo acomplejaba reconocer su evidente falta de experticia en cualquier asunto de Molino Rojo que no guardara relación directa con su barra. Pero lo que no había llegado a entender en el tiempo que llevaba como empleado del cabaret, había aprendido a percibirlo de un modo impreciso en cada rostro que se materializaba detrás de cada una de sus preparaciones. Y lo que en aquel momento divisaba en la expresión del drag queen era una extraña mezcla de cansancio y... algo que no podía definir. Lo que fuera que se ocultara detrás de las pequeñas arrugas que podían distinguirse aquí y allá no hacía más que darle la razón a Lala y su enigmática afirmación: los problemas acababan de iniciar. Si no quería meterse en más líos -pensó mientras se preparaba ordenar sus dominios sin perder parte de la conversación- lo más conveniente para él sería mantener la mente centrada en su trabajo, y nada más.
Teva, que había ignorado con sobra de talento las palabras de Odair tanto como su posterior despedida, se disponía por otro lado a iniciar su cotidiana ronda posterior a cada noche de espectáculo. La esperaba una larga hora de orden y limpieza a la que ya estaba tristemente habituada, pero de la que se vería repentinamente liberada la siguiente vez que Annette decidió dirigirse a ella. Las palabras del drag queen fueron música para sus oídos. —A la orden —volvió a sonreír antes de iniciar su recorrido en sentido contrario al trazado en su cabeza. Pero se detuvo antes del primer paso para oír la siguiente instrucción otorgada a Marie mientras el gesto alegre se enfriaba en su faz pálida. Sorprendió a la cantante durante su análisis, pero se contuvo de transparentar cualquier atisbo de odio, desdén o cualquier sentimiento antagónico. Jamás se había tragado las bienintencionadas actitudes de aquella mujer, pero bien sabía la mesera que si deseaba subir al escenario al menos una vez antes que el resto del cuerpo de baile planease algún tipo de boicot en su contra, necesariamente necesitaba que alguien mantuviera la neutralidad tanto tiempo como resultara posible. Duvalier era su pieza. Ambas miradas se cruzaron cuando la esbelta mujer esbozó una sonrisa que Teva no correspondió. —De acuerdo —musitó al final, protagonizando una inexpresividad facial insólita en ella antes de volver a concentrarse en Annette y retomar su actitud despierta y complaciente—. Estaré de vuelta antes que tengas tiempo de echarme de menos —canturreó traviesa. Casi saltando para conseguir depositar un afectuoso beso en la mejilla de Matt, emprendió la retirada. No sin antes, claro, depositar sobre la barra del barman los francos que le pertenecían por derecho y que le había prometido con antelación. La noche devoró su pequeña y escurridiza figura.
2015
Quiso sacar conclusiones inmediatas, pero a la única conclusión que Katia llegaría sería la de reconocer que su querido Frank ya le debía la revelación de un par de secretitos y no quería hacerse un lío con los pendientes a los que su curiosidad daba origen. Así que decidiéndose a incluir una nueva nota mental junto a la nacida en los estacionamientos de Etiqueta Negra, desvió la mirada para avanzar hacia la mesa que los aguardaba sin la más mínima disposición de conceder a nadie ninguna de sus pertenencias. —Desde luego —sonrió maliciosa luego de tomar asiento—, Delastair y su Tercer Ojo seguro darán con la recomendación culinaria más adecuada. Pero aunque sigo con hambre, no es la comida lo que me tiene más preocupada en este momento. De todas formas nada que se ordene en un lugar como este debiera ser motivo de decepción —Apoyó los codos sobre la mesa y el mentón sobre sus manos cerradas, escrutando a sus dos acompañantes para valorar sus reacciones. Aunque la confrontación final se volvió hacia Delatore—. Nos prometiste información sobre los planes de Blanc, y no he pasado por alto que has dilatado el tema durante todo el trayecto. No sé Logan... pero yo empiezo a impacientarme.
Maldijo -si quiera él supo a quién- para sus adentros. Había cometido el error de fiarse en la aparente susceptibilidad que Rachel había demostrado desde el momento en que llamó a su puerta para convertirlo a él en una muy extraña especie de confidente. Pero de golpe comprendió que la secretaria jugaba con las apariencias mejor de lo que podía suponerse... y había caído en la trampa ¡Acababan de arrancarle su primera confesión en años! Prefirió no preguntarse si aquella trampa habría sido resultado de un plan previo o bien el producto una simple coincidencia, porque aquello habría restado crédito al admirable talento de la mujer para recuperar el control de un asunto que hasta hacía solo unos momentos parecía escapársele de las manos. El modo en que le concedería el triunfo sería mediante el silencio con el que contempló su divertida y enigmática postura mientras procedía con otro par de bocados. Serio. Analítico. Repentinamente insondable. Llevó una servilleta hasta su boca sin romper el contacto visual entre ambos, permitiendo adrede que el tiempo se desperdiciara en cada una de sus calculadas acciones, de modo que cuando retomó la palabra ya habían transcurrido un par de minutos de tenso mutismo. —No tiene caso —sonrió al final con un inevitable e inconsciente atisbo de galantería en su actitud, depositando nuevamente la servilleta sobre la mesa—. Es imposible adivinar qué es lo que estás pensando en este momento... y jamás he sido partidario de los rodeos. Así que, si me dices qué es lo que quieres a cambio de concederme el acceso a tus accesos... podremos discutirlo.
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Post by bachi on Jun 17, 2013 15:18:00 GMT -3
1890 Sonrió mientras caminaban ante la evidente desenvoltura de la mujer. No tenía pelos en la lengua a la hora de declarar directamente lo que pensaba, por más que eso abarcara también cosas en las que él andaba pensando. ¿Pero a quién quería engañar? Que sentía algo, ya fuera capricho, obsesión o incluso una enferma necesidad de posesión por ella, era evidente e indiscutible. Ni Charlie ni Laurent habrían negado aquello. Ahora sí, ir a poner las manos en el fuego por el hambre del espíritu y jugárselas todas y cada una de sus cartas… eso ya era pedir demasiado. Pero en cierto sentido Charlie sintió que Angie también estaba en la misma posición que él (o por lo menos no buscaba engañarse al respecto), así que lo vaporoso y poco definido de su relación no lo perturbaba: Ella era de él tanto como él era de ella en ciertos momentos del día, a ciertas horas, rodeados de cierta gente y… en ciertas situaciones. Podía vivir tranquilamente con aquello. Por eso al escucharla reír, tal vez con sinceridad por primera vez en la noche, él también se permitió bajar la guardia y le besó la mejilla, complacido de ver a la Angie verdadera que tan pocas veces se dejaba ver. Claro que él las conocía a ambas. A la actriz deslumbrante y rompe corazones que se convertía en Cyrille arriba del escenario, y a esa otra más sencilla, no menos deslumbrante pero sí más humana. Y deseaba con fervor a ambas mujeres, de eso no había duda, y no se trataba sencillamente de un anhelo carnal, sino más bien en el sentido en el que los coleccionistas alcanzan esa cúspide emocional cada vez que consiguen completar un muy extraño juego de platos o páginas de estampillas. —¿Te refieres a esta noche casi día? —observó desviando la mirada al frente por unos segundos— En realidad LeCounce no se cansa nunca de recordarme cuánto trabajo tengo por delante, y creo que en cuanto a jefes, entiendes perfectamente de qué hablo —Enarcó una ceja y le dirigió una mirada cómplice. Ambos eran, explicándolo a grandes rasgos, los encargados de desarmar a los contrincantes y dejar el paso libre para todos los que venían detrás. Tal vez esa similitud de papeles era otra de las cosas que encontraba emocionantes en aquella condenada mujer, era como caminar a la par de una versión femenina de la que cualquier Narciso estaría orgulloso. Muerto de envidia más bien—, pero hoy me rebelé y decidí ir a dormir temprano… Cosa que al parecer no voy a conseguir con Angie Dubois como compañía. Pero si ella me lo permite —Le tocó la punta de la nariz como a una niña pequeña—, la invitaré a un café que no tendré que pagar antes de que los dos terminemos envueltos, ¿envueltos en qué? —Ensanchó una sonrisa a la obvia alusión a sus visitas fortuitas nocturnas.
2015 —A decir verdad mi inexistente nona se debe estar revolcando en la tumba (no preguntaremos con quién) porque al parecer les mentí ya que me cagaron el menú italiano y me cambiaron al chef por un nacionalista de derecha en exceso francés —Sonreía mientras pasaba las hojas observando con cautela los nuevos platos ofrecidos. Se detuvo en la carta de vinos antes de que Katia pudiera incriminarle a Frank su obvio desvío de tema y los miró— ¿Alguien que no tome vino entre los presentes además de moi? Igual pretendo emborracharlos y divertirme a costa suya así que no preguntaré más —Cerró con decisión la carta y la dejó a un costado mientras pedía a la simpática jovencita tres platos calientes, nada de entradas, un vino tinto y una latita de agua tónica. Se volvió a los otros dos y cruzó los dedos justo antes de permitirse bostezar y clavar en Delatore una mirada expectante e inquisidora. —Tranquila, Katia. Estoy aquí para secundar cada cosa que digas con evidentes asentimientos de cabeza —bromeó—. Cuando quieras empezar Frank a explicarnos por ejemplo en qué anda Blanc y cómo tú estás enterado al respecto, brindaremos a tu salud.
Lo dejó comer mientras ella hacía lo suyo propio en completo silencio, sin notar ningún atisbo de molestia interior más que esa evidente pausa en el diálogo. Si Moncef estaba recriminándose algo en ese momento, por más que los dos ojos azules de Rachel se clavaran disimuladamente en su expresión intentando adivinarlo, nada salía a flote más que esa modesta muestra de retirada y un breve touché a favor. No por nada era reportero, evidentemente, y uno de los mejores sino el mejor. Y aquello llevó a Rachel a preguntarse lo más obvio, que tal vez se había preguntado siempre desde aquella vez que supo que trataba con personas reconocidas en el ámbito mediático, quisiera o no reconocerlo. —¿Qué te llevó a trabajar en Etiqueta Negra? —preguntó frunciendo el ceño con evidente interés, casi sin darse cuenta que lo formulaba en voz alta. No había pasado por alto la propuesta, pero no se adentraría en eso aún, menos ahora que había dado otro paso al frente. Ahora tenía que bailar— Quiero decir, tu reputación te precede, Moncef. Podrías haber trabajado en cualquier lugar y sin embargo estás en una revista de modas. La más prestigiosa hoy de Francia, sí, pero de todas formas es… No sé, ¿un ámbito un tanto cliché? Y en cuanto a lo otro… —Dejó los cubiertos en el plato vacío con delicadeza y negó con la cabeza— No quiero nada. No es por sobornos que te estoy contando todo esto. Me había hecho una idea en la cabeza que no era la correcta y me ayudaste a verlo. Blanc no corre necesariamente peligro, esa llamada puede ser de cualquiera, eso es lo que distorsioné. Quería saber qué debía hacer antes… de meter la pata —Sonrió y frunció la nariz.
((Al fin pude poner algo respetable xP Les dejo posts en todos lados 8'D porque tal vez tenga complicada esta semana x3 Responderé el finde a más tardar~))
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Post by ev7e on Jun 20, 2013 21:35:53 GMT -3
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Tal vez porque no le había dado quitado la vista de encima desde que la anunciaran como la nueva estrella de Molino, Matt no pasó desapercibida la cantidad de dinero que su compañera le dejó a Méderic. Aunque no fuese una cantidad alarmante, era muy poco común que todos los clientes juntaran una propina como esa en una noche. Menos aun cuando ella se encargara de uno solo en particular. Tal vez, solo tal vez…Annette hacía bien tomando ciertas medidas. El drag queen terminó la copa que el barman le ofrecía de un solo trago. Despidió a Teva con un gesto de mano y se vio sentado sin más que los últimos tres acompañantes de la noche. -Será difícil- dijo Marie de pronto, interrumpiendo la calma que Annette parecía encontrar. -¿Qué cosa?-preguntó Matt mientras limpiaba los vasos y copas regados sobre la barra roja. Si bien la mesera había podido librarse del trabajo debido a su nuevo ascenso laboral, él aun tenía que quedarse a limpiar el desastre de vidrios rotos que habían ocasionado las mujeres de Molino Rojo. -Oh, ya sabes. Con Teva como bailarina, Cyrille como mesera, LeCounce acechando el cabaret y con sus hombres informando desde cada esquina- continuó la bailarina. -¿H-hombres informando?-Solo ahí Annette prestó atención-¿Cómo sabes eso? La rubia dejo ver un suave rubor en las mejillas disimulado apenas por las luces amarillentas del local. -Sylver me lo comentó alguna vez-contó- dijo que probablemente estén vigilando todos los negocios de la Roca, ya sabes… así es como saben quienes entran y salen de sus lugares, así puede asegurarse de que no estás tratando con otras personas que no sean él. Tras un par de minutos de silencio, Annette se sacudió las ideas de la cabeza y se levantó de la barra. -Ya es hora de que ustedes tambien se vayan a descansar- sentenció- Méderic, Matt, pueden terminar de limpiar sus cosas mañana...hoy ha sido una día realmente agotador para todos.
-No me vendría mal- confirmó Angie juntándose un poco más al hombre, muy consciente de que el único lugar donde no sentía frio era en la mejilla que él le acababa de besar- Solo he tomado lo que Méderic preparó..- oh, oh...el plan de Lala volvió a fallar- me sorprende no haber sido yo la que terminara en el suelo- comentó mirándolo de reojo- Confiesa, ¿Se vio tan mal como Annette lo pintó?...A ella no le gustó mucho el cambio de presentación. Para ese momento, envalentonada por la cercanía de la conversación, la bailarina había deslizado los dedos congelados desde el brazo de Charlie hasta entrelazarlos con los suyos. Siempre le había gustado caminar de su mano, aunque aquello solo pasara en las pocas ocasiones que pasaban el tiempo a solas y mientras no estuvieran ocupados en otras cosas.
2015
Se tomó su tiempo en alisar la servilleta de tela sobre la mesa y pasear la mirada divertida entre sus dos inquisidores. -Lo que se de Benjamin Blanc- comenzó luego de un suspiro- Como habrán podido notar, hoy tuvimos unos peculiares visitantes en Etiqueta Negra. Pero hasta donde yo se, los de seguridad muy raras veces entran y se pasean por el interior de la oficina ¿No es eso de gran alivio para nosotros? Después de todo, yo vendo droga y tú traficas los órganos que Katia les roba a las modelos- bromeó- Y este visitante, no era un simplón uniformado de seguridad que Blanc mantiene bien atrincherados en la puerta. Era un oficial, sí, de esos que capturan asaltantes de bancos y nos cuidan del crimen de la ciudad bla bla bla... - les dedicó una nueva mirada llena de intención antes de continuar, acentuando la incredulidad en su voz- ¿De verdad no tienen idea de lo que esta tramando Blanc?
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Post by Milly on Jun 23, 2013 3:04:36 GMT -3
1890
Médéric observó conmocionado el dinero antes de resolverse a tomarlo, pero no tardó en dar sentido a la repentina generosidad de la mesera cuando recordó la discusión sostenida por Teva durante el transcurso de la noche. Se recordó que tendría que charlar seriamente con ella el día siguiente, en algún momento. —De todas las personas que necesitan descansar, tú eres la primera, Annette —repuso con un tono de cargada preocupación, acomodando los últimos utensilios de su barra en el lugar correspondiente antes de sacar de alguno de sus compartimentos secretos su abrigo—. Si hoy fue un día agotador... ya podemos hacernos una idea de cómo será el de mañana —suspiró, solo para prorrumpir con una afable carcajada un segundo después—. Pero hay que seguir adelante, ¿no? La vida no tendría ningún sentido sin un par de altibajos. Salió de la barra y regaló unas palmaditas amistosas en la espalda del drag queen. —Solo tienen que mirarme a mí —continuó divertido a medida retrocedía a la salida—. Quebrado, abandonado, sin ninguna promesa de bienaventuranza para el futuro... y aquí estoy. La selección natural solo permite la supervivencia de los más fuertes. Y si el día de mañana seguimos en pie, entonces podemos estar seguros de que sobreviviremos. Con una elegante y pronunciada reverencia se despidió de las últimas tres personas presentes en el gran salón. Giró sobre sí mismo, la frente bien en alto, y atravesó la puerta.
2015
Lo último que había esperado como respuesta a su petición era una nueva pregunta, lo que quedó muy claro en la repentina incertidumbre que centelleó en sus ojos. Cabía la posibilidad de que Rachel realizara su consulta por simple curiosidad, pero a esas alturas era prácticamente imposible suponer que aquel movimiento ocultaba alguna intención desconocida. Pero así como estaba seguro de la astucia que la mujer poseía, entendía que para comprobar sus sospechas debía acceder a seguir las pautas que ella trazaba. —Me gustan los desafíos —explicó con soltura—. Y trabajar en una revista de modas es por lejos lo más se diferencia del ámbito que hasta ahora acostumbraba a realizar. Eso sin mencionar que por más cliché que resulta, es innegable que la moda tiene cierto... atractivo —sonrió de manera confidente, entrelazando sus manos sobre la mesa—. Basta rememorar la jornada de hoy para comprobarlo. El mundo de la moda es... oscuro. Repleto de personajes perversos y de situaciones de controversia. No es como si no fuera a encontrar escenas de tensión en otras áreas. Pero en este escenario las mentiras, las trampas y las ilusiones alcanzan un nivel exorbitante. Las pasarelas y el glamour cualquiera puede cubrirlo. Pero desnudar las verdades que hay detrás de cada rostro plastificado que esta industria produce... eso, Rachel, solo pueden conseguirlo unos pocos. La mirada de Périer de pronto se tornó entusiasta. Nadie que pudiera contemplarlo en aquel momento podría decir que no realizara su trabajo con una pasión profunda, más sincera de lo que tal vez él jamás lo sería. —Por eso —insistió sin prestar demasiada atención a la joven que llegaba a retirar los platos de entrada para remplazarlos por los de fondo—, que me hayas contado todo esto es mejor que cualquier regalo de navidad: asuntos como estos son el motivo por el que escogí Etiqueta Negra. Aunque, claro —rió de improviso, observando a la secretaria—. Tú has estado divirtiéndote de lo lindo jugando a los detectives. ¿Cuánto tiempo llevas hurgando en los movimientos de Blanc?
Los dedos de Katia repiqueteaban sobre la mesa con impaciencia mientras sus ojos seguían cada movimiento que Delatore efectuaba con su servilleta. Y para cuando este realizó su pregunta final tras las primeras y escuetas explicaciones, la faceta dulce y delicada de la maquillista comenzaba a fragmentarse. Intercambió una mirada fugaz con el fotógrafo a ver si él conseguía seguir las pistas de su anfitrión mejor que ella. Optó por dejar escapar un suspiro. Uno peligroso. —Si tuviera la más mínima idea de lo que Blanc está tramando, Frank querido —masculló, olvidándose del gesto impaciente de su mano para tomar los cubiertos—, ahora estaría en el comedor de Etiqueta Negra con la silenciosa compañía de Casals, valorando si el menú para hoy es o no comestible. Claro que vi a nuestros peculiares visitantes, pero hasta ahí llega mi conocimiento. Tal vez, si fueras un poco más claro... —su sugerencia parecía más bien una amenaza.
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Post by bachi on Jul 12, 2013 22:12:33 GMT -3
1890 La sencilla y aparentemente casual aparición de Favre en medio de la conversación no fue del agrado total de Charlie, quien no solo evitó hacer comentarios al respecto, si no que también prefirió no tomar cartas en el asunto de momento. El par de rumorsillos y bromitas graciosas que un par de compañeros le habían gastado no había hecho si no aumentar su desagrado a aquel sujeto que, al parecer inofensivo, en realidad había estado coqueteando con la pelirroja. Pero Durand sabía que esos, los inofensivos, solían ser los peores, ¿no intentaba jugar en el mismo papel él acaso? Así que con una risa apagada, que dejó ver el chiste interno, tapó el gesto de hurgar en los bolsillos con la mano libre por los cigarrillos que no tenía. Lo consoló solo el hecho de saber que esos dos que habían molestado, se lo pensarían dos veces antes de abrir la boca de nuevo. —De hecho no —respondió el hombre con una sonrisa tranquila y somnolienta en los labios—. Fue todo histeriqueadas de Chevalier, Angie. Ese "tipo" pretende profesionalismo vistiendo zapatos de tacón y perdiendo cola de plumas por todo Molino, ¿qué esperabas? —Escupió a un costado—. No sé cómo ustedes se lo toman en serio. No sé ni siquiera cómo mi jefe lo escucha. Pero no, volviendo al tema. A Pierre no le desagradó. Todo lo contrario. Para él los que saben salir bien parados de apuros como aquel, son artistas que valen la pena. Sin ir más lejos se está viendo con tu amiguita Lala —La miró de reojo, esperando divertido la reacción a la noticia. No comentaría su pequeña misión con Teva de momento, tal vez... Era un tema delicado—. Si no sale contigo es solo porque sabe que eres chica de alguien más.
2015 La comida, por suerte para Frankie, les llegó rápido. —Ahí tienes, Katia querida. Un poco de comida enteramente digestible para clavarle las garras antes que a la yugular de nuestro buen anfitrión —Con una sonrisita filosa, frenó a la camarera que les estaba por servir el vino y se encargó él personalmente de servirles a los dos compañeros. Una vez dejado el tinto a un costado, él saboreó su agua tónica con paciencia antes de atacar el risotto. Logan se aclaró la garganta un par de veces y asintió satisfecho. —De hecho está claro. Clarísimo. El vino tiene una esencia misteriosa con un poco de tinte aromático a jazmines. Se huele desde acá. En cuanto al risotto, bueno, ese tal vez viene un poquito cargado, fortachón dirían. La carne de pollo fue salteada con sal gruesa y frita a fuego lento con miel antes de mezclarse con el arroz. La bebida viene de calidad, el plato de base delicioso, lástima que el aparente plato principal se está haciendo esperar —El fotógrafo miró a Frank y enarcó las cejas—. Si Blanc es el tinto, su amigo oficial es el risotto, Delatore, y puedo asegurarte que conozco muchos tintos pero ninguno nunca a fondo. Y en cuanto al risotto, esta es la primera vez que lo pruebo en restorán. Y si no fui muy claro, cosa que seguro sucedió, repetiré: Sé que Blanc trama algo, no sé qué. No sé en qué carajo entra la policía en todo esto, pero nunca fui muy fan de sus servicios. Sé que no tiene que ver con las modelos, o por lo menos no parece, ahora... Si Mia está o no metida en el asunto, eso ya se me escapa, porque fue evidente que hoy se quedó después de juego y por como la veo venir, voy a salir perdiendo indirectamente yo. Eso sí sé de Blanc.
La respuesta fue por completo satisfactoria. Rachel se lo vio en la cara cuando hablaba al respecto, era como ver a través de los ojos del reportero su propio punto de vista del trabajo que hacía, y todo lo materialista, lo posiblemente falso que podría haber imaginado al mundo de la moda, se borró momentáneamente para abrir un nuevo concepto en el que las historias eran tan reales y accesibles como en cualquier otro rubro del periodismo. De hecho, y por qué no, podían ser incluso mucho más retorcidas. Ya tenía por completo su atención y no pudo menos que corresponder con una sonrisa el comentario de los detectives. —No mucho, aunque no lo creas —respondió de entrada y se escudó tras la copa de vino—. Me tomé breves descansos en la semana para estudiar el caso tranquila en casa, y tampoco fue que le di muchas vueltas (aunque seguramente estés creyendo lo contrario, Périer) —Rachel rió por lo bajo—. Hará un mes que el jefe me mencionó muy por arriba el tema del sótano, pero recién empezó a dejarme recados serios una semana atrás. Tampoco con mucha urgencia. Estaba informada, por ejemplo, de la cita que hoy tendría con cierto oficial y cierta reportera, pero no se me ocurrió relacionarlo hasta hoy, dado que usó ciertas palabras, miró de cierta forma que me dio a entender que debía quedar puertas adentro ese encuentro —Se encogió de hombros y miró hacia la ventana—. Obviamente no pasó. Toda la revista los vio llegar y los chismes vuelan. En cuanto a tu regalo de Navidad —La chica fijó los ojos celestes y le sonrió. ¿Se divertía a costa suya o lo estaba invitando también a jugar? Nunca lo diría específicamente—, me temo que falta mucho para diciembre y no suelo regalar cosas que no compré yo o que le pertenecen a otras personas.
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Post by ev7e on Jul 19, 2013 19:34:15 GMT -3
[[Extrañamente…me siento perdida. Así que tentare la suerte y espero no mezclar personajes como mezclé los idiomas en mi examen c: ]]
1890
El silencio del local se vio interrumpido por la llegada del médico con un maletín oscuro en la mano derecha y un papel, aparentemente la cuenta, en la izquierda. -Yo me encargo de Daglia- se ofreció Matt. -Obviamente- rio Marie por lo bajo caminando en su dirección- voy contigo. Tengo que cambiarme. -Lo que pasa es que no quieres quedarte sola con Balthasar- señaló el mesero una vez estuvieron abriéndose paso entre las pesadas cortinas rojas hacia la puerta escondida a los camerinos- Podrías sacarle provecho a tu situación. Marie se detuvo en seco y observó sorprendida a su compañero. -De todas las personas en Molino Rojo eres el último del que esperaba oír algo así. - Lo siento, pero me paso toda la noche escuchando las conversaciones de mi hermana y sus amigas… ¿Qué esperabas? -Un poco de personalidad, para variar- la bailarina retomó el pasó y cuando pasó junto a Matt, este notó que no había atisbo de molestia- Ven, yo iré a cambiarme y tú anda en busca de tu princesa.
Parpadeó con expresión sorprendida y una leve sonrisa curvándose en los labios, aunque interiormente se reprendió por sentir un poco de celos. No era como si LeCounce le pareciera atractivo, pero fue como un pequeño aguijonazo en su orgullo. No la habían preferido a ella. -¿Lala? El pez. La sonrisa burlona de su compañera se le apareció de la misma forma en que hacía la verdadera Julie cuando quería restarle importancia a sus dramas sentimentales. La sonrisa se ensanchó. Lo que a Charlie la parecería pura incredulidad y diversión, para Cyrille era satisfacción de saber que su escurridiza amiga había logrado meterse en los pantalones del jefe. O mejor, en sus filas. -Pues ha sido una interesante noche…- dijo muy consciente de la indirecta de su acompañante pero prefiriendo hacerse la desentendida- llena de pequeñas revelaciones y con muchos giros inesperados, para mi gusto- hizo un gesto.
-Es mucho- dijo sosteniendo el papel en las manos- En verdad… ¿No hay alguna otra forma…? -Siempre dices lo mismo y ya te he dejado pasar varias deudas, Annette. -Y te las he pagado, algunas veces hasta con intereses…¿Cuántas son? -Son tres vencidas más una. Tienes una semana para cancelar las primeras, te puedo esperar hasta fin de mes por la última. -Son quince días… -Molino hace dinero rápido, podrás llegar al monto total muy pronto. -Pero hay otros gastos… no solo atención médica… El hombre tomó su maleta y dejó la copa vacía sobre la media luna roja antes de marcharse. -Entonces deberías buscar a un empleado que sepa acomodar huesos de bailarinas torpes.
2015
-Mis estimados Bonnie y Clyde- empezó Frank luego de haberle dado un sorbo al vino tinto- cada día me sorprenden más. Y aunque estoy seguro de que Katia debe tener los mejores chismes que corren entre las modelos, pensaba que al menos habría prestado más atención a cierta cabecita roja…después de todo, no dudo que haya sido la primera en enterarse de las novedades de Blanc-le dedicó una sonrisa casi invisible antes de volverse a Logan y señalarlo con el tenedor acompañando el gesto con una muy bien fingida decepción- Y siendo tú el de las ideas retorcidas, te creía capaz de hacerte con una larga y entretenida explicación que aclarara el misterio del oficial. Nuestro flamante Benjamin Blanc el caso de Molino Rojo para sí mismo.- Se llevó el primer bocado del almuerzo a la boca- Esto esta el primer bocado del almuerzo a la boca- Esto esta delicioso.
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Post by Milly on Jul 22, 2013 2:06:58 GMT -3
((*Le regala un mapa a Eve* ¡¡Feliz no cumpleaños!! =D))
2015
La pequeña mano de Katia se cerró con agarre feroz en torno a la copa de vino que Delastair acababa de servir. Y bebió. Cuando depositó el delicado cristal sobre la mesa, ya su faz se anunciaba abiertamente sombría. El misticismo de Frank había sobrepasado su paciencia luego que, en lugar de mostrarse más colaborador tras la confusa intervención de Logan, prefiriera dilatar la intriga a costa suya. —Puedes estar seguro que en este momento comienza a despertar la Bonnie que hay en mí, Frank —suspiró. El tono de decepción era gélido y evidente cuando atacó su plato—. Empiezo a elucubrar planes, ¿sabes? En caso que tengas la intención de continuar jugando a las adivinanzas durante todo el almuerzo. Pero descuida, de momento ninguna de mis ideas considera armas, al menos no de forma literal. Probó el risotto obligándose a no realizar ningún gesto que diera la razón al reportero respecto a la calidad de la comida. La sonrisa posterior transparentaba su impaciencia. —Solo quisiera aclarar, antes de volver al tema, que mi trabajo es sagrado. Y que un grupo de maniquís sean la piedra angular del mismo no significa que me interese lo que pueda existir más allá de sus caras —llevó una vez más la copa a sus labios a modo de interludio—. Ahora, caballeros, armemos el rompecabezas. Porque en este momento no veo de qué forma las piezas de Benjamin Blanc y un cabaret olvidado en el tiempo puedan pertenecer al mismo puzzle. Porque... es de ese Molino Rojo que hablamos, ¿no?
Recién ahora que Rachel lo mencionaba se acordaba de la misteriosa pareja que Blanc había estado esperando durante la breve entrevista de tres minutos. Visualizarlos en su mente fue todo lo que hizo falta para rememorar la atmósfera conspiratoria que ya entonces había percibido en el despacho del director pero que en ese momento prefirió ignorar en favor de sus propios intereses. Tenía cierta gracia pensar en la trascendencia que semejante acontecimiento podía llegar a comprender transcurridas un par de horas, frente a un escenario distinto. Si lo que la secretaria insinuaba era cierto -pensaba el reportero-, si en realidad la visita y su infructuosa confidencialidad tenían algo que ver con los planes de su jefe, solo significaba que la carrera oficial apenas iniciaba... así que Moncef aún estaba a tiempo de entrar en el juego... extraoficialmente. —Desde luego. Falta mucho para diciembre —Respondió a la sonrisa ofrecida enarcando las cejas, desafiante. Périer tenía un estilo de juego que no contemplaba la insistencia. De modo que no estaba dispuesto a continuar por mucho más tiempo siguiendo el ritmo de Lavalley para adivinar su postura y disposiciones. Su propio orgullo solo le permitía ceder hasta cierto punto antes de probar otras estrategias—. Pero mi cumpleaños está cerca. Y tengo la mala costumbre de preparar mis propios regalos, superándome todos los años. Aunque no volvió a sonreír, sus ojos brillaron alegres cuando al fin apartó la mirada de Rachel para vaciar su plato de fondo.
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Post by bachi on Jul 22, 2013 16:26:59 GMT -3
((Hoy también es mi no-cumpleaños, OH CIELOS! 8DDD *trae torta y bizcochos*))
1890 Y dicho gesto no pasó desapercibido. Dentro de la cabeza de Charlie hubo una pizca, un pequeño huequito donde se alojó la molestia y la preocupación: ¿A qué se refería exactamente? Cruzando los dedos en un rincón oscuro de su mente para que aquello de lo que se hablaba no tuviera nada que ver con él o su trabajo, caminó más lentamente. Tanteando el terreno, la miró de reojo y enarcó las cejas, sorprendido. —"Giros inesperados, pequeñas revelaciones" —Rió por lo bajo con incredulidad— Angie, cualquiera diría que estás metida en alguna novela policial. Y esas no son las de tu estilo... Hagamos algo —Frenó y se puso delante de ella—, tomamos ese café prometido aquí a la vuelta mientras disimulo que escucho todas las cosas que me cuentas, y luego te dejo en tu casa. ¿Qué dices? —Estaba lo suficientemente cerca para contemplarla desde arriba, ensanchando esa sonrisa encantadora que solo podía surgir frente a las de su género, mientras una mano escurridiza buscaba la barbilla de la bailarina. Charlie acarició su mejilla con el pulgar y bajó la voz, creando esa aura de privacidad en la que ambos podían sumirse, olvidando por completo que estaban en medio de una acera abandonada, en un barrio francés de poca monta. —¿Tienes que ir muy temprano hoy a Molino? Sabes, solo necesitaría que me lo pidieras y hoy mismo intercedería por ti ante LeCounce… Si el pesado de Balthasar te hace trabajar demasiado, tiene remedio.
2015 Logan había dirigido su mirada directo a Katia luego de que Frankie hubiera abierto la boca, y su sonrisa no dejaba de crecer de un momento a otro. Era evidente en el rostro de su nueva amiga que las cosas no pintaban como ella había esperado que fueran, de hecho, tampoco estaban funcionando para él, que había esperado una sarta de explicaciones rápidas y concisas. Pero era evidente que así no jugaba Delatore, y si su insinuación antes de subir a la camioneta había sido verdadera, el fotógrafo sabía cómo tenían que tratar con él. Tras haberlos contemplado con las manos entrelazadas sobre la mesa, Logan se echó hacia atrás con pereza y descansó el cuerpo en el respaldo de la silla con pesadez. E inmediatamente clavó su par de ojos en el reportero. —A ver, Frank, si comprendí bien: Mia está tan metida en esto como el mismo Blanc, al parecer. La verdad que no entiendo en dónde, en todo este trajín, podría entrar un seso seco de alguna modelo, pero confiaremos en tus palabras —Se volvió a Katia, tan solo con los ojos, para buscar su respaldo antes de continuar—. No creas que porque trabajamos con pasarelistas nos llegan datos interesantes a los oídos, de hecho de lo único que escucho continuamente hablar es de con quién o qué se acostaron esa noche, qué dejaron de comer y los vestidos de la competencia… Ahora bien, volviendo al tema del oficial —Volvió a inclinarse hacia delante. Sonreía—, eso ya es algo más interesante si tiene que ver con Molino Rojo. No soy de leer muchas revistas, pero de vez en cuando le hecho ojo a los diarios… Y se dicen cosas. Claro que saber esas cosas tiene un costo. Todo tiene un costo. ¿Qué costo tienes tú, Frankie? O más bien, porque hablamos entre amigos podemos usar otro tipo de término, ¿cierto? Pues bien, ¿qué pequeño “favorcito” quieres a cambio de la información y esta, ya de por sí, encantadora velada?
Rachel lo contempló divertida. Con ese interés especial con el que se contemplan las cosas curiosas y viejas en los museos, con la fascinación profesional del entendido en el tema y el profesor de universidad que escucha a un alumno hacer, no la pregunta exacta, si no una completamente diferente e inesperada. —Me parece bien —asintió al final la chica satisfecha, estirando la mano para tomar la puntita del pan y limpiar el plato—. Se podría decir que tienes una ventaja, pero que por otro lado quieres jugar limpio —Se encogió de hombros y enarcó las cejas—. Me parece bien —repitió y lo miró de nuevo. Había vuelto a la seriedad con la que había comenzado aquel almuerzo—. Ahora que sabes lo que sabes, tengo que preguntar. Es decir… Debo preguntarlo, entiendes? Es por lo que estamos aquí en primer lugar. ¿Qué piensas al respecto? Y lo más importante: La llamada, ¿se lo digo a Blanc? ¿O no vale la pena en realidad?
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Post by ev7e on Jul 25, 2013 21:24:18 GMT -3
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-Te diré algo- Angie levantó un poco la cabeza para que sus ojos se encontraran, muy consiente de tener la punta de la nariz helada al igual que ambas manos- Dejemos el café y tu interesante propuesta para más tarde, cuando tenga algo más que el ridículo traje del cabaret- le guiñó un ojo- Preferiría que me acompañes a casa ahora y sacarle otro tipo de provecho al tiempo. Sabía que esa era la última oportunidad antes de poner en prueba el plan de Méderic y Lala, la última oportunidad de cambiar el final de ese horrrible día y, en el peor de los casos, la última vez que Charlie la vería como la voz de Molino Rojo en lugar de una simple mesera. -A menos que tengas mejores planes.
2015
-No digo de que esa este metida en todo esto, solo que pudo ser la primera en enterarse del plan de Blanc. Charla post-sexo le dicen- torció un poco la sonrisa- Aunque tu propuesta es realmente tentadora, me sentiría un estafador. El misterio de Etiqueta Negra ex Molino Rojo tal como lo mencionó Katia, es más simple de lo que pueden imaginar. Blanc quiere investigar el pasado del cabaret a cualquier precio, quiere sacar la exclusiva de su propio local. ¿Por qué sino creen que hizo remodelar todo antes de que naciera la revista? Ahora es su propiedad, no se cuanto habrá invertido para hacerlo...pero es suyo y él puede hacer lo que le dé en gana. Si quiere incendiarlo, bien. Si quiere venderlo, bien. Si quiere remover el pasado y sacar nombres tan comprometidos en la ruina del antiguo cabaret para que sean investigados por la ley, bien.
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Post by Milly on Jul 27, 2013 3:20:08 GMT -3
2015
La intensidad de sus ojos pardos tropezó por un breve instante con la mirada oscura del fotógrafo. No hizo falta asentimiento de ningún tipo para comprender que Alessandri y Delastair se mantenían sintonizados. Con su silencio secundaba cada palabra que Logan articulaba, bien consciente del beneficioso control con el que este demostraba manejar la situación. En algún momento Frank iba a tener que ceder a la insistencia que recibía por partida doble. Y cuando al fin lo hizo, la menuda maquillista se permitió el amago de una sonrisa. Las explicaciones de su anfitrión daban por hecho muchas cosas, como por ejemplo, que ella estaba al corriente de la estrecha relación histórica entre Molino Rojo y Etiqueta Negra. Tampoco hacían falta muchos antecedentes; tenía que reconocerle a Delatore su asombroso talento para esclarecer el panorama con un bien selecto conjunto de palabras. Mecía despacio el contenido de su copa, acoplándose a la cadencia con la que comenzaban a decodificarse las ideas en su pensamiento. Una vez comprendió el papel de Molino Rojo en toda esa historia era lógico suponer qué era lo que Benjamin se proponía. Pero el por qué era harina de otro costal al que no conseguía dar sentido hasta que... Ah, nombres comprometidos. —Aunque Mia estuviera involucrada —torció el gesto en una mueca de disgusto. No sabía si le dolía más tener que invocar ese condenado nombre o considerar la posibilidad discutida—. ¿En verdad importa? Quiero decir —al encogerse de hombros soltó una risa suave, inocente solo en apariencia—, no nos dice nada además de asegurar que Blanc es mucho menos astuto de lo que yo pensaba. En realidad hay un asunto que me inquieta mucho, muchísimo más —De golpe Katia aparentaba haber recuperado el humor por un momento extraviado. Ya no hubo duda de ello para cuando recargó su codo sobre la mesa, delicada, estudiando al reportero para no perderse una sola de sus reacciones. Acomodó los marcos de sus lentes y luego recargó la barbilla en su puño cerrado—. Supongamos que este milagroso y esperado derroche de información es fiable. En realidad no veo motivo para que no lo sea. ¿De qué modo debemos interpretar Logan y yo que todo este conocimiento llegase a tus manos?
Masticó, saboreó y tragó su último bocado sin ninguna prisa. —La llamada —repitió tranquilo como acordándose del tema repentinamente, casi hablando para sí mismo—. Me parece que el destino ya estableció su veredicto al respecto —de la secretaria, sus ojos viajaron sugestivos hasta el teléfono celular que todavía reposaba en la superficie de la mesa. Se permitió una sonrisa diplomática, esas que se esbozan adrede para advertir que existe algo tras el gesto, algo que se mantendrá oculto quizás para siempre—. Y si estás obligada a preguntar, te diré que mi opinión coincide. No es necesario alertar a Blanc sobre un peligro que no es real; solo conseguirías que volverlo paranoico y, si aún no he sido lo suficientemente obvio, además me perjudicarás directamente —la mirada que para entonces devolvía a Rachel era muy distinta a las dedicadas hasta ahora. En ella no había rastros de complicidad, ni simpatías de ningún tipo; era el tipo de mirada imparcial con la que el moderador establece las reglas de un juego. Sus reglas. Ella había preguntado qué era lo que pensaba—. Blanc no pensará en precauciones mientras suponga que sus intenciones se mantienen secretas y pienso sacar partido de ello, para obtener información que de otro modo él ocultaría con recelo. No creas que planeo robarme la primicia de tu jefe, Rachel, solo quiero algo de crédito por ella. Y para eso necesito trabajar por mi cuenta... al menos por un tiempo, para reunir información adicional a la que Benjamin pueda recolectar con sus contactos, ¿entiendes? Acomodó los cubiertos sobre su plato vacío, la concentración todavía presente en sus expresiones. La relación que Moncef llevaba con Lavalley no podía denominarse amistosa, después de todo, cada vez que se encontraban él malgastaba su tiempo atosigándola en halagos que ella no deseaba. Pero se sentía en deuda por haber acudido a él para la solución de sus inquietudes. —Desde luego no voy a pedirte que guardes silencio respecto a la llamada si no es lo que deseas, la última decisión sigue siendo tuya. Puede que al final a Blanc no le haga ninguna gracia que me meta en sus asuntos, ¿quién nos asegura que él mismo no tenga algo que ver con el extraño final de Molino Rojo? No pienso obligarte a convertirte en mi cómplice.
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Post by bachi on Jul 28, 2013 1:42:44 GMT -3
1890 Para qué mentir. El hecho de que Angie continuara con el traje del cabaret todavía puesto no había pasado completamente por alto para Charlie, y que ella sacara el tema a relucir consiguió sacarle una sonrisa maliciosa, divertida. —¿Mejores planes? —Le dio un besito fugaz, haciéndose el niño bueno porque en alguna parte de la velada tenía que hacerlo y todavía no le había llegado el turno. Prestarle el abrigo no contaba. Más que por buen chico, eso había sido para evitar cualquier tipo de mirada impertinente sobre la curvilínea figura de la mujer que no fueran sus propios ojos—. En realidad creo que cambiaste todos los planes que tenía para mejor, y eso que yo había creído que mi plan era bueno. Chica lista —le susurró justo antes de detener su boca en la base de la barbilla con un beso lento, cuidadosamente medido. La parte en la que se comportaba como un caballero había durado menos que su intento de dejar los cigarrillos. O tal vez no. Lo que en ese momento cruzaba cada dos por tres la mente de Laurent de una manera furiosa e irritante, era la cara de Pierre y la de Teva, turnándose consecutivamente entre sí como si pretendieran arruinarle la noche. ¿Desde cuándo la responsabilidad respecto a su trabajo (porque la consciencia no era, eso seguro) se le aparecía para joderlo? Tal vez esa sería la última oportunidad en la que tendría el pase libre y fácil a la cama, a esa boca de la bailarina antes de que tuviera que volverse loco en un juego de dos puntas imposibles en el que de un lado tenía a la excéntrica y complicada mesera, y en la otra la posible venganza fatal de la bailarina con pocos pelos en la lengua. El tirón sería agotador y Charlie ya se la veía venir: Lo único que terminaría por mantenerlo firme sería la posibilidad de darle un buen tiro en la frente a algún idiota desgraciado.
2015 “Sacar nombres tan comprometidos en la ruina del antiguo cabaret para que sean investigados por la ley…” De todo lo dicho por Frank, eso fue lo que quedó resonando dentro de la cabeza de Logan como una especie de tortura china repetitiva. El fotógrafo rápidamente cerró la boca y escuchó a Katia hablar, pero no podía dejar de pensar en otra cosa… Es decir, vamos, “involucrado” él podía estar en el sentido y con toda la influencia que puede tener un insecto en una sopa, siendo una mancha molesta, pero si aquello lo metía en el medio indirectamente (Su vista se quedó clavada y perdida en los platos de los compañeros mientras reflexionaba en silencio, con un ápice de su bien conocida locura asomando entre los párpados), si esos nombres eran tan importantes como sospechaba (¿Porque cuándo entre los nombres involucrados en grandes escándalos no aparecía gente importante? ¿Cuándo, lugares como Molino Rojo, no dejaban de ser el centro principal de esa clase de parodias?), algo le decía que empezarían a mover el suelo para todo el mundo y a joderle la vida también a él, que muy bien no andaba con sus deudas personales para variar. —Ya te lo dije Katia —Había llegado justo a tiempo para escuchar la pregunta—, Frank Delatore aquí presente vende droga y exporta camarones blancos —Tomó un trago tranquilo de la gaseosa—. Hablando en serio, cosa que vale resaltar porque no siempre lo hago, la dama aquí presente ha dado en un clavo justo. ¿Qué mierda tenemos que pensar ahora? ¿“Frank es un espía inglés”? ¿“Vendió su culo y su alma al diablo por información”? Y en cuanto a Blanc… —Estiró las piernas por debajo de la mesa y se desparramó en la silla, antes de soltar una carcajada que haría eco en todo el lugar y negó con la cabeza— ¡Qué viejo hijo de puta! Sabía que era un tipo inteligente, no sabía que le gustaran tanto los retos o meter su cabeza directo en la olla, pero bueno… Tiene todo mi silencioso apoyo moral. Por mí, que todos esos nombres salgan a relucir. De crímenes como quemar cabarets famosos y ocultar cadáveres en el olvido, todavía puedo declararme inocente… No sé ustedes dos —Los contempló con una repentina frialdad analítica, que se transformó en una sonrisa desgraciada y pendenciera en un abrir y cerrar de ojos.
En cuanto a Rachel, ella ya había terminado su plato y su copa de vino. El veredicto de Moncef lo analizó en silencio y en frío sin dejar de clavarle la vista, sentada delicadamente y bien derecha en el respaldo de la silla, las manos cruzadas sobre su regazo y el cabello recién acomodado sobre el hombro izquierdo. Así pudo contemplarlo bien como si en realidad toda aquella charla no hubiera tenido un objetivo diferente y ella fuera una espectadora más que una participante. Al fin lo vio tal cual era, tal cual acababa de mostrarse. Pudo ponerse desde un punto objetivo y neutral, mirarlo y decir que era un hombre atractivo, de gran elocuencia. Esa clase de sujetos que irradian naturalidad y sorpresas al mismo tiempo, que destilan éxito y aspiran ambición. De esa estirpe que también hasta cierto punto se vuelve peligrosa. No en el sentido de violencia, de miedo y locura, pero sí en esa red que parecen conocer tan bien, llamada manipulación. ¿Y ella qué sentía al respecto exactamente? ¿Se sentía contrariada porque parecía haber perdido una partida que ni siquiera sabía que habían empezado y que tal vez ni siquiera había perdido porque solo eran falsas intuiciones suyas? Analizó el hecho de que quizás no quisiera admitir que el reportero tenía esa particular capacidad de ponerla en guardia, de tener que exprimirse para dar una rápida respuesta, pero no le pareció suficiente. Una carcajada a sus espaldas (una muy reconocible) se elevó sobre el murmullo general del restaurante. —Serías un muy buen abogado —dijo finalmente con una extraña mirada significativa en sus ojos, dejando la sensación de que en realidad había mucho más por decir. Dejaría el comentario a su criterio. Simplemente lo dejaría allí, flotando entre los dos mientras buscaba su billetera para que, por lo menos, Moncef la dejara aportar en la propina. Si hablaría con Blanc o no, supo que no le convenía comunicarlo.
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Post by ev7e on Aug 1, 2013 20:36:08 GMT -3
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No le pasó por alto la pequeña distracción, aunque esta solo durara un segundo. Pero Angie no preguntó. No quería excusas, ya las conocía todas. Con una rápida sonrisa complacida llevó el índice izquierdo hacia el mentón de Charlie y suavemente le hizo levantar el rostro hacia ella antes de darle un beso muy breve en los labios, una invitación. Nuevamente buscó su boca, esta vez profundizando el encuentro de sus labios, provocando e insinuando. Su sola cercanía le producía un sinfín de descargas eléctricas que se repartían por cada una de sus vertebras hasta estallar a la altura de su vientre y convertirse en una nube de calor que estremecía cada uno de sus ahora sensibles poros. Cuando se separó de él, intercambiaron miradas en un lenguaje que solo ellos podían entender. No había necesidad de explicaciones, ambos sabían lo que sucedería luego. -Vamos.
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2015
-De dónde saque es información, ya es otro asunto- respondió Frank revolviendo su plato con el tenedor- Pero como ustedes ya lo dijeron, es válida. Blanc me dio el honor de confirmarla y, si ustedes hubiesen esperando una hora más, él mismo les explicaría todo (al menos con eso me echó de su despacho) en la reunión que habra despues de almuerzo. Se llevó un bocado a la boca y los observó por unos breves momentos. Misión cumplida.
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Post by Milly on Aug 16, 2013 16:14:47 GMT -3
2015
La imprevista carcajada que atravesó el espacio consiguió destruir la concentración de Moncef con un éxito que parecía calculado. Los ojos que hacía solo un segundo se fijaban con insistencia en Lavalley ahora se empeñaban en buscar el origen de aquel sonido que no oía por vez primera aquel día. Solo la observación de su acompañante -unido al fracaso de su búsqueda fugaz- conseguiría arrastrarlo de vuelta al asunto que los reunía. Al fin la sonrisa volvió a reclamar espacio en su rostro y de algún modo aquel gesto surtió un efecto anestésico sobre la extraña atmósfera de la conversación recién concluida. Se había ocultado tras su máscara una vez más, ¿o es que en realidad acababa de quitársela? —Mis padres te darían la razón —Estiró el brazo antes que Rachel tuviera ocasión de extraer un solo euro de su billetera, transparentándose en su mirada el deseo de disuadirla de su clara intención. Y es que luego de aquel último comentario enigmático responsable de haberlo arrastrado a una incómoda zona de incertidumbre, lo mínimo que la secretaria podía hacer era permitir a Moncef insistir hasta el final con la caballerosidad arraigada a su actitud. Pidió la cuenta, y cada maniobra que consumaba la transacción loa realizaba con un automatismo evidente. No lo dejaba entrever, pero su cabeza persistía en el intento de digerir la actitud de su acompañante y buscar una pequeña señal que lo ayudase a comprender qué demonios era lo que decidiría hacer, pero era inútil. Si él sería un buen abogado, ella definitivamente sería una asombrosa diplomática. Ayudó a la mujer a levantarse, y solo al iniciar su camino en dirección a la salida divisó aquello que había llamado su atención. Replanteó su trayectoria, tomando a la secretaria de la cintura para llevarla con él.
El repentino deseo de fruncir el ceño de forma permanente la tomó por asalto, pero Katia consiguió frenar su impulso a tiempo. —Así que tenemos una reunión —pestañeó intentando no parecer sorprendida. Frank se mostraba demasiado enterado de cada movimiento de Etiqueta Negra para su gusto, pero había quedado claro que apelar a su confianza con desconfianza directa no llevaría a nadie a ninguna parte, al menos mientras Logan siguiera tomándose el asunto como un juego. O fingiera hacerlo. Era momento de modificar su estrategia. Nadie supo en qué momento la maquillista había atacado su plato, pero cuando volvió a reclinar su espalda contra el respaldo del asiento, los cubiertos reposaban sobre la loza ya vacía y otra vez alternaba la mirada de Logan a Frank. —Definitivamente, Frank, hacerte el interesante no es lo tuyo. Con esa declaración acabas de aniquilar tu momento de fama, lo que en realidad no me molesta para nada —observó al aludido como quien haría con un cachorrito. Y rió—. Pero aunque ya no nos resultes útil, agradezco de corazón el gesto de invitarnos a comer. El casino no está tan mal, pero no tolero demasiado las rutinas. —Sí. Hoy nos lo dejaste bastante claro. A Mia sobre todo. Alessandri volvió el rostro, no pudiendo ocultar su irritación al ver que Périer y Lavalley se habían aproximado a la mesa. Odiaba las intromisiones cuando no era ella quien las protagonizaba. Pero Moncef contraatacó la tosquedad de su gesto con actitud galante y mansa. —¿Y bien? —enarcó las cejas divertido—. Esta vez no pueden negar que los pillé con las manos en la masa. No me interesa saber qué están planeando, me basta con confirmar mis sospechas de que están metidos en algo.
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Post by bachi on Aug 17, 2013 1:53:35 GMT -3
2015 No supo cómo, pero de nuevo Moncef se le había adelantado para pagar la cuenta. O, a decir verdad, ella volvía a dejarlo adelantarse. Con un suspiro y una sonrisa resignada, cerró el monedero y lo devolvió al oscuro hueco vacío de su cartera al que pertenecía. Por lo menos dejaría algo de propina. Sin embargo, le acababan de dejar un comentario recién salidito del horno, servido en bandeja, que no podía evitar comentar, por más que había luchado por morderse la lengua, debatiéndose internamente por liberar o no a la fiera. —Me pregunto cuántas otras mujeres habrán estado de acuerdo con tus padres —Rachel sonrió de costado y se rió por lo bajo. Al final le había ganado la jugada su pequeño pero omnipresente lado sarcástico, era inevitable. De todas formas sabía, o más bien habría asegurado, que el reportero no lo tomaría a mal. ¿Cuántas otras chicas más le habrían hecho exactamente la misma pregunta? Una más... una menos... No podía herirle el orgullo. Al contrario, creyó, tal vez restara un poco de la tensión anterior. Una vez se puso de pie y colgó el morral sobre su hombro, Rachel encaminó directo y sin titubear hacia la puerta de salida. Era claramente consciente de las otras "personalidades" que justo habían ido a comer allí también, y ante todo prefería evitar el contacto visual, la falsa condescendencia y las conversaciones forzadas. Hasta ese momento no se le había cruzado por la cabeza qué llegaría a pensarse de ella si la viesen así, almorzando con Périer. Había estado demasiado amargada y preocupada por la amenaza telefónica, queriendo huir de esa aplastante responsabilidad como haber planteado la situación. Ahora era distinto. Ahora cada una de sus neuronas estaba enfocada en escapar, en... —¿Qué...? Una mano en su cintura, media vueltita invisible, y estaba caminando justo y directo hacia la boca del lobo. De Cerbero más bien. Ahí Rachel contaba tres cabezas.
Bueno, había hecho bien en no darse cuenta que Alessandri quería ir directo al grano, porque aparentemente la maquillista ya había perdido las ganas de jugar al detective. Fenomenal, porque él era un desastre para ser directo, y además quería perder tiempo y pedir un postre. Sin embargo no tuvo tiempo de emitir comentario alguno. Logan, que hasta ese momento había estado dando la espalda a la mesa donde los dos compañeros de trabajo "trabajaban", se volteó lenta y satisfactoriamente en cuanto vio el cambio brusco de expresión en Katia, en cuanto una voz a sus espaldas confirmaba la intromisión. El fotógrafo se puso de costado y apoyó los codos sobre la cabecera del asiento. —Hablando de "pillar", de "manos" y de "masas" —Se aclaró la garganta—... Qué selección poco agraciada de palabras para describir la situación, Périer, cuando después de todo eres el menos indicado si hablamos de "atrapados en el acto" —Acostumbrado a tener los lentes, Logan bajó la cabeza para mirarlo por sobre unos cristales invisibles. Su mirada fue y volvió de la secretaria al reportero en una fracción de segundo—. Ah, claro que igual por lo general sabes cubrir bien bien tus huellas. Las modelos cuchichean bastante al respecto. Entre risitas tontas, todas. Con una cara de irritación evidente, Rachel tansó la mandíbula y procuró clavarle los ojos en la nuca. Si tenía suerte, el fotógrafo se derretiría. Si no, tendría que conformarse con matar a Moncef por haberla arrastrado a eso. De reojo le increpó, le recriminó su accionar. ¿Qué buscaba? —Y no hacía falta que indagues ni confirmes nada —continuó Logan, desvalorizando la idea con una mano y una extraña sonrisa amable—. Más que tramar, nos estamos enterando de cosas sobre Etiqueta. Cosas por cierto muy interesantes de las que seguro tú, tal y como Frankie aquí presente, siendo ambos periodistas; debes estar al tanto. Justo él nos estaba poniendo al día! Qué casualidad hermosa... Si ninguno de los dos reporteros se había cruzado antes por algún mismo objetivo, ese era un buen momento creyó el fotógrafo, para que ambos empezaron a hacer cálculos. En lo posible, con un poco de sangre de por medio, así era más entretenido.
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Post by ev7e on Aug 23, 2013 20:44:52 GMT -3
1890
-Entonces ¿Todo arreglado? -Si, Balthasar. Los estaré esperando. -Gracias, Jeremías. Balthasar Chevalier salió de la última puerta al final de la calle y caminó tranquilamente hacia su propio negocio, haciendo sonar la suela de sus zapatos con un suave eco en aquellas tranquilas horas de la mañana. A diferencia de la noche anterior, la calle donde se encontraba Molino Rojo estaba en su totalidad desierta, no siendo horas de trabajo todos los salones de diversión se hallaban cerrados y por tanto las ocasionales personas que aparecían por ahí eran bien los dueños o bien los trabajadores en su ruta diaria. Cuando llegó a las puertas del cabaret, se sorprendió de encontrar a unos pocos meseros limpiando los destrozos de aquella madrugada. -Buen día, señor- saludó Matt quien encabezaba a los empleados de turno. -Buen día- respondió Balthasar- Llegaron temprano- no era una pregunta, aunque el joven asintió con la cabeza. -No podíamos dejar todo el trabajo para la tarde, además usted tiene la reunión con LeCounce- agregó bajando la voz para que no alcanzaran a oírle- Marie prometió llegar después de medio día para encargarse de Teva. -¿Ella aun no está aquí? -No, señor. Solo llamé a unos pocos meseros y ya que usted dijo… -Sí, Matt, sé lo que dije. Bien, pues vayan y terminen con lo que puedan. Jeremías está esperando y tenemos apenas un par de horas antes de que LeCounce esté aquí. Cuando el Dubois mayor se reunió con el pequeño grupo y empezó a repartir las tareas, Balthasar tomó el camino oculto entre las cortinas, pasó los vestidores de las bailarinas, su propio despacho y desapareció tras la tercera puerta al final de las escaleras.
Cuando el dolor de cabeza comenzó, ella supo que estaba despierta. Aun con los ojos cerrados y cubierta por las sábanas, Angie giró sobre la cama y aspiró suavemente el perfume de la almohada que ahora abrazaba. Era consciente de que no estaba sola en su habitación, de que estaba desnuda y que era muy probable que tuviera los ojos hinchados por las pocas horas de sueño y el maquillaje corrido. Pero todo eso no era el motivo de su frustración. Lentamente y a pesar de todo, abrió los ojos y se desperezó estirando los brazos y piernas antes de sentarse sobre el colchón y mirar al hombre con quien había pasado la noche. -¿Es que ya te tienes que ir?- le preguntó casi en un susurro pues no era capaz de nada más a esas horas de la mañana- Pensé que él no te molestaría hasta más tarde…
2015
Al igual que sus compañeros, Frank paseó la mirada de uno a otro deteniéndose unos segundos de más en Lavalley con la burla dibujada en los labios. Después de todo, la fama de Perier era bien conocida en Etiqueta Negra. Sin embargo, ante el último comentario del fotógrafo, la mente de Delatore se disparó a mil por segundo. Aunque no cambió el gesto relajado y mantuvo la mirada divertida, empezó a preguntarse si el comportamiento misterioso de Moncef no era porque también había averiguado lo que Blanc tenía entre manos. Él lo sabía porque había estado husmeando entre sus archivos tanto personales como de oficina, pero no creía que el reportero tuviese los mismos métodos y motivos que los suyos. Definitivamente, Moncef no era de su equipo. -Me sorprendería mucho si ambos ambicionáramos lo mismo- empezó, sin alejarse mucho de la verdad- en estos años que trabajamos juntos, nunca hemos tenido los mismos intereses.
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