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Post by Milly on Aug 13, 2012 20:43:31 GMT -3
—Discúlpame Sanna —el lanzallamas se disculpó avergonzado y respetuoso, ocultando sus brazos como lo hiciera un criminal descubierto con las manos en la masa. Jamás cuestionaba los criterios de la cocinera—. No pude resistirme. Bastaría que las discusiones surgieran desde diversos focos a lo largo de la mesa para que Derian y su tendencia al silencio fuesen exiliados al olvido, al menos hasta que Thomas intentase retomar el tema con que hubiera anunciado su llegada. Haciendo honor a su nueva fase de mutismo natural, consideró la suposición realizada por Rufus sin despegar los labios. Pero la incertidumbre comenzaba a impacientarlo.
Un par de metros insignificantes ya la separaban de la cocina y su irresistible aroma, cuando se sintió perseguida... y recordó a Santiago con la urgencia que un niño utilizaría para reparar en la ausencia de su juguete preferido. Aunque el término de juguete calzaba mejor con ella. Se detuvo para comprobar quién iba a su encuentro y retrocedió al verificar que se trataba de su amigo, sosteniéndolo del brazo y arrastrándolo por enésima vez en el día. —¡No seas haragán, Santiago, vamos, vamos! —lo apresuró con una sonrisita que ya dejaba entrever un casi imperceptible agotamiento ocasionado por el calor, la actividad, las noticias... y el hambre—. ¡Mi estómago ruge más que los leones de Thomy cuando están molestos! La exclamación precedió la posterior entrada de los payasos. —¡Hola familia! —saludó en general con los brazos abiertos a la búsqueda de algún puesto desocupado—. ¡Sanna, Lumiere! Desde los puestos se huele cuánto se han lucido hoy. ¿Celebramos lo de los nuevos? Y por increíble que pareciera, no había realizado el comentario con afán de chismosa. Pero le era demasiado fácil mencionar lo primero que se le pasara por la cabeza. Por eso nadie la consideraba a la hora de confesar un secreto importante.
A Uzeil se le hacía cada vez más sencillo interpretar cada una de las expresiones que Lobelha le dedicaba. Pero en respuesta a la mirada de riesgo presenciada le fue imposible reprimir una carcajada divertida. —¿Y con qué derecho iba a decidir yo si eres o no buena? —alegó, jugando con su servilleta. Meneó la cabeza de lado a lado para negar por si mismo la descabellada idea—. Pero debo asegurarme que no me dejes solo en el último momento, por no saber qué presentar. Aunque... —observó a la muchacha con mayor escrutinio que antes, lo suficientemente concentrado como para incomodar a la chica. Algo hizo clic en su cabeza cuando llegó a la conclusión de su "estudio"—. No. Tú no harías eso. Quieres entrar.
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Harry
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Post by Harry on Aug 14, 2012 0:29:08 GMT -3
((Perdón que no pude postear antes, anduve con unos días..."Moviditos" n_nU Y a partir de mañana, que empiezo con la facu, la mayoría de mis días van a empezar a ser así, so...Me disculpo de antemano si cuelgo un poco, pero sepan que no me retiré ni nada xP))
La rapidez con la que pasaban las cosas en ese lugar siempre le había resultado algo increíble. En espacio de...¿Diez segundos, más o menos?. Si, no podía ser mucho más que eso. En ese lapso había oído a Matilda contenta (con toda la sorpresa que ya conllevaba eso), había recibido una palmada que casi lo disloca, lo habían abrazado y le habían sacado la lapicera de la mano. El pelirrojo se quedó quieto unos segundos, procesando todo. Había dos motivos por los cuales Matilda podía estar contenta en ese momento: A) Hauffmann había sido imbuído por el espíritu de la Madre Teresa, o de la Navidad, o algo similar, y había decidido donar toda su fortuna (O una buena parte) al circo. B) Los postulantes se habían decidido a aparecer. Y considerando las posibilidades de que se de cada una de las opciones... -Bien.- Dijo Alejandro sonriente, acercándose a Matilda luego de despedirse del puestero.-Te tomo la palabra. El champagne corre por tu cuenta. Hizo una pausa y guardó la lista en el bolsillo. -Diría que vayamos yendo a la cocina.-Señaló con la cabeza a los dos payasos yéndose.-Conociendo a esos dos, el resto no va a tardar mucho en saber la noticia. Hay que hacerla "oficial" lo antes posible.-Concluyó. No había olvidado las palabras de Lumiere. Sabía que los postulantes significarían problemas en su momento. Pero no convenía sacar eso a relucir ahora. Era preferible relajarse un poco.
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Post by bachi on Aug 14, 2012 1:53:48 GMT -3
((Como ya dije, pedazo de Jarra, >:3 no tenés que preocuparte. Estamos avisados~ aparte creo que dentro de poco todos vamos a estar más o menos en la misma xD Tu Alejandro estará presente en nuestros posts hasta que puedas venir y dejar una miguita de vez en cuando xD ... Por cierto, esto: "Hauffmann había sido imbuído por el espíritu de la Madre Teresa, o de la Navidad, o algo similar" xDDDDDDDD))
Pero Thomas negó con la cabeza casi solemne. —Nein, nein, nein —le respondió al viejo Rufus, divertido con la idea de hablarle en alemán (lo poco, casi nulo que sabía). Al final se rió y se encogió de hombros, mirando de reojo a Sanna para ver si podía robarse algo de algún lugar. Moría de hambre—. En realidad no tengo idea. Tal vez sí, tal vez no. A decir verdad Matilda estaba tan radiante y feliz que daba saltos de alegría, eso es lo que vi. Tal vez Hauffmann se perdió en medio del viaje o... No había escuchado la advertencia de Nuria, por eso la llegada precipitada y casi salvaje de Hilaria lo sobresaltó tanto que se le resbaló de entre las manos el nuevo pedazo de pan que había conseguido sin que Sanna lo notara. Santiago a duras penas intentó hacerla callar. —Hil... No sé si todavía tenían que saber de "eso" —la regañó por lo bajo, comprobando con miradas esquivas a ver si alguno la había escuchado... Cosa bastante tonta por comprobar, dado que los dos habían entrado un poco más y hasta con luces y confetti en la cocina. Pero Thomas ató cabos sueltos en menos de un segundo y dio un brinco desde la mesada al suelo. —¡Así que miren nada más! Tenemos familia nueva en Circus Maxium... Por eso era que la directora andaba tan festiva —se rió. Disimuladamente pateó el pedacito de pan debajo de la mesa.
Lobelha no llegó a incomodarse, pero sí enarcó las cejas. Incluso miró por sobre su hombro para comprobar si Uzeil estaba concentrado en alguien más. —¿Tengo algo en la cara? ¿Queso? —preguntó señalándose con el índice. Cuando escuchó al fin las cavilaciones de su extraño compañero, se rió más relajada— ¿"Debo asegurarme"? ¿Qué? ¿Si me niego a último momento me atarás, me esposarás, oficial? —Lo miró y volvió a reír— Eres un caso curioso, Uzeil... ¿Uzeil cuánto? —preguntó por el apellido— No es solo que quiero entrar, si no que también tengo algo que se llama "honor" y además, pffff, ¡no sería capaz de dejarte plantado ahí solo! Yo no traiciono a mis socios —Le guiñó un ojo y tras beberse lo que quedaba de Coca-Cola, se bajó del asiento y lo esperó—. Si estás listo, vamos. Te quitaré las dudas y los "derechos" sobre decidir si manejo o no bien. ¿Eres propenso a marearte en las montañas rusas, Uzeil? Te recomiendo hablar ahora o callar para siempre. De todas formas, si dices que sí, te perderás el viajecito de tu vida —Le sonrió.
El arrebato de euforia había pasado. El calor volvía a agobiarla y poco a poco la realidad y la multitud arrastraban de nuevo a Matilda a su realidad no tan idílica. La mujer carraspeó la garganta mientras se acomodaba el cabello y con una esquiva inclinación de cabeza saludó de mala gana a la mujer (con títulos o sin ellos) del gordo algodonero (Porque se le decía así, ¿cierto? Bah...) y al aludido también, que los miraban divertidos desde su puesto; antes de volverse con una delicada vuelta que hizo ondear su cabellera rubia en el aire, casi con un suspiro de superioridad. Matilda encendió... No, se detuvo a mitad de camino y miró al cielo, frunciendo el ceño por el sol, como si nada. —Si... —arrastró las palabras, con desinterés, y devolvió el habano a su lugar— Hay que hacerlo oficial, ¿no? Muy bien Alejandro —Sin pedirle permiso, puesto que al ser ella no necesitaba pedirlo, le tomó el brazo y comenzó a andar. A medida se alejaban, dejó de echar miradas por sobre el hombro y empezó a relajarse. Más cerca estaban de las cocinas, más sonreía y reía triunfal. —El champagne lo invito yo, sí que sí. Puedes estar seguro ¡Tomarán hasta los leones! —Echó la cabeza hacia atrás para reír—. ¡Incluso me huele bien! Seguro que Sanna estuvo metiendo mano en las cocinas, la muy pilla... —Se mordió el labio, en una expresión casi infantil— Algo bien tenía que salirnos de todo esto, pelirrojo. Algo algo. Por lo menos con dos pichones Hauffmann no querrá cenarnos a la noche —Suspiró toda sonrisas y lo miró— ¿Estás tan relajado como yo, Sr. Pecas, o soy yo la única chiflada estrafalaria?
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Harry
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Post by Harry on Aug 14, 2012 2:35:56 GMT -3
Alejandro centró sus esfuerzos en no caerse. Cuando a la jefa se le daba por arrastrarlo de ese modo, no quedaba otra cosa por hacer. Siempre, por más frecuente que fuese la situación, el arrastrón repentino lo tomaba por sorpresa. -Hey, lo de "Señor Pecas" es nuevo.-Rió, pero su expresión se serenó un instante después-Y no sos la única alegre, por supuesto. Pero yo no me relajaría tanto todavía. Hauffmann todavía no vino y...-Se pausó unos segundos-Que nos haya salido una bien no quiere decir que nos vayan a salir todas igual. Hay que ser cautelosos. No iba a mencionar lo de Lumiere. No señor. Ya se había salvado por los pelos dos veces en el día de lo que surgía por mencionar al adivino frente a Matilda. No volvería a arriesgarse.
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Post by Milly on Aug 14, 2012 18:06:53 GMT -3
—Santiaaaago, ¡que aguafiestas! De todas formas iban a saberlo, ¿no? —corrió la silla dispuesta a su lado para acomodar al joven en ella con un tironcito a su manga. Estaba segura que un contundente plato de comida conseguiría borrarle ese carácter post-presentación que tan bien le conocía. Luego se volvió a Thomas, encantada de que hubiera recibido con interés la buena nueva—. ¡Se ha puesto tan contenta! —aplaudió con aire ensoñador—. Ya me costaba trabajo recordar cómo nos había regañado por la mañana... creo que se había levantado con el pie izquierdo, ¿verdad, Fin? ¡Pero bueno! ¿Qué pasa con la comida? ¡¡Mi estómago cobrará vida propia!! —un par de pucheros, y se tumbó sobre la mesa, fingiendo que al fin el hambre había aniquilado todas sus energías... pero hoy no cabía espacio para tanta suerte.
A Derian le estaba costando algo de trabajo dar crédito a todo cuanto oía. Cómo podía ser que en cosa de horas pudieran presenciar tan malas y buenas noticias? Y en eso fue cuando la divisó por la ventana, a Matilda, aproximándose tan radiante como Thomas la describiera hacía unos momentos, acompañada con un Alejandro que tampoco parecía tan contrariado como se mostrase en la mañana—. Aquí vienen los detalles —murmuró todavía estupefacto por el ánimo tranquilo que transmitía el andar de la directora.
—Se trata, simplemente, de que no quiero hacer esto solo —confesó al fin, sintiendo tan lejano ese momento en que había realizado la apuesta. Estaba dispuesto a seguir con la locura aquella, y aunque no lo comprendía del todo, sabía que no podía hacerlo sin la chica que lo había incitado a tomar la decisión. Era, por así decirlo, el amuleto que le permitía seguir adelante—. Uzeil Brambilla —pronunció con desinterés, bajando el perfil de su propio apellido—. Es eso justamente lo que tienes en la cara —ahora él rió, apuntando justo hacia la nariz de Lobelha—. Una honradez inconfundible. Así que no volveré a dudar de ti. Le dedicó una sonrisa cálida, poniéndose de pie y despidiéndose con un grito del vendedor oculto en algún lugar al interior de la ventanilla—. Tengo bastante estómago —afirmó, el pecho hinchado con un orgullo gracioso—. Puede que me arrepienta luego... pero la curiosidad es más fuerte. Y aunque no lo diría, solamente le quedaba dinero para un pasaje de bus: ida o vuelta.
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Post by ev7e on Aug 14, 2012 19:22:12 GMT -3
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Post by bachi on Aug 14, 2012 23:57:34 GMT -3
((Lo había olvidado xDDDDD ¿Por lo menos lo dijo bien, oh Eve de las traducciones? < )) Matilda asintió a cada una de las palabras dichas por el "jovencito". Su rostro seguía apacible pero más concentrado en el objetivo, en ese momento la cocina. —Lo sé —respondió con suficiencia. Al cabo de unos segundos sonrió por su tono de voz empleado y suspiró—. Ya sé, Alejandro, ya sé. Bajar la guardia es lo que menos tengo en mente, créeme. Nunca bajo la guardia. Pero un ratito, ¡un momentito! de relajación quiero tener. Entre los viajes de tren, entre vagones que se caen a pedazos, entre dinero para alimentar a estos monos —Se rió y señaló el motorhome desde el cual les llegaban las voces de las charlas—, entre vestuarios que sí, luces que no. Hauffmanns que sí, Hauffmanns que no... Sin mencionar la competencia, siempre ahí, siempre a la espera de que demos un paso en falso, como buitres —A medida hablaba se iba encendiendo su voz—... Entre esas taantas cosas, al fin quiero darme un par de horas de descanso, beber con mi familia y poder decir que por lo menos ahora, ahí, en ese momento, estuve tranquila. Se había olvidado la advertencia de Lumiere, o bien su inconsciente la había desterrado a un lugar lejano de su memoria. Por suerte para eso estaba Alejandro. Santiago no opuso resistencia y se sentó donde Hilaria lo ubicó. Estaban casi todos sentados menos Lumiere y Sanna, los dos cocineros a quienes le debían la vida, y Thomas, quien ya se había asomado a penas por la ventana para saludar a los que llegaban con la mano. —Pues... el chico que vimos no parecía un musculoso, Nuria, a no ser que me obligue a retractarme más tarde —comentó el payaso examinando cuidadosamente un tenedor—. Eran los dos bastante jóvenes. Si uno los ve, no pareciera que quisieran entrar a un circo, por más que la chica tuviese pelo azul. —¿Pelo azul? Bueno, eso no sería nuevo —rió Thomas por lo bajo, mientras se disponía a abrirles a los recién llegados. En el último segundo, se inclinó hacia atrás y habló de costado hacia Lumiere—. Apresúrate, amigo —murmuró entre dientes—. Yo los distraigo y tú te escondes —A penas hubo dicho esto, el domador de leones volvió adelante y abrió la puerta con fuerza. No llegó a salir de la cocina, pero extendió los brazos abarcando los alrededores, para saludar radiante a la directora y su asistente. —¡Matildaa! ¡Alejandroo! Pero qué —cerró los ojos y negó con la cabeza, haciendo énfasis—, pero qué buenas noticias vienen a traernos —Dio un apretón de manos enérgico al pelirrojo y con una elegante inclinación, le besó el dorso de la mano a la mujer. Matilda lanzó una carcajada. —Diles ahí adentro que abran un champagne. Todos toman. Sí, sí... Rita también, pero solo media copa. De las copas chicas, Thomas, no de las jarras de cerveza —advirtió esto último con una sonrisita, pero una clara advertencia en los ojos. Cuando le señaló la nariz, Lobelha puso los ojos bizcos y se miró, preguntándose si esa vez sí tenía queso en la cara. Hasta que el chico continuó hablando. —Muy bien Uzeil Brambilla —dijo entre risitas—, "gracias por elegir transportes Lobelha. Rapidez asegurada, salud emocional no tanto" —entonó como si hablara por micrófono, mientras esperaba a que se acercara—. Palabra de honor de socia: No te arrepentirás. Ahora sí, ven. Vamos a saludar a mi abuela —No lo esperó y le dio la espalda mientras la colita de pelo azul bamboleaba de un lado a otro al caminar— y recuperar mi moto. Y luego sí —Sonrió en una mezcla explosiva entre picardía, emoción y maldad—, vamos a audicionar para entrar en ese circo. Juntos —agregó y se volvió a él con el pulgar arriba.
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nitta
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Post by nitta on Aug 15, 2012 12:56:12 GMT -3
Cuando Matilda accedió al interior Lumiere advertido se refugió en lo más hondo de la cocina, de espaldas a ella preparando los platos a servir a la familia. Había oído la queja de Hilaria y sabía que todos andaban más o menos igual pero aun así, hasta que no entrara la directora allí no se repartía ningún plato. Una vez todos acomodados fue la misma Sanna quien repartió los mismos una vez incluso su marido estuvo sentado. Fin les miraba a todos y sonreía, feliz y alegre aunque su rostro se ensombreció cuando uno de los trapecistas fue a por ella. Se levantó y fue con él para hablar. -¿Ocurrió algo? -Es Jeremy. Estuvo practicando saltos y se torció el pie... Hemos regresado ahora del hospital... -¿Esguince? -Para quince días.-Aquella noticia cayó como un jarrón de agua fría encima de la experta trapecista. Jeremy era su compañero, aquel que le había enseñado a volar de aro en aro. Agachó la cabeza y miró el interior de la cocina, suspirando. -Entiendo. Iré ahora a verle. -Pero... tienes que comer, no? -Comete mi plato, no tengo hambre.-Y sin decir nada más, echó a correr a buscar Jeremy a su "casa". Accedió a la misma y le miró, arrodillándose frente a él. -Duke te lo ha contado, no? -parecía molesto. -Me iba a enterar de todas formas, idiota.-Quejó. -Tendrás que hacer pareja con Stone. Él también tiene fuerza.-Le sonrió. -Pues no tiene gracia, idiota. El número estaba ensayado para hacerlo contigo no... con él o Duke o cualquiera del resto. Eres junto a mi...-le estaba regañando, siempre terminaban igual. -Fin! Detente, por favor.- Él, como ella, había nacido en el circo de padre funambulista y madre trapecista. -¡¡NO!! ¡¡No me detendré!! -le gritó levantándose y sentándose frente a él-no me detendré porque tienes 35 años y eres todo un maldito inconsciente. ¿Qué crees que dirá Matilda, eh? Maldita sea, Jeremy.-Quejó.-Que este número iba a ser especial, joder. -Lo siento.-Agachó la cabeza para luego mirarla.-Eh...-se levantó apoyando solo el pie bueno en el suelo-por favor... Fin... no... Maldita sea, Fin. No llores.-Terminó por abrazarla.
Duke accedió al interior de la cocina abatido y miró al resto pero sobretodo a Matilda. ¿Estaba... feliz? Se sentó en el sitio de Fin y miró su comida, la que no tocó. -¿Ocurrió algo? -la voz de Lumier rompió el silencio de la cocina. -Jeremy se hizo un esguince. Tiene para 15 días y Fin le está regañando de buena manera. Es un estúpido.-Quejó mirando a nadie en particular.-Las acrobacias no son para él, son para Rita. Imbécil. -Más respeto, muchacho.-Saltó Sanna en defensa del trapecista.-¿Y el número?
((Y sí. La cabezita loca de Nit tramaba un esguince a última hora pero era de parte de Fin pero al final logré que fuera de un contacto xDDDD Se me cuidan del cabreo que agarrará Matilda. Muahahahahahaha XDDD *se esconde debajo de guijarros*))
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Post by Milly on Aug 15, 2012 17:34:30 GMT -3
Hilaria no tendría tiempo más que para devolver el guiño a Nuria y oír los siguientes comentarios antes que Matilda se anunciara. Estuvo a punto de comentar su plan de teñirse también el cabello, tal vez de color naranja, que deseaba que los dos aspirantes fueran payasos y quién sabía cuántos disparates más... pero la entrada de la directora había permitido la maravillosa llegada de su plato de comida a la mesa. Así que comenzó a llenarse la boca, olvidándose de todos los modales que alguna vez hubieron de enseñarle. Solamente se detuvo para oír lo que Duke informaba mientras ocupaba el puesto de Fin, de cuya retirada no había sido consciente. Tragó de golpe. —¿No habrá número? —preguntó después de Sanna, sin esperar a que el aludido contestara. Y como temía que la respuesta a esa nueva interrogante fuera positiva, comenzó a comer todavía con más prisa. Nadie podía asegurarle que Matilda no se molestara lo suficiente como para dejarlos a todos sin comida y mandarlos a trabajar en el modo con que rellenarían ese espacio muerto de tiempo. No sabía si los nuevos podían mantener el equilibrio de la balanza que era el humor de la mujer. Desde el otro lado de la mesa, Derian no sabía si preocuparse más por el ánimo con que Matilda recibiría la nueva mala noticia... o por la desesperación con que la payasa engullía el almuerzo. —Hil... —susurró con voz de súplica, tomando sus propios cubiertos—. Por favor, no te olvides de respirar —Podía estar seguro que un accidente más podría convertirse en la gota que rebasaba el vaso.
((*se esconde también*))
Comenzó a caminar detrás de la chica, apretando la marcha hasta alcanzarla, cada vez más animado. Ese 'Juntos' había logrado arrancar de su espalda algo del peso producido por el miedo fabricado en su cabeza. Temía, como siempre, encontrarse con el fracaso. Pero afrontar ese riesgo en compañía era otra cosa. Incluso se divertiría en el intento, supuso. El entusiasmo extraño de Lobelha era irresistiblemente contagioso. —¿Qué dirá tu abuela cuando sepa lo que tienes en mente?
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Harry
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Post by Harry on Aug 15, 2012 21:15:58 GMT -3
-Tenés razón.-Bufó Alejandro, intentando relajarse él mismo. Pero no podía. No podía sacarse de la cabeza que se les venía encima una situación dificil, ni dejar de pensar maneras para actuar ante aquella sombra germana. Se pasó la mano por el rojizo cabello, frustrado. -Está bien, por un rato, me encargo yo de preocuparme. Te cubro la espalda.-Sentenció mientras se acercaban cada vez más a la cocina.
Una vez dentro de la carpa, respondió al saludo de Thomas con un gesto de la cabeza. Iba a completar lo que Matilda acababa de decir, cuando llegó Duke con la noticia. "Genial, más problemas para la lista." pensó. Miró, como ya todos debían estar haciendo, a Matilda, esperando su reacción.
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Post by bachi on Aug 16, 2012 0:43:16 GMT -3
((Claro... No vale... YO NO PUEDO ESCONDERME D8))
Maldito circo. Lo único que iba a conseguir, con las cosas sucediendo tan precipitadamente deprisa, es que le agarrara ciclotimia. Paros cardíacos. Tics en el ojo. Autismo. Thomas todavía no se había retirado a buscar el champagne cuando Duke entró como pájaro de mal agüero a la cocina. A penas había alcanzado a darse media vuelta, a buscar con la vista una ruta por la cual pasar entre la gente... Pero las manos de Matilda, como garras de acero sobre sus hombros, lo detuvieron en el acto. Cualquiera que lo viera de frente, ya que les daba la espalda a Alejandro y la mujer, sabría que tenía miedo de morir. —Sí... —El silencio que se había establecido en la salita, descontando murmullos aislados, era tenso y pesado. Y por más que Matilda había comenzado a hablar, seguía ahí presente, como sombras— Trae la botella de champagne, Thomy, tráela. El hombro giró la cabeza y la miró de reojo. —Pero tráela para que se la parta en la cabeza a ese pedazo de idiota de Jeremy —gruñó entre dientes, casi haciéndolos rechinar—. TÚ —Apuntándole con el dedo índice como si fuera una navaja, señaló a Duke—, si comes una cucharadita, una sola, de ese plato, dormirás con los leones... Te vienes conmigo, voy a tener una seria charla con aquel idiota. Le esguinzaré el cuello. Alejandro —Le lanzó una mirada fugaz— te quedas y comes. Necesito tu cabeza despejada, vamos a tener que hacer un recuento de cuánto dura cada show. No podemos achicar el espectáculo. El resto también. Se quedan y comen, y no se mueven de aquí adentro hasta que yo haya vuelto. Y Hilaria —Solo en ese momento fue consciente de la velocidad a la que Hilaria estaba engullendo su plato. Santiago, con los pelos de punta, puso una mano rápida sobre la muñeca de la payasa y detuvo su último bocado—... no quiero tener a alguien más fuera del juego. No dejó en claro si por mano propia o porque la chica comiera tan rápido que podría atragantarse. Matilda se había retirado con un portazo medido, contenido, tal vez peor que si hubiera tirado la puerta abajo. Esperaba afuera a Duke para que la guiara a la zona de descanso donde estaría Jeremy seguramente. El por qué se lo llevaba a él no era claro... probablemente quisiera ahogarlos a los dos juntos si Fin no la detenía. Visiblemente incómodo, Thomas carraspeó para romper el silencio. —Y eh... Ejem —Se rascó la cabeza y miró a Sanna—. Sírveme un poco menos, Sannie. Perdí un poco de apetito.
La chica bufó no más empezaron a alejarse. —No tengo en mente que mi abuela se entere hasta que no esté adentro del circo. Si fallo, no habrá nada que contar. Y si entro —se encogió de hombros con una sonrisita—, ya será demasiado tarde para que me diga nada. Lo guió relativamente bien, desviándose de camino solo un poco, ya que no sabía con exactitud a qué altura de la ciudad los había dejado la pizzería de Uzeil. En menos de unos quince, o tal vez veinte minutos, estaban recorriendo una de las tantas callecitas estrechas de Roma, parando solo de vez en cuando para dejar pasar a una que otra moto apresurada. En ningún momento del trayecto dijo nada pero no parecía incómoda al respecto. Todo lo contrario, iba andando con una especie de concentración determinada en la mirada, y a juzgar por las sonrisas pasajeras, divagaba imaginando, tal vez, algún truco con la motocicleta. —Seguro que si te abandono aquí —bromeó de repente—, sabrás ubicar perfectamente cuál es mi casa. Y mientras se reía, señaló el único departamento pequeño en el que había una moto estacionada en el pórtico, como si la hubieran sacado a pasear unos minutos atrás. Lobelha se detuvo frente a una puerta azul (ella nunca habría reparado en su color parecido al cabello) y palmeó con cariño el asiento de cuero de una vieja motocicleta ducati. —Es vieja, pero hace maravillas. Ahora, espérame aquí —Subió tres peldaños de la escalerita y se detuvo—... a no ser que quieras pasar, tomar un vaso de agua o ir al baño, saludar a la abuela... Sin compromiso —se rió.
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nitta
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Post by nitta on Aug 16, 2012 5:11:11 GMT -3
(Bachi, lo que me reí con su contestación XDDDDDDD Me encantó xDDDDD *todavía se ríe*)
Y la tormenta se había desatado sorprendiendo al único hombre del lugar capaz de predecirla cual hombre del tiempo. Lumiere asistió mudo a todas las órdenes dadas por Matilda en cuestión de segundos mientras Duke se levantaba e iba junto a ella temiendo lo peor y pensando en que aquellos dos tenían que haber llegado a un "entente-cordiale" o abría problemas. Muchos problemas. En la cocina, una vez el huracan hubo pasado y arrasado, el silencio cortado por Thomas no ayudó a cambiar el aire de pesadumbre que se había quedado entre ellos. Sanna agarró el plato y obedeció en silencio trastocada mientras Treste la observaba en silencio y preocupado. Ella había tenido que salir del espectáculo en cuestión de segundos cuando había perdido pie de encima de un caballo a la carrera y se había roto la cadera lo que ocasionó infinidad de problemas al circo. Se fue a levantar pero la mujer ya se había sentado y él aprovechó para abrazarla y reconfortarla. -El chico estará bien-susurró.-Solo un esguince. -Eso si Ivanés no mata a los tres. -No va a morir nadie porque Ivanés les necesita.-Animó Lumiere desde su espacio vital. Sanna suspiró y miró a Hilaria con una sonrisa en sus labios, una sonrisa conciliadora, segura y enérgica. -Por supuesto que habrá número. Estoy segura que Fin es capaz de acoplarse a cualquiera. No te preocupes por ello.
Se separaron y ella le miró sonriente, todo el cabreo pasado mientras se agachaba a abrocharse las deportivas que calzaba. -Matilda querrá matarte.-Advirtió. -Que lo haga, estoy preparado. -Sigues siendo imbecil.-Quejó molesta y él la abrazó por la espalda arrodillado en el sofá.-Y no me hagas chantaje. -Lo siento.-Se separó y se sentó.-También es practicado con Duke, de hecho también te lanzas a él. -Es diferente. Con nadie tengo la seguridad que tengo contigo, Jeremy.-Le miró. -Eso es porque te quiero y no quiero que te pase nada malo. -Fue a abrazarla pero ella se separó. -Pueden vernos.-Y él puso los ojos en blanco. -A veces no te entiendo. -Yo tampoco.
Cuando terminó de comer lo recogió todo y subió de nuevo a su habitación, se cambió el traje por ropa sport y se tumbó encima de la cama con la intención de descansar. Estaba agotado, agobiado, cansado pero era necesario hacerlo. Necesitaba pasarse por el circo y saber que su dinero era bien administrado. Jamás dudó de Matilda -ni mucho menos- pero aun así, sabía que el circo exigía mucho gasto y que el veterinario para los leones no era barato pero aun así, ya que daba dinero prefería que fuera bien gastado.
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Post by Milly on Aug 16, 2012 13:50:40 GMT -3
La escena final acontecería tan rápida frente a sus ojos que a Derian no le quedaba más remedio que analizarla en retrospectiva, llevándolo a soltar otro suspiro de agotamiento cuando pudiera acomodar en el lugar adecuado de su cabeza cada pieza del suceso—. Hay que mirarle el lado bueno —musitó con su amargura habitual, más par sí mismo que para el resto de los callados presentes—: estuvimos mucho más cerca de continuar un día más tranquilo de lo que hubiera podido llegado a imaginar por la mañana —Luego masticó sin entusiasmo, resignado a nuevas hecatombes. Por eso era que jamás había concedido fiarse del destino. Los años habían sabido demostrarle la infinidad de artimañas con que el mismo actuaba para llevarlo a uno cada vez a situaciones de mayores desdichas. Hilaria ahora permanecía estática a fuerza de las órdenes impuestas por Matilda, tanto como por la acción precavida con que Santiago intentara frenar su urgencia, decidiendo si el ánimo de los demás no condenaría su deseo por acabar con el último bocado. Por eso las palabras de Sanna la ayudaron a recuperar el control sobre su desmesurada energía. Sonrió a la cocinera y se apresuró a abrazarla con el mismo entusiasmo de su marido—. ¿De qué nos preocupamos entonces? —tomó de su plato el último bocado y lo saboreó todo cuanto no hiciera con los anteriores—. ¡A tragar todos! Antes que Matilda cambie de opinión... o yo descubra que sigo con hambre —Paseó su mirada por cada plato con mirada de animalito desnutrido al acecho. Cuando llegó al de Fin, se acercó para cogerlo—. Toma Sanna, mejor que se lo guardes a tu hija. Va a necesitar comer mucho para que se luzca como nunca... y no queremos que ningún tramposo le robe su comida —Obviamente, se refería a ella misma.
Uzeil asintió con interés, cada vez más maravillado por la desinhibición con que Lobelha dejaba en evidencia la inherente y sutil rebeldía de su espíritu. Si las cosas salían bien, lo más seguro es que él debiera comenzar a regirse bajo el mismo patrón de comportamiento, idea que no le desagradaba. Caminaba junto a ella contemplando cada calle desde una perspectiva diferente, sintiéndose más parte del encanto de cada esquina que sometido a las obligaciones que a menudo le traían a la memoria. Quizás sería libre, y no podía dejar de alucinar en torno a esa esperanza. Cuando divisó la moto frente al pórtico recordó algún momento del pasado en que había transitado la misma calle, y sonrió sin motivo. —Es muy bonita —paseó su mano por los manubrios, con el cuidado que merece una reliquia. No sabía nada de motos, pero cualquier cosa que sirviera de símbolo para un acto de valentía, en ese momento le parecería incomparable. Negó con la cabeza al ver que Lobelha ascendía unos cuantos peldaños—. Aquí te espero. Es lo más correcto.
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Harry
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Post by Harry on Aug 16, 2012 22:55:27 GMT -3
Alejandro asintió calladamente a la orden que Matilda acababa de dar. ¿La cabeza despejada?. Imposible. Él ya estaba haciendo mentalmente el cálculo que le acababan de pedir, comenzando a ver como se podía reorganizar todo para cubrir el espacio que debía. "Quizá se de un milagro y uno de los nuevos sea un trapecista experto...Dejá de soñar, Alejandro" pensó y sonrió resignado, jugueteando con la comida en el plato. Oyó el comentario de Sanna. Quizá si, quizá Fin pudiese cubrir el lugar de Jeremy. Y, dadas las circunstancias, no es que quedasen muchas alternativas a eso. Era casi seguro que Fin tendría que arreglárselas para lograrlo. Comió un bocado y alzó la vista. Sonrió ante el comentario de Hilaria. -Y no creo que quiera perdérselo.-Agregó a lo que acababa de decir la chica mientras terminaba de tragar-Esto está genial. Comió un bocado más y continuó hablando. -Entonces...Bien, Matilda no llegó a decirlo, y ustedes ya deben saberlo-Comenzó a decir, en tono de anuncio.-pero el motivo de que haya champagne en la mesa es que viene gente nueva. Al fin alguien respondió al aviso.
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Post by ev7e on Aug 17, 2012 21:35:56 GMT -3
Rufus se pasó una mano por la cabeza y despeinó un poco el cabello verde. -Bueno...-empezó con voz grave y mirando de pasada a cada uno en la mesa, notando la cara de consternación que traian algunos- fuera de lo que acaba de ocurrir, me alegro que tengamos nuevos aspirantes. Y claro, espero que nuestro Jeremy se recupere pronto. Se podía imaginar el torbellino que se le vendria encima cuando Matilda diera con él, pobre de quien estuviese en aquel momento a su lado. Casi veia las cabezas rodando una tras otra. Nuria bajó la vista a su plato, revolvió un poco la comida como jugando con ella antes de llevarse un poco a la boca. Su cara lo reflejó todo: Delicioso. El anciano noto la reacción de la gitana y ahogó una risotada. -El show sigue- declaró el mago intentando cambiar las caras- Con un poquito de magia- guiñó uno de sus ojitos- lo haremos bien.
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Post by bachi on Aug 17, 2012 23:04:28 GMT -3
((Gurgurgur~<3<3<3 x333))
Ni una palabra en todo el trayecto. Eso fue lo que consiguió Duke en cuanto Matilda se puso en marcha, o bueno, los gruñidos por lo bajo no contaban. Tampoco las maldiciones ni las miradas hoscas. Matilda era una mujer muy bien entrada en sus cuarenta, una mujer de poca historia pero grandes proyecciones y cosas como estas, pequeños tornillitos sueltos, nudos inesperados... Eran cosas como estas las que lograban ponerle los pelos de punto como gata callejera con humor de perro. Pero por otro lado era una profesional. En los momentos críticos su humor era inestable e inflamable, pero su cerebro podía funcionar a las diez mil revoluciones sin un atisbo de fallo. Tal vez, incluso, era en esos momento de presión en los que mejor se enfrentaba a las dificultades, y en cierto sentido era consciente de ello. Consciente y al mismo tiempo consciente de que tenía ganas de estirar los pies, darse una ducha y tomarse una botella entera de champagne con bombones de chocolate. Pero el sentido de responsabilidad que sentía hacia los suyos, su familia, era más grande. Y, al fin y al cabo, quisiera reconocerlo o no, los adoraba a todos. —Voy a tomarme en serio eso de contratar al musculoso... Y ojalá sea masajista —refunfuñaba por lo bajo en el preciso momento en el que entró, sin presentación alguna, sin aviso de por medio, a la sala de descanso. Lo primero que vio fue a Fin con los ojos claramente brillantes, Jeremy algo perdido, y la mujer afiló la nariz y entrecerró los ojos. Ahí adentro le olía a Romeo, el gato encerrado. —Fin, de pie —Matilda fue extrañamente condescendiente con la mujer. Pero al volverse al hombre, sus ojos eran dos infiernos—. A tí, obviamente no te voy a pedir que te pares... Aunque pensándolo bien, no sería tan mala idea. Duke —chasqueó los dedos y señaló al herido—, te quiero al lado de ese idiota. Los dos. Ya. Me cuentan qué carajo pasó.
—Derian... ¿y eso qué lado bueno tiene? —se rió Thomas mientras iba por el segundo bocado del plato caliente. Comía de pie como casi siempre, ya que el resto del día vivía sentado o recostado, cuando no ensayaba o trabajaba. En ese momento se volvió a Alejandro y lo señaló con la cuchara— Entonces es cierto lo que nuestros payasos dinamita decían... —En realidad... yo no dije nada —susurró Santiago. Calladito y quietito, se había terminado su plato del almuerzo y parecía esperar, indirectamente, que alguien le ofreciera un poco más. Pero Thomas ignoró el comentario del muchacho y prosiguió. —Y dinos, Alejandro, con tus más sinceras apreciaciones, ¿qué te parecieron los dos aspirantes? ¿Algo prometedor? ¿Diamantes en bruto? —A medida hablaba, se llevaba un bocado a la boca y ensanchaba la sonrisa— ¿Algún otro domador de algo, jinete... algo? De verdad tengo ganas de que haya elefantes —suspiró como si alguien se lo hubiese preguntado. En ese momento, el payaso que había permanecido atento al diálogo (y a los platos que pasaban frente a su nariz), se volvió y buscó a Lumiere con la mirada. —¿Solo dos? —le preguntó al adivino, como esperando que alguna visión del futuro le cayera del cielo en ese preciso momento, frunciendo la nariz y el ceño. Si bien el comentario de Rufus era alentador (no sería la primera vez que la magia del abuelo de Circus Maxium les salvaba el pellejo), no dejaba de resultar inquietante la poca buena fortuna que Roma les estaba trayendo. Casi, casi estaba de acuerdo con el humor apagado y taciturno con el que el lanzallamas había intentado ser "optimista"
La chica se encogió de hombros y entró. A los segundos estaba saliendo de nuevo, asomándose más bien. Señalaba a Uzeil con el dedo índice y la mirada comprometedora. No dijo nada, no hacía falta. Estaba claro que su expresión suscitaba un "Más te vale que cuando salga, te encuentre aquí", aplacado con una sonrisita rápida y una nueva huida hacia el interior de la casa. Adentro se demoró lo suyo. Se escuchaba una charla mezcla italiana mezcla inglés y el vozarrón de una abuela con ningún pelo en la lengua. Lobelha salió de la casa sonriéndose, con dos cascos colgados en el brazo derecho y un bulto debajo del izquierdo. Saltó el último escalón y tras un suspiró, le tendió un casco negro a Uzeil. —¡Uf! Espero que ese te quede —le explicó mientras se desataba el cabello y se ponía el casco. Azul eléctrico, claro—. Era de mi tío, pero ahora tendrá mejor uso que cucha del gato gordo de la familia. La chica no había perdido el tiempo y ya estaba sentada sobre la motocicleta, arrancándola y acelerándola para probar. Se empujó con el pie para dar una vuelta y quedar junto a Uzeil, de modo que apuntaban directo al centro de la ciudad, con el objetivo en la mira. En ese momento fue que sacó el bulto que llevaba debajo del brazo y lo extendió. Era una chaqueta de cuero, bastante nueva considerando que Lobelha era la dueña, que no tardó en cubrirle la espalda mientras se subía el visor para mirar a Uzeil. —¿Está listo mi socio? No quiero oír ningún "no" de respuesta. En ese momento lo que menos podía imaginar la chica es que pronto serían objetivo de uno de los magnates en publicidad más importantes del mercado.
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Post by Pankeh on Aug 18, 2012 1:17:52 GMT -3
(Dios santo, supuestamente iba a volver este lunes, se me fueron como 5 días más @_@ Mi computadora se había roto, y no recordaba el link del foro como para entrar desde la otra. Perdón ;___; Mañana leo lo que pusieron y posteo, ahora me tengo que ir a dormir Q_Q )
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Post by bachi on Aug 18, 2012 2:11:48 GMT -3
((Don't worry, Pankeh 8DD Cuando leas te vas a dar cuenta que no abandonamos a Rita por ahí. Está, indirectamente pero está xDD Enganchate sin problema cuando puedas que tu niña tiene algunas cosas que acotar~<3))
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nitta
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Post by nitta on Aug 18, 2012 10:49:37 GMT -3
Fin, nerviosa se puso en pie y aunque Jeremy se fue a levantar finalmente se quedó a medias entre levantado y sentado en el sofá mientras veía como Duke iba a su lado. La tormenta había llegado, ahora rodarían cabezas. -Era una idea de Fin -empezó- una forma de subir arriba de los trapecios tras hacer una serie de saltos y bueno, he de reconocer que la idea me entusiasmó porque siempre los trapecistas empiezan desde arriba, ¿por qué no empezar desde abajo? y -se rascó la cabeza, pensativo- hoy de madrugada fui con los acróbatas para empaparme de lo que hacían y ver si podía implementarse no en este número sino en los sucesivos y bueno... en uno de los saltos doblé el pie al caer.-Contestó.-La culpa fue solo mia, Ivanés. De nadie más. Duke levantó la mirada que había mantenido en el suelo todo el tiempo hasta que habían llegado allí y la fijó en el rostro airado de la directora y, tras tomar aire la miró. -Intenté persuadirle.-Se defendió pero había sido la realidad.-Impedí que lo hiciera y mucho menos por su cuenta, lejos del resto de acróbatas pero es un sordo imbécil y pasó de mi. Claro. Desde que salimos de aquí, hasta que llegamos al hospital, estuve regañándole.-Informó. Fin, como no sabía si debía decir nada, decidió mostrarse callada y si Ivanés decidía indagar en su idea, hablaría.
-¿Qué quieres que haga? -inquirió Lumiere tras tragar el último cucharón de su comida y levantarse para lavarlo y ayudar a Sanna levantando la mirada un segundo- los ojos. No puedo ver el futuro en ningún otro lugar y mucho menos si no es bajo el auspicio de las estrellas. No me culpéis de todo lo malo que le ocurre al circo. Ya tenemos bastante con dos aspirantes y a saber si Hauffmann les aga... Auch! -miró a Sanna -¿Qué hice? -El Diablo. No tiene otro nombre.-Quejó y siguió haciendo lo suyo mientras Lumiere ser iba a guardar al horno toda la comida que había sobrado para quienes no habían comido todavía. El señor Treste observó a su mujer y luego miró a la mesa rascándose su calvicie bastante extendida. Intentó mostrar algo gracioso pero no le salió.
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Post by Milly on Aug 18, 2012 17:48:42 GMT -3
—Alejandro no vio a los aspirantes —Apareció por uno de los costados de Thomas como por arte de magia, comenzando a levantar los platos de quienes ya habían acabado y dejar lugar a los que llegarían para la siguiente ronda de comida. Se sentía muy orgullosa de llevar haciéndolo las últimas semanas sin romper un solo plato durante todo el trayecto hacia el lavavajillas—. Se acercaron a Fin y Santiago luego de la función en la plaza, y luego les trajimos la noticia, ¿verdad que sí Alejandro? Dijeron que vendrían tan rápido como pudieran, así que no deben tardar en llegar... ¡oh, no! Los platos que Hilaria llevaba en sus brazos cayeron sobre el fregadero con más violencia de la que era adecuada. Pero afortunadamente, no se oyó el sonido de ninguna trizadura—. ¡Ya van a venir, y siquiera me he dado una ducha! —llevándose las manos a la peluca con una desesperación que nadie podía tomarse en serio, escapó hecha un torbellino de colores. Así de impredecibles eran las reacciones de la payasa... y los nuevos tendrían que acostumbrarse. Derian, cuyo plato había sido ya recogido por la arrebatada muchacha, la vio alejarse torciendo apenas sus labios en un imperceptible atisbo de sonrisa y se volvió al resto como si nada hubiera ocurrido—. En realidad sí. Dos aspirantes, en estos momentos, es más que bueno —concordó con Lumiere, decidiendo dejar por un momento su agorero punto de vista para discutirlo consigo mismo en algún momento de calma—. Pero... —se volvió lentamente hacia Alejandro al mismo tiempo que se levantaba para desocupar su lugar y buscar algo con lo que dejarlo reluciente—... ¿qué harán con ellos exactamente cuando vengan a presentarse? Sé que a Matilda no le bastará con que fueran capaces de resolver la invitación. Sin embargo no imagino qué pueda tenerles preparado.
Uzeil aguardó armándose de paciencia, y prestando mucho oído a los ininteligibles murmullos que le llegaban desde la casa, sin obtener ningún éxito en sus intentos por darle algún sentido a las palabras sueltas que entre frase y frase era capaz de identificar. Cuando vio regresar a Lobelha se apartó tranquilamente de su sitio junto a la moto, recibiendo el casco que le era concedido—. Espero que el gato gordo no haya decidido evacuar nada últimamente —rió, olisqueando con recelo su única herramienta de protección antes a acomodarla cuidadosamente sobre su propia cabeza. Cuando acabó con su pequeño ritual de preparación, la chica ya se encontraba a su lado, lista para arrancar. No pudo evitar reparar en su atuendo completo de motociclista. —Sí se nota que estás en tu salsa. Solo por eso, seguro que te llevas unos puntos de base. Entonces vino la pregunta que traería de vuelta todo el pánico que había estado intentando reprimir, arrastrándolo a unos insoportables segundos de duda mientras Lobelha esperaba su respuesta. ¿Estaba seguro de lo que hacía? ¿De verdad estaría listo para ello? Antes de permitir que el temor le agarrotara el cuerpo saltó al asiento que le correspondía, sin interponer respuesta ninguna. Ya iba a tener tiempo de decidir cuán listo estaba si la chica aún le suministraba la suerte suficiente como para que consideraran su entrada al circo. Ahora era más prudente preocuparse por llegar sano y salvo—. Solamente no permitas que luego del viaje me arrepienta de nuestra sociedad, ¿vale?
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