|
Post by bachi on Aug 10, 2012 2:43:49 GMT -3
((No te preocupes Jarra~<3 Avisanos si andás cargado de cosas )) —¿Antes de irte a dónde? Yo te voy a acompañar, querido Ale-Alejandro —canturreó. Ohh, sí, pequeño Suarez. Esa era exactamente su venganza, le olisquearía la lista y husmearía con la nariz pegada a su nuca, molesta como una mosca. Sería una medio día agradable, ¿no? Un día de aquellos para recordaar, para hacer cueentas, para estresaarse... Matilda pensaba hacerlo un día memorable, si que sí. Por eso la sonrisa, la mueca dispareja que ensanchó sabía casi, casi a veneno. —Y sí —golpeó el habano en el dedo anular, distraída—. Creo que una reunión chiquita para charlar y repartir dudas entre todos va a despejarnos muchas dudas. Es más, no tengo idea de si la mitad del circo está enterado que viene Hauffmann — "Pfff... como si con mi humor no fuera suficiente"—. Y si sí están al tanto —se encogió de hombros—, mejor que mejor. Hablaremos entonces de lo mucho que me quieren y me necesitan... ¡Obviamente hablaremos de negocios, del show y del mercado, Suarez! ¿¡Pero en dónde tenés la cabeza!? ¡Dale, dale! ¡Vamos! Estallidos así eran comunes, pero el ayudante ya la debía conocer. No se llegaba a ayudante de Matilda Ivanés sin una pizca de paciencia, un gramo de locura y mucho, mucho de talento. La mirada de Derian no le pasó por alto. Thomas no dija nada, absolutamente nada. Arrastró los pasos de vuelta al centro de la sala, directo a la silla que Nuria le había sacado. La tomó, la levantó, y cuando creyó conveniente el lugar, la depositó en el suelo con ímpetu y se sentó. Se cruzó de brazos, se cruzó de piernas e inclinó la cabeza hacia abajo, tanto que casi se tocaba el pecho con el mentón. Su mirada iba únicamente a Nuria, sus cejas enarcadas y sus ojos acusadores esperaban que lo mirara. Sabía perfectamente que lo esquivaba para no tener que pedirle disculpas directamente a él. —Es exactamente así, Derr —Tampoco se le pasaba por alto que el otro intentaba calmar las aguas... Y lo cierto era que, para jugar con algo tan peligroso como el fuego, era un sujeto muy templado—. La idea principal era esa —Suspiró y se relajó, estirándose un poco hacia atrás y dejando la batalla visual para otro día—. El inicio del espectáculo casi siempre empieza con un estallido en el que aparecemos todos y gradualmente va bajando la tensión hasta el gran cierre final de Rufus y de nuevo aparecemos todos —Se acarició la punta del bigote—. Derian juega con su fuego antes que yo, y las bailarinas y tú casi siempre van después de los leones, dependiendo del público vuelven los payasos, pero eso es bastante estable. Todos saben, o por lo menos nosotros —Sonrió— que tu gran habilidad consiste en dejarlos a todos babosos e hipnotizados como zombies. Tenía la idea de que cuando Derian finalice, me ayude con mi leones y algunos saltos dramáticos y se me ocurrió, aparte, una idea estúpida por cierto —Le lanzó una mirada rápida—. Cuando comiences tu acto mis leones podrían ayudarte, cruzándose contigo mientras bailas, ayudándote a lograr el efecto... Pero claro, es una idea estúpida —Se miró los dedos. ((Yo quiero ir a ese restauraaaaantee~<3 Thomas: *escalofrío* Yo no. Deben comer carne humana ahí dentro.)) Lobelha se mantuvo toda la charla asintiendo con energía como una niñita de primaria, mordiéndose el labio nerviosa y abriendo bien grandes los ojos. —Denlo por hecho —La chica ya se había preparado y en su voz sonaba toda la energía e ímpetu del mundo—. Nos veremos de nuevo. No le dio tiempo a Uzeil de despedirse. Para que la víctima no se le escapara tan fácil, lo tomó de la mano y lo alejó. Cuando se consideró lo suficientemente lejos, echó una miradita sobre su hombro, para comprobar que se perdían un poco entre la gente. Y ahí sí. Se volvió a Uzeil como un remolino de nervios. —Dios, dios dioss... —Lo miró y le arregló el cuello de la camiseta, le guardó su propio folleto en un bolsillo y hasta le puso en la palma de la mano un chicle— Vamos a entrar al circo, vamos a entrar al circo —Caminaba de un lado a otro y solo se detenía para mirarlo— ¡Y ni siquiera te conozco! —Exclamaba con una sonrisa incrédula antes de volver a caminar— ¿Pero qué voy a hacer? ¡No preparé un carajo! —Era bastante malhablada— ¡Una mierda! Tú me traes suerte, definitivamente ¿¡Sabes hace cuánto no me sale una buena!? ¿Tienes cómo ir? —preguntó de repente, como si se le hubiese ocurrido algo. Antes de que Hilaria se pusiera a hacer ritos tradicionales alrededor de la moto para revivir la magia muerta en la peluca abandonada, despechada de Fin; Santiago le tironeó la peluca a la payasa para que le tapara los ojos. Volvía a serenarse, la adrenalina estaba bajando de a poco, pero todavía le quedaban algunas sonrisas más. La exaltación de Hilaria le había causado gracia. —Eres la menos indicada para hablar de magias y tradiciones —hizo las comillas con los dedos mientras se subía tranquilo a la plataforma detrás de la moto—. Mira la pobre magia de tu cara sino, ¿dónde quedaron mis estrellas? —Puso cara de cachorro, una extraña mezcla neutral entre el Santiago quejoso y el payaso hilarante— Igual, ahora tenemos que irnos. Tenemos unas muy buenas noticias que darle a los demás —Y ahí sí. La sonrisa cálida le llegó a los ojos mientras extendía una mano para ayudar a sus dos compañeras.
|
|
nitta
Full Member
Posts: 243
|
Post by nitta on Aug 10, 2012 7:19:35 GMT -3
Ante el grito desmesurado de Hilaria después de perder de vista a los dos postulantes, Fin la miró ciertamente molesta. -Me da igual si destruí la magia. Bastante tuve con aguantarme durante el show. No estoy acostumbrada a llevar mi cabello cubierto y el pobre ya escocía lo suyo. No aguantaba un instante más con la cabeza cubierta con esa peluca del demonio.-Quejó sudando a mares.-Y ahora por favor, vayámonos antes que me desnude aquí mismo. -Realmente, Fin tenía poca o nula tolerancia al calor pero aun menos a estar empapada de sudor y no poder refrescarse. Se agobiaba. Enseguida subió a la moto una vez Hilaria estuvo arriba y, agarrando la peluca con una mano, arrancó en dirección al circo. Iba seria, todo el buen humor atrás.
Una vez llegaron al hotel, Raissa se metió al baño mientras, de nuevo, Hassan pedía la comida para que la subieran a la habitación. Una vez estuvo duchada, salió envuelta en albornoz y se dispuso a secarse el cabello. No sabía si podía hablar. Él parecía bastante molesto pero aun así se decidió. -¿Qué pediste? -Canalones de verdura y pato a la naranja.-Confirmó.-El postre el de la casa. -Está bien. -Suspiró.-No te gustó, ¿verdad? -dejó de cepillarse el cabello. -¿El espectáculo? Por supuesto, ¿por qué opinas eso? -No aplaudiste ni... te reíste.-Comentó mirandole. -Me estoy reservando para esta noche.-Le sonrió abrazándola, buscando reconfortarla sin pensar que esas preguntas para Raissa, tenían otro significado distinto.
Revisó el horno y le sonrió a Sanna con una sonrisa. -Ya a punto está.-Le sonrió. -¿Ves cómo no era tan difícil, Lumiere? -le bromeó. Siempre conseguía arrancar sonrisas allí donde no las había. -Supongo que se contentará con el menú. -Por supuesto que se contentará, no lo dudes. Conozco a Ivanés pero mucho más sus gustos. Este plato le gustará más que el que tu ibas a realizar. Eres buen cocinero pero si quieres pedir perdón, debes aprender de mi. Y por ahí asomó la cabeza el único hombre capaz de ruborizar a la astuta Sanna, su esposo y padre de su única hija. Un gran payaso que, junto a Hilaria y Santiago, hacía las delicias. -Huele que alimenta.-Alabó.-¿Se puede? -El santuario anda cerrado.-Gruñó Sanna mirándole fieramente. El hombre miró a Lumiere y este se encogió de hombros, divertido. -De todas formas comeremos enseguida. Esto ya casi está.-Informó adivinando las intenciones de Treste quien bufó exasperado. -¿Ni una holgaza de pan? -suplicó poniendo cara de buen niño. -Ni una holgaza de pan. Vendrá el Diablo en persona -como odiaba a ese hombre- no habrá holgazas de pan para nadie. El hombre terminó de entrar y abrazó a su mujer. La pobre todavía no se hacía a la idea de que su hija saltara por los aires, por mucho que esta le hubiera demostrado que era 100% seguro. Cuando se separó les miró a los dos. -Ve. Si Ivanés te ve por aquí holgazaneando, te va a gritar. Ve, vamos. Estoy bien. Vamos, ala. A la calle.-Treste le sonrió divertido a Lumiere y se largó dejándoles de nuevo en la intimidad.
|
|
|
Post by Milly on Aug 10, 2012 11:41:02 GMT -3
Derian podía celebrar que una tormenta más había quedado atrás. Y si bien desconocía cuánto pudiera durar esa nueva fase de calma, estaba dispuesto a sacar el mayor provecho de la misma. Descansó el peso de su cuerpo sobre los muros que no poseían espejos, muy atento a cada palabra de Thomas y los detalles que no hubieran salido antes a la luz. Evidentemente, él no consideraba ridícula ninguna de las ideas que hasta ahora se barajaban. La forma de manifestarlo fue condenar la última afirmación del hombre con una mueca que deseaba parecer de disgusto. Se removió un poco en su lugar, hasta que decidió acercarse a la bailarina. —Nuria, no digas nada todavía —pidió con amabilidad tras adelantarse a cualquier respuesta, enfatizando su idea con las palmas en su dirección para frenar cualquier veredicto apresurado—. Cierra los ojos e imagínalo. A ti y a los leones, toda la escena... y luego cuéntanos qué piensas. Lo importante es que te agrade cómo pueda verse. Los peligros, el resultado que se espera... todo lo demás puede controlarse y corregirse con la preparación adecuada. Sabía que entre sus dos colegas, las respuestas poseían un mayor porcentaje de estar condicionadas que de improvisarse, por el simple hecho de tratarse del otro. Tenía que invitarlos a ser objetivos.
—No te apresures —Luego de toda la preparación ansiosa que Lobelha le realizara, Uzeil la sostuvo por los hombros para calmar su prisa. La observó a los ojos directamente. A pesar de su dicha, le era inevitable mantener la racionalidad—. No entraremos aún. Vamos a audicionar. Aclarada la situación actual en la que se encontraban... comenzó a sopesar el resto de las exclamaciones y preguntas realizadas por la chica. —Si te refieres a que si tengo dinero para tomar el bus e ir al circo... lo tengo —afirmó, seguro de que no era eso a lo que ella se refería. De pronto lo acometió un temor que habría de oprimirle la garganta. Bajó sus manos de los hombros de la joven para ocultarlas en los bolsillos de su pantalón—. ¿Tú crees que nos harán mostrarles algo enseguida? ¿Improvisando... sin preparación? —con cada palabra ascendía a un nuevo peldaño de terror—. ¿Qué vas a mostrarles?
—Eran estrellas fugaces. No esperarías que las mantuviera cautivas en mi rostro para siempre —meneó la cabeza como si la afirmación hubiera sido obvia, desestimando las acusaciones de Santiago, mostrando su lengua tanto a él como a Fin tras arreglar la peluca. Así se aseguraba de no contagiarse de ningún tipo de energía malhumorada ocasionada por el calor. Subió a la plataforma con ayuda del payaso, estrujando un poco más los vuelillos de su traje para sentirse un poco más ligera. Y guardó silencio solo por respeto a la molestia de Fin, pero jugando a hacer equilibrios cuando la moto partió. Tenía aún energía de sobra.
Un turista que en el otro extremo de la pileta sacaba fotografías a todo elemento circundante desde el inicio del espectáculo en la plaza, pareció perder el interés en su actividad actual cuando el grupo de payasos y de la pareja de jóvenes se dispersó. Guardó cuidadosamente el aparato en un estuche y extrajo un moderno teléfono celular de su bolsillo. —Lo escucho —una voz estricta se escuchó del otro lado de la línea al finalizar el tono de espera. —Existen aspirantes, señor. Tengo fotografías —afirmó con nerviosismo el tipo. —Llévalas con Jean. Quiero que averigüen todo ínfimo detalle da cada uno. Antes de esta noche. ¿Tienes los boletos para la función? —Los tengo, señor —aseguró el sujeto, llevándose involuntariamente una mano al bolsillo de su pecho, volviendo luego a cubrirse del sol—. Los tendrá junto con la información que pide. Hasta pronto. Y al otro lado de la línea, en una oficina luminosa de amplias dimensiones, el hombre cortó la llamada. Sonriendo complacido al contemplar el pequeño anuncio del periódico que descansaba sobre su escritorio. Podía estar seguro de haber tenido la idea correcta... nada más debía ser paciente y actuar en el momento adecuado. Suerte que eran justamente esas singulares virtudes las he hasta ahora lo hubieran llevado casi a la cúspide, casi. Solo hacía falta mantenerse en la misma línea para que el éxito llegase a sus manos sin forzarlo. Bernard retomó la lectura de sus correos electrónicos con aquel tranquilizador conocimiento.
|
|
|
Post by ev7e on Aug 10, 2012 18:16:58 GMT -3
-Que niño- murmuraba a cada sarcasmo que notaba. Estuvo a punto de interrumpirle, pero luego de considerarlo y oir a la peticion del otro hombre, se quedo callada, pensandolo. Por un lado, todo su cerebro maquinaba en todas las posibilidades de una trampa a cargo de Thomas, pero el hecho de tratarse del circo, Hauffmann y encima tener la confianza de Derian puesta en él, hacian poco probable una mala jugarreta. Por otra parte, la niña interior rebotaba, empujaba, pataleaba y gritaba de dicha con la idea de incluir a los leones en su acto...y estaba ganando. Seria genial, algo nunca visto.Peligroso y mágico. La bailarina curvo sus labios en una sonrisa mientras asentia con la cabeza. -Si prometes ayudarme para que no se salgan de control..-dijo mirando al domador- y tú- ahora en dirección del escupe fuego- mi caballero medieval, que no les pasara nada a mis mininos.. - suspiro- De acuerdo. Cuenten conmigo- sonrio angelical.
|
|
|
Post by bachi on Aug 10, 2012 19:58:38 GMT -3
—Serán todo unos señoritos en la pista de baile —Thomas hizo una exagerada reverencia. Sabía que la idea de estar rodeada de sus leones le gustaría, tarde o temprano accedería. Pero el hombre no pensaba pasar por alto la grave acusación anterior. No era rencoroso, pero Nuria era una bella excepción para romper sus propios principios de vida, y además no permitía que nadie, nadie le dijera que no cuidaba a esos leones incluso más que a su propia vida. Pero ahora estaba cansado, renegar no era para él. Así que se puso de pie y dio un aplauso definitivo, dando por terminada la charla. —Entonces listo. Ya tenemos fuego, leones y bailarinas. Ahora lo único que me falta, por lo menos a mí, es algo en el estómago —Estiró los brazos mientras volvía a la puerta para abrirla—. No me hace falta ser adivino para oler desde aquí el almuerzo de Lumiere. Adelántense, yo voy a echarles una miradita a mis reyes —casi ronroneó lo último antes de desaparecer bajo el sol abrazador. No olvidaba que había dejado a los tres leones en la jaula desmontable dentro de la carpa del circo.
Lobelha negaba con la cabeza sin poder dejar de moverse de un lado a otro. Cualquiera que la hubiese visto, su cara nerviosa y casi sufriendo, habría pensado que tenía ganas de ir al baño. Hasta que se detuvo, queriendo controlarse. —No tengo idea —Le temblaba la voz— ¿Quieres que te sea sincera, Uzeil? No tengo ni la más puta idea de qué acto presentar —Bajó la cabeza, riéndose—. Así que le ruego a Dios, a Zeus y Alá que no nos dejen improvisar. Que... NO SÉ. Que me tomen un examen de matemáticas —Lanzó un gruñido frustrado, se alejó unos pasos y giró sobre sus talones. Solo allí, desde lejos, reparó bien en quien la acompañaba. A simple vista parecía uno de esos chicos de secundaria en los que uno no repara hasta que se los choca de frente. Uzeil hasta tenía una extraña postura, ¿insegura tal vez? en la que Lobelha veía la necesidad de proteger. Pero ahí también estaba ese brillo práctico y calculador en sus ojos, su verdadera fuerza impulsora, y la chica no era de esas personas que toman a cualquiera. Le gustaba armarse de grupos, ejércitos, y conocer a quiénes reclutaba... Y en ese momento, el inesperado Uzeil que le caía del cielo, parecía mucho más astuto de lo que su casi "tierna" apariencia inspiraba. Cuando Lobelha se le acercó de nuevo, sonreía. —Mira, te daré dos opciones, solo dos —Las contó con los dedos—. O podemos ir a la entrevista luego de comer algo, o podemos ir directo, ahora. Ya. Peeero —Enarcó las cejas, divertida— en ambas te vienes conmigo. No hay pero que valga. Yo te llevo.
El viento que les pegó en las caras cuando Fin arrancó la moto en dirección a Circus Maxium, tal vez fue lo mejor de la despedida de la ciudad. Santiago cerró los ojos y dejó que detrás de él Hilaria continuara con sus morisquetas y necesarias explosiones de energía. Mejor. Esa era otra forma de abrirse paso en una digna retirada de nuevo al hogar. Volviendo a su calma habitual, la neutralidad que aparecía antes de volver a ser el mismo chico rumiante y apesadumbrado, se inclinó a un costado para ver a Fin y luego a la payasa. —¿Que les parecieron los dos nuevos? —preguntó.
|
|
|
Post by Milly on Aug 10, 2012 21:11:40 GMT -3
((¡AVISO DE UTILIDAD PUBLICA! Si hubiera alguien que deseara que su aspirante al circo sea la presa de Bernard, aún estoy a tiempo para cambiar la historia y contactos de Uzeil, e ínfimos detalles de su personalidad... para cambiar el blanco y que la artimaña sea más participativa. Sino, pues lo dejamos todo como está xD))
—No correrán peligro. El fuego no les alcanzará un solo pelo —mantuvo una mirada seria para corroborar que no jugaba, a pesar de que aquello no hiciera falta; Derian jamás había tenido fama de hombre bromista. Luego se adelantó a la salida. Ante la mención de Thomas a los platos de Lumiere recordó cuán hambriento lo dejara el trabajo de aseo emprendido durante toda la mañana. Pero procuró no iniciar la marcha inmediatamente. Ahora observaba a la joven con una sonrisa. —Gracias, Nuria. Sé que abusamos de tu tiempo —y tratándose de la bailarina justamente, una acción semejante implicaba algo muy parecido a un crimen—. Pero valdrá la pena, te lo aseguro. Lo alegraba contar con ella para el plan, y más aún que la joven consiguiera priorizar los asuntos del circo por encima de sus rencillas personales. También lo había estimado como una valorable muestra de madurez.
Sonrió de medio lado, visiblemente divertido. No estaba acostumbrado a tratar con personalidades tan poco ortodoxas como la de esa muchacha. Sin embargo, el cambio le agradaba. Todo lo que pudiera diferenciarse a ese punto de su realidad habitual significaba un cambio favorable. —Creí que las señoritas eran las que escogen —Solamente luego de haber hecho el comentario, descubrió que él era el único perjudicado con el mismo. Soltó una carcajada y se encogió de hombros. No le importaba ser la señorita un rato si tenía algo con lo que llenar su estómago—. ¿Y dónde comeremos? Así ganamos algo de tiempo para que decidas lo que quieres presentar. Alargó su brazo para guiar a Lobelha donde dispusiera.
—¿Los nuevos qué? —No era extraño sorprender a Hilaria durante un momento de distracción, que eran los más frecuentes. Pero se esforzó por volver a tierra y dar sentido a las palabras de Santiago—. ¡Ah! ¡Los pequeños! ¿No creen que se ven muy simpáticos? ¿¡Y vieron el cabello de la chica!? ¡Yo también quisiera tener mi cabello de un color tan bonito! ¿Querrán ser payasos? ¿Creen que a Matilda les agrade también? Seguro que serían fenomenales... Hubiera continuado hablando sin parar, pero la prisa de sus palabras junto al viento que se abalanzaba contra su rostro habían logrado arrebatarle el aliento durante unos segundos... lo que significaba un alivio. De la payasa no podrían conseguirse más que las observaciones realizadas por cualquier niño de seis años.
|
|
Harry
Full Member
Posts: 112
|
Post by Harry on Aug 10, 2012 21:55:50 GMT -3
El colorado cerró los ojos, suspiró y se encogió de hombros. Sabía que parecía demasiado fácil. Es decir, si, era tedioso repetir una tarea como esa cuando no tenía (O, mejor dicho, normalmente no tendría) que hacerla. Pero la haría y ya, no había problema. Pero hacerla con Matilda atrás era otra cosa. Era tenerla haciendo observaciones todo el tiempo, buscando el mínimo error para corregir. No era algo nuevo para él tampoco (De alguna manera había llegado a donde estaba) así como tampoco era frecuente que se equivocase. De hecho, cometer errores no era lo que lo preocupaba. Y Matilda lo sabía. Sabía que Alejandro es el tipo de persona a la que le molesta que la presionen, que si bien hace las cosas bien y rápido, las hace a su modo. Debería armarse de paciencia. Algo que normalmente no le faltaba, pero que con la mañana agitada que había pasado y la perspectiva de una tarde agitada por venir, tenía en menor medida de lo normal. Comenzó a caminar hacia el primer puesto a verificar, con la lista en su mano izquierda y su fiel lapicera en la derecha.
-¡Buenos días!- Saludó al vendedor de algodón de azucar con un gesto de la cabeza.-Venia...Veníamos-Se corrigió.-a ver si todo anda en orden con el stock y demás. Verás...
La tarea había comenzado.
|
|
|
Post by ev7e on Aug 11, 2012 20:10:02 GMT -3
Nuria meneò un poco la cabeza al ver salir al domador, sabía que aun estaba molesto por su comentario. Pero no podía culparla, él le habia hecho pasar un mal rato más temprano y si es que la directora del circo llegaba, ella hubiese tenido problemas. -Lo se-le respondió a Derian con una sonrisa- Te puedo jurar que si no fuese por ti, no lo hubiese aceptado nunca... De los tres eres el más normal-le confesò divertida- Creo que Thomy te trajo para eso ¿verdad? Muy inteligente del zorro ese...y muy valiente de tu parte, por suerte no tenia ningun baile con cuchillos planeado-rió. La gitana lo cogiò del brazo y arrastrò fuera de su espacio. -A comer- dijo tomando el camino a la cocina- Muero de hambre y Lumiere debe estar terminando con algo delicioso-casi podia saborearlo- Solo espero que el abuelo ya este alli, me duelen las piernas y no soportarìa ir a buscarlo por el circo.-se puso a jugar con uno de los mechones azul y negro que rozaba sus caderas-Ya tienes algo planeado para hoy?-preguntò distraida -Si tengo suerte, tendrè una victima facil para mi pequeño acto-comento.
(( Restaurante una nutria :3 Nuria: Si cariño, y el plato principal seria cabeza de domador al horno.))
|
|
|
Post by bachi on Aug 11, 2012 22:21:40 GMT -3
((Ya está modificada la lista de personajes así aparece nuestro querido Bernie también presente y quedo a la espera por si hay algún interesado en trabajar con él~)) Lobelha esperó a que se pusiera a su altura para comenzar a caminar, alejándose de a poco de la plaza Navona para doblar sobre una de las callecitas de Roma y perderse entre el gentío. Sin embargo se rió ante el primer comentario de Uzeil. —Seré buena, solo por esta vez, y dejaré pasar la oportunidad de una buena broma. En cuanto a un lugar donde comerr, pues... —Se encogió de hombros— Recomiéndame alguno. No se puso exquisita con el lugar porque sabía que nada más dieran un par de pasos, encontrarían dónde quedarse. Además, considerando la situación, tampoco podría comer mucho aunque quisiera, con los nervios de por medio sería difícil pensar en cualquier otra cosa. Mientras avanzaban, frunció el ceño, repitiendo mentalmente lo último que había dicho el chico. —¿Cómo es eso? —preguntó de repente mirándolo con una ceja arqueada— ¿Acaso tú ya tienes planeado un acto de presentación? —A medida lo decía ensanchaba la sonrisa— ¿Soy yo la única que tiene que meditarlo? A la mierda... estoy frita. Sin embargo, para asegurar de que el viento y la prisa de Hilaria surtieran efecto, Santiago le tapó la boca y le echó una rápida mirada a Fin, quien permanecía con la vista al frente, tal vez aún algo molesta o tal vez ya más relajada. Era mejor no tentar a la suerte. —Sí, sí. Hablaba de esos mismos chicos. Se veían bien —Santiago dudó—, primero habrá que conocerlos. Sí, le vi el cabello. No sería un problema para ninguno de nosotros dos teñírtelo si así lo quieres —El joven esbozó una media sonrisa, algo tímida—. Si tenemos suerte, alguno de los dos querrá ser parte de la familia. Y en cuanto a Matilda... —Miró al cielo e hizo una mueca— Cualquiera le caerá bien con tal de que se presenten como aspirantes. Ya dos es algo. No perdía la costumbre de responder a todas y cada una de las preguntas de Hilaria, por más descabellada que fuera. Era en parte paciencia en parte memoria. Y una gran parte porque le gustaba, no le costaba soltar un par de palabras. En el preciso momento en el que Alejandro tomó las riendas de la situación, Matilda se hizo a un costado disimuladamente y se quedó cerca de la fila de gente que esperaba para comprar algodón de azúcar. Mientras el hombre se encargaba de entablar una charla con su asistente, la esposa atendía casi a tres manos a todos los comensales. La directora del circo se quedó debajo de la sombra y, como si tuviera binoculares frente a los ojos, entrecerró los párpados y se puso a mirar entre la gente. —¡Alejandroo! —Saludó el dueño del puesto mientras salía detrás del mostrador, bajaba unos escaloncitos y se limpiaba las manos en un delantal que tenía en la cintura, debajo de la barriga en crecimiento— ¿Pero qué te trae por aquí, qué te trae por aquí? —preguntó como si no hubiera escuchado lo primero, obviamente haciéndose el sordo, el desentendido y simpático— ¿Tanto calor no los espanta a ustedes los del circo ahí dentro de su carpa, eh, bajo la sombra? La mujer se mantuvo, por el momento, al margen. Escrutaba entre la gente casi como obsesionada, disimulando bien y sonriendo corto y fugaz a aquellos que la reconocían al volverse. Estaba buscando a Hauffmann. Matilda lo tenía escrito con indeleble por toda la frente.
|
|
nitta
Full Member
Posts: 243
|
Post by nitta on Aug 12, 2012 5:02:18 GMT -3
Pasado el tiempo reglamentario desde que salieran de la Plaza hasta la feria y el circo, Fin aparcó la moto en su sitio y miró a sus dos acompañantes.-Conociendo a Matilda estará pasando inventario por la feria, si la véis avisadla vosotros sobre los dos postulantes que yo voy a ducharme. Mis ensayos empiezan en tres cuartos de hora y todavía tengo que ducharme y comer.-Y dicho lo cual, desapareció directa a su "casa" para realizar dicha tarea mientras Treste se acercaba por la espalda a Santi e Hilaria. -¿Qué tal, chicos? -les preguntó sonriendo de oreja a oreja, con demasiado buen humor encima- ¿cómo fue con esos romanos? ¿se portaron bien? ¿os echaron calderilla? -y echó a reír estruendosamente. Trestre era así, un hombre bonachón y barrigudo incapaz de matar una mosca y se decía que era Sanna quien llevaba los pantalones en casa pero eso a él parecía no importarle demasiado. -¿Quieren estos niños mios ensayar a las 6 de la tarde cuando el sol deje de apretar como lo hace?
Lumiere salió de la cocina y, tras mirar una última vez a Sanna con la cabeza volteada, empezó a hacer sonar la campana. Era el anuncio de que la comida se repartiría enseguida aunque aun faltaba parar la mesa y eso. Su repique estaba seguro llegaría a la feria pero era paciente y sabía que se crearían turnos de grupos de circenses para ir a buscar su comida. Volvió a esconderse y, tras varios minutos, volvió a tocar la misma cantinela avisando.
|
|
|
Post by Milly on Aug 12, 2012 12:16:53 GMT -3
—Conozco el lugar perfecto. Bueno y barato —La sonrisa se tornó de pronto astuta. Llegar a los lugares más convenientes era del tipo de cosas que Uzeil sabía hacer mejor que el resto, y solamente él parecía valorar semejante talento. Cruzó junto a la muchacha la calle que entonces recorrían y luego se adentraron a otra más pequeña. —¿Un acto planeado? ¡Claro que no! Digo... sí. Eh... ¡No! —rió nervioso, intentando dar orden a sus palabras. Aún no estaba listo para comentar las vagas ideas que comenzaba a elaborar—. Bueno... algo tengo en mente, pero habrá que trabajarlo. Finalmente llegaron a un pequeño local de pizzas. Una ventanilla era el único medio de contacto con los clientes, y contaba con una vitrina que dejaba a la vista preparaciones con distintos ingredientes para elección del comprador. Frente a esa abertura de atención y venta, unas cuantas sillas altas se disponían para los transeúntes que deseaban disfrutar de un buen bocado rápido. Uzeil tomó asiento en uno de los puestos e invitó a Lobelha a sentarse a su lado, apoyando los brazos en la tabla que sobresaliendo de la abertura cumplía la función de mesa—. Sí te gustan las pizzas... ¿o prefieres ir a otro sitio?
Derian se encogió de hombros, tanto para agradecer las observaciones que Nuria hiciera de su participación en la discusión como para responder a su pregunta—. Tengo en práctica algunos buenos efectos con el fuego... pero primero tendrán que pasar la prueba —sabía que la joven preguntaba por cortesía, y de cualquier forma el lanzallamas no acostumbraba a develar demasiados asuntos de sus presentaciones. Disfrutaba de sorprender incluso a sus colegas con pequeñas alteraciones en su número—. No necesitas suerte. Siempre consigues alguna víctima. Ya cuando se oía el segundo llamado de la campana, llegaban a la cocina. El olor impregnado en el aire le otorgaba esa alegría que no podía elaborar por sí mismo. Saludó a Lumiere por segunda vez ese día y antes de ir a buscar cualquier alimento se dispuso a armar el lugar para la comida, cuando descubriera que aún la mesa no estaba en su lugar.
Vio a Fin alejarse, y estuvo a punto de lamentar en voz alta el efecto negativo que el calor estaba produciendo de la joven cuando fueran interceptados por el padre de la aludida. —¡Treste! —como no lo hubiera visto antes durante el día, el hombre debió recibir el correspondiente saludo en forma de abrazo—. ¡Estuvo genial! Quedaron muy entusiasmados para las funciones, ¿verdad qué sí Santiago? Pero hacía mucho calor, Fin se fue a dar una ducha ya —lo único que detendría su relato ahora sería la pregunta del payaso mayor, que la hizo explotar de emoción—. ¡Claro, claro! ¡A la hora que Treste diga estará bien! ¿Verdad, verdad que sí Santiago? —estrujaba el brazo de su joven compañero con ímpetu, y luego comenzó a arrastrarlo en otra dirección—. Ahora, si nos disculpas, tenemos que cumplir con un plan ultraarchimega secreto, ¿verdad que sí Santiago? ¡Vamos! ¡Nos vemos Treste! Por un momento consideró la posibilidad de dar con Matilda llamándola a todo pulmón... pero supuso que, luego de una agotadora presentación, no podía martirizar a su amigo con semejantes muestras de alboroto. Jamás abusaría de su paciencia. Así que comenzó a barrer el perímetro con la mirada.
|
|
|
Post by bachi on Aug 12, 2012 19:13:34 GMT -3
Como casi todo en Circus Maxium, las cosas pasaban demasiado rápido como para que pudiese estar a su altura. Santiago se despidió de Fin casi al vuelo, levantando una mano y quedándose con las palabras en la boca. Y la aparición de Treste fue casi igual. Asintió a todo lo que dijo el payaso, con una media sonrisa (era imposible no sonreír ante la presencia de aquel sujeto bonachón) y casi de inmediato se puso a asentir a los dicho por la payasa. Le dolería el cuello más tarde, estaba seguro. —Per... —Ya no había remedio. De nuevo estaba siendo arrastrado por Hilaria en la dirección que Fin les había recomendado. Cuando logró con un medio pasito, darse vuelta para hacer frente a la marea de gente, se puso a la altura de Hilaria— Por supuesto. La ultramegaarchi misión —En ese momento captó la mirada de concentración exagerada que hacía su compañera— ¿Puedes verla así? Santiago sabía que tarde o temprano la encontrarían, mejor temprano que tarde si quería comer y darse una merecida ducha, claro. Así que esperó tranquilo, bostezando.
Desde allí le llegó el sonido de la campana de Lumiere. Para él ya era su campana, así que mientras se le borraba del rostro toda señal de un enojo pasajera, Thomas apretó el paso, casi dando unos saltitos ágiles mientras se escabullía por una de las entradas traseras de la carpa. A veces Circus Maxium se volvía un laberinto. De noche, mucha gente se perdía dentro y Matilda había aprendido a sacar provecho de ello: La mujer se encargaba de preparar junto con Alejandro y poco personal, una especie de pasillos como los que habría en cualquier parque de atracciones, en esquinas había espejos, a veces aparecían personajes extraños, máscaras colgadas del techo... Hasta había un rincón en especial donde de vez en cuando se escuchaban gritos y al cabo de unos segundos estallaban unas carcajadas. Thomas nunca se había perdido de noche porque, claramente, estaba preparándose para el show, pero sabía que eso era algo pendiente que algún día tendría que hacer. Mientras pensaba todo esto atravesó el centro de la carpa directo a la jaula donde los leones dormían. Al verlos se rió. —Había pensado en trasladarlos a su jaula mientras yo comía, muchachos, pero veo que acá están mucho mejor. Ninguno de los leones se volvió a verlo. A lo sumo abrieron los ojos mientras dormitaban con las panzas al aire. Obviamente ahí estaba mucho más fresco que afuera.
—No, no. Una pizza rápida está genial para mí —se apresuró a contestar Lobelha mientras tomaba asiento junto al chico. Inmediatamente se inclinó para ver la lista con diferentes sabores de pizzas y frunció el ceño—. Italiano romano, todavía no me acostumbro muy bien a leerlo. Y eso que vivo con mis abuelos —Sonrió antes de mirarlo— ¡Bah! Elige la que más te guste y pide una Coca-Cola y me harás feliz. No tengo problema en probar cosas nuevas. Esperó a que Uzeil eligiera para volver a abordarlo con preguntas. Lobelha apoyó un codo sobre la mesada y descansó su cabeza sobre la palma de su mano. —Entonces SÍ que tienes algo en mente, ¿hum? —Lo acusó con el dedo índice y le brillaron los ojos: Curiosidad— No admitiré un "no" como respuesta, Uzeil: Tendrás que contarme qué piensas hacer, porque DUDO que nos dejen audicionar a todos juntos y yo quiero SABER ¿Qué clase de habilidades escondes entre las mangas, hum? No me hago una idea —Rió por lo bajo, sin quitarle la mirada de encima.
|
|
|
Post by ev7e on Aug 12, 2012 19:58:04 GMT -3
Toció un par de veces para aclararse la voz o tal vez para que lo notaran. -¡Papá!- exclamó Nuria lanzandose sobre Rufus. Si bien no tenia ningun parentesco con el viejo mago, para ella era como su padre pues la habia cuidado casi la mitad de su vida. El veterano la abrazo cariñosamente mientras olia extasiado la comida de Lumiere. -Ven, sientate- dijo la gitana llevandolo a un sitio vacio. Le quito el sombrero de copa y se lo puso sobre si misma al tiempo que le hacia una cara graciosa-¿ y Rita? -Hace un rato estaba aqui- dijo Rufus moviendo la cabeza y dedicandole una sonrisa cortes a Derian y Lumiere- ¿Con qué nos sorprendes hoy- le pregunto al segundo jugando con el lado verde de su barba.- Desde afuera se me hace agua la boca. Esto no se le hace a un viejo, es una tortura- bromeo- niña, dejame que me estas mareando- agrego en dirección de Nuria quien lo acicalaba y poco más lo cubria con un babero.
|
|
Harry
Full Member
Posts: 112
|
Post by Harry on Aug 12, 2012 22:08:23 GMT -3
-¡Claro que no! Cuando el deber apremia, nada hace retroceder al Circus Maxium.-Bromeó. Echó una rápida mirada hacia atrás, para ver a Matilda. Se le notaba a kilómetros de distancia que estaba buscando a Hauffmann. El hecho de que no estuviese con su ojo vigilante clavado en la nuca lo tranquilizó. -Y en cuanto a por que venimos, verás, estamos llevando el inventario. Necesitaría verificar como estás de ingredientes en este momento.-Concluyó Oyó la campana de Lumiere. Le rugió el estómago.
|
|
|
Post by Milly on Aug 12, 2012 23:01:12 GMT -3
La payasa seguía adentrándose en la dirección propuesta por Fin, abriéndose paso sin demasiada dificultad en medio de la gente. Siquiera cuando Santiago le dirigiera nuevamente la palabra disminuyó la marcha y no haría más que volver el rostro. —¡Claro que puedo! —Hinchó sus mejillas con aire de ofensa—. Tengo privilegiada vista de halcón. Es cosa de tiempo para que... ¡mira! ¡Ahí está! ¡Matildaaaaaa! Voló como un proyectil con rumbo fijo hacia la directora, olvidándose por escasos segundos de su compañero. Y se detuvo con el tiempo justo para no caer encima de la mujer. —Matildaaa —canturreó frente a ella, volviéndose para consultar qué tan atrás había dejado al muchacho—. ¡Adivina, adivina! ¡Te traemos buenas nuevas! A que no sabes quiénes vendrán más tarde...
Otra vez el desconcierto llegó a su encuentro—. Tú... ¿no eres de aquí? —La idea siquiera se le hubiera pasado por la cabeza, pero antes de obtener una respuesta fueron interrumpidos. Uzeil saludó al sujeto a cargo -al que por cierto parecía conocer de hacía tiempo- e hizo su pedido. Al segundo inmediatamente posterior recibieron dos grandes trozos de pizza napolitana y una Coca-Cola. Como la orden era lo suficientemente económica, Uzeil pudo darse el lujo de pagar ambas sin problemas. Su atención retornó a Lobelha cuando el vendedor se retiró en ausencia de nuevos clientes. —Sí, sí. Claro que voy a decírtelo. Ahora somos socios —sonrió, llevándose medio trozo de pizza de un solo mordisco. Repentinamente demostraba control absoluto de la situación—. Pero luego de que veamos tus alternativas. No querrás que te lleve ventaja, ¿o sí, Lobelha? —alzó su índice para puntualizar, y luego se lo llevó a la sien—. A ver... deben haber bastantes cosas en las que seas buena. Hay que estudiarlas todas.
|
|
|
Post by bachi on Aug 13, 2012 0:46:01 GMT -3
Entró en la jaula y les dejó una cubeta de agua que los leones miraron recelosos. Thomas soltó una carcajada, porque era obvio que no olvidaban muy fácil el lugar en el cual, de pequeños, los había bañado. Pero uno a uno, entre bostezos, al final se acercaron a beber. El primero fue Montesquieu, primo de los otros dos y el más viejo. Mafuma y Jerry eran hermanos, pero prácticamente compartían el mismo lazo con el otro, diferenciándose nada más por sus melenas oscuras, mientras que el vejete tenía un color marrón. De los tres Mafuma era el más grande e imponente, por eso Thomas había decidido dejarle un nombre nativo. Y en cuanto a Jerry... Bueno, con decir que era el bravucón problemático se quedaba corto. Había decidido el nombre cuando recordó la caricatura de Tom y Jerry: Creía que la relación que compartían era bastante similar, con un toque más de cariño. Los dejó solos y salió afuera para atravesar el mar de gente mientras silbaba, mirándoles los pies a todos. Nunca perdía la ocasión de buscar algún nuevo miembro para su "club", algún gato que se llevara bien con sus muchachos sería genial. Una locura. Pero genial. Cerca del puesto de algodón de azúcar, vio unas pelucas desaliñadas, una Matilda claramente estresada y un Alejandro trabajador (cosa curiosa de ver, por cierto)... Oh, pero esperen. ¿Acaso eso era una sonrisa en la cara de la mujer? No, imposible. Estaba riéndose. Estaba abrazando a Hilaria y Santiago. Thomas no necesitó ver más para darse media vuelta y echar a correr en dirección contraria, directo a las cocinas, a ver si la loca mujer todavía lo veía y decidía abrazarlo también. Agitado abrió la puerta de la cocina y adentro encontró a gran parte de sus compañeros. —A que no saben lo que... Mierda, qué bien huele Lumiere —Se interrumpió sonriente aunque algo agitado—. Como decía, a que no saben lo que acabo de ver —Robó una hogaza de pan con un movimiento de muñeca y se sentó sobre la mesada.
Y de hecho era cierto. Matilda se reía como desquiciada y les tironeaba de los cachetes a los dos payasos como su fueran niños de 12 años. No estaba así antes. Paranoica como ella sola, no había dejado de husmear entre la gente, aprovechando la ubicación estratégica que suponía estar cerca del puestito de algodón de azúcar. Hasta que aparecieron los dos payasos, con los trajes dejando bastante que desear. —¡Hilaria! —exclamó en cuanto la vio, con los nervios a flor de piel. Si hubiera sido un gato, abría saltado hasta el infinito y más allá del sobresalto. Pero se recompuso casi al instante— ¡Espera espera espera! Si hablas rápido y atolondrada no puedo entenderte nada, cariño —Forzó una sonrisa y echó una rápida mirada al costado. Seguía buscando a Hauffmann. Santiago alcanzó a su compañera entre gruñidos. Lo único que le hacía cambiar la expresión a ese chico bipolar eran los niñitos que se paraban a señalarlo y reírse. Genial, pensaba Matilda, más locos, menos cuerdos. —Lo siento Matilda... —¿Estaba jadeando? ¿Pero es que había corrido una maratón? ¿Cómo demonios tenía a alguien tan desastroso en el circo?— Déjeme que le explique bien... —Miren, yo los quiero mucho y todo lo que quieran —gruñó entre dientes interrumpiéndolo. —... terminamos el show en la plaza, que por cierto salió muy bien. Y se nos acercaron dos espectadores... —... pero ahora estoy ocupada, ¿sí? Vayan vayan que por ahí escuché las campanitas de Lumiere. —... con la invitación del circo —La mirada de Matilda se posó en él como un halcón hambriento, pero el muchacho ni lo notó. Se encogía de hombros—. Al parecer quieren entrar y les explicamos que tenían que venir aquí y... No terminó de hablar. Matilda estaba dando saltos en una ronda con ellos, apretándolos fuerte en un abrazo mortal. —¡ALEJANDRO! —soltó entre risas y gestos triunfales— ¡DEJA YA ESA COCHINA LISTA! ¡YO INVITO EL CHAMPAGNE! El dueño del puesto intercambió una mirada desconcertada con el asistente. —Ahh, ahora entiendo cómo hacen en Circus Maxium para no "retroceder" —le guiñó un ojo y le dio una fuerte palmada en el hombro, que con suerte, no lo dislocaría.
Lobelha negó con la cabeza mientras luchaba con un hilo de queso rebelde. —Lobelha "Ryan" —dijo entre dientes—. La única que es de aquí es mi abuela materna, pero se vinieron a vivir aquí con mi abuelo hace ya varios años —Alzó el pulgar—. Y por cierto, gracias por pagar. La sonrisa que esbozó fue cálida y sincera, con una pizca de modestia nada común en las sonrisas de la chica. Sin embargo le cambió la expresión en cuanto acompañó los gestos con una risa alegre y nada medida cuando Uzeil continuó hablando. —¡Cierto! —exclamó aún riendo, mientras se limpiaba las manos en los pantalones. Al segundo, extendía el brazo derecho hacia el chico, para estrechar las manos y confirmar la "sociedad"—. Pues bien, socio, déjame que lo piense... Motocicletas —dijo como si la idea le hubiera golpeado—. Soy una buena conductora. O una terrible, depende de qué lado se mire —bromeó con picardia.
|
|
|
Post by Milly on Aug 13, 2012 1:42:33 GMT -3
Derian hacía ya se había llenado la boca con su propia hogaza de pan cuando la puerta se abrió de golpe, precediendo la entrada apresurada de Thomas al lugar. Nada más haría falta prestar oído a su intrigante anuncio para acabar por convencerse de que, al menos durante ese día, el ritmo al interior de la familia no sería ni por un momento el que era habitual llevar. Masticó con premura y tragó igual de veloz, corriendo el riesgo de atragantarse con el trozo de pan ingerido. Y antes de resolverse a iniciar el juego de adivinanzas propuesto por el domador de leones, paseó su mirada por los rostros de sus compañeros. Vio reflejado su propio desconcierto... ... y solo entonces la idea surgió clara en su mente. —Ya ha llegado, ¿verdad? ¿Está con Matilda? —su voz resonó con un matiz pesado y sombrío. Como quien debe lamentar una dolorosa pérdida. La idea de Hauffmann paseándose por el circo le hizo perder gran parte de su apetito.
Hilaria no perdió el tiempo para unirse al júbilo de la directora. Dio saltos hasta que le dolieron las piernas, abrazó a Matilda, Santiago, Alejandro, e incluso al dueño del puesto de algodones de azúcar para contribuir a su ya visible desconcierto. Tal vez sería la única a la que no le importaría sufrir una potencial asfixia tras el abrazo de la Mujer. Sin embargo, nadie podía decir que no supiera animar una celebración de esa envergadura. —¡Eso, Alejandro! Deja la lista —más delicada de lo que podría haberse supuesto que sería durante su arrebato, tomó la lapicera del ayudante y la guardó en los bolsillos del mismo, realizando luego un golpecito afectuoso en el mismo hombro golpeado por el dueño del puesto entrevistado—. ¡Yo invito las servilletas! Hecho el absurdo anuncio, aplaudió un par de veces y se apresuró a correr como la loca que era en dirección a la cocina. No podía hacer esperar más a las campanadas de Lumiere.
Uzeil se encogió de hombros. Le agradaba haber vuelto a cumplir con el papel de caballero. Tenía un par de preguntas más para ella respecto a sus orígenes... pero habría tiempo para eso después. Ahora la atención de ambos se concentraba en un solo tema. Correspondió con su propio brazo para cerrar el negocio, rematando con el último bocado de su pizza al tiempo que atendía a las aclaraciones de Lobelha con una concentración absoluta. Rió entre dientes con el último de sus comentarios... y concluyó golpeando la tabla con su puño. —Pfiem —Intentó hablar con la boca llena, pero reconsideró sobre la marcha. Tosió un par de veces, tragó y sonrió victorioso—. Bien —repitió—. Ahí lo tienes. Motocicletas. ¿Cómo no ibas a tenerlo en mente antes? —sin alterar la expresión de sus labios, entrecerró los ojos—. ¿Es que tratabas de engañarme? Eso, o estás inventando que eres buena.
|
|
nitta
Full Member
Posts: 243
|
Post by nitta on Aug 13, 2012 5:15:58 GMT -3
Y ahí, justo en las nefastas preguntas de Derian dirigidas hacía Thomas, una fresca Fin accedió finalmente a la cocina saludando a todo el mundo con la mirada a la par que descubría como su madre golpeaba con una cuchara tanto a Derian como a Thomas en la mano molesta. -No hay holgazas de pan para hoy. Hoy comeremos todos juntos y no se hable más, panda de maleducados. -Gruñó mirándoles a ambos pero enseguida acomodando a Rufus a quien Fin fue a regalarle un beso en su cabeza. -Hola abuelo.-Le saludó sonriente para luego acercarse a su madre.- ¿Ya estás de nuevo, Sanna? -puso sus brazos en jarra, como enfadada y la mujer la abrazó y la guió a una silla. -Tu y yo tenemos que hablar seriamente. Mira como estas, si estás más delgada que los postes que sustentan la carpa.-Gruñó y a ella sí que le dio una holgaza de pan.-Come, come.-Luego se acercó a Rufus y le dio dos, solo para él, matizó en dirección a Nuria. Sí. Si Rufus era el abuelo, Sanna parecía la madre de todos; una señora con carácter y decidida. -Sanna- quejó ante esas muestras de preferencia de la mujer Treste en evidente, y ensayada, molestia poniéndole ojitos a su esposa. -Holgazán. No hiciste nada hoy, el Diablo viene... solo los más débiles tienen que estar fuertes.-Y ahí Fin se sintió ofendida, haciendo morritos. -No soy débil.-Quejó ella.-Es mi contextura física, nací así, Mamá. -Pues, ¿qué quieres que te diga? -y... entre unas cosas y otras, no dejaron a Thomas hablar lo que contribuyó a que el ambiente se hiciera más tenso todavía. Lumiere dejó de tocar la campana y se puso junto a su amigo y le sonrió. -¿Qué querías decir? -ignoró las quejas de la familia circense.
|
|
|
Post by bachi on Aug 13, 2012 15:46:00 GMT -3
La respuesta que tenía para Derian se la tragó cuando recibió un cucharazo de madera en el dorso de la mano. Thomas inmediatamente pasó a sostener el trozo de pan que le quedaba entre los dientes, mientras con la otra mano se frotaba la herida de guerra. —Pero Sanna —canturreó meloso Thomas, con unos ojitos inocentes—, ¿si te digo que yo también me estaba muriendo de hambre, me creerías? —preguntó, sabiendo que la charla que la mujer mantendría con su hija era más importante que cualquier cosa que él dijera. Hasta que llegó Treste e inmediatamente se olvidó de la mano dolorida y extendió un brazo para chocar los cinco con el recién llegado. Adoraba ir a la cocina a esa hora, era un hervidero de gente en un lugar pequeño en el que todas las charlas se mezclaban. Cuando Lumiere se le acercó, ya se estaba riendo de la disputa entre Fin y Sanna. —Pues —se cruzó de brazos y lo miró—, te diré si me consigues un plato de eso que están por servir, Lumiere, aunque contigo y las adivinanzas seguro salgo perdiendo —Antes de volverse a Derian, soltó una carcajada—. No, no no. Créeme que si fuera Hauffmann lo que vi, no estaría tan contento. Pero está relacionado con Matilda. Sip. Con sonrisa de gato de Chesire, Thomas mantuvo los brazos cruzados sobre el pecho y esperó a que alguien más intentara dar con la respuesta. No se la sacarían tan fácilmente, a no ser que alguien le arruinara la incógnita.
Santiago se vio de un segundo a otro abandonado a su suerte por la payasa. El chico titubeó, soltándose del agarre mortal de Matilda, mientras se acomodaba el cuello de la camiseta. —Eemmm... Yo —Nadie le estaba prestando atención—. Yo también me voy para las cocinas. Y sin decir más echó a correr detrás de Hilaria, aún con esos zapatos que le quedaban grandes, mordiéndose el labio a regañadientes y procurando que la payasa no se le fuera muy lejos. No gritaría su nombre. Muchas veces antes lo había intentado y no tenía sentido con su compañera: Una vez que tenía algo en mente, nadie se lo quitaba de encima.
Lobelha soltó una carcajada justo en el último momento en el que terminaba su sorbo de Coca-Cola. Y tuvo suerte. Ella y Uzeil. Si no habrían terminado ambos empapados de gaseosa. El intento en vano del chico por hablar con la boca llena le pareció tan fuera de lo común en él, que a duras penas logró contenerse. —¡Eyy! Espera espera —se excusó dejando el vaso sobre la mesada y frenando al chico mostrándole las palmas de sus manos. Todavía se reía— ¡Nunca dije que no hubiera pensado antes en eso! Lo que pasa es que... —Se rascó el cuello e hizo una mueca— No sabría muy bien qué hacer con la moto, es solo eso —Lo miró con atención y poco a poco recuperó una curiosa sonrisa—. Además, ¿qué es toda esa paranoia repentina? Pffff... ¿Quieres ver si soy lo suficientemente buena, ser Uzeil? —La sonrisa y la expresión se tornaron peligrosos. Era un claro desafío.
|
|
|
Post by ev7e on Aug 13, 2012 18:30:53 GMT -3
Rufus movió su bigote como un conejo meditabundo mientras masticaba uno de los pedazos de pan. -¿Encontró a otro inversionista?- le preguntó a Thomas con ojos soñadores. Sabia que era imposible, pero nadie cobraba por imaginar y aquella era una atractiva y colorida idea que lo hizo achinar los ojos verdes y enrojecer sus mejillas de la emoción. Nuria negó con la cabeza cuando el anciano le lanzo una miradita para que intentara adivinar, no se le ocurría absolutamente nada. En aquel momento estaba aturdida por el ir y venir de las conversaciones en la cocina. Miró por una de las ventanillas y sonrio divertida al notar a cierta distancia a los dos payasos, uno persiguiendo a otro. -Cuidado, huracán Hilaria a la vista- le murmuró a Fin para no interrumpir el juego de adivinanzas iniciado por el domador. Le agradaba ella, probablemente por haber crecido juntas durante su adolescencia y porque Rufus siempre trato de integrarla con alguien de su edad cuando llego al circo.- Y como siempre Santi no la detendra-rio
|
|