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Post by bachi on Mar 15, 2013 1:25:28 GMT -3
((Thomas: <3 Bueno, lo único que diré es que recuerden que primero viene una presentación de todos juntitos y que en cuanto todos pongan un pie dentro de la pista del circo, que su imaginación vuele vuele~ porque nuestros muchachos serán capaces de hacer casi cualquier cosa según qué sean <3)) Entre carcajadas llegaron a ser casi los últimos en acomodarse detrás de la filita que iba buscando asientos disponibles en las gradas de las tribunas. Desde allí, la entrada de la carpa de Circus Maxium se veía pequeña en comparación con la deslumbrante altura que alcanzaba toda la construcción. Por la tarde en el ensayo de los circenses Lobelha ni lo había notado, con la luz del sol, las gradas desarmadas y los andamios todavía puestos para dar los últimos retoques de iluminación… Eso y la extraña sensación de que todo por fuera parecía diminuto mientras que una vez dentro algo un poco más irreal como la magia conseguía ese efecto deslumbrante de espacio. Siguiendo las sugerencia de Alejandro, la chica encontró a Uzeil entre la multitud y le tomó la mano apresurada para no perderlo. Procuró mantener el paso vivo hasta que la fila se fue deshaciendo a medida la gente encontraba lugar donde acomodarse, y al final tuvieron el paso libre. Los únicos que le frenaron el recorrido un par de veces fueron los vendedores de golosinas, palomitas, binoculares y otros objetos luminosos, de los cuales ya veía varios dispersos entre los grupos de niños revoltosos; pero por lo demás, su marcha se mantuvo igual durante todo el recorrido a la pista circular. Llegados a cierto punto, la chica se detuvo y señaló un par de asientos vacíos en una fila que parecía algo exclusiva y alejada del resto. —Algo me dice que esos son los lugares especiales de Hauffmann —soltó con sorna la chica antes de seguir, directo y sin detenerse, hacia la entrada trasera de la carpa, donde habían un par de guardias apostados a cada lado. Y justo en el momento en que llegaron, las luces se apagaron todas por completo incluyendo los juguetes de luces de los niños, la música cesó y una exaltación general robó de las gargantas del público gritos expectantes. En el medio de la oscuridad y perdida entre los vitoreos, el corazón del Lobelha comenzó a ir cada vez más rápido. Casi podía jurar que lo escuchaba desde allí, incluso por encima de toda la gente… A no ser que… Pum. Pum pum.Ese era el único sonido que reinaba en el ambiente, un latido que iba cada vez más rápido y le robó el aliento. Pum pum pum pum…Y de repente una luz se prendió en el centro y los griteríos cesaron. Lobelha casi podía jurar que desde allí reconocía a la mujer de vestido radiante, que mantenía la cara escondida por un sombrero de gala y que lentamente extendía una mano hacia el costado de las sombras. Mágicamente parecía que la luz seguía el curso de su mano. Y finalmente la voz de Matilda resonó por todos lados como un eco. Sabía que en cuanto hablara todo estallaría. Sabía que en cuanto cada uno de los artistas que allí detrás la aguardaban con los nervios a flor de piel, pusiera un pie dentro de la pista, sus límites en cuanto a destreza serían olvidados por la física y que sus increíbles capacidades los perseguirían durante toda la noche y hasta que el sol volviera a salir. Matilda escondida detrás de la galera sonrió. Pero también sabía que ellos conocían las reglas: Nada de involucrar a terceros durante los juegos de la noche, eso era cosa de circenses, no cosa de gente débil ante lo imposible y la locura. “¡Bienvenidos!” El saludo fue exaltante e imprevisto. “Bienvenidos hoy a todos aquellos que se atrevieron a poner un pie delante de la incoherencia y otro detrás, por si las dudas cerca de la salida” Se rió. “Hoy y para siempre los saludo en nombre de mis bestias, mis duendes y mis brujas! De ahora en adelante han pasado a formar parte de esta familia, de ahora en adelante les recuerdo que solo ustedes tienen el poder de disolver el lazo. Pero quedan advertidos: Dudo que alguna vez vayan a querer olvidarse de nosotros. Aquí reina la magia, aquí reina el caos, y es un compromiso de por vida! ¡Este es el lugar exacto!” Levantó un pie y lo dejó en el aire, en medio de las sombras. “¡Preciso!” Para sorpresa del público, la mujer apoyó todo su peso en el pie que tenía en el vacío y comenzó a subir, uno a uno escalones invisibles a medida soltaba cada palabra. “¡Único e inigualable donde reina la cordura de la sinrazón! ¡Donde las aves nadan, los peces vuelan! ¡Donde todo es lo que parece y nada es en serio! Donde todos y cada uno de nosotros” En ese momento se inclinó y señaló un punto exacto de la tribuna donde había un par de niños. En cuanto el índice de la mujer los señaló, una luz tenue y cálida de origen desconocido los iluminó. “contribuimos y creamos el mundo de sueños de lo que deseamos” Ahí mismo, salido de la nada y flotando en el aire, un cardumen de peces del tamaño de pelotas de fútbol se pusieron a nadar entre las cabezas de los espectadores. Tenían el cuerpo transparente y los bordes de colores fluorescentes, pronto esparciéndose por toda la tribuna y contagiándole las luces de colores en medio de la oscuridad. “Así los saludo hoy. Así les doy la bienvenida al reino de Cupiditas y nuestros más grandes anhelos. ¡Así espero verlos y así espero escucharlos! ¡Y así quiero que reciban a nuestros lunáticos desalmados!” Matilda giró sobre sí misma y señaló a la oscuridad, apuntando al lugar justo y exacto por donde saldrían todos y cada uno de los artistas de Circus Maxium para la presentación general del elenco antes de que comenzara por orden todos los actos… O tal vez no, quién sabía. Tal vez ya todos estaban escondidos entre el público. Tal vez ya volaban sobre sus cabezas, tal vez brillaban a escondidas. Los espectadores lo averiguarían entre escalofríos, histeria y conmoción, e incluso algo de temor en tres, dos, uno… Que empiece la función.
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nitta
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Post by nitta on Mar 15, 2013 7:27:41 GMT -3
(PRIMERA, PRIMERA, PRIMERA, PRIMERA *corre por todo el lugar de la emoción*)
Por suerte para Lumiere había llegado a tiempo de sentar a aquella estrafalaria pareja en los asientos de tribuna -dejando obviamente las sillas reservadas a Hauffmann y algún posible acompañante, vacías. Luego se había evaporado de entre la oscuridad para reunirse con el resto de circenses dispuestos para la actuación. Sentía como los vítores aumentaban mientras la tensión crecía en el interior del circo. Raissa admitaba todo con el corazón en un puño y el velo levantado -previo permiso a Hassan- para que le diera un poco el aire en el mismo y pudiera respirar mejor. Observó atónita como Matilda subía aquellos escalones invisibles mientras seguía la presentación pero, cuando salieron las bolas de peces abrió la boca desencajada sin perderlos de vista. -¿Cómo... ? -a duras penas logró articular del asombro. Y justo cuando Matilda terminó de hablar del todo le pareció que una persona volaba por sobre su cabeza. ¿Lo había visto bi...? Ahí saltó otro cruzándose dos a la vez. De lado a lado de la pista. ¿¡¡CÓMO!?! Miró a Hassan cuya expresión de asombro era más o menos idéntica a la propia.
Y ahí estaba Fin saltando de lado a lado de la pista cruzándose con Duke hasta que -sobre la plataforma desde la que saltaba- le dieron un aro con el que se lanzó al vacío haciendo volteretas y contorsiones a la par que el aro iba descendiendo con Duke del otro lado. Por abajo Treste ya hacía carantoñas saludando a todo el mundo a la par que Lumiere avanzaba sobre un camino de puas descalzo (reconozco que esto es lo más raro que le hago hacer a Lumiere, lo prometo << Poca inspiración del momento) mientras saludaba a unos y otros. Desde atrás las cortinas sostenido a una columna y la pata al aire Jeremy observaba todo con detenimiento siguiendo todos y cada uno de los pasos de su bienamada Fin. Era la misma Fin quien, al tocar suelo, se empezó a columpiar en el aro para dar algunas vueltas y terminar sobre el mismo echarse hacía atrás y finalmente tocar suelo poniéndose en pie. Duke fue a por ella y la levantó enredándose ella alrededor de su cuerpo. Ambos respiraban agitados pero compenetrados y Jeremy no pudo evitar sentir celos en ese momento y se retiró de la función seguido por Sana. Se quedó -tras varias contorsiones más- sobre los hombros de Duke y ahí finalmente se bajó para saludar al público que tenían enfrente.
(Lo dejo aquí... si debo seguir me dicen y edito n.n)
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Post by ev7e on Mar 15, 2013 21:16:09 GMT -3
Sam se sostuvo de su lugar cuando las luces desaparecieron de la carpa, pues aunque no recordara temerle a la oscuridad el súbito silencio más las respiraciones de los desconocidos a su alrededor, pronto lo hicieron entrar en pánico. Algo diferente ocurria ahi y podia sentirlo. No era su corazón asustado y por unos segundos, antes de que apareciera aquella dama envuelta en un sueño celeste, pensó que los latidos le pertenecian a la carpa. Abrió la boca asombrado al verla subir por escalones invisibles, casi se le para el corazón cuando los peces salieron de la nada y por momentos creyó que los trapecistas en realidad no se columpiaban, sino que literalmente estaban volando sobre sus cabezas. No tuvo mucho tiempo para preguntarse como podia soportar aquel hombre las puas en la planta de los pies porque en aquel momento sintió el ruido de las serpientes justo a su derecha.
Moviendo las muñecas alrededor de las caderas, haciendo sonar los cascabeles para confundir los sentidos, despistando al cerebro con una invitación y una advertencia...una, dos, tres, cuatro sombras femeninas aparecieron repartidas entre el público, como si siempre hubiesen estado agazapadas bajo los asientos y ahora decidian salir a divertirse en medio de la pista. Las cuatro, como movidas por un mismo hilo se deslizaron en medio de giros, saltos, contoneos y guiños que podían adivinarse detrás aquella máscara plateada que eran sus ojos. Ningun movimiento pareció fuera de lugar, todo era parte de una misma secuencia que podia pasar desde pasos de un suave vals hasta el can-can o incluso el seductor burlesque. Rodeándose de brillos y tintineos de cascabeles, las bailarinas llegaron a su lugar para saludar al público en el momento preciso que una manada de animales, bueno...por lo menos sus sombras, recorrieron el escenario saludando al público con sus respectivos gruñidos, silbidos y bufidos. Por ahi incluso se oyó el "RAAAWRR" de un tiranosaurio que sacudió la carpa y a los presentes antes de que la figura de un conejo con sombrero se le subiera a la cabeza y lo guiara marchando alrededor de toda la carpa para desaparecer por la entrada que Matilda habia señalado y donde ahora estaba Rufus, con su impecable frac negro con corbata de moño y su sombrero de copa. El anciano levantó los ojitos verdes, a juego con la mitad de la barba y bigote, bastón en mano y saludó con una profunda reverencia
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Post by Milly on Mar 16, 2013 1:50:21 GMT -3
((Oish, Bachi! Cuando grande quiero ser como tú *-*))
El mundo al interior de la carpa había pasado a convertirse en una sola voz. Una sola alma que exclamaba de asombro ante cada nueva maravilla que se sucedía ante sus ojos incrédulos. Y Uzeil era parte del ser único que comenzaba a contagiarse de toda esa magia que en tan poco tiempo ya lograba respirarse. Jadeaba con el resto un atónito 'OOH' cuando Matilda inició su espectacular asenso, compartía el masivo 'AAH' cuando los trapecistas hicieron su aparición... y contenía el aliento cuando las bailarinas se apropiaron de la atención del público. Acompañaría luego el escandaloso aplauso tras del preámbulo con el cual el mago hizo su entrada, convencido ya de haber alcanzado el máximo nivel de éxtasis de ese saludo general, pero todavía quedaban sorpresas por descubrir...
Dueño de un andar solemne e intrigante Derian avanzó detrás de Rufus para detenerse en la entrada, contemplando al público durante un segundo de tormentosa impaciencia, completamente estático antes de iniciar un lento movimiento de su brazo. Abrió la palma de su mano frente a su rostro, manteniéndola bajo su mentón con la posición supina de quién se prepara a soplar al aire un beso volador de enamorado. Pero cuando de sus labios al fin escapara el aliento que sus pulmones contenían, lo que voló en cambio fue un mar de fuego que irrumpió en la pista, adoptando rápidamente la forma de un ave terrible y colosal que emprendería el vuelo hacia el público, presto a dar caza a los fantásticos peces que aún nadaban entre las cabezas de los espectadores. En el instante previo a que el extraño animal se acercara demasiado, Derian, que ya había avanzado hacia el resto de sus compañeros, alzó una mano al cielo y el ave atendió inmediatamente a su llamado, preparado para realizar una caída en picada que predecía una infernal colisión de fuego. Pero explotó en cenizas ardientes mucho antes de alcanzar a cualquiera de los circenses. En medio de esa lluvia que comenzaba a tornarse gris, mientras el lanzallamas saludaba con un ceremonioso gesto... ingresaron los demás payasos. La única chica del grupo daba vueltas en torno a su propio eje durante al avance, una y otra vez, como el torbellino de locura en que prometía convertirse aquella noche. Cuando dio fin a sus caóticos giros, comenzando a correr en torno al resto de sus compañeros, ni la peluca se había movido de su lugar ni la nariz roja anunciaba haberse desacomodado un solo milímetro... porque habían dejado de formar parte de una fútil indumentaria. Eran parte de ella, como la piel de su rostro ahora surcado por figuras o sus piernas atravesadas de principio a fin por coloridas líneas horizontales que ya no eran simples medias. Ella era una criatura nueva llena de color y alegría, un ser hasta ahora desconocido por la ciencia, pero sin duda nacido para despertar las risas de esas otras criaturas que los observaban, llamadas humanos. Llegó hasta donde su compañero favorito de rutinas, y junto a él, abandonándose a una estrambótica danza sin música que invitaba a las carcajadas, fue a reunirse con el resto de los artistas y saludar a la concurrencia.
((¿Les molesta si esperamos un poquito a ver si Rita puede hacer su entrada? Sé que esta queriendo hacerla... pero está un poquito llena de cosas u.u))
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Post by bachi on Mar 17, 2013 19:00:56 GMT -3
((No molesta en absoluto y para nada :33 Estaba esperándola de hecho~ así que se quede tranquila ^^
Y callate Milly TTuTT *se muere de amor* YO CUANDO SEA GRANDE QUIERO SER GRANDE Y MILLYANA! (?) >:C He dicho <3))
La música acompañaba con estruendo y vertiginosidad las caídas y los saltos alrededor de la carpa, envolviendo al público y trasladándolo a ese extraño espacio atemporal que se forma en una sala de cine al observar una película, abrigados por la oscuridad y absortos por una historia deslumbrante. Nada más que el público en ese momento sentía, notaba que era parte también de la historia, que la melodía de tambores los hacía sobresaltar con cada nuevo giro de esas bailarinas a las que no les podían sacar los ojos de encima, con aquellas llamaradas escalofriantes que parecían en toda su monstruosidad estar en manos de un solo y simple hombre, con los dinosaurios comandados por conejos y entre los cuales los payasos habían empezado también a corretear. Era como si les hubieran abierto las cabezas, pequeñas ventanas y puertas en el cráneo para dejar salir a flote todo aquello con lo que habían estado soñando días, años atrás. Toda una vida de fantasías al alcance de una mano, como comprobó Lobelha en cuanto estiró el brazo y tocó un pez viscoso que le dejó la punta de los dedos color rosa, con olor a frutilla. La chica no dejó de sacudir a su absorto compañero en todo el despliegue del espectáculo, señalando aquí y allá, ignorando que seguramente Uzeil estaría demasiado ocupado observando lo otro y lo aquello como para escucharla, dejando de lado que escuchar cualquier otra cosa que no fuera ese show era imposible en ese momento. Los tenía atrapados de raíz. Y en cierto momento del furor, en cierto momento del preámbulo, un par de ojos gigantes y amarillos se vieron en la oscuridad. Eran enormes y estaban atentos, eran salvajes y querían, tal vez, jugar. Cuando los inmensos y solitarios ojos de Jerry parpadearon dos veces en el medio de donde la gente podía adivinar que estaba el techo, las dos figuras desaparecieron y se convirtieron en otra parte más de todas las constelaciones de las que se alumbraba el techo de Circus Maxium, salpicado de estrellas. La gente gritó un momento y Lobelha tuvo que ponerse de puntitas para ver al otro extremo. La gente gritó de nuevo y el cuello de la chica viró al otro lado para ver también, ignorando que la música de nuevo había cambiado, que era eso lo que le aceleraba el corazón. Dos leones se mezclaban entre los circenses y la euforia general, uno pintado de rayas violetas y luminosas como las de un tigre y el otro estrellado con manchas amarillas como las de un jaguar. Las fieras se enfrentaban entre sí, mirándose y meneando las colas con urgencia, de pie y expectantes ante el salto que todo el público sabía que darían... Y comenzaron a correr para encontrarse, el aliento se contuvo en masa, y en el último minuto, en el último segundo en el que pareció que sus dientes y sus garras se estrellarían contra la piel de su contrincante, un humo denso producido por una explosión cubrió por completo la escena en el mismo momento en el que un rugido relampagueó el ambiente. Cuando Thomas salió de entre la polvareda extendiendo los brazos a modo de saludo triunfante, detrás de él lo escoltaban tres enormes leones que daban tumbos pesados y mullidos a cada paso, chocando las melenas entre sí como viejos amigos y mininos cariñosos. El león que iba al medio estaba completamente pintado de negro haciendo juego con el traje de su domador, y lo único brillante que atrapaba era aquel par de ojos amarillos que la gente reconoció de un minuto atrás reflejados en el cielo. Tan amarillos y rasgados como los ojos del hombre que rápidamente se unió a sus compañeros del circo para saludar.
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nitta
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Post by nitta on Mar 19, 2013 17:35:42 GMT -3
-Bueno... -micro colgado de la oreja derecha la voz retumbó nada más Thomas se unió al resto con sus tres leones-... ¿cómo están ustedes? -era la voz de Treste retumbando por todos lados haciéndose difícil el saber de donde provenía. Raissa trató de ubicarlo pero le fue sumamente imposible. ¿Dónde estaría? Había visto la magnífica aparición de los leones y había contenido el aliento como todos los allí presentes. De sopetón se empezaron a oír como unos pasos apresurados recorrían con torpeza unas escaleras y un sector del público empezó a reír al observar al payaso.-En fin. -Miró a todos los compañeros al frente.- Siempre igual, siempre me los callan. ¿Y ahora qué, eh? -bajó tres escalones más por entre el público- claro, ellos dan ahí sus saltos, sus moñerías y todo eso y luego les roban la voz.-Movió los brazos y dos claxons sonaron en otro lugar del círco o... ¿solo era la magia que se desprendía de Maxium? Observó a Matilda con beneplacencia. -A usted querría yo ver. Llevo buscándola tres horas, ¿sabe? Y bueno -añadió sin darle tiempo a contestar terminando por bajar abajo- es que, ¿sabe qué pasa? -Se volteó y miró al público.- Hay, lo siento.-Se disculpó poniéndo su mano sobre su rostro pintado en exceso de muchos colores aunque una enorme sonrisa era la que destacaba.-Estaban dándole la bienvenida a... -señaló hacía atrás- bueno, esto lo soluciono yo enseguida... ¿me da permiso, Jefa? -le preguntó a Matilda mientras seguía acercándose a Santiago e Hilaria. Matilda -y el resto de circenses- debían estar acostumbrados a esa entrada patosa del mismo Treste porqué estaba hecha a propósito. -¿No? -volvió a contestar por sí mismo y se encogió de hombros, sacó un globo delgado, lo hinchó como si nada y así fue haciendo figuritas que flotaban en el aire de forma mágica y se movían de aquí para allá. Se subió encima del borde que separaba la pista del público y empezó a hacer como qué iba a la pata coja hasta que tropezó, fue cayendo, movió los brazos y de un saltó aterrizó de pie. Se volteó y saludó al público como dios manda tras hacer una reverencia con su cuerpo.
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Harry
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Post by Harry on Mar 20, 2013 23:41:17 GMT -3
Alejandro, desde que el día en que entró al circo, se había sentido una persona privilegiada. Después de todo, era uno de los pocos de sus compañeros de circo que podía disfrutar del espectáculo desde afuera, como un espectador más. Y, de la misma manera, podía estar detrás de escenas, conociendo a la perfección el proceso que hacía la magia del Circus Maxium posible. Y es que era magia de verdad. Había visto el espectáculo cientos de veces, y siempre se sorprendía. Siempre se hallaba a si mismo incrédulo, boquiabierto, igual que cualquier otra persona que hubiese tomado la afortunada decisión de ir al circo esa noche. Se preguntó como estarían los nuevos en este momento. Se había separado de Lumiere y la pareja árabe con la esperanza de encontrar a Uzeil y Lobelha, pero para cuando llegó al punto de encuentro el espectáculo ya estaba iniciando y no logró encontrar a ninguno de los dos. Imaginó que querrían ver la apertura con tranquilidad. Ya los buscaría luego. De momento, solo quedaba disfrutar del show.
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Post by bachi on Apr 1, 2013 21:28:44 GMT -3
Lobelha se rió a carcajada viva con la torpe aparición de aquel payaso inesperado. Lo reconoció entre alguna que otra palabra rápida soltada por Hilaria cuando les había servido de guía junto a Santiago. ¡Pero si aquel era el tan reconocido Treste que les hacía entrenar con las narices puestas como si todo el tiempo fuera un show en vivo y directo! Reconoció desde allí una figura bailarina y casi tan hiperactiva como la aludida payasa, de traje verde chillón que parecía brillar en medio de la oscuridad, casi brincando como conejo dando vueltas alrededor del jefe payaso. ¿Quién diría que aquel sería el Santiago retraído y nervioso que horas atrás habían conocido? La chica fue rápida al codear a Uzeil, que sabía a pesar de las sombras eternas, que lo tenía justo al costado. —¡Apuesto que en cuanto pongamos un pie dentro de este circo vas a estar pronto en escenario casi tan cambiado como nuestro amigo payaso de por allá! —bromeó entre risitas.
Un par de filas arriba sobre sus cabezas, un hombre molestaba a la absorta audiencia mientras se abría paso entre la completa oscuridad, haciendo gala de un sentido de orientación tal vez pésimo pero buena madera para desenvolverse frente a los contratiempos de la noche. Cuando al final logró poner un pie en el piso de tierra, tras un saltito demasiado alegre para su gusto (¿Acaso aquello del circo sería contagioso?), Siro explotó un pez burbuja de naranja fosforescente con la punta de las llaves. No había rastro de las paredes de la carpa, pero tentó a la suerte y caminó derecho hasta que se estampó con las gruesas lonas de Circus Maxium. Hizo falta un acopio impresionante de toda su fuerza y vario esfuerzo rastrero de por medio para que consiguiera abrirse paso hasta el exterior, donde suspiró aliviado. Lo noche estaba estrellada cuando el hombre marcó rápido el teléfono y envió un video por mensaje. Casi en seguida llamó, al mismo número, y esperó a que Bernard Saunière atendiera al otro lado. Quisiera admitirlo o no, Siro quería terminar con eso cuanto antes para volver a la función.
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Post by ev7e on Apr 3, 2013 21:22:27 GMT -3
((mini postie porque tengo toneladas de tarea por hacer ♥ ))
Empezó a balancearse sobre su lugar que por un momento pareció convertirse en un columpio personal, riendo a grandes carcajadas con las bromas de los payasos que lograban calmar el susto que se había llevado con la aparición de grandes bestias de fuego y extraños seres estrellados. Cuando estuvieron todos en la pista, saludando al público como si se trataran de eternos conocidos...se sintió en casa. Aplaudió como loco junto con todos los demás y observó con detenimiento los coloridos vestuarios de esos seres de otro mundo sin dejar de asombrarse lo elástica que debía ser la tela que traían los payasos en las piernas, porque parecían piel. La música, las risas, el tumulto de las personas que se apretaban para no perderse un solo destello de magia. Circus Maxium era mucho más de lo que le habían dicho, eso saltaba a la vista.
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Post by Milly on Apr 6, 2013 1:36:28 GMT -3
Tal vez en una circunstancia distinta, Uzeil se hubiera negado rotundamente a la posibilidad que Lobelha le había planteado con una voz que parecía provenir de un mundo muy distinto al que se construía ante sus ojos. Pero al interior de la carpa de Circus Maxium, cuando la función comenzaba... todo era posible. Ahora lo sabía y lo comprobaba por su propia cuenta. Y la magia de contagiosa alegría que embargaba cada poro de su piel lo llevaba a desear con más ansias que nunca a esa fantasía donde no había cabida para lo ordinario, lo triste o lo denigrante. Todo era maravilla, y del modo que fuera, él sería parte de ella. Su felicidad era tal que, por más que lo intentó, no pudo contestar a su amiga con ningún comentario a favor o en contra. Solo le sonrió con la fascinación de un niño, codeándola de vuelta antes de volver a concentrarse en el escenario y aclamar el fin de la presentación del payaso Treste.
El visor de su teléfono volvió a iluminarse, anunciando la entrada de una llamada apenas un segundo luego de terminada la reproducción del video antes enviado. Su rostro no evidenció muestra de sentimiento alguno. Frívolo e impasible paseó su dedo sobre la pantalla táctil del aparato para contestar al llamado y acercar el parlante hasta su oído. —Habla rápido —dijo, sin que en su voz se notase apremio alguno. No por ello era menos cierto que aunque por motivos distintos, Saunière deseaba también que aquella interrupción fuera recordada por su brevedad. No le bastaba con la misión principal encomendada a Siro. Tampoco un video. Deseaba recibir cada minúsculo detalle de lo que acontecía al interior de esa carpa cuando las luces se encendían. Porque en cualquiera de ellos podía ocultarse la pista que lo ayudaría a descubrir con mayor celeridad el secreto que perseguía—. ¿Hay problemas con mi pez?
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Post by bachi on Apr 9, 2013 0:37:31 GMT -3
((Mini posties siempre son bien recibidos sin importar cómo TuT))
Y de repente, con la misma celeridad con la que todo había empezado, todo se apagó. Todo. Las luces, la música, los artistas desde la arena que habían saludado minutos atrás... Los grititos chillones de cientos de niños asombrados rellenaron el vacío del hueco que había quedado y una risita femenina en altavoz resonó dentro de la carpa. "Siéntense cómodos, disfruten del show señores y señoras, damitas y caballeritos. Ha empezado la noche de Circus Maxium" Así saludó Matilda mientras la luz volvía a enfocarla, alzando la galera en alto, haciendo reverencias al público que recibía con aplausos y poniéndose de pie ante la inesperada rapidez con la que el resto de los artistas había desalojado el escenario. Y salió corriendo del foco de luz para sumirse en la oscuridad directo al túnel, a la salita de espera entre los vestuarios donde esperarían a salir de a poco todos los artistas. Detrás de ella la pista de bañó en luz azul, baja y hechizante, mientras la música como melodía de sinfónica empezaba a adormecerlos antes de hacerlos brincar. Sería el turno de los trapecistas, sabía Matilda, luego irían los payasos y casi en seguida se mezclarían con las bailarinas para tomarles las mentesdesprevenidas débiles por la risa previa, antes de los leones. Thomas debería correr luego para dejarle la escena libre a Derian, una nueva interrupción de los payasos para comenzar a cerrar la escena, en seguida Lumiere, haciendo que el público participara de sus increíbles hazañas... y el viejo Rufus al final para sorprenderlos a todos. Con una sonrisa y un suspiro de alivio detuvo el trote justo al principio del túnel, mientras escuchaba dentro todos los cuchicheos rápidos y frenéticos de su familia por algunos últimos retoques en la ropa. El resto estaría siempre impecable, el maquillaje ya era parte de todos, los peinados serían naturales y los adornos y demás accesorios serían armas mortales del show. —¿¡Y!? —exclamó cuando llegó hacia los presentes expectantes— ¿Qué tal, mis "lunáticos irremediables"? —se rió la mujer, de humor excelente. —¿¡Fin ya entró!? —Santiago salió de entre las sombras del vestuario a penas iluminado como un resorte. Matilda estaba segura de que eso le hacía acordar a Hilaria, ¿acaso la maléfica payasa tendría alguna especie de pacto tenebroso con el Circo para contagiarles a todos la adrenalina?— ¿¡Podemos ver!? —Wo, wo, woo... Para el carro ahí, payaso psicópata. Pueden ver, sí claro. Salen ustedes después así que es lo mismo. ¡Pero no se alejen de Treste! ¡Y NI SE LES OCURRA METERSE EN ESCENA DE NUEVO COMO LA ÚLTIMA VEZ! ¡Y si ven a Alejandro, le mandan un pez mensajero para que aparezca por aquí sus narices! —agregó por si las dudas para que la escucharan por encima del sonido.
Siro ensanchó la sonrisa mientras desde adentro le llegaban las exclamaciones del público, e instintivamente se giró a ver. Se lo estaba perdiendo, chasqueó la lengua. —Tranquilo, está justo donde lo quiero. Fue casualidad, casi como el karma —Se rascó la nariz y miró la noche estrellada con parsimonia. El tonito breve de ansiedad en la voz del jefe no le había pasado por alto—. El video es parte de la introducción, jefe. Ya sabe que cuando intentamos grabar el resto de la función hay interferencia y los aparatos fallan. Intenté con celular, con cámaras y con video... Ésta vez usé una cámara vieja y ¡vaya! Aguantó todo el discurso de entrada de la directora. Creo que le interesará... Dijo algunas cosas peculiares que antes no había escuchado. En fin —Otra nueva miradita nerviosa hacia la carpa y decidió cortar—, el resto lo pondré por escrito. Ahora debo irme. Hágame caso y mire el video. Capaz le encuentra algo al asunto. Cambio y fuera. Fue rápido, conciso y directo. En menos de un segundo Siro estaba guardando el celular de nuevo en su bolsillo y suspiró, sabiendo que lo que vendría a continuación no sería fácil. Salir de la carpa siempre era sencillo, lo complicado era volver a entrar. Era como si la misma carpa lo impidiera, no sería la primera vez que asistía a una función de Circus Maxium y lo intentaba. Pero dado que esta vez tenía entrada... Le costó arrastrarse hacia dentro y Siró sintió que con la barba tragaba tierra. Entre toces se vio rápidamente interceptado por los guardias que había visto minutos atrás y alzó la manos con rostro inocente. La tenue luz azul le venía de pelos. —¿¡A dónde te creías que...!? —¡Eh, eh! ¡Espere un momento! Yo tengo entrada, salí un momentito, ¿vio lo que es la puerta de salida? ¡Ni se puede pasar entre la gente, mister! Y cuando uno tiene que ir... —Siro se encogió de hombros. El guardia puso cara de hastío. —Sí, como digas. Muéstreme la entrada y todo queda olvidado. —Ya... —Un bolsillo, luego el otro y la voz aparentemente calma del hombre comenzó a preocuparse— ¡Ya se la doy es que...! ¡Ahí! —señaló rápidamente en dirección a un par de siluetas apartadas del resto— ¡Ese, ese es el pibe que me cortó el ticket! Pregúntele si quiere, seguro que se acuerda. ¡En serio!
En cuanto la luz se puso azul, Lobelha comenzó a dar pequeños saltitos como una niña. ¡Si hasta casi su pelo parecía fluorescente! Estuvo a punto de comentárselo a Uzeil cuando vio de refilón un guardia sacando a un sujeto afuera, y el segundo guardia dirigiéndose justo hacia ellos. La chica hizo una mueca y le tocó el brazo al chico. No llegó a articular palabra, sin embargo, pues el hombre había sido más rápido. —¿Puede acompañarnos un momentito afuera? Necesitamos que reconozca a un sujeto que perdió la entrada y aseguró, diez veces (Sí, las conté, chico) y con bastante insistencia que usted le había dejado el boleto. Son cinco —La cara de malhumor con la que la chica de pelo azul lo estaba mirando le hizo enarcar las cejas y arrugar la nariz— minutos no más... —No vayas —gruñó Lobelha. —Cinco-minutos. El par de ojos de la chica rodaron directo a Uzeil, serios y decididos. Casi regañones.
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nitta
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Post by nitta on Apr 9, 2013 6:54:49 GMT -3
De repente, como enmedio de la nada, apareció Fin tirada en la arena del circo, justo enmedio siendo mojada por la luz blanca y pura, ligeramente triste, de un foco que salía del mismo centro de la carpa. ¿Estaba lloviendo? Todo era posible. A medida que la música fue subiendo en dramatismo empezó a deshacer el ovillo que había permanecido hasta el momento intacto mientras Duke aparecía en escena portando el aro que subiría a Fin hasta lo más alto del circo. Ella tendió una mano a Duke quien la agarró y la ayudó a levantarse incándose de rodillas al suelo y ella se arrastró como si realmente las piernas no la sostuvieran. Se miraron a los ojos y ella sostuvo la mano de su compañero a medida que su cuerpo se iba elevando y levantando hasta que quedó completamente cabeza abajo y estirada hacía arriba sobre la misma mano. Fue la seña para que Duke -quien sostenía de la otra el aro- se levantara. Una vez estuvo completamente de pie, Fin soltó una de las manos y la estiró para agarrar el aro con la propia y lentamente inclinar su cuerpo hacía el mismo. Lo primero en corbarse de su cuerpo fueron las piernas mientras seguía siendo sostenida con el único soporte de una mano en la mano de Duke. Una vez sus piernas se enroscaron en el aro, liberó la mano de Duke y se afianzó en el aro, todavía cabeza abajo para detenerse en ese preciso momento la música. Cuando abrió las piernas sonó un relámpago y cuando volvió a cerrarlas, para volver a abrirlas, otro. Lentamente la música se fue animando a la par que el aro subía en altura. Sobre su cabeza varios trapecistas ya hacían las delicias de los menores que le descubrían. Fue modificando su postura hasta que quedó sentada en el aro y empezó a aplaudir sobre su cabeza para animar al público y luego ponerse de pie sobre el aro, a la par que se balanceaba.
Desde el suelo, Treste miraba a su hija con el corazón en la garganta. Sabía que la magia de Circus Maxium impediría que su hija se matara pero aun así, siempre le parecían muy arriesgadas sus maniobras a la par que Raissa contenía el aliento manteniendo sus ojos en los de la trapecista contorsionista en todo momento. No era consciente que pestañease, solo podía mirar lo que ocurría frente a sus ojos, todo lo que acontecía. La magia del sitio y supo que ella también tenía su hueco ahí, lo supo en el interior de su corazón, de su alma. Sabía que ella también podría ser partícipe de dicha magia.
(si algiuen no entiendo lo de Fin que me diga y trataré de explicarlo mejor)
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Post by Milly on Apr 14, 2013 18:43:21 GMT -3
((Espero que los malos posties sean igual de bien recibidos T.T))
El silencio repentino percibido desde el otro lado de la línea habría de anunciarle el término definitivo de la llamada. Una que consideró innecesaria, útil solo si la meta contemplada hubiera sido alimentar su siempre bien controlada ansiedad. Pero por esta ocasión, decidió, dejaría pasar la afrenta. Porque sin importar nada, confiaba en el éxito de su empresa por largo tiempo planeada, tanto como en las buenas intenciones de Siro para mantenerlo constantemente informado. Cuando volvieran a verse se encargaría personalmente de aclarar los detalles de sus quisquillosas exigencias. Pero por ahora acogería la recomendación ofrecida. —"¡Bienvenidos!" —la voz de la mujer, proveniente del pequeño aparato tecnológico, resonó distante en medio de una muy lujosa y desierta habitación de penthouse cuando el magnate inició la reproducción del video. El timbre de la presentadora carecía del efecto mágico que sabía tenía en vivo, pero se empapaba de la misma potencia que conocía de funciones a las que alguna vez asistió— "Bienvenidos hoy a todos aquellos que se atrevieron a poner un pie delante de la incoherencia y otro detrás..."
En contraposición a la reacción de la joven a su lado, las luces azuladas y la grata melodía que la acompañaban habrían de sumergirlo en un denso estado soporífero, tan aplastante como lo era de agradable, pero no lo suficientemente poderoso como para llevarlo a pasar por alto el débil golpecito con el que Lobelha pretendía captar su atención. Primero la observó a ella, como despertando de un sueño profundo, y volviendo lentamente el rostro hacia el lugar que la mirada de esta se dirigía. Para cuando comprendió que su amiga estaba refiriéndose a los guardias, uno de ellos ya se había ubicado frente suyo para iniciar las explicaciones. Encarcó las cejas, casi asustado. —No me acuerdo de todas las personas a las que atendí —repuso con la extraña sensación de estarle fallando a alguien. Paseaba la mirada del guardia a Lobelha... pero en ambos par de ojos se encontraba con una determinación fulminante, bien dispuesta a condenar cualquier decisión que tomara. Estaba acorralado y perdía segundos preciosos de la función que se desarrollaba frente a él. ¿Sería capaz de hacer que alguien se perdiera de aquella maravilla para poder disfrutar él mismo de ella sin interrupciones? Comenzó arrastró un pie disimuladamente en dirección al guardia—. Pero... puede ser... conservo algunos rostros en la memoria —observó a su socia con una mirada de disculpa. No tenía corazón para privar a nadie del show—. Un poco de publicidad nos hará bien... —se defendió, recordando los sabios consejos de Alejandro a medida que se perdía siguiendo el rumbo trazado por el guardia. Le costó salir, mas con algo de esfuerzo y unos cuantos empujones de parte de su acompañante, lo consiguió. Sin embargo, cuando estuvo afuera y vio de quién se trataba, decidió que todo aquel esfuerzo había sido en vano. —Sí, a él lo recuerdo —se dirigió tajante a los guardias, preparado para volver hasta donde la peliazul apenas se aclarase el inconveniente. No se había olvidado de la prepotencia del hombre y no le gustaba estarle devolviendo el favor con una buena acción—. Recibí su boleto de los últimos. Creo que estaba apurado.
—¡Pero qué pésimo concepto tienes de nosotros, Matilda! —exclamó una indignada payasa a las advertencias unidas a las respuestas de la directora—. Lo de la otra vez fue un asunto de fuerza mayor. ¡Teníamos que recuperar la pelota que se nos había escapado para salvar nuestro número! —Sacudió la cabeza con un enérgico gesto que daba a entender su reticente disposición a continuar las explicaciones. Cada palabra desperdiciada era tiempo menos de apreciar el espectáculo que en ese mismo instante encabezaban los trapecistas. Dedicó a Santiago una sola miradita que anunciaba debían echar a correr hacia el túnel para no perderse de nada. No hacía falta más, Hilaria bien lo sabía. Porque de noche su compañero Terna compartía con sobra de talento el entusiasmo de Hilaria. Sin esperar nada más y bien dispuesta a no dejar que Santiago la adelantase se perdió de vista, pasando como un rayo por el lado de Matilda hasta alcanzar al payaso mayor que ya observaba el espectáculo con el rostro paralizado del otro extremo del túnel. —¡Cambia esa cara larga, Treste! —le reprochó al hombre tras colgarse de su cuello como un mono de circo, más que como una payasita educada. Su voz chillona se perdía entre los tonos altos de la música que acompañaba las maniobras en el escenario—. No queremos espantar a nadie cuando nos toque entrar. Se separó de él con un saltito ligero, no teniendo reparos en ponerse a aplaudir con el resto del público que respondía a la solícita petición con la que en ese momento Fin los animaba. Cada vez faltaba menos para su momento... y la corta paciencia de Hilaria comenzaba a descontrolarse.
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Post by bachi on Apr 15, 2013 17:56:53 GMT -3
((<3 Los posts están perfectos y lanzaré a los leones a la próxima que diga algo en contra <83))
—¡Obviamente se trataba de una pelota muy forzuda para arrastrar con ella a una payasa de tu tamaño! —exclamó Matilda para que su voz siguiera a la intrépida muchachita, recordándole que la había visto claramente con las manos en la masa. Sin embargo, la sonrisa no desapareció en ningún momento de su rostro y se volvió al resto de los presentes— ¡Muy bien! A ver si me forman una filita así los controlo, les reparto unas botellitas de agua y mientras esperamos a Alejandro. Quiero saber cómo están nuestros invitados especialísimos… ¡Rufus! ¿La idea de la lluvia fue tuya? —comentó de repente cuando sintió el sonido del suave torrencial dentro de la carpa. —Si fue idea tuya esa, vejete, será mejor que no la hagas mientras estos mininos están afuera —Thomas estaba sentadito en un rincón rodeado de sus tres leones como si fueran perritos dormilones y mansos canarios. Ensanchó una sonrisita, se estiró el bigote y se cruzó de brazos—. No es como si las melenas mojadas les quedaran muy elegantes.
—O los espantaríamos en cambio si fuera un número de terror. Santiago había aparecido repentinamente asomando la cabeza desde un costado detrás del Jefe payaso para sobresaltar a Hilaria, cosa que en realidad dudaba que sucediera, pero uno nunca perdía cosas importantes por intentarlo, la dignidad por ejemplo ese día estaba sobrevalorada. En seguida se rió solo, observando a su viejo amigo absorto en las maravillas acrobáticas que su hija conseguía moldear en el aire como un hada de papel. —¡Es origami puro! —exclamó el payaso— ¡Es arte abstracto! ¡Es Superman! No… ¡Es Alejandro! —exclamó de repente y se colgó él también de Treste, llamando la atención de su compañera— ¿Matilda nos había dicho que lo llamemos? ¿¡Pero cómo lo vamos a llamar si no tenemos peces de colores!?
El par de ojitos rebeldes siguieron al dúo hasta que desaparecieron de su vista. El guardia sentiría clavada la mirada de reproche de la chica durante toda la velada, pero eso no lo detendría de cumplir con su labor. En cuanto situaron al jovencito frente al otro supuesto espectador, se hizo a un lado. Inmediatamente el intruso ensanchó una sonrisa en cuanto la salvación apareció escrita en toda la cara de Uzeil. —Ahí lo tienen, señores. No había necesidad de armar tanto revuelo. —Como diga, como diga —comentó impaciente el segundo guardia que se había quedado esperándolos afuera. Parecía impaciente por volver a su lugar—. Entren en menos de cinco minutos o no entren o hagan lo que quieran, qué más da ¿Ya empezó…? —Sí, los acróbatas —le cortó su compañero como si allí no hubiera sucedido nada, entrando de nuevo a la carpa mientras el otro hombre lanzaba puteadas de indignación. La cara de Siro borró rápidamente la sonrisa en cuanto los guardias desaparecieron y una expresión de urgencia frunció sus rubias cejas. Se acercó al chico y le tomó la mano con energía para estrechársela. —Me salvaste de una buena, chico. Tengo que agradecértelo y disculparme de paso por la actitud anterior. Verás… no tratan bien aquí a ex-artistas renegados. Me temo que eso no entra dentro de las “amabilidades” de este circo, pero descuida —Sonrió y se tanteó los bolsillos de la campera—. No te entretendré más. ¿Nuevo en Maxium? Ten —Le extendió una tarjetita. Su nombre y dirección figuraban justo en medio del papel, nada de números de teléfono—, por si necesitas ayuda con algo, ya sabés… —Hizo una mueca, pintando que las cosas iban mal. Siro aprovechó el momento para mirar hacia la carpa, parecía preocupado—. No lo olvides, cualquier cosa. Ahora sí, me voy y mejor lo hago rápido. Prefiero salir con dignidad antes que encuentren una nueva excusa para echarme a patadas. Buena suerte. El metalero lo saludó, dio media vuelta y sacó el celular. Pescado el pez, escribió y mandó el mensaje.
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Post by ev7e on Apr 15, 2013 21:37:43 GMT -3
-Pero si yo no hice nada- dijo Rufus con una media sonrisa que apenas se notaba en la barba antes de desviar de nuevo la mirada hacia las figuras de los trapecistas. Comprendía en cierto modo la expresión horrorizada de Treste cada vez que veía a su hija allí en lo alto, pero esas horas eran las más seguras para la gente del circo. Nuria se paseó detrás del mago, acomodándole la camisa y la corbata. -Son tan lindos- murmuró mirando de reojo a los leones. -Si los quieres, anda y habla con el niño del bigote. La gitana dio un bufido, pero se dirigió a la fila encabezada por los payasos a esperar su turno junto con las otras bailarinas.
Sam siguió el vuelo de los trapecistas sin perderse un solo movimiento, dejándose engañar los sentidos y alucinando un mundo donde las personas podian flotar sin ningun riesgo de caer desde tan alto. Contuvo el aliento un par de veces y tambien un par de veces casi cae de su silla cuando pensó que la delgada y bonita mujer iba a caer...pero ella se elevaba sobre sus cabezas con una sonrisa amplia y hechizante , palmas arriba y animando a todos aquellos que se torcian el cuello sin darse cuenta,
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Post by Milly on Apr 20, 2013 11:36:22 GMT -3
Aunque la reacción de Nuria hacia el comentario del mago le proporcionó cierta diversión pasajera, el rostro de Derian se mantuvo tan impasible como llevaba por costumbre. El cambio que en el lanzallamas evocaba la magia de Circus Maxium jamás resultaba tan evidente como en Santiago, porque el efecto era enteramente interno, privado e íntimo. Era una fuerza que nacía en su interior, potente, intensa... verdadero fuego que constituía una alegría imperecedera, luz cálida y agradable que disolvía para siempre las sombras de un pasado más aciago. Era un tipo de magia que no podía compartirse. Así que, con su austera personalidad por delante, avanzó a situarse detrás de las bailarinas, los oídos prestos a dar significado a cada uno de los sonidos que desde ahí le llegaban del espectáculo.
En lugar de asustarse, Hilaría esbozó una sonrisa mucho más amplia al reparar en la repentina irrupción de Santiago. Quiso volver a colgarse de Treste cuando su compañero payaso lo hizo, pero antes de proceder al acto, la observación de este último la distrajo del asunto. Escudriñó la oscuridad en que el público se cernía, hasta que por fin vio la cabellera colorada, no de Superman, sino de Alejandro. Sonrió como una niña traviesa de siete años, volviéndose hacia Santiago y Treste con un movimiento muy calculado. —No tenemos peces de colores... ¡pero tenemos payasos de colores! ¿Qué tal una salida improvisada desde el público? Así podemos acercarnos a Alejandro y darle el mensaje. Sin mencionar el hecho de que mataría su impaciencia por recorrer el escenario antes de tiempo.
Uzeil dejó de escuchar las explicaciones, disculpas, agradecimientos y demases del hombre después de 'ex-artistas renegados'. Había algo que no encajaba. Recibió torpemente la tarjeta que el desconocido le tendía, cuyo gesto agorero solamente causó más desconcierto en su interior, dando fuerzas a la nueva idea que nacía repentinamente en sus pensamientos. ¿Habría cosas de aquel circo que no conocía? ¿Un rincón oscuro en el infinito de su magia luminosa? Leyó el nombre en la tarjeta. —Siro Skyler... —Una eternidad de preguntas se agolparon en su cabeza, pero para cuando alzó el rostro, listo para enunciar la primera, el sujeto ya emprendía una fugaz retirada—. ¡Es-es-espere! Pero ya era tarde. Mientras el hombre se perdía de vista, observó una vez más la tarjeta y la dirección en ella inscrita. ¿Debería...? Tal vez sí. O tal vez, todo se tratase de una locura. ¿Por qué sino alguien se tomaría la molestia de hacerlo llamar para ingresar a la carpa y luego desaprovechar el pase? Guardó el pequeño inscrito, la mente todavía demasiado nublada como para tomar una decisión. Y cuando reingresó a la carpa y su maravillosa atmósfera, la confusión no dio muestras de extinguirse. No quería pensar que podía existir una mancha en ese mundo que acababa de descubrir, pero no podía evitar hacerlo. Se abrió paso con dificultad para intentar llegar nuevamente hacia Lobelha, sintiendo un ilógico temor por sumarle a sus dudas un posible reproche de color azul.
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Post by bachi on Apr 21, 2013 21:42:46 GMT -3
—El niño del bigote hoy tiene oídos de felino, no se olvide señor de la barba de alga —bromeó Thomas con una sonrisita perversa antes de reírse. —Y Matilda también —soltó la mujer mientras repartía agua mineral, algunas barras de cereal y caramelos de aniz—. Es parte de mi trabajo, no te olvides Omaia. —Claro, culpen al del bigote —suspiró indignado y se hundió entre la bola de pelos que eran sus adormilados compañeros. Ignorándolo, la directora del circo se volvió a los demás y se frotó las manos. —Bien, ni hace falta que se los recuerde. Cada uno de los presentes se sabe la función de memoria, sus propios actos y cambios. También saben la presión que tenemos encima de los hombros con esos extranjeros observándonos los talones desde las gradas. Y sin mencionar nuestra atropellada pero satisfactoria entrevista con Hauffmann... No, muchachos, no tenemos presión alguna sobre los hombros —bromeó y soltó una risita algo nerviosa—. Saben que confío plenamente en ustedes y sé que ustedes a su vez confian en sus instintos, ¡síganlos! Si creen que es mejor bajar que subir, háganlo. Si creen que saltar como pato es pésimo y prefieren tocar un xilofón, háganlo también pero por favor no olviden la próxima no disfrazarse de pato... O serán patos toda la noche. —¡Y hay leones aquí dentro, por amor al cielo! —se escuchó la voz del domador apagada por las melenas de sus muchachos. Lo ignoró de nuevo. —En cuanto a lo demás, ya lo saben —Matilda se encogió de hombros—. Los estaremos monitoreando desde aquí tanto Rufus como yo. El resto déjenselo al circo. Una buena función tiene una buena recompensa y un lindo descanso, queridos míos... Ahora bien —Dio varias vueltitas sobre los talones, buscando entre la gente y entrecerrando los ojos por la baja luz— ¿dónde están los paya...?
Santiago abrió bien grande los ojos y se quedó boquiabierto. Casi parecía una caritcatura. Y en seguida se puso a reír como un niño. —¡Eres un genio, Hil, un verdadero genio! Ya escuchaste, Treste —Palmaditas, palmaditas—. No te preocupes y déjanos el resto a nosotros. Quédate aquí velando por la salud de los huesos de tu hija y nosotros brindaremos con agua mineral por sus pies mágicos —Ensanchó una sonrisa mientras poco a poco se alejaba, cada vez más hacia la pista, haciéndole señas frenéticas a la payasa para que lo siguiera. La música poco a poco les indicaba el fin. El abrupto giro de desenlace, el salto triunfal en el aire y el sonido de la tormenta que gradualmente le daba paso a los trapecistas a colmar de silencio las almas de los espectadores. Con cara destreza extrema en los trapecios, la orquesta invisible parecía seguirlos para sobresaltar al público, por eso, ¿quién iría a reparar en aquellos dos pequeños y minúsculos payasos que se deslizaban entre las sombras con la facilidad de un fantasma directo hacia la pista? Solo cuando fuese demasiado tarde, lo que era "mensaje-a-Alejandro-entregado", sacarían las narices rojas debajo del telón. —Alejaaaaandrooo —Sentiría el pelirrojo en el oído— ALEEjaaaandrOOO —Las voces de Hilaria y Santiago se mezclarían al llamarlo... —¡JAA! —El payaso repentinamente salió de la nada, como si Bugs Bunny le hubiera cavado un túnel personal debajo de la tierra, buscando sobresaltar al asistente con el susto que antes había fallado en su compañera. Santiago no tenía idea cómo funcionaría la magia del Circo para un Alejandro asistente y secretario, pero no podía ser que tampoco lograra asustarlo a aquel.
—Malditos payasos de culo inquieto... —gruñó por lo bajo cierta directora desde los vestuarios. Pero eso era el circo, también era parte de esa magia la improvisación, atar cabos a la deriva.
Pero Lobelha lo encaró como una marea tormentosa en cuanto lo vio llegar. —¡Aaaaal fiiiiiiin! —suspiró aliviada y con una mano en la frente— ¡Si hasta pensé en ir a buscarte, en detener el show! ¿Y si te habían secuestrado para vender tu cabello por internet? ¿Qué iba a hacer sin socio, eh? —A pesar de que sus palabras procuraban ser broma, el ceño de la chica se mantenía serio y quejoso al cruzarse de brazos— ¿Y bien? ¿Qué pasó allá afuera? ¿Te invitaron un par de cervezas los guardias y se fueron todos de parranda por ahí sin invitarme? Porque estuviste tus buenos minutos ahí, si hasta casi te pierdes el final de Fin, Uzeil! Pero en cuanto dijo eso, fue como si se percatara y se calló. Lo tomó por los hombros, lo ubicó justo donde había estado antes y le abrió un poco más los ojos sin delicadeza. —No me cuentes nada me contás después ahora mirá —soltó sin respirar—. Que lo único que falta es que te pierda el final por mi culpa...! Pero! —Le pellizcó el brazo— Mas tarde no escaparás a tus obligaciones, hum.
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Post by ev7e on Apr 24, 2013 20:17:54 GMT -3
El comentario de Matilda logró arrancarle un conejo del bigote al mago. Literalmente, una bolita blanca y de esponjosas orejas salió disparada al otro extremo y chocó contra la tela morada. El conejo dio pequeños y aturdidos saltitos, tratando de evitar a toda costa a los leones y despertando, no muy seguro de cómo, un amenazador ruido de cascabeles muy similar a las serpientes. -Este lugar está infestado de animales- declaró el anciano tomando al más pequeño entre sus manos y escondiéndolo bajo su sombrero de copa- A todo esto…¿Tenemos ya un nuevo veterinario? Si el Alzheimer no me afecta…al anterior casi le arrancan una mano. Las bailarinas rieron luego de soltar los acostumbrados “Awwwwww”. Nuria miró de reojo a Derian y luego le sonrió divertida. -¿Por qué tan serio?- preguntó entre susurros, no muy segura de que con eso el domador de leones pasaría por alto su conversación. Malditas orejas felinas.- ¿Estas molesto por el incidente de la tarde? ¿O solo decepcionado de que ya no podrás compartir escenario con esta belleza?- se señaló si misma con una mueca burlona- Si es lo segundo, aun tienes tiempo de invitarme a salir- le guiñó un ojo- Después de todo, siempre serás mi caballero de brillante armadura. Y más ahora que casi incendias (por segunda vez) la carpa con tu presentación. -Deja de hostigar a tus compañeros- se escuchó decir al mago. -Podrías…no sé. Si no fuera mucha molestia, tal vez…¿Sonreír para mí?- insistió la gitana clavando la, ahora, hechizante mirada plateada en los ojos del lanzallamas- ¿Por favor?
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Post by Milly on Apr 27, 2013 12:13:44 GMT -3
Acompañó a Santiago en el coro que entonaba el nombre del joven colorín, dedicando tal empeño a la tarea que incluso consiguió sonar afinada. O fue la impresión que dio a su voz al mezclarse con los sonidos que envolvían la carpa y sus abstraídos espectadores. Para el último tono le fue imposible contener una risita de entusiasmo, mismo entusiasmo que le llevó a colgarse del cuello del asistente tal y como hubiera hecho antes con Treste, justo después de que su compañero payaso realizara su sorpresiva aparición ante Alejandro. —¿Nos echaste de menos, amigo Suarez? —casi gritó en el oído del hombre para hacerse oír—. ¡Nosotros a ti, no te imaginas cuánto! ¿Verdad Santiago? Así que decidimos convertirnos en los mensajeros oficiales del circo —sus brazos largos y delgados se ceñían cada vez más fuerte en torno al pobre de Alejandro, que ahora se convertía en víctima principal de una Hilaria que decodificaba en cada sonido de la invisible orquesta la cuenta regresiva para su entrada—. ¡A ver si adivinas este acertijo! ¿Quién es celeste, brillante y te está buscando?
Derian jamás supo si el efecto hipnótico que percibía en la mirada de la gitana había llegado a ejercer un nivel considerable de influencia, o si bien, todo se reducía a la gracia que despertó en él la insistencia de Nuria. Pero supo en cambio que había sonreído. Era una sonrisa tan cálida y luminosa como todas las que el lanzallamas solía esbozar cuando la excepcional ocasión se daba, y por un instante pareció que sus ojos oscuros revelaban algo de ese bienestar interior que colmaba cada célula de su cuerpo. —No es ninguna molestia —aclaró con una pequeña y caballerosa reverencia, aprovechando que el afecto de su alegre gesto no se había perdido. Los los trazos anaranjados de su chaleco de raso brillaron con fuerza al moverse—. No me siento decepcionado, de todas formas. Porque aún no he perdido las esperanzas de compartir escenario contigo, Nuria. La vida... tiene por costumbre dar —tomó la mano de la bella bailarina con fraternal afecto, invitándola a realizar un pequeño giro sobre sí misma al ritmo de la melodía entonada en la arena de la carpa— vuelcos inesperados. Solo se requiere paciencia. Y mientras la vida sigue, no tengo inconveniente en invitarte a salir. El intervalo de duración de su sonrisa pareció extenderse al albergar la sospecha de quién con probabilidad se interpondría en aquella conversación.
Tuvo que preguntarse si Lobelha hablaba en serio. Porque aún cuando pudiera considerar exageradas las preocupaciones y suposiciones de su socia, llegando incluso a rayar en lo ridículo, su expresión resultaba demasiado seria como para dar por sentado que la chica le estaba jugando una broma. Como un niño que es reprendido, hundió la cabeza entre sus hombros y sonrió apenado. Estaba separando los labios para relatar el encuentro con ese extraño sujeto y descartar invitaciones a cervezas o riesgos de secuestro... pero en lugar de una palabra, escapó un sonido extraño, entrecortado y apenas audible. Trastrabilló hasta el lugar donde en que la peliazul lo situó, escuchó sus palabras y no rechistó. La última advertencia la escuchó con distancia, sus ojos otra vez fijos en la admirable figura de Fin y sus compañeros trapecistas. Entonces fue que supo que tardaría más tiempo del esperaro en olvidarse de la tarjeta guardada en su bolsillo. ¿Sería parte de sus obligaciones indagar más en torno a ese desconocido?
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Post by bachi on Apr 29, 2013 1:38:15 GMT -3
El conejo tuvo suerte, eso había que consedérselo a la increíble rapidez del mago. Al otro lado en un rinconcito algo apartado y rodeado de estelas de sueños y vías lácteas en miniatura, el trío de leones había levantado las respectivas cabezas y miraban desde la oscuridad con sus ojos brillantes como faros pequeños. Si hubieran sabido matemáticas, sus cerebros habrían calculado exactamente caídas verticales y movimientos rectilíneos uniformes que ese pobre e incauto conejo había dado al brincar por el suelo hasta terminar en el sombrero. "Pero si hasta tiene bigotitos de ratita recién nacida..." "¿PUEDO COMÉRMELO?" "No, Jerry. No creo que a Bigote Berrinchoso le guste la idea." "PERO SI SERÍA DE UN BOCADITO. NUTRIA CON CASCABELES SEGURO ME DEJARÍA" "Calla. Nos observa Víbora Anciana también. Y las Gacelitas seguro se pondrían a chillar como en la carpa" "ESO FUE UN PEQUEÑO MALENTENDIDO... COMO ESE CONEJITO. ESPEREN. OHHH, BARBA VERDE LO ESCONDIÓ" "Mejor así, ahora vuelve a hacerte el dormido" Thomas en cierto sentido lo sabía, y por eso se alegró de que Rufus escondiera la carnada de la vista de esos dulces y tiernos chiquillos. Lo expresó ensanchando la sonrisa y haciendo referencias a un cuento que había leído por ahí, aludiendo que el anciano seguramente dentro de poco pasaría también a vomitar conejitos. —JA —soltó, cruzándose de brazos y frunciendo la nariz, queriendo imitar el movimiento del bigote añejo del anciano—. El Alzheimer evidentemente te está afectando entonces, Rufus querido. Si mal no recuerdo (cosa que dudo, porque tengo todo aquí dentro) —Thomas se dio dos golpecitos certeros en la sien—, en realidad el veterinario se cayó porque estaba mal la pata de la silla y se quebró el brazo. Nada tiene que ver con mis chicos. "¿LE DECIMOS QUE EN REALIDAD LA SILLA LA MORDISQUEAMOS NOSOTROS?" "Jerry, ya se lo dijo Mafuma: Callado. Y además, en todo caso, la silla la mordió usted solo" Habiendo dado su respuesta de manera satisfactoria, Thomas se puso de pie como todo un gentleman y caminó... No. No caminó nada si no que en cambio paró la oreja y hasta cualquiera habría dicho que le zumbaron los bigotes como antenitas de insecto. Como radares de Dalí. —Alta traición —acusó con el dedo índice justiciero en dirección hacia donde estaban Nuria y Derian, el cual estaba rodeado de luz propia a causa de unas llamitas danzarinas. El semblante de consternación del domador pasó gradualmente a una sonrisa perversa cuando se les acercó y rodeó por los hombros a ambos conspiradores con sus brazos. Sus tres leones lo siguieron como sombras— ¿Quieren representar Hamlet? ¿Macbeth? —Algún crédulo regañón le chitó a no pronunciar esa obra malsana pero el hombre se encogió sacando la lengua, y continuó— Derian, amigo mío, nunca hubiera esperado algo así de ti. De Circe, seguro, es su papel. El nuestro, el de todos los hombres de buen corazón que caen en sus fieras redes... ¡Bah! Tienes razón. ¿Quién podría contra sus encantos? Mírala nada mas —Le guiñó un ojo a la bailarina y le dio unas palmaditas en la espalda al lanzallamas—. Ya tengo nueva idea para un show. Se lo propondré a Matilda: Guerra de Gladiadores. La Amazonas Nutria y el Pistolero Llamas-a-mí contra un Cerbero leonino ¡A la audiencia le encantaría el derramamiento de sangre... falsa! Pondremos edades mínimas, claro, por la violencia. Yo hago de César. Bajo y subo los pulgares —soltó con rotunda seriedad antes de estallar en carcajadas.
La pequeña atención que se había formado en círculo alrededor de Matilda se había dispersado un poco al ver que ésta, luego de repartir botellitas, caramelos y barritas de cereal, ya había perdido interés en regañar a los presentes: Ahora se dedicaba exclusivamente a agitar los puños en el aire para hacer que con "magia" los payasos volvieran ya mismo al túnel. Todos sabían, sin embargo, que su autoridad no llegaba a tanto. ...Hasta que el cambio repentino, las bajas luces y de nuevo la oscuridad aplastante les indicó a todos el termino de turno y despejaron la entrada intuyendo que en menos minutos de los pensados, los exhaustos trapecistas aparecerían a estirar los músculos y descansar como bien se merecían. —TRESTE —Matilda sujetó al barrigudo payasón por los hombros. No lo miraba a los ojos si no que tenía la vista clavada en la pista sumida en sombras, desorbitada—, ponles correa de perro, atalos a un poste, TE COMPRO UN AMAESTRADOR DE SERPIENTES, o como se diga... pero POR FAVOR, has que esos dos payasos VUELEN en el medio de la pista o me comeré las pinturas de Santiago y raparé a Hilaria.
Fue un break de escasos minutos en el que todas las luces se apagaron, la música cambió y el número de los trapecistas llegó a su fin. Sin embargo los juguetes luminosos de los niños, los celulares y las cámaras volvieron a funcionar lo mínimo luego de los aplausos y las exclamaciones del público, los vendedores de pochoclos levantaron traseros del asiento y corretearon entre la gente compitiendo con sus camaradas de las bebidas antes de que la otra función comenzara. Ese fue el momento en el que Lobelha aprovechó para volverse a Uzeil. Tenía las mejillas arreboladas porque se la había pasado chiflando y aplaudiendo con verdadera energía, pero descontando la sonrisita, su ceño estaba casi serio cuando apoyó los codos en la barandilla y miró al chico. —Muero de hambre y planeo comprarle comida al primer sujeto grasiento que se me cruce por delante, sea chino o un marinero ruso —bromeó— ¿Quieres algo antes de que comience el mini-interrogatorio, la introducción a tu contacto de cuarto tipo? Todavía tienes tiempo de morir intoxicado antes de que comience la tortura. Vamos —Se rió al fin— o me cambias esa cara de "mañana tengo examen y no estudié" o te obligaré a comer palomitas de maíz con sal extra. La que tiene examen y no estudió soy yo —Se apretó la punta de la nariz con el dedo y le guiñó el ojo.
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