Harry
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Post by Harry on Nov 5, 2012 23:03:28 GMT -3
Alejandro sonrió aliviado ante la positiva respuesta del mago. No sabía si había logrado sonar conviencente o no. Pero bueno, tampoco aquello había dejado ya de ser importante. Suspiró aliviado.
-Ya se me hacía raro verte sin el bastón...-Comentó, ya algo más relajado mientras sonreía ligeramente.-Vamos a la entrada entonces. No queremos que empieze a usarlo en el espectáculo o algo.
Y con una seña de la mano, inició la marcha.
((Perdón por la demora n_nU))
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Post by bachi on Nov 7, 2012 0:57:26 GMT -3
((No se preocupen *-*))
Lobelha fue rápida. Forzó una sonrisa llorosa y negó con la cabeza mientras apoyaba una mano en el hombro de Uzeil y bajaba la mirada, casi como en un símbolo de derrota. —¡Todo perfecto, socio! —exclamó entre risitas bajas, tapándose la mitad del rostro con una mano. En cuanto escuchó el comentario de la bailarina, la chica se apresuró a alzar un pulgar en alto para que quedara claro que todo estaba bien. Desde allí les llegaban los parloteos de los payasos y su número improvisado.
Santiago no pudo evitar reírse esta vez. Y en serio, cosa extraña en él. Donde más se desinhibía era en los ensayos, ya que durante el show la concentración y naturalidad era lo primero; y luego en la vida real, era una lucha diaria con lo que no podía hacer mientras "charlaba" con alguien. ¿Era más fácil hacer morisquetas? Tal vez esa era la razón... Lo único que supo a continuación fue que, en cuanto el señor semáforo Treste bajó la guardia, Santiago el motociclista pasó zumbando junto al payaso, a quien le robó la peluca y se la puso en la cabeza como si fuera un casco. Y apuntó directo al objetivo. —¡Sin piedad! —exclamó como un caballero medieval... con moto. Pero la idea del casco-peluca fue un error. La cabeza del payaso jefe era más grande que la de él y en menos de dos segundos Santiago iba a la deriva con los ojos tapados y el brazo en alto como un lunático, justo hacia donde creía que estaba Hilaria. Y sí, la payasa y el trofeo (pelota) estaban justo delante de él.Y un poco más adelante también estaban Nuria, las tres bailarinas, Fin... Una hermosa caída en hilera dominó sería aquello, una hermosa escena vista desde arriba para el resto de los trapecistas y desde atrás para Treste y su nariz roja mientras Uzeil lanzaba la pelota y todos dirigían su atención hacia dicho acto. —¡Cuidadooooo!
Lobelha no tuvo mucho tiempo para ver nada porque seguía lamentándose por su pobre naricita, pero sí llegó a ver el momento justo del impacto: Una peluca voladora junto a la pelota de Hilaria y un colchón de bailarinas y trapecista que le hicieron de colchón a los dos payasos. Nada grave, pero igual la chica se quedó boquiabierta. Unos pocos minutos después, su mente reaccionó a mil por segundo. De un tirón atrajo a Uzeil y se sorbió la nariz mientras se secaba las lágrimas con un rápido movimiento. —Ahora. El momento justo —le cuchicheó al chico entre dientes y en seguida levantó la voz— ¡Ohhh, mi nariz! ¡Me parece que me está sangrandoo! —exageró y se cubrió la cara con las manos, aprovechando el lío por el choque— ¡Ven, Uzeil! Acompáñame al baño. No esperó a que le diera el sí. Si lo que quería era escapar un ratito de la gente del circo y encima curiosear entre los vagones, acababan de matar dos pájaros de un tiro gracias a Hilaria y Santiago.
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nitta
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Post by nitta on Nov 8, 2012 21:13:12 GMT -3
Pero Treste fue rápido y, aun a pesar de su apariencia rechoncha y fofa, se quitó los zapatos de payaso y, con los suyos propios salió disparado alcanzando con facilidad a esos dos huidores. Cuando les agarró de la mano les miró furibundo y les arrastró de nuevo hacía el interior del ruedo una vez más para que se quedaran ahí quietos. -¿Os ha dado alguien permiso para huir? -les preguntó serio viendo el desastre que era esa pila humana. Refunfuñó y miró a todos lados pero enseguida encontró ayuda en Duke y Charles que ya estaban en el suelo ayudando a la pila pero sobretodo, rescatando a la asfixiada Fin que luchaba por quitarse a todo el mundo de encima. Una vez se vio liberada, se levantó y apoyó sus manos en sus rodillas curvándose con la intención de respirar aire. Cuando lo recuperó miró asesinamente a Santiago. Normalmente no se enfadaba, era una buena chica pero aquello se había pasado de castaño oscuro así pues que, con dos pasos, se acercó a Santiago y lo punteó en el pecho con el dedo índice de su mano derecha.-Ni se te ocurra pedirme perdón porque podrías haberlo evitado, maldito.-Le gruñó.
Hauffmann escrutó a Matilda después que le cediera "gentilmente" el ventilador que, para su gusto, estaba demasiado cerca. Lentamente -y mientras la escuchaba hablar- hizo como que la ignoraba y empezó a toquetear el ventilador para que le diera a todo el lugar no solo a él pues sabía que después, podría resfriarse. El silencio que siguió a las últimas palabras de Matilda fue solo roto por el trajín del ventilador en su camino por airear o remover el aire ya existente -y todavía asfixiante- del lugar. -Exijo ver no solo la función hoy y los próximos días, sino que además, exijo ver todas y cada una de las pruebas, Matilda. Todas y cada una y en todas y cada una tendré voz de veto. ¿Entendido? Si veo que el número es demasiado arriesgado, alocado o exige demasiado presupuesto diré que NO -y lo dijo así, gritando. Y sí. Iba a asistir acompañado; muy bien acompañado.
Por su parte Hassan y Raissa siguieron a Thomas en dirección hacía el despacho de Matilda. Si ya le presuponía un esfuerzo físico y mental tratar con el hombre ese que encima, ENCIMA tendría que tratar, hacer negocios con una mujer. Aquello debía ser su pago por alguna falta cometida en una anterior vida aunque él NO creía en la reencarnación. Observó a Raissa y bufó molesto pero no dijo nada mientras Raissa se divertía secretamente a su costa pensando que se lo tenía bien merecido. Sentía algunas miradas a su paso pero las ignoraba lo mejor que podía.
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Post by ev7e on Nov 8, 2012 21:44:08 GMT -3
Nuria sintió el impacto de los cuerpos y pronto se vio debajo de Savannah y los dos payasos. Corrió mejor suerte que Fin, quien terminó debajo de la pirámide, pero no se libró del dolor punzante de rodillas y codos en la espalda, cintura y estómago. Cuando logró levantarse había perdido todo rastro de su bien calculada "belleza", tenia el laaaargo cabello hecho una melena negra y azul sobre la cara y el short de licra ligeramente remangado sobre la cadera. Incómodo. Tan pronto como la trapecista fue quejarse con Santiago ella la siguió asintiendo con la cabeza y tratando desesperadamente de arreglarse y dar una apariencia decente para los presentes en la carpa. -Eso dolió mucho- se quejó también- pudiste matarnos-exageró-bueno, no matarnos...pero tú terminaste encima de nosotros, Santi- hizo un puchero señalando al resto de bailarinas que entre risas histéricas se levantaban del piso-¿Y qué les pasa a usedes?- llamó la atención- ¿Acaso tienen una montaña rusa metida en el estómago? ¿Quién las entiende? ¡Y tú!- de nuevo al payaso- De rodillas y a pedirnos perdón- pidió fingiendo el capricho.
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Post by Milly on Nov 9, 2012 23:04:03 GMT -3
((Corregidas las equivocaciones. Mil perdones... ayer estaba más que muerta de sueño xDDD))
Tras corroborar el buen estado de Lobelha se preparaba para comentarle a la bailarina -haciendo acopio de toda la valentía que aún poseía- que también habían conocido a Duke, y quizás hasta se animaría a comentarle lo extraño que le resultaba todo aquel asunto de mantenerlos escondidos... pero sus intenciones se limitaron a eso, simples intenciones, cuando tuvo lugar una violenta avalancha humana tan cerca de él que fue inevitable reaccionar con un tremendo sobresalto. Su primer impulso al contemplar el revoltijo de brazos y piernas había sido de inclinarse para sostener alguna mano que aceptase su ayuda. Pero el tirón de su amiga arrasó también con aquella última intención. No perdió tiempo para echar a correr en pos de ella, más preocupado de escapar que de seguirle el juego. Lo que menos parecía preocupar a los circenses en aquel momento era la nariz sangrante de una aspirante... al menos a la mayoría de ellos. No consiguió ganar mucho impulso cuando Treste los alcanzó y comenzó a arrastrarlos como a un par de niños de vuelta a su lugar de castigo. — Íbamos... iba... iba —El chico estaba pálido de espanto, temiendo que el haber sido descubiertos en medio de una fuga pudiera restarles puntos para entrar al circo... tal vez más de los que calculaba cuando quedase claro que Lobelha siquiera estaba sangrando.
Luego de la estrepitosa caída Hilaria no hacía más que rodar de un lado a otro para librar de su peso al resto del montículo humano, más ahogada por las carcajadas interminables que el suceso le había provocado que por la fuerza con que el impacto aplastó sus costillas. No cabía duda que el caos y la confusión solo habían conseguido avivar la chispa inquieta de su ánimo, pero la actitud cambió a modo drástico tras comprobar el aprieto en que Santiago se metía. Con un salto ligero se situó entre la gitana y su compañero... y al segundo siguiente estaba tendida en el suelo, de rodillas y con los brazos en el suelo extendidos hacia Nuria como quien rinde adoración a un dios pagano. —¡Mil perdones, mil perdones! —clamó con un griterío risueño y ridículo antes de volver a incorporarse para desplazar su mirada desde la bailarina principal hacia Fin, señalándola con un dedo acusador—. Ya me suponía yo que nada bueno podía resultar luego de que hubieras dejado tu plato intacto —Pasó cada uno de sus brazos por encima de los hombros de las ofendidas mujeres, balanceándose entre ellas en tanto intentaba desviar la atención excesiva que habían dedicado a Santiago—. Vaaaaamos chicas, las risas no son herramienta exclusiva de los payasos.
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Post by bachi on Nov 11, 2012 23:50:08 GMT -3
((xDDDD! Yo ni me había dado cuenta Milly!)) Lobelha se habría reído de aquel tremendo estallido humano, si no hubiera estado tan compenetrada en la tarea de huir desesperadamente hacia la puerta trasera de la carpa. A penas si tuvo tiempo de voltear la cabeza y mirar, con una sonrisa divertida e incrédula aquella maraña de circenses. —¡Pero qué…! —exclamó entre risitas sorprendidas, volviendo su mirada a Uzeil. El pánico en los ojos de su compañero le puso la piel de gallina y se contagió de su necesidad de huir con toda la furia de aquel lugar en cuanto pudieran, a tal modo, que ya se había olvidado de sostenerse la nariz “sangrante”. —¡Corre, corr…! Y en ese momento sintió la garra de Treste sobre su hombro, justo cuando faltaba tan poco, tan poco que si estiraba la mano, estaría fuera de la carpa. Su desilusión fue rápidamente sacudida por el repentino recuerdo de que tenía que sangrarle la nariz sino quería que los colgaran a ambos por su idiota plan, y se tapó toda la cara de un manotazo rápido. —¡No, no! —soltó al mismo tiempo que el chico intentaba salvarles el pellejo, y comenzó a hablar al mismo tiempo que él— Es queee… solo me acompañaba al baño, ¡sí! —exclamó con voz nasal y asintiendo furiosamente. Lobelha no se dejaría intimidar tan fácil, le hizo saber a Uzeil con un guiño rápido, aprovechando el momento en el que el payaso volcaba su preocupación en su propia familia. De hecho, la nariz no le sangraba del todo, pero el golpe había sido fuerte y con un simple estornudo podría cubrir la huida con una verdadera coartada. Si los amenazaban con cuchillos de hule de payaso, una sola carcajada suya bastaría para convertirse en una cascada nasal sanguinolenta. ((Pero QUÉ tierna imagen, my god xDDDDDD)) Santiago supo una sola cosa mientras luchaba por tomar una bocanada de aire sin atragantarse como un pescado fuera del agua: Él había provocado la avalancha, una avalancha contra nada más ni nada menos que las señoritas del circo, porque Hilaria entraba en otra categoría. Era su amiga, no le cabía pensar en ella como “señorita”, lo que bien se lo confirmaban aquellas vueltitas en el suelo, riéndose como hiena. El payaso hizo una mueca, una mueca que se convirtió en cara de cachorro aterrorizado en cuanto pudo salir del aprieto. Ya no tenía peluca que le cubriera el rostro para ocultarlo de los retos bien justificados (lo admitía) de Fin y… oh por todos los cielos ahí venía también Nuria. —¡Yo…! —La puntada en el pecho lo hizo encogerse en el lugar y las mejillas se enrojecieron, cerrando la bocota— P-p-pero yo… Lo q-que pasa es que-e —Las risas sofocadas del resto de las bailarinas no lo salvarían mientras se retorcía nervioso las manos. Estuvo a punto, a punto de arrodillarse y, de paso, hundir la cabeza en el suelo como un avestruz (en ese momento quería serlo) cuando cierta payasa se interpuso como un rayo. No pudo reaccionar mucho más que soltar algunos balbuceos inentendibles cuando Hilaria se puso a teatralizar, pero lo enmendó asintiendo como un lunático a todo lo que ella decía, con tal de poder desaparecer cuanto antes de allí. Le salvaría el pellejo (y le debería la vida) si las otras dos cambiaban las caras en tres… dos… uno…
“Todas y en cada una y en todas y en cada una” resonaban la palabras en su cabeza. Pam. Rebotaban de una pared del cráneo. Pam. A otra parte del cráneo. A Matilda casi le recordaba a cuando se ponía en stand by la pantalla del televisor con un reproductor de dvd encendido… Las palabritas rebotando de un lado a otro en el lugar eran hipnotizantes. Pero no ahora. —Muy bien, muy bien, muy bien —Asintió la mujer gruñendo y poniéndose de pie. Lanzó un suspiro y apoyó su peso en el escritorio, inclinándose hacia delante—. Tendrá voz y voto, siempre lo tuvo. No hace falta pedirlo como si fuera la primera vez —Lo miró con las cejas enarcadas— PERO lo de los shows lo podremos debatir. Es decir —Esbozó una sonrisa pequeñita—, acaba de dejarnos un cheque con más presupuesto del normal. Creo que con eso podemos permitirnos algunos pequeños lujos en cuanto a funciones más caras, ¿no? Eso ya está en mis manos —Miró el cheque que todavía tenía bien apresado entre los dedos—. Lo único que pediré, aunque creo que usted estará completamente de acuerdo, es mantener el bajo perfil en cuanto a las audiciones. No sé si llamar mucho la atención en este aspecto nos haga bien. Circus Maxium es una familia pequeña y por el momento queremos seguir creciendo, pero sin pasos agigantados —Sabía que, por lo menos, esa era una cuestión imprescindible en la que Hauffmann y Matilda coincidían, a no ser que claro, algún día al viejo le agarrara la locura. Cosa que dudaba.
Thomas estaba demasiado concentrado curioseando a sus nuevos turistas como para fijarse en alguna cara conocida del público, incluso aunque tuviera que ver con Rufus y Alejandro por ejemplo. En ningún momento se le cruzó por la cabeza que el viejo quisiera de nuevo su bastón, ¿qué va? Ya estaba jugando y dándole vuelta entre los dedos como si lo tuviera de toda la vida. Tal vez por eso no reparó en la cara de irritación del “señor” pero sí en la sombra de sonrisa de la señorita. Y lo animó a seguir indagando un poco más. —Así que… ¿Qué buscaban por estos lados del circo, gente tan respetable como…? —Se detuvo para volverse y mirarlos, ya que encabezaba la marcha (aunque no dejaba de volverse a mirarlos, sonriente) — ¿Acaso me presenté? ¿Nos presentamos, mejor dicho? Qué falta de respeto —El hombre frunció el ceño, preocupado, aunque cualquier que lo conociera sabría que no iba en serio. Se guardó el bastón debajo del brazo y extendió una mano para saludar como correspondía, tomándose todo el tiempo del mundo—. Me disculpo por adelantado por mi falta de tacto —Sonrisa—. Mi nombre es Thomas Omaia, domador de leones de Circus Maxium… y hmm —Se aclaró la garganta—, claro, ayudante de Matilda. Sino quería meter la pata y olvidarse de la pequeña mentirita que había soltado, tenía que jugar bien el juego.
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Post by ev7e on Nov 12, 2012 23:32:18 GMT -3
La gitana paseó los ojos entre ambos payasos, algo apenada por el nerviosismo de Santiago, oh por las santas faldas..alguien que le dé un té caliente al pobre muchacho que se desvanece en tartamudeos y por otro lado, aturdida por el parloteo de Hilaria. Aunque intentara reprimirlo, la carcajada fue más fuerte que el impulso de matarlos a todos en aquel instante. La niña estaba haciendoles morisquetas y columpiándose de un lado a otro cual mono ¿Quien podia resistirse a aquello? -¡Basta, basta!- pidió extendiéndo las manos como escudo de una posible explosión de la payasita- No, serio. Hil, deja de hacer eso-rió y trató de esconderse tran Fin- ¡Dile que pare!
-Debería ponerle un radar- refunfuñó el anciano avanzando pesadamente por el mismo camino donde habia llegado- Uno le pide favores y el cachorro ese sale corriendo con mis cosas..no tiene idea- bajó la voz- Hace un rato estuve con los periodistas metiches esos que siempre vienen- le comentó a Alejandro- Querian conectarnos con los Tirell, ya sabes los americanos. Son unos farsantes, si tan solo tuvieran idea de dónde estan parados...
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nitta
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Post by nitta on Nov 13, 2012 6:53:26 GMT -3
Treste les miró con suspicacia y se rascó la incipiente calvicie de su cabeza para luego quitarse la nariz de payaso y mirarles a ambos seriamente, sin soltarles. Sabía que lo de la nariz de Lobelha era mentira pero no era allí donde quería llegar en este momento. Estaba serio -lo cual en el era extraño- y pensaba en la forma más fácil de informar a esos dos.-Veran Circus Maxium se sustenta por el precio de las entradas pero todavía más por el dinero que ingresa aquí un magnate aleman, el Señor Hauffmann. -Explicó.-Dicho señor tiene voz y voto en este circo y todas las cosas... bueno, en cierta forma pasan por sus manos no sé si me siguen. Resulta que hoy está aquí y la directora Ivanès no le dijo que... íbamos a reclutar gente nueva; es por eso que andan escondiéndolos, chicos. Si quieren tener una oportunidad será mejor que no le hagan enfadar de antemano, ¿lo harán? -les pidió ya ahora un poco más dulcemente- ¿van a regresar al interior de la carpa como buenos niños? -y deseó con todas sus fuerzas que la peliazul ingresara como payaso; estaba entusismado con su actuación de la nariz rota.
Fin, primero con Hilaria y luego con Santiago, fue bajando el dedo acusador para finalmente ponerse a reír en carcajadas sinceras. -También tengo sentido del humor, chicos. También lo tengo -y ya se doblaba cuando Nuria acotó aquellas palabras contagiándole su parte de risa.-Ya, ya que tenemos humor, tenemos humor...-se reía divertida mientras los ayudantes de los trapecistas recogían la red para dejar la pista libre de cualquier obstaculo. Sí, la hora se acercaba irremediablemente. Extendió sus brazos en cruz, cuando estuvo más relajada, y miró a ambos payasos. -Dejadla, no la toquéis. Es mi bailarina privada -improvisó.
La escuchó hablar y finalmente se incorporó también tendiéndole la mano con una sonrisa pintada en la cara. -Hecho. ¿Cuándo son las audiciones? -le preguntó pues si le daba tiempo hacía una visita relámpago al hotel para al menos, ducharse y estar más presentable. Aunque tampoco creía que tuviera tiempo. Tomó aire y observó meditabundo el cheque cuando le sonó el teléfono. Y fue como si Hauffmann se transformara. Se relajó y lo agarró pidiendo disculpas a Matilda con la mano. -¿Sí? -preguntó en un exquisito aleman. -Soy yo, Adolf. -¿A qué hora llegarás? -preguntó con gozo. -Al final vendré mañana, a las 9. Lo siento mucho. -Bueno, no pasa nada...-miró de reojo a Matilda.-Ahí estará Edmund para recogerte.-Le informó. -Gracias, Adolf. -No hay de qué. Ahora debo colgar, luego hablamos. -Adios. Y él colgó, mirando a Matilda. -Me perderé el estreno, ¿hay algún problema con ello? -le preguntó.
Hassan miró al hombre y bufó. -Hassan Al-Bahound.-Se presentó.-Ella es Raissa, mi prometida.-Marcó territorio y la joven puso sus ojos en blanco esperando a la reacia reacción de quien les guiaba hasta Matilda. "Prometida" de nuevo ese nudo en la garganta, esas ansias de querer, esas ganas de ser libre pero sabía que no podía y ahora menos que antes. El peso de la pulsera así lo atestiguaba. Aquella pulsera que la terminaba de encajar como única posesión de Hassan y de nadie más; esa pulsera que gritaba a los cuatro vientos: no la mires, es mía.
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Post by Milly on Nov 14, 2012 21:37:26 GMT -3
En el rostro de la payasa se plasmaba el típico gesto de absoluto desconcierto como respuesta a las carcajadas ahogadas con que Fin y Nurian respondían a su actuación. A su parecer, la intervención había sido mucho más seria que graciosa, neutra como mucho. Pero aquello no fue impedimento para sumarse a las risas y ser la que más alboroto producía con su voz estridente y risueña. —Salta a la vista quién tiene sentido del humor aquí —habló cuando dio fin a sus risotadas sin ninguna dificultad, escapando tanto de trapecista como de bailarina que se defendían como si Hilaria fuese capaz de matarlas a base de morisquetas. Un nuevo saltito torpe le permitió colgarse del cuello de Santiago—. Y salta a la vista quién no —intentó hacerlo sonreír, llevando la comisura de los labios del joven hacia arriba con ayuda de sus dedos largos... pero se rindió -o se aburrió- antes de llegar a algún resultado sobre el rostro tenso. En cambio prefirió fingir que la advertencia de Fin la ofendía. —Que egoísta —gimoteó, todavía recargándose de su compañero payaso como si se tratara de un árbol—. ¿Desde cuándo nadie es propiedad privada de nadie en Circus Maxium? De todas formas, si así fuera... me pediría a Rufus para que hiciera aparecer muchas chucherías antes que a Nuria, que siquiera nos consideró para su acto en conjunto —Como siempre, Hilaria demostraba no estar al tanto de las últimas novedades. Y como siempre no dejaba de parlotear.
Antes que el tal Treste les dijera nada, Uzeil ya tenía muy claro que mantener la farsa en pie sería del todo inútil. Más avergonzado que asustado había bajado la mirada al suelo durante la insistencia de Lobelha por librarlos del problema. Pero decidió levantar el rostro lentamente cuando el hombre de afable apariencia inició una muy clara explicación que barría con todas las dudas que hasta el momento hubieran visto la luz en la mente del jovencito. El entendimiento, sin embargo, no le supo más reconfortante que la incertidumbre. Había estado a punto de asentir a las preguntas con toda la energía de la que era capaz, pero se detuvo mucho antes del primer movimiento, buscando la mirada de su amiga antes de enfrentar nuevamente el rostro del payaso. —¿Y qué pasará cuando se entere de nosotros? ¿De los que puedan venir? —El desaliento en su voz era tan claro que casi se podía palpar. 'Si quieren tener una oportunidad', había dicho Treste. ¿Es que acaso hasta entonces no habían contado con una verdadera? No lo contentaba la idea de haber jugado a los circenses. Volver a casa, al menos por aquel día, ya no era una opción.
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Post by bachi on Nov 15, 2012 2:01:37 GMT -3
((Se me cortó internet JUSTO que enviaba el post... Mierda, ¿vieron cuando ven que una página tarda mucho, muuuucho en cargar? Bueno, DE PEDO se me dio por copiar rápido todo el post y pegarlo en Word, DE PEDO. Soy feliz con tan poco <3))
Lobelha hizo una mueca. Todavía tenía las manos cubriéndole la mitad del rostro cuando desistió a regañadientes de lanzarse a un nuevo intento desesperado por conocer aquel circo... como si tal vez fuera lo último que hiciera en su vida. Estuvo a punto de concederle la victoria, no sin antes una tierna amenaza al payaso líder, de darle un par de palmaditas en el hombro a Uzeil y continuar la marcha; cuando su compañero hizo aquella pregunta que, si bien no la había pensado del todo, la tenía justo ahí, bailándole en la garganta como un nudo latino. La chica detuvo el paso que había dado, en mitad del aire, y esperó expectante la respuesta. Su rostro estaba serio y pensativo. —Sí, es una buena pregunta ya que... Con todo esto, casi, casi pareciera que ese tal Hauffmann no nos quisiera por aquí dando vueltas, ya sabes —Se encogió de hombros y miró a Uzeil y... cualquier cosa que hubiese estado a punto de soltar, se la calló. De verdad parecía estarle afectando, ¿no? Lobelha fue rápida esta vez y más amable también—. Okey, hagamos algo. Usted señor payaso continúa con su ensayo y su... bowling humano y prometo que nosotros mantenemos nuestros traseros en aquellas sillas. Pero —enarcó las cejas y los señaló con el dedo índice—, luego nos sueltan todo. Creo que nos lo merecemos, ¿hm? Ahora vamos, chico cantor, hay unas sillas sexys que nos esperan impacientes —lo alentó con una sonrisita a caminar— y de paso me cuentas qué es eso, que tanto, taaaanto te alarga la cara.
En un intento forzado por seguirle la corriente a Hilaria y hacer que todo eso acabara más rápido de lo que parecía, Santiago hizo un engendro de sonrisa, pésimo intento mezclado con la pérdida del interés de su amiga en hacerlo sonreír por las buenas. Suspiró disimuladamente aliviado cuando dejó detrás su insistencia y hasta se permitió gruñir por lo bajo y echarle miradas ansiosas a Treste, que charlaba con los nuevos. De a poco recuperaba la compostura y perdía el sobresalto de nervios... hasta que la mona payasa que tenía colgada del cuello lo comenzó a usar como red trepadora. —Eh, Hil... —intervino, haciendo un esfuerzo por no tambalearse demasiado y caer— En realidad la idea de dejarnos... de lado fue también también de Derian y Th-thomas —Se aclaró la garganta y sonrió, pobre y fugaz. Tal vez con aquel recuerdo conseguía salvar, POR LO MENOS, el poco nivel de tolerancia hacia su metida de pata. —¿Alguien dijo "Th-thomas"? —ensanchó la sonrisa el aludido mientras dejaba pasar antes que él a dos extraños nuevos personajes, y aparecía dentro de la pista de la carpa. A Santiago casi le da un infarto.
De hecho aquella repentina aparición la había considerado a último momento. Si lo de Matilda se llegaba a postergar más de lo previsto, quedaría como la mierda dándose media vueltita, sonriendo como idiota y pidiendo disculpas "Lo siento señores, pero me los tendré que llevar a otro lado de momento hasta que la jefa termine de cerrar un pacto con el diablo". No creía que un guiño de ojo fuera a salvarlo de aquello, menos considerando a su cortante y "posesivo" amigo. Ohh, sí. Si había algo que Thomas sabía diferenciar bien, era un macho territorial de uno tranquilo, y justo ahí en frente, mientras el tall Hassan Al-Bahound (o como quiera que eso se pronunciara) se presentaba, veía al vivo ejemplo de un Mafuma bípedo y con la melena rasurada. Él siempre se había considerado a sí mismo más como un Maquiavelo, aunque claro, evidentemente era un Jerry de los pies al... bigote. Sin embargo Thomas sabía como calmar a las fieras y como dar un satisfactorio acto de cortesía. Rápidamente sonrió sorprendido y le dio mil y una felicitaciones a los "recién prometidos" mientras con gracia calculada daba un rodeo y se alejaba de la oficina de Matilda. —Ah, ¡pero qué maravilloso! —Se rió el hombre, jugando con el bastón— Hermosas noticias, hermosas las de hoy en día —Nadie fuera de Circus Maxium notaría la ironía, claro—. Mis más sinceras felicitaciones —Hizo una reverencia pequeña y moderada esta vez, demostrando que tomaba aquello con la seriedad que debía—. Aquí en el circo tenemos una especie de tradición, podemos decirle, cuando dos personas se comprometen... Una visita a mis tres queridos leones y un beso en los bigotes para la buena suerte —Enseñó los dientes y recordó que el tenía bigote—. Claro, claro, pero esos son cuestiones circenses, ejem. Ahora, si les gustaría seguirme, mientras mi jefa termina su reunión, ¿les complacería conocer al resto de la familia? Oh, primero las damas —abrió la puerta trasera y dejó que Raissa abriera la marcha. Si a aquellos dos adinerados les caían bien, quién sabe, tal vez no necesitaran más inversores como Hauffmann, pensaba el domador mientras entraba a la carpa. Le sorprendió ver a las bailarinas todavía allí sabiendo que era turno de los payasos, le extrañó ver a Fin debajo de los trapecios y ni una sola aparición de Rufus, Derian o Lumiere. ¿Es que la directora todavía torturaba a su amigo? Pero reconoció a Santiago tartamudear su nombre y allí se encontraban ahora. Poniendo su mejor cara de "Aquí-no-ha-pasado-nada" y "Ningún-león-ha-intentado-despedazarme-hace-horas".
—Las audiciones... Y sonó el maldito teléfono. Bien, de momento le daba tiempo para pensar algunas cosas que tenía que dar como detalles finales. Matilda dio media vuelta para ver el reloj y se le aceleró el corazón. Tarde, ¿por qué carajo siempre se le hacía tan tarde? Dio media vuelta de nuevo, con la ansiedad pintada en los ojos y tamborileó los dedos sobre el escritorio mientras esperaba a Hauffmann. Oh, claro que no lo dejaría pasar. Sonrió, seca y se puso de pie. —Ah, no no. Claro que no, ningún problema. Vaya a recoger a su cita y ya nos veremos de nuevo, señor Hauffmann —Se acercó a la puerta para abrirle y se hizo a un lado para dejarlo pasar. Afuera el sol comenzaba a caer y restos de una brisa fresca aliviaban un poco el calor agobiante—. Por las audiciones no se preocupe. Esperaremos hasta mañana por la mañana a ver si llega algún último rezagado aspirante y me mantendré en contacto con usted por... mensaje, sí. ¿Le parece? —parpadeó, inocente.
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Post by ev7e on Nov 18, 2012 1:13:13 GMT -3
-Que tierna- sonriò Nuria jalàndole un poco de las mejillas a Fin- En realidad Hil, no deberìas lamentarte mucho ya que eso es parte de la historia. No habrà ninguna colaboraciòn-lamentò, pero no descompuso el gesto-Ahora si, chicos. Es hora de....¿Tan pronto volviste?- interrogò la gitana al ver aparecer al domador junto con dos extraños- Y yo que pensaba apoderarme de tus cachorros. Paseò los grandes ojos marrones del hombre a la mujercita parada a su costado, esta ùltima llamàndole màs la atenciòn debido a lo oculta que estaba bajo toda esa ropa. "Y con tanto calor" pensò, sintiendo que ella misma se sofocaba a pesar de la poca ropa que traia encima. Enarcò una ceja sin dejar de observarla con curiosidad hasta que accidentalmente un movimiento de Thomàs logro captar su mirada que pronto se tornò acusadora y señalò con el dedo el grueso bastòn dengro. -Eso de es Rufus, niño-reprochò.
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Post by Milly on Nov 19, 2012 11:16:27 GMT -3
Estuvo a un paso de darle la razón a Santiago y despotricar tonterías contra el escupe fuego y el domador de leones, cuando la aparición repentina de este último interrumpió la distendida charla. Hilaria apenas prestó atención a Thomas y las acusaciones que Nuria le cargaba encima, más le interesaban los sujetos extraños que lo acompañaban. Se descolgó rápidamente de su compañero payaso para situarse justo en frente de los desconocidos y recibirlos con una sonrisa tan amplia que asustaba en la misma medida que inspiraba simpatía. Aferró un brazo de Omaia con un entusiasmo que seguramente el hombre consideraría doloroso. —¿Son nuevos más nuevos que los nuevos? —Sin muestras de haberse confundido con sus propias palabras, la mirada verdosa paseó de la peculiar pareja a Thomas, y luego de vuelta a la pareja. Exclamó de alegría al observar a la que supuso sería una chica, como si recién hubiese caído en la cuenta del extraño atuendo que llevaba encima. —¿Dónde te has comprado eso? —soltó sus manos del brazo que apresaba y aferró con delicadeza los velos de la muchacha, fascinada como solo Hilaria podía mostrarse por ese tipo de cosas—. Me encanta, me encanta. ¿Crees que yo pueda tener uno? Hasta podría conseguirme uno para Santiago, así no tendría que verle sus mala caras. ¿No les parece genial, Fin, Nuria? ¡Podría hacer mil trastadas y nadie podría asegurar que fui yo mientras tuviera esa cosa encima!
Estuvo de acuerdo con las condiciones que Lobelha presentaba para asegurar la obediencia de ambos en adelante, de modo que no esperó a que Treste tuviese oportunidad de interponer objeción ninguna a esa mínima demanda y siguió a la chica hacia las sillas que en medio del alboroto todavía no habían conseguido alcanzar. Afortunadamente ya se había acabado para ambos su minuto de fama, de modo que Uzeil contaba con los medios para intentar volver a mostrarse algo menos tenso a pesar de la preocupación que le producía pensar en el alemán que desconocía su existencia y sus aspiraciones. Alzó las cejas cuando observó a la chica. —Mi cara es así —bufó sin mucho convencimiento cuando tomó asiento donde les correspondía. A pesar de todo, no le resultó tan difícil reírse de su siguiente comentario—. Lo que pasa es que tú abusas del buen humor. Casi estás en condiciones de competir con Hilaria. Pero en fin... —Se interrumpió al ver que la carpa recibía a tres personas más—. ¿Esos serán del circo? —Al menos, eran lo suficientemente raros como para serlo. Sobretodo la persona que llevaba el velo.
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Post by bachi on Jan 7, 2013 18:37:09 GMT -3
((Iiiiiiim baaaack, bitches! <3 Dejo esto por acá mientras armo los posties de Molino~))
La acusación lo tomó completa y desprevenidamente de sorpresa, tanto, que aferró el bastón con las dos manos y dio un paso hacia atrás, como si Nuria fuese a abalanzarse sobre él. Tal cual Jerry había hecho antes. —¿Qué es de quién? —preguntó poniendo cara de incredulidad absoluta. Cualquiera que viese a Thomas en ese preciso momento no creería nunca que sabía de qué estaba hablando la bailarina. Pero, obviamente, todos allí dentro lo conocían. Claro. Todos menos sus dos “presas-invitados” y aquellos dos curiosos jovencitos que parecían cuchichear un poco más lejos de la escena principal. —Oh, claro, claro, Hil —se rió entre dientes el domador, mientras la payasa bailaba con los ojos de un lado a otro, observando a los recién llegados que el traía. Aprovechó la distracción fácil de la chica para deslizarse a hurtadillas y se alejó. Ignorando rotundamente a todo el resto de los presentes, se rió con fuerza y cruzó la arena de la pista, extendiendo los brazos (en uno llevaba todavía el bastón) y sonriendo de oreja a oreja. No les dio tiempo a reaccionar a ninguno de los dos chicos, claro, pobres desafortunadas criaturas, pero se apresuró a besarles la coronilla (una de las cuales encontró azul) y a palmearles los hombros como si se trataran de camaradas de toda la vida. —Los he visto antes me parece, o tal vez no… Qué va, esas cosas siempre se me olvidan —desvalorizó el comentario— ¡Pero aquí están! Sanos y salvos… Ou… feo ese golpe en la nariz, niña. ¿Y bien? ¡Cuéntenme! ¿Los trataron muy mal estas bestias salvajes? —Thomas señaló distraídamente detrás de su espalda, justo donde estaban Raissa y Hassan. En cuanto se dio cuenta a quiénes señalaba, cambio de brazo y señaló a las bailarinas, la trapecista y los payasos.
Lobelha se rió con ganas. —¡Yo no abuso del buen humor! Me parece que estás confundido… más, si crees que puedo llegar a competir con Hilaria en ese terreno. Pero no te preocupes —Sonrió, perversa—, luego le diré que me ayude a ponerte un par de broches en la cara, así te sostenemos la sonrisa. La pregunta de Uzeil hizo que se volviera a ver lo que le señalaba. A pesar de que el barullo en el circo continuaba como de costumbre frente a donde ellos estaban sentados, la chica había conseguido concentrarse en su compañero para no desviar la mirada hacia las conversaciones que se llevaban delante de ellos. Hasta ese momento, claro. —Oh bueno yo diría que… Sí, definitivamente ese parece ser del circo y, estee, no. No creo que las dos pobres personas que los acompañen sean… Se detuvo casi de repente al ver que el sujeto al que había señalado caminaba directamente hacia ellos. ¿Acaso el del bigote les estaba sonriendo? Lobelha miró de reojo a Uzeil, no espantada, pero sí con serias dudas sobre la integridad mental de esas personas que los rodeaban. —…del circo —finalizó justo a tiempo en el que los saludaban como a dos críos de 7 años.
Matilda fue cautelosa pero no tanto. Mientras había estado paseando por su despacho, escuchando las parcas respuestas (aunque la mujer podría haber jurado que sintió un deje increíble de cariño en ellas) de Hauffmann, de vez en cuando había observado por la ventana. Le inquietaba la tardanza y libertad que tanto Alejandro como el adivino se estaban tomando para encontrar a Rufus, pero se ponía la máscara que debía rápidamente. Y cuando el vejete arrugado le dijo que no podía ir específicamente a esa audición, fue un notición y una bendición del cielo. Y cuando observó por la ventana mientras esperaba que Hauffmann le respondiera… la bendición le cayó a los pies como tantas veces en el día. El circo estaba repleto. De gente. Y ya a esas horas. ¿Qué hora era? La mujer se volvió, con movimiento furiosos, hacia la repisa más cercana y miró el reloj. —Mierda… —murmuró mirando la manecilla sin creérselo. En menos de dos minutos la mujer estaba arrastrando (disimuladamente a empujones cariñosos y palmaditas en la espalda, con alguno que otro apretón de manos como quien ha cerrado un pacto de lo más jugoso) al viejo inversor fuera de su oficina, de nuevo hacia el calor sofocante de la ciudad y el atardecer. —¿¡Nos vemos mañana entonces!? ¿A la misma hora de siempe? —preguntó sin saber qué mierda de hora era esa— ¡Sí sí! Me parece bien… ¡Qué tenga buen vieja señor Hauffmann! —dijo con la alegría de una colegiala y cerró la puerta. Adentro, su sonrisa se deshizo en una mueca de espanto. ¡Todavía tenía que bañarse! ¡Todavía tener que merendar algo decente y cambiarse! —¿DÓNDE MIERDA SE METIERON ESOS TRES PEDAZOS DE MERDE?
Siro Skyler apagó la radio del jeep, apagó el motor y se quitó los anteojos negros que, luego, acomodó en el cuello de su camiseta. Suspiró y se echó el cabello hacia atrás, tras un gran bostezo nervioso más que cansado. Y al final se decidió a poner un pie fuera del automóvil. Debajo de las botas había tierra firme, húmeda del calor asqueroso de la ciudad, pero tierra firme al fin y al cabo. Con una rápida mirada cautelosa pispeó a la masa de gente gelatinosa y ruidosa que se movía frente a la entrada y los tenderos del circo y se adelantó hacia la puerta principal de la carpa. Como era costumbre en ese circo del diablo, no había ni una santa alma en la boletería, a pesar de que casi siempre dejaban entrar a la gente curiosa un rato antes. En fin… Pasándose una mano por la boca, se estiró la piel de la barbilla y decidió que se comería una bien merecida hamburguesa mientras esperaba.
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Harry
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Post by Harry on Jan 10, 2013 1:20:21 GMT -3
Alejandro rió por primera vez en el día ante el comentario del anciano. La situación lo ameritaba, después de todo: Ahí estaba Thomas, haciéndose pasar por é (o tomando prestado su título de "ayudante", al menos)l mientras movía para acá y para alla un bastón que tampoco le pertenecía. Todo con la mejor actuación posible, haciendo parecer cada una de las cosas que decía una verdad. Por muy problemático que pudiese ser de tanto en tanto, Thomas había nacido para estar en el circo. O en Hollywood. Pero el segundo comentario le borró la sonrisa de la cara.
-¿Con los Tirell?- Repitió, en el mismo tono de voz en el cual el viejo mago le había hablado.- Genial, como si no alcanzara con el alemán, nos quieren contactar con esos tipos también. Vamos a hacer negocios con ellos el día en que yo ande haciendo el trabajo de Hilaria.
((Si hay algún error o algo (producto, claramente, de mi colgadez crónica) háganmelo saber, por favor x) ))
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Post by bachi on Jan 11, 2013 12:58:06 GMT -3
((Jarrazoo 8DD Estuve revisando, y para nada :33 Todo ferpecto! Pensé que lo habíamos perdido, muchacho TUT))
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Post by ev7e on Jan 11, 2013 21:29:19 GMT -3
El anciano avanzó lentamente, observando cuidadosamente a los cuatro extraños. Dos de ellos eran unos jovencitos que descubrió, gracias a los detalles que Hilaria habia soltado en el almuerzo, como los nuevos aspirantes. La otra pareja, no estaba seguro. Los veia desde atras, por lo que no sabia si el bulto de telas era tan mayor como su acompañante ni tampoco pareciera que este quisiera formar parte de su extraña familia. Solo hacia falta darle un vistazo a como iba vestido. -¿Crees que el alemán se haya ido?- miró su reloj de bolsillo- Matilda nos matara si no llegamos a tiempo. Aunque tampoco puede culparnos si es que ese esta ahi- bufó antes de retomar el paso firme hasta alcanzar la espalda del domador. Rufus carraspeó un poco mientras le daba unos golpecitos en el hombro. -Debería cobrarte intereses por tener eso en tu poder- le dijo- Ahora, si no es molestia- sujetó el bastón que el hombre traia firmemente cogido entre las manos y dio un tirón- lo quiero de vuelta, niño. Nuria soltó una risita. -Y sean todos bienvenidos- agregó el mago con un movimiento de bigotes hacia los aun desconocidos.
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Post by Milly on Jan 11, 2013 23:56:25 GMT -3
Uzeil también divisó al hombre que se aproximaba mucho antes de realizar su extraño saludo de llegada. El afecto extraño que acompañaba sus palabras lo dejó perplejo durante unos segundos... hasta que acabó por concluir que semejante soltura y desplante solo podían significar que se encontraba frente a alguna importante personalidad del circo, tal vez un alto cargo al que debía deferencia. Así que se obligó a sonreír, muy resuelto a no presentar una mala impresión ni opacar la radiante imagen que ofrecía su socia. Había decidido pasar por alto su carácter demasiado entusiasta, y hasta comenzaba a creer que una cuota de locura era parte de los requisitos que se exigían para formar parte de Circus Maxium. Si intentaba habituarse a eso desde ahora, quizás aumentaba sus probabilidades de entrar a la familia. —De hecho, ha sido un día más que... —Se interrumpió repentinamente. No había reparado en el anciano ni en su joven y pelirrojo acompañante hasta que el primero carraspeó para hacerse notar. El trato con que este se dirigió al sujeto de bigote arrojó por tierra todas las suposiciones que Brambilla pudo haber tenido sobre su nivel de jerarquía. Más aún, consideró que mucha de su aura de respeto acabaría por perderse cuando el bastón le fue arrebatado, al mismo tiempo que el hombre mayor parecía recuperar una jovialidad extraña. Observó de reojo a Lobelha, solo para asegurarse por enésima vez de que no lo abandonaría en medio de aquella sucesión de apariciones de los miembros del circo, cada una más particular que la anterior. Mientras pensaba qué decir se preguntó a cuántos más conocería antes que todos se dedicaran a los preparativos para la función que se aproximaba... ...y la respuesta llegó tan rápida, que lo asustó.
Hacia la entrada de la carpa, Derian ingresaba a paso firme, la cabeza rasurada limpia de rastros de hollín y vistiendo ropas que aunque simples resultaban mucho más decentes que los andrajos que utilizaba para sus horas de limpieza y ensayo. Ese era el detalle que anunciaba su procedencia desde las duchas. Se detuvo unos momentos para contemplar a conciencia la atmósfera que empapaba el lugar, pero cuando captó demasiados rostros desconocidos llegó a la conclusión de que jamás entendería por sí solo lo que ocurría ahí dentro... y tal vez sería mejor no saberlo de momento. Avanzó hasta el centro de la pista, donde quedaba a una distancia razonable de los dos pequeños grupos formados. —Muchachos... —comenzó con el tono respetuoso de costumbre, sin preocuparse por alzar la voz o dirigirse a alguien en especial; así fuera por casualidad, siempre había uno que acababa oyéndolo y compartía el mensaje con el resto—... no me agrada la idea de ser el aguafiestas, ¿pero no debieran comenzar a desalojar la carpa? En cualquier momento dejarán ingresar al público para que tome asiento antes de la función —Luego de entregado el mensaje que el deber le encomendaba anunciar, observó a las dos parejas que le eran desconocidas, inclinándose hacia cada una a modo de silencioso saludo. Estaba casi seguro de quiénes eran los aspirantes, pero a todos debía la misma educación.
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Harry
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Post by Harry on Jan 12, 2013 0:07:05 GMT -3
((Jarra NUNCA desaparece >=D... No permanentemente, al menos))
El colorado se estremeció levemente al pensar como debía estar yendo la cosa con Matilda. Naturalmente, no tenía manera de saber si había ido bien (dentro de lo que se puede pedir de una reunión con el Führer) o decididamente mal. Pero, en consideración de Alejandro, siempre es mejor asumir el peor escenario y, en todo caso, sorprenderse agradablemente al ver que la cosa había ido mejor de lo esperado. -Que nos mate o no va a depender de si salió todo bien, imagino.- Respondió, suspirando al terminar la frase. Cerró los ojos un momento y se dispuso a seguir al mago. Al irse acercando, se fijó mejor en quienes acompañaban a Thomas. Los dos ingresantes (Según asumió basándose en la descripción hecha en el almuerzo por Hilaria) fueron los primeros en llamarle la atención. El chico le hizo acordar a Santiago y la otra tenía el pelo azul... Serían fáciles de recordar. A los otros dos no los reconoció, pero siendo un día tan movido, supuso que en unos minutos ya estaría enterado de quienes eran y que hacían ahí. Prefirió no hablar mientras Rufus reclamaba el bastón, pero le hacía señas a Thomas de que andaban con algo de apuro. De la misma manera, saludó a los nuevos después que el mago -Bienvenidos.- Saludó sonriente con la mano.-Alejandro, a su servicio.- Prefirió no decir que era el ayudante de Matilda. No le iba a arruinar el juego al domador. Notó entonces a Derian entrando en escena. -Tiene razón.-Dijo, una vez el recién llegado terminó el anuncio, mirando su reloj.-Convendría ir liberando el lugar. No queremos estorbar con los preparativos de hoy.
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Post by bachi on Jan 12, 2013 23:26:35 GMT -3
((Así me gusta )) Thomas sintió exactamente eso mismo que Uzeil pensaba mientras veía cómo se le deslizaba el bastón de entre las manos y volvía a parar a sus respectivas manos dueñas. No hizo ningún tipo de cara o mueca, pero los hombros se le notaban claramente caídos. —Abuelo —le a Rufus dijo al final, como si se tratara de un dictamen absoluto—, quiero que sepas que tengo mi próximo regalo de cumpleaños decidido. Esos bastones de verdad sirven —comentó como si fuera una leyenda de lo que hablaba—, merecen mi total respeto. Unos metros más allá, en donde de todas formas los diálogos eran perfectamente audibles, Santiago puso los ojos en blanco y se cubrió con una mano la cara. No sabía si había alguna especie de forma peor como para quedar mal tan rápidamente delante de cuatro personas nuevas… Él había tenido su caída, claro, pero solo con su familia del circo, lo que le recordaba… Se volvió al lugar donde Hilaria seguía acosando a los nuevos recién llegados y caminó tranquilo hacia el lugar, procurando que nadie lo notara. —Vamos, Hil —tironeó del brazo de la payasa mientras disimuladamente la arrastraba lejos del velo de Raissa. Observó a los extraños y le sonrió a medias antes de volver a su trabajo—, vamos. A no todo el mundo le gusta que, eh… Le digan que pueden esconder sus fechorías con un traje nue... —¿Era Derian aquel que atravesaba la pista del circo y acaso… estaba ya cambiado? El corazón de Santiago dio un vuelco. —¡Dios mío! ¡Tengo que prepararlos a todos! —exclamó olvidando por completo su idea del bajo perfil, tironeándose el cabello con la boca abierta. Lobelha no tuvo tiempo de responderle a su compañero de banco. En menos de un santiamén, luego de la llegada de aquel extraño pero atractivo y sexy sujeto de amabilidad correcta pero desenvoltura parca; el otro sujeto de bigote los obligó a ponerse de pie y los condujo, sin que pudiera rechistar mucho, directo hacia el pelirrojo-bella-sonrisa y los otros dos recién llegados que él saludaba. —Hola mucho gusto un placer —soltó todo sin pausas y evitando mirar a nadie a los ojos mientras silbaba disimuladamente. ¿Era ella o aquel circo estaba repleto de sex symbols? O no. Ella siempre era exagerada, no tenía que olvidarse. O en realidad todo era un truco malvado de su mente y en realidad era la luz de la carpa que… —Derian, amigo mío, siempre taaan oportuno. ¡Alejandro! —exclamó de repente el domador y lo tomó por los hombros. Los ojos refulgían— No hay tiempo que perder. Esas personas quieren ir a ver a Matilda y estos dos —Señaló al muchachito de rostro pálido y a la repentina tímida peliazul— deberían ir con ella también. Para presentárselos, claro —Sonrió como si le apuntaran con una pistola—, porque tiene que hablar con ellos y eh… Bueno, ya me entendiste. ¡Basta de tanta charla! Tengo tres leones que preparar. Los dejo en buenas manos —afirmó antes de desaparecer exactamente por donde había venido. La pista del circo se convirtió rápidamente en un caos. Santiago estaba poniendo a todos en fila directo hacia los vestuarios, cosa que NUNCA haría en otra situación normal. Su arte necesitaba tiempo y el tiempo apremiaba.
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Harry
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Post by Harry on Jan 13, 2013 8:20:19 GMT -3
Alejandro estuvo a punto de responder algo del estilo de "Tendrá que esperar un poco, hay una buena posibilidad de que Matilda no esté de humor para nuevos en este momento", pero para cuando abrió la boca, Thomas ya se había alejado. Intercambió una mirada con Rufus y observó como, afuera, el circo se estaba volviendo más y más caotico. ¿Por que todo tenía que hacerse con apuro ese condenado día?. Pero bueno. Su trabajo era, justamente, estar listo para estas cosas. Guió su mirada ahora hacia los dos nuevos y los dos desconocidos. No los iba a dejar solos, plantados ahí. Y tampoco podía dejarlos fuera, con todo el caos que había.
-Bueno, ya lo escucharon.- Les dijo con tono calmado, señalando la salida detrás de si con el dedo pulgar.-Si me siguen...
Y comenzó a marchar hacia la carpa de Matilda.
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