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Post by Milly on Oct 5, 2012 19:37:10 GMT -3
—Trato de ser justo —repuso con una simpleza que distaba mucho del ambiente tenso que todavía se respiraba en el ambiente, aunque cada vez más difuminado. Sería la única respuesta que Thomas obtendría como devolución de los agradecimientos y bromas ofrecidas; una afirmación escueta pero absolutamente sincera que no demostraba la sorpresa con que el lanzallamas hubiera recibido la reacción controlada del domador, y de hecho, su rostro no trasparentaba la interpretación de emoción alguna. Demasiados altibajos había tenido ya aquel día como para animarse a dar vueltas en su cabeza sobre el asunto del incipiente proyecto que ya comenzaba a desmoronarse, o sobre cualquier otro asunto. Confiaba en que las cosas se arreglarían, o en el peor de los casos, en que no podrían volverse mucho más devastadoras. De modo que en lugar de volver a sus cavilaciones, aguardó atento junto a Jerry en tanto el domador procedía a emprender su retirada. Solo cuando viera al temerario último león responder al llamado que se le hacía, Derian volvió su rostro a las bailarinas. De pronto se veía más agotado que de costumbre—. Sí. Lo mejor será volver al ensayo —dijo, como si respondiera a alguna pregunta elaborada en su mente. Inclinó la cabeza, calmo e indescifrable. Luego retornó al sitio donde se desplegaban sus herramientas de trabajo.
—¿Y cómo voy a saber yo para qué puedes querer mis cosas? No tengo forma de adentrarme a tu mente retorcida, y tampoco quiero —indignada y terca en sus acusaciones sin fundamentos, Hilaria alcanzó con dos zancadas la cama señalada por Santiago. Se inclinó a tomar todas sus prendas íntimas entre los brazos, haciendo de ellas una contundente bola de tela que, con actitud hosca y algo violenta, lanzó hacia el sector de las chicas, donde acabaría explotando sobre una catre cualquiera. Se cruzó de brazos, infantil, y se esforzó por no responder a ninguna de las siguientes palabras que el payaso le dedicaba, siquiera cuando Lobelha se vio inesperadamente involucrada en el conflicto. Uzeil, en cambio, fue incapaz de frenar su lengua: —¿Ordenar eso? —el chico señaló sin ningún pudor el montón de ropa interior recién lanzado por la payasa, riendo entre dientes. Sin duda ambos personajes estaban locos, pero luego de unos minutos era inevitable acoplarse a su excentricidad—. Vas a necesitar algo más que suerte, socia. Hilaria lo observó con sus ojos claros entrecerrados, fieros y repentinamente intimidantes. —¿Te parece divertido? —espetó, haciendo uso de una gravedad tal que obligaría a Uzeil balbucear una disculpa ininteligible. De sopetón, la payasa soltó otra carcajada—. Bueno, sí tendré que pedir algo de ayuda al dios del orden, ¿no? —La voz de su compañero la arrancó de su repentino ataque risueño. No respondió enseguida, pues estaba decidiendo si continuar enfadada con él. Desistiría con una sonrisa juguetona, como de costumbre—. No nos dijo —afirmó segura—. Pero no me cabe duda que nos habría dicho a las "cuandoelalemándesaparezca" —rió de su broma de buena gana, pero luego trató de ponerse seria. Todavía confiaba en que no era demasiado tarde para inspirarles respeto a los nuevos—. ¿Haríamos bien en ir a ver cómo va la cosa con Hajman? De no haber sido por la mención de aquel nuevo apodo, casi hubiera sonado como una persona normal y madura.
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Post by ev7e on Oct 5, 2012 22:01:35 GMT -3
Las bailarinas no reprimieron unas risitas nerviosas antes el comentario de Thomas y luego la respuesta de Derian. Las gemelas aceptaron las disculpas del domador y luego asintieron hacia el comentario del lanzallamas, dirigiéndose entonces al lugar de ensayo para estirar un poco los músculos y esperar a sus otras dos compañeras con un gesto de triunfo en las caras. Savannah siguió a la gitana mientras bajaba con desganados saltos de las graderías, podía imaginar lo que pasaba en su arrebatada cabeza. Le acababa de revelar el deseo de las hermanas de separarse definitivamente del circo, probablemente no las extrañaría mucho pero sí que harian falta a la hora del show. La morena no disimuló su sonrisa cuando Nuria la miró de reojo. -Deja de mirarme asi- le sonrió una vez que las dos estuvieron con las gemelas- Y ponte ya en tu lugar...no quiero más problemas. Nuevamente la música empezó a sonar.
Suficiente descanso, Rufus se despertó un poco sobresaltado. No por una pesadilla, ni por ruidos...de hecho, dentro del motorhome apenas y llegaba el bullicio de la feria. Esa fue la razón por la que se le cortó el sueño. Maldijo entre sus bigotes la costumbre de arrullarse con las risas de los niños y los gritos histéricos de las madres buscándolos entre los puestos. Se sentó en el borde de su pequeña cama y se frotó la rodilla adolorida, buscó con la mirada su bastón hasta dar con él casi debajo de la cama. ¿Dónde estaria Rita? Que no se le perdiera mucho rato, debía coordinar con ella los últimos detalles de su acto de bienvenida.
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Post by bachi on Oct 10, 2012 1:08:49 GMT -3
Calladitos y enfiladitos uno a uno terminaron en las jaulas. El domador también con ellos. Solo permaneció un par de minutos dentro, como hacía siempre antes del turno que siempre disponían para ensayar. Esta vez había sido especial y habían ido todos juntos por la "brillante" idea del show mezclado, claro, pero en cuanto volviera todo a la normalidad, los ensayos de Thomas se llevarían a cabo de nuevo a solas (descontando los ir y venir de la gente del circo) con la pista para sus leones y él. La idea le robó una mueca que aplacó con una caricia fugaz en una melena. —Ay... debería mandarlos a un rincón como a niños revoltosos —gruñó por lo bajo—, pero es imposible con ustedes, rufianes —Los miró un rato pensativo, hasta que salió de la jaula y cerró la puerta detrás de él, jugando con las llaves entre los dedos, indeciso—. Vuelvo en unos minutos —se despidió como si esperara respuesta, y con una media vuelta, la bata todavía rota y silbando, se fue a caminar hacia la entrada del circo, a esperar que diera la hora de su habitual rutina de ensayo. A medida que caminaba notó que había nueva gente dando vueltas, es decir, una nueva tanda de masas. Las familias revoltosas y los niños solían aparecer de mañana, antes del almuerzo, pero las parejas y los grupos de adolescentes ya asomaban las narices a esa hora. Ellos... y los benditos reporteros. Con cada llegada de Circus Maxium no faltaba un solo día de estreno en el que la prensa anunciara su llegada. No era la primera vez que aparecían en Roma, claro, pero solían ser noticia un par de días y con suerte eso les traía más gente. Más ganancias. Thomas se ubicó como si nada justo en la entrada y apoyó la espalda en uno de los tablones de la boletería, mirando a la gente pasar. Con mala suerte, la prensa solo atraía a gente indeseable que anhelaba conocer la fuente del éxito de Circus Maxium. Y con ellos los "espías". Había lidiado solo con dos durante todo el tiempo que había estado trabajando en la carpa, pero sabía por boca de los demás, los más viejos, que había una larga lista de nombres en negro que nunca más podrían poner un pie allí dentro. El problema, sin embargo, no eran las viejas amenazas, sino los nuevos busca fortuna.
Por más seria que Hilaria quisiera estar, Lobelha en ningún momento pudo tomar su enojo personal o como verdadero. Asistió al intercambio (en el que rápidamente y sin saber cómo se vio envuelta) mirando de un payaso a otro, con una sonrisa in crescendo... Hasta que la pregunta de Uzeil le robó una carcajada estrafalaria. —¡Siempre tan oportuno, tú! —soltó entre risas. Por otro lado, Santiago seguía demasiado acongojado como para pronunciar palabra alguna. Hilaria acababa de acusarlo de usar su ropa interior con mente retorcida... No había nada que pudiera decir que no sonara como un gimoteo. —Hauffmann —soltó de repente el muchacho, inconscientemente y sin darse cuenta. Cosa que dejó en evidencia cuando a los segundos se sobresaltó por la corrección que su lengua había soltado por sí sola. La chica de pelo azul se mordió la lengua para aguantar la risa en vano. Eso, sumado al tartamudeo intimidado de su socio, quien había hecho un esfuerzo por pedir disculpas... Bueno, todo eso era una especie de suma mortal para ella. —Yo, eh... Estee... ¿Ir a verlo? ¿A él? —Santiago tragó saliva y se olvidó por completo de la ropa interior. —Oigan —Los detuvo Lobelha—, esperen un minuto. ¿Qué mierda con ese alemán? ¿Es un ex-convicto o algo así? —Sonrió, irónica— ¿Nos decapitará o algo por estar aquí a modo de prueba? Vamooos... ¡Yo digo que vayamos a verlo! —exclamó de repente y con toda convicción codeó a Uzeil—. Ni que no estuviera enterado que estamos aquí. Santiago abrió la boca para objetar y la cerró en seguida. —Estamos perdidos —susurró al final, temiendo el estallido eufórico que probablemente explotaría desde el lado de Hilaria, contagiada por la insistencia y boca floja de la pitufina azul. Cruzó los dedos, esperando que al menos el "chico-Uzeil" fuera algo más cuerdo. ¿Es que todas las mujeres tenían que estar tan locas? Sin ir más lejos... Fin, colgándose de las alturas y haciendo formas como si tuviera brazos de plastilina. Matilda y su voz de camionero, y Nuria, con su inquietante humor delicado...
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Post by ev7e on Oct 11, 2012 0:45:56 GMT -3
Caminó acompasando el golpeteo de su bastón con un alegre silbido, el calor de la tarde que moria le hizo quitarse el sombrero de copa y mostrar su cabello bicolor. Rufus se acercaba a la entrada de la feria, tantos años en el circo le tenian bien advertido sobre la llegada de los reporteros, para él no habia más que publicidad que atraería un mayor número de visitantes. Tal vez por eso siempre estaba dispuesto a propagandear su llegada en televisión. Apuró el paso entonces hasta llegar a pocos pasos de las cámaras. -Sostenme esto, muchacho- le dijo al domador mientras le lanzaba el bastón y se arreglaba las ropas- Es hora de un poco de magia. No esperó respuesta y fue a pararse "casualmente" frente una de las lentes, igual que casualmente hizo aparecer una flor detras de la oreja de una atractiva mujer de algunos años. Le guiñó un ojo. -¡oh! ¡HOLA!- exclamó cambiando su expresión seductora (que por cierto, hizo ruborizar a la mujer) por una de casi invisible fingida sorpresa.
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Post by ev7e on Oct 11, 2012 2:01:49 GMT -3
Inmediatamente fue rodeado de personas bulliciosas, por sus preguntas y luego las voces de otros visitantes que ansiaban escuchar las novedades de Circus Maxium. -¡Alto!¡alto!- riò con los brazos extendidos- Dejen salir a la hermosa dama- dijo mientras le abria paso a la señora ruborizada cual fresa- La veré esta noche- se despidiò con un gesto galante. Una vez que su nueva conquista estuvo bien paradita a un lado, se volviò definitivamente a los reporteros. -Mis queridos amigos, ya se les extrañaba- declarò- saben que siempre seràn bienvenidos en esta humilde carpa. Nosotros ponemos el show- alzò la voz- la magia- y aqui una lluvia de trapos multicolores salio disparada de las mangas de su saco- de ustedes depende el llenar los asientos. Ya todos nos conocen, somos gente confiable, capaces de arrancarnos los dientes- una dentadura falsa cayò de su bolsillo- para que ustedes se diviertan. Apreciamos su preferencia y les prometemos una noche para recordar.
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Post by ev7e on Oct 11, 2012 2:23:56 GMT -3
Rufus movio graciosamente el bigote, cual conejo, frente a la cámara y logró arrancar unas risas enternecidas a algunas parejas. - Tenemos humanos voladores, los veran flotando sobre sus cabezas. Otros que son capaces de meterse en la caja de un fósforo, pueden doblarse y desdoblarse cual papel- a medida que hablaba hacia gestos con las manos, describiendo lo que verian dentro- feroces leones ¡Cuidado que te arranquen una mano! Y el lanzallamas que podria hacerte un montoncito de ceniza- rió- bailarinas que si te atrapan con su baile podrias terminar colgado de cabeza y no olvidemos a los payasos. Te haran caer de tu asiento de la risa. Esta noche es para alucinar, todo dirigido por Matilda Ivanés, un encanto de mujer. ¡No se pierdan esta gran noche! Quedan todos invitados, prometemos sorprenderlos. Hizo una despedida graciosa con su sombrero de copa y le sonrió a los camarógrafos. Miró alrededor, asegurándose de no ver caras sospechosas, todo en orden.
((Lamento el triple post. Fallas técnicas XD))
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nitta
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Post by nitta on Oct 11, 2012 3:21:33 GMT -3
Hauffmann observó atentamente a todos y sonrió. Una sonrisa de triunfo. Sí. Allí les quería, observándole expectantes. Sabía que seguían comiendo de su mano y eso le dio una enorme satisfacción a la par que sintió como su poder aumentaba considerablemente. Lumiere creyó que el muy señorito estaba haciéndoles una broma, que les denegaría tanto dinero y que les diría que siguieran como hasta entonces, ayudándose de miserias. Se removió incómodo en la silla cuando Alejandro le miró a los ojos y luego los cerró, tratando de calmarse porque los nervios estaban a punto de traicionarle de nuevo. -La condición para que esta cantidad no baje es que deben tener el circo siempre lleno en todas las funciones y en todas las ciudades. Yo sabré el nivel de recaudación de cada función y subiré o bajaré la enorme cantidad-informó al fin y Lumiere soltó todo el aire para luego levantarse de rebote. Bueno, no había estado tan mal, no? Llenar la carpa... Eso significaba innovar y no solo de un lugar a otro sino de función en función. ¿Estaba loco? No se podía innovar así como así, las cosas se ensayaban, hombre. Apoyó sus manos en la mesa y finalmente decidió sentarse en su silla, calladito y cruzadito de brazos para escuchar el resto de reacciones u observarlas, vamos.
Fin atrapó la pelota con sus piernas y luego de una voltereta con el estómago en el aro, se sentó en este y la lanzó a su compañero quien la atrapó con las manos para luego lanzársela a Duke pero la lanzó con demasiada fuerza y terminó en algún sector cercano de la gradería tras rebotar en la red. -Suave-replicó ella-suave-pidió mirándole. -Lo siento, lo siento-se disculpó mientras uno de los ayudantes se apresuraba a ir a por ella. -Siempre podemos hacer que el público colabore, no? -le preguntó Duke a Fin a lo que ella asintió. -Quizás... pero no podemos parar la música y aguardar a que tengan la suficiente puntería para que nos llegue.-Miró hacía abajo y suspiró para luego mirar al otro.-Saldrá bien, no tengo la menor duda.-Le sonrió.-De nuevo.
Y allá estaba la limusina, aguardando a que sus pasajeros abandonasen su interior. Una vez fuera el hombre entrajado habló con el chofer y este asintió para cerrar la puerta y marcharse. La chica miró ilusionada al hombre entrajado mientras se veía completamente su rostro aunque poco tardaría en tener que cubrírselo. Él todavía andaba enfadado con ella a pesar de la larga siesta que se había pegado. La miró y le dio una cajita. -Feliz cumpleaños, Raissa -le sonrió. Oh! Sí. 18 años, tiernos 18 años... y por fin dormiría como Ala manda. Desenvolvió el paquetito y sonrió ligeramente al ver la pulsera. -Es preciosa. -Quiero que te la pongas para mi.-Le susurró con cierto afecto. Ella se la puso y le miró. -Me queda genial, Hassan.-Ilusionada o no, algo empañó su mirada. Ahora, ¿ahora sería capaz de llevar a cabo su prueba? Ya era mayor de edad y era adulta, no? Tenía capacidad de decisión y, aunque estaba subyugada a él, tanto le daba haría lo indecible por poder realizar la prueba aunque tuviera que hacerlo aislada en algún rincón oscuro pero la haría. Estaba decidida. "Será mi regalo de cumpleaños" Se dijo a sí misma "y él no me lo puede prohibir"
La sombra negra, acababa de llegar al Circus Maxium.
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Post by Milly on Oct 11, 2012 20:24:14 GMT -3
((Te perdono solo porque se trata de Rufus *-* Por cierto, Bachi, MP para ti. Se me había olvidado xDD))
—Podría decapitarnos a nosotros, por llevarle una sorpresita que no estaba contemplada en sus planes 'cirquerísticos' —las nuevas risas de Hilaria alcanzaron a mezclarse con los restos de las carcajadas ofrecidas por Lobelha. Pero Uzeil, que había quedado helado tras la bromista reprimenda de la payasa, no pudo aspirar a más que sumarse con una tímida sonrisita que siguió ahí hasta mucho después de que su amiga hizo la atrevida proposición, y de cualquier forma, la afirmación de la payasa no lo había dejado demasiado tranquilo. En silencio, sospechó que una amistad explosiva comenzaba a nacer entre las dos señoritas... y no fue capaz de hacer una aproximación de hasta qué punto esa posibilidad implicaba un riesgo inconfundible. Estuvo seguro de haber sido el único en oír el sombrío vaticinio de Santiago antes que Hilaria hiciera realidad los temores del payaso, prorrumpiendo con una exclamación que traslucía su dicha por ver que al fin alguien respaldaba sus consideraciones—. ¿Y qué seguimos haciendo aquí entonces? —repuso ella con una sonrisa ancha, encabezando la marcha de vuelta a los exteriores. Uzeil se incorporó rápidamente de la cama sobre la que había tomado asiento, pero no para seguir a Hilaria, y sostuvo a Lobelha del brazo antes que ella se decidiera a hacerlo. —Duke parecía algo obsesionado con la idea de tener que escondernos —dijo, volviendo la mirada hacia la payasa, que situada junto a la salida se había detenido al comprender que nadie iba detrás. Carraspeó, repentinamente incómodo con la situación. Le agradaba la pálida circense y lo que menos deseaba era ganarse su odio, o el de la peliazul—. ¿No nos meteríamos en problema si Lobelha y yo salimos? —Un extraño gesto de dolor arrugó sus facciones. Le agradaba demasiado todo lo que había visto hasta ahora del circo como para arruinar cualquier posibilidad de entrar en él.
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Harry
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Post by Harry on Oct 11, 2012 21:50:26 GMT -3
Y si, pintaba demasiado bien. El tipo este no se podía permitir ayudarles un poco más de lo justo y necesario. Y si lo hacía, tenía su costo, como acababa de demostrarlo. ¿Llenar la carpa había dicho? ¿Cada función? Está bien, Circus Maxium tenía su prestigio, y no andaban justamente en escasez de público pero...Llenar la carpa cada función era algo dificil. Significaba hacer algo nuevo cada función, significaba hacer shows solo en ciudades grandes, donde estuviesen seguros de poder vender el total de la capacidad. Y lo peor de todo es que, en una situación normal, significaría menos shows. Pero llevaría a menos ingresos de los que ya tienen. Y el germano no iba a permitir eso, los apretaría por otro lado. Había, entonces, que aumentar el público sin disminuir la cantidad de shows. Tenían que inventar cosas nuevas y ponerlas en práctica, todo en tiempo record. El pecoso miró el piso por un instante, pensativo. Miró la reacción de Lumiere, y al instante siguiente dirigió una mirada a Matilda. -Yo pediría-Comenzó lentamente, aún mirando a Matilda y luego volviéndose hacia Hauffmann.-que nos de algo de tiempo para pensar esto. Es una propuesta interesante y, como tal, hay que meditarla. Estará de acuerdo conmigo en que decidir demasiado rápido es darle una oportunidad demasiado grande a la desgracia.
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Post by bachi on Oct 11, 2012 21:59:12 GMT -3
((Exacto a eso que dijo Milly~<3 Rufus está perdonado :3 Ay Nitta xDDD Pájaro de mal agüero y sus sombras! XD No me queda más que decir que soy feliz con tantos posts 8'D y que Milly tiene que perdonarme pero ya le respondí mp *3* Editado >3))
A Thomas nada de aquello lo tomó desprevenido. No por nada Matilda adoraba a aquel viejito despampanante: Rufus era, en muchas razones, un pulmón completo con el que Circus Maxium respiraba. Con una ancha sonrisa y un rápido manotazo se hizo con el bastón del abuelo y lo saludó desde su lugar entre risas. A veces al contemplarlo entendía de dónde sacaba Nuria tanta picardía. Además, ver cosas como aquella le levantaban el ánimo a cualquiera, de eso estaba seguro, y para asegurarse de que el mago fuera el centro de atención no solo de los periodistas, sino también del resto del público, se llevó dos dedos a la boca y chifló con fuerza para seguir la entrada triunfal del anciano. No era como si necesitara ayuda, claro. Rufus lo tenía todo bajo control. Si no más bien era por el simple placer de hacer un poco más de ruido. —¡Déjanos un poco al resto, fiera! —exclamó el domador obviamente refiriéndose a su acto de seducción con la reportera ruborizada hasta la médula, y estuvo a punto de soltar otro comentario más, pero sus ojos se desviaron hacia el lugar donde aparcaba un limusina, atrayendo las miradas de algunos curiosos como él. Thomas abrió bien grandes los ojos y tuvo que concentrarse para no quedar boquiabierto. ¿¡Qué carajo!? ¿Algún famoso iba a verlos? No sería la primera vez... pero hacía tiempo de eso y... —Tengo que averiguarlo —soltó para nadie, al ver que estirar el cuello y ponerse de puntitas de pie no lo ayudaban en absoluto para intentar vislumbrar a los recién llegados. El hombre con ojos de niño curioso y sonrisa soñadora en los labios, se escabulló para recolectar información todavía con el bastón de Rufus entre las manos, dejándolo al mago solo para mediar con la sarta de preguntas que los periodistas le lanzaban. —¡Disculpe, señor, disculpe! —Se apelotonaba un jovencito con un celular en la mano y una cámara en la otra— ¿Pero es cierto el rumor que dice que Circus Maxium va a cerrar? —Una ola de murmullos bulliciosos lo siguió y antes de que Rufus respondiera, saltaron otras preguntas. —Aparentemente se están quedando atrás en cuanto a tecnología y trucos, eso se dice entre los medios —El periodista unicejas-malaonda sonrió, cínico—. No sería la primera vez que el circo de Los Primos Tirell les lleva la delantera. —¿Se les acabó la magia, señor mago? Mago, aquí, aquí. —¡Se escuchan rumores de que un nuevo tipo de show aparecerá pronto! Circus Maxium guarda muy bien su truquito, pero... ¿qué tanto confían en su gente?
Todo habría salido muy mal si Alejandro no hubiera intervenido a tiempo. El sobresalto de Lumiere reflejaba perfectamente lo que la mujer estaba sintiendo en ese momento: Una tomada de pelo. Hauffmann no solo les ofrecía subir, tal vez triplicar la suma de ingreso, pero a cambio les pedía lo imposible por mejorar... ¡Y no solo eso! Si no lo conseguían, les bajaría la cuota dependiendo de qué tan bien les haya ido. Y todo eso según los parámetros del viejo amargado nazi, cosa de poca confianza para el genio de la mujer. Matilda Ivanés no por primera vez en su vida tuvo ganas de ahorcarlo. Momificarlo y usar la nariz de florero, no sin antes exigir que le pusieran ojos de dibujos japoneses bizcos y sacara la lengua para afuera. La idea le aflojó los nervios. —Concuerdo con el chico, Hauffmann —El título de "señor" se había ido al carajo—. Usted sabe muy bien lo que implica un esfuerzo del tamaño que exige, contamos con los recursos porque los recursos escasos que tenemos los usamos al máximo, no porque nos lluevan precisamente cosas del cielo. Pfff... —Se restregó los ojos durante un instante hasta que recuperó su lugar al otro lado del escritorio y entrelazó los dedos. Su gratitud no se veía más en los ojos—. Tendremos que hablarlo con el resto del circo, después de todo esto influye también en sus sueldos y su sacrificio. No es algo que podamos decidir solos —Se quedó en silencio y dio vuelta la taza, distraídamente, mientras analizaba lo siguiente que diría. Sin mover la cabeza, miró a Alejandro de refilón y por último a Lumiere, sin despegar la mirada, como si intentara averiguar—. Además tenemos noticias de otras características para usted —...como si intentara preguntarle si debía proceder—. Verá, el circo debe ampliar sus expectativas en tiempos modernos como estos —...si debía ir al grano y contarle a Hauffmann el aviso que habían lanzado para reclutar nuevos. Disimuladamente pateó a su asistente sentado al lado suyo y luego pateó al adivino por debajo del escritorio. Arriba, el rostro de Matilda estaba imperturbable. Ni una muestra de qué había pasado. —Por otro lado, todavía espero su respuesta —Apuró una sonrisa forzada mientras esperaba que los otros dos captaran su inquietud, que le avisaran en caso de cometer un error fatal o si notaban que la situación ameritaba para escupirle todo en la cara al viejo— ¿Le reservamos o no le reservamos asientos para hoy en el show? Ya quería terminar esa reunión del demonio, despachar a Satanás e invitar a que el siguiente en la fila de villanos apareciera para enturbiar su alma y ofrecerle más pactos penosos. Necesitaba vacaciones.
Ahhh, ¡en efecto! Ahí estaba: Un poco de cordura para salvar el día. Asintiendo y sonriendo como un ángel, Santiago se acercó lentamente a Hilaria y la sostuvo por los hombros para conducirla de nuevo al interior, MÁS interior del vagón, a ver si todavía por contemplar demasiado tiempo la puerta abierta le volvían las ganas de huir despavorida hacia las puertas del infierno. A Lobelha le había sorprendido el agarre repentino de Uzeil pues, de hecho, ya estaba toda empecinada a seguir a la payasa antes de que la detuvieran... Y la hicieran entrar en razón. La chica dejó caer los hombros. —Eso es cierto —murmuró e hizo una mueca. —Más que cierto —acordó Santiago mientras acomodaba a Hilaria a un costado de los otros dos—. Matilda está lidiando/negociando con Hauffmann —Miró a los nuevos y parpadeó, preguntándose hasta qué punto sabrían o tendrían que saber lo siguiente—. Él es, pues, nuestro inversor. Sería como... como decir que es el "dueño" y es algo... Anticuado —Puso los ojos en blanco, pensativo—, rebuscado, ortodoxo —Hizo una mueca—. No le gustan las sorpresas desagradables. Lobelha lo miró boquiabierta y Santiago se puso tan incómodo que se apresuró a remediar el error. —¡Y con esto no quiero decir que ustedes sean desagradables sino que para él podrían serlo porque no contaba con la idea de que nos saliéramos de su guión e hiciéramos cosas que él no autoriza directamente! —Tomó aire luego de soltarlo todo e intentó serenarse. —Muy bien, entendido entonces —Se apresuró a decir Lobelha, nerviosa. Ahora la idea de hacer una prueba frente a un sujeto tan complicado le resultaba amarga—. Nada de Hauffmanns, nada de apariciones precipitadas. Bajo perfil —susurró siguiendo la idea que decía—. Bajo perfil. ¿Y ahora qué...? —¡Hil! ¡Treste! ¡El ensayo! Por primera vez sin medio a las repercusiones que sus acciones tomarían, Santiago empujó afuera a todos de la habitación y cerró la puerta detrás de él. —Creo que vamos a tener que acostumbrarnos al vértigo si así va nuestro primer día —soltó Lobelha por lo bajo en cuanto encontró el momento oportuno para acercarse a Uzeil.
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Post by ev7e on Oct 12, 2012 18:36:01 GMT -3
Girò su cabeza de un lado a otro, tratando de memorizar las preguntas asesinas que le lanzaban los reporteros. Buscò con sus ojitos verdes èl bastòn, pero este se alejaba en las manos del condenado muchachito de los leones. Moviò su bigote y enarcò las cejas ante el descaro de algunas personas y dedicò una mirada seca al de las cejas unidas impertinente. -Circus Max... Circ... ¡SILENCIOOOO!- rugiò el anciano levantando las manos para calmar a la multitud- Circus Maxium no cerrarà- declarò arreglàndose el sombrero de copa ante el repentino mutis de los espectadores- Ustedes lo han dicho, son solo rumores. Les aseguro que por nuestra parte no hay ninguna intenciòn de cerrar. Si bien es cierto que por el momento la tecnologìa no nos ayuda mucho, la calidad de nuestros actos y trucos aun pueden dejarlos con la boca abierta. Nosotros no necesitamos efectos de luz para la magia, ni risas grabadas para nuestros payasos- solto frunciendo las cejas- Asi que pueden decirle a los Primos Tirell que se vayan a...
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Post by ev7e on Oct 12, 2012 18:52:49 GMT -3
La bocina de un auto amortiguò las palabrotas, y no fueron pocas, que soltò el mago. Varias de las mujeres e incluso uno que otro reportero quedaron pasmados. Obviamente tendrian que editar eso. -... Y tambien a la mierda- terminò sin pena, con las mejillas enrojecidas y los ojos feroces- Circus Maxium, al igual que muchos otros circos, posee secretos y trucos que les harian volar la cabeza. Pero todo queda en familia y tengan por seguro que aqui se confia plenamente en nuestros integrantes. Asi que desde ya les aviso, a todos aquellos hijos de su santa madre que osen infiltrar gente al circo, que nosotros sabemos diferenciar perfectamente a las aves carroñeras y que será mejor si mantienen una buena distancia. ¿Quieren ver magia?- preguntò màs calmado, respirò hondo y mostrò la sonrisa màs encantadora de su repertorio- Quedan cordialmente invitados a la funciòn de esta noche. Ustedes diràn cuànta queda en esa carpa.
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Post by Milly on Oct 12, 2012 21:29:06 GMT -3
Algo mucho más reconfortante que el alivio dominó a Uzeil al comprobar que Lobelha entraba en razón al mismo tiempo que el payaso se trasladaba al fondo del vagón con Hilaria, que se mostraba claramente consternada por el vuelco repentino que sufriera la postura de su única nueva aliada. El chico hubiera apostado que se aprontaban a presenciar una nueva escena de reprimendas y acusaciones, sin embargo, la confusión pareció tornarse a un sentimiento más parecido a la decepción. Sin entender el motivo exacto, sintió pena por ella. Pero su atención cambió rápidamente de objetivo cuando Santiago se mostró dispuesto a proporcionarles otra ronda de explicaciones, mucho más esclarecedoras de las que su compañera ofrecía con tan buenas intenciones. Como una hambrienta criatura al asecho se mantuvo pendiente de cada nueva palabra, porque estaba dispuesto a sobrevivir a la semana que lo esperaba, y para conseguirlo, estaba seguro, no podía dejar escapar siquiera el más trivial de los detalles. Al final, logró liberar una ligera risa. —Da igual. No va a ser la primera vez que alguien me considere desagradable —tranquilizó a Santiago, encogiéndose de hombros para restar importancia al asunto para asentir luego a la breve lista de condiciones que Lobelha recitaba. <<Bajo perfil>> repitió en su mente. Para él no sería muy difícil. Para su amiga en cambio... no pudo ocultar la sonrisa divertida cuando se volvió hacia ella para contemplar su vistoso cabello azul. Pero antes de decir nada, se encontró fuera del vagón de un rápido y desesperado empujón. ¿Acaso habría imaginado toda la conversación sobre la cautela y el bajo perfil? Hilaria, que se encontraba muda en el rincón más distante, fue la última en salir al fresco de la tarde por obra de Santiago. Las palabras habrían de surtir un mágico efecto sobre la chica, porque bastaría que fueran pronunciadas para que la ancha y contagiosa sonrisa de la payasa resurgiera en su rostro—. ¡El ensayo, claro! —exclamó extasiada, poniendo todo de su parte para ayudar a su colega a empujar a los nuevos en dirección a la carpa—. ¡Ya van a ver cómo les va a encantar! La rutina es mil por ciento más grandiosa que la de nuestra última visita. —Pero... —Uzeil titubeó un instante, mirando en todas direcciones. Una inseguridad ilógica lo dominaba a medida que se alejaban de los dormitorios—. ¿Qué pasará con lo del bajo perfil? —pero la única respuesta que obtuvo fue la observación de Lobelha. En esta ocasión su sonrisa trasparentó una incredulidad cómica, teñida de una nostalgia alegre—. Es lo que intento hacer desde que me encontraste.
Una última llamarada de escalofriantes dimensiones tiñó el interior de la carpa de tonos anaranjados durante escasos segundos. Escupió con fuerza los restos de agua de fuego que aún quedaban en su boca, apagó la antorcha que sostenía con la mano derecha y luego se quitó el sudor del rostro con un paño hasta entonces oculto en sus bolsillos. Podía considerarse satisfecho por el día, y el calor incluso comenzaba a volverse insoportable para él. No estaba acostumbrado a realizar sus ensayos al interior de la carpa, pero nunca era malo escapar de la rutina a pesar de sentirse invasor en un terreno que no le correspondía. Derian alzó la mirada a los trapecistas y luego volvió un vistazo fugaz hacia las bailarinas, todos concentrados en sus propias hazañas. Su número era de los pocos -sino el único- que se realizaban en solitario. Los payasos se tenían unos a otros. Rufus tenía a Rita. Y aunque no humanos, incluso Thomas contaba con grandiosos compañeros peludos. Él tenía a sus antorchas, nada más. Aquella idea acudía con frecuencia a sus pensamientos, pero jamás conseguía ofuscarlo. Era una realidad inevitable, después de todo; muy acorde a su naturaleza reservada, y siempre que lo amenazaba el deseo de compartir con alguien su escenario abrasador podía recordarse que Lumiere corría con su misma suerte. Aunque Derian no lo admitiera, a veces no bastaba con eso.. No le cabía la menor duda de que era ese el principal motivo por el cual depositaba tanta fe en los planes de Thomas aún cuando se obligaba a no hacerse demasiadas ilusiones, por si seguía encontrándose con obstáculos. Sacudió su cabeza con un movimiento imperceptible cuando intentó apartar las ideas de su cabeza y se inclinó a recoger todo su instrumental para salir a inspirar algo de aire menos viciado.
El televisor de última generación había sido instalado ese mismo mes sobre la pared que se enfrentaba con la sección frontal del fino escritorio, el que se ubicaba muy cerca al ventanal que por detrás de este revelaba una vista privilegiada y mágica de toda la ciudad. En la pantalla líquida, un hombre de varios años y estrafalario tinte verde en la mitad de su cabello canoso se dirigía a la cámara que lo enfocaba con un vigor que hubiera enternecido a cualquiera, menos a Bernard Saunière. Hizo desaparecer su imagen con ayuda de su control a distancia, tornando en oscuridad todo brillo en el televisor. Cuando se volvió al hombre que tomaba asiento del otro lado de su escritorio una sonrisa muy propia se dibujó en sus labios secos, demasiado astuta y peligrosa. Esperó a que este volviera la mirada del televisor a su rostro para hablar. —A esto me refería, justamente —inició, como continuando con una conversación que jamás se hubiera visto interrumpida por la aparición de los primeros boletines sobre la llegada de Circus Maxium—. Tratamos con personas que conocen el éxito. Lo que inevitablemente trae consigo la adquisición de un innegable talento para oler el peligro. No se trata de principiantes, pero, ¿sabes cuál es la buena noticia? —se levantó de su asiento para situarse frente al ventanal y contemplar el panorama, sin esperar la respuesta de su interlocutor. Prefería siempre los monólogos—. Tampoco yo lo soy. Y la cautela será mi mejor arma —fijó su dura mirada en el hombre al que se dirigía—. Por eso te necesito.
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Post by bachi on Oct 13, 2012 2:27:34 GMT -3
Y con el grito todo el mundo cerró la bocota de sopetón. Los únicos que se permitieron alguna que otra sonrisa escurridiza fueron los camarógrafos, enfocaron las lentes para cubrir toda una vista panorámica del anciano de pelo verde haciendo juego con el violeta de la carpa y se mantuvieron expectantes a que los reporteros recuperaran la compostura. El insulto a los Primos Tirell sería una primicia, y por el bullicio que comenzaba a apelotonarse alrededor de Rufus, era evidente que esos demonios con micrófonos planeaban algo. —¡Señor mago, señor mago si me permite! —rugió en seguida el aireado uniceja, mientras se colocaba un audífono en la oreja e intentaba establecer contacto con alguien al otro lado de la línea. Su sonrisa se ensanchó como guadaña cuando respondió con un rápido acento norteamericano a quien sea el que estuviera respondiéndole—. Aquí tenemos a uno de los Tirell, con quien hemos conseguido ponernos al día... ¿Aceptaría intercambiar un par de palabras? ¿Tal vez repetir lo que dijo hace un momento? La ronda de periodistas se apelotonó al rededor. Los pocos que parecieron satisfechos con la nota que habían logrado cubrir, volvieron las miradas en busca de algunas posibles entrevistas al público... y veloz como un rayo sus miradas de buitre se posaron en la extraña pareja que hacía unos escasos segundos había despedido a una limusina. Tenían que saber quiénes eran, ahora. Ya. Corriendo contra reloj para interceptar a la feliz pareja y librarlos de la mala pasada (y satisfacer la curiosidad, claro), Thomas saltó una carreta de títeres para niños, con una sonrisa de leopardo debajo del bigote. Ese bastón de Rufus le daba cierta autoridad, tendría que conseguirse uno.
El comentario le robó una sonrisa cálida. —En este momento, por responder algo así Brambilla, podría darte un sonoro beso en la mejilla —bromeó y soltó una carcajada. Hilaria era una chispita fácil para contagiarse la emoción. El que no había perdido la compostura en todo momento había sido Santiago. Casi como si acechara los alrededores con ojo avizor, volvía una y otra vez la cabeza a todos lados para comprobar que no los siguiera un ejército de Hauffmanns. —Hil —interceptó a la payasa que dirigía la marcha, estirando los pasos para no tener que correr. Santiago bajó la voz y miró de refilón el resto de vagones que dejaban atrás—, ¿estás segura que Treste está en la carpa? —Movió inquieto los dedos—. Si está con Sanna y Jeremy y nos ven... se va todo al traste —Hizo una mueca— ¿Y si decide ver los ensayos? —Era obvio a quién se refería— Ahora no estoy tan seguro de si debemos... llevarlos... Tal vez deberíamos dejar que se acomoden... Los miró y Lobelha justo cachó su mirada. El payaso desvió los ojos incómodo, pero la chica entrecerró los párpados, intuyendo alguna especie de complot. —Escucha, Uzeil —susurró al final, sin quitarle de encima la mirada a las espaldas que tenían delante—. Si por alguna razón deciden dejarnos atrás, metamos alguna excusa para dividirnos en grupo —Lo miró con una sonrisa malvada—. Tal vez así logremos ver mejor los alrededores de Circus Maxium, tener una idea de con qué lidiamos —Guiñó un ojo, sabiendo que en realidad lo que quería descubrir era dónde carajo estaba la oficina de la directora, lugar al que ninguno de los dos payasos los llevaría si estaban juntos.
Se sobresaltó imperceptiblemente para su interlocutor cuando la pantalla del televisor rompió la imagen con un fondo negro. Más precisamente cuando Bernard Sauniére comenzó a hablar. Pero no se movió del lugar, cada uno de sus músculos quedó tal cual estaba aún cuando el anfitrión se puso de pie para contemplar la ciudad desde el ventanal de su residencia. El único movimiento en el que gastó energías Siro Skyler, fue en apoyar los codos en los apoya-brazos del sillón de cuero y entrelazar los dedos, pensativo. —No puede aparecer en público —ratificó todavía dándole la espalda, sentado. Una larga y fina cabellera rubia caía sobre sus hombros, tapando una camiseta negra que posiblemente tendría grabado detrás en la espalda un nombre en llamas de alguna banda de heavy-metal. Había dejado sobre un perchero de fina madera de almendro el traje negro porque a pesar del aire acondicionado se sentía húmedo—. Es decir: No es conveniente. Lo reconocerían —Reflexionó y ahí si lo miró. Los ojos azules escrutaban al jefe sin remordimientos. Una sonrisa fugaz apareció tan rápido como desapareció al cabo de unos segundos—. Estoy de acuerdo —dijo al fin tras ponerse de pie—, yo tampoco soy un principiante. ¿Cuándo hago contacto? ¿Tiene entradas para alguna función? —Yendo al grano como siempre, Siro prosiguió—. Me gustaría mantener contacto con usted por algún tipo de medio, el más conveniente para usted. De eso me hago cargo yo. Para saldar dudas más que nada, ¿sabe? Evitarnos las metidas de pata innecesarias, tan humanas... —Y se le ocurrió una idea. Enarcó las cejas— Podría grabar el show. No me hace falta pelo verde para tener un par de trucos bajo la manga. Un par de billetes verdes solamente, claro. Pero eso es otro tema, ¿cierto? Esta vez, su sonrisa se mantuvo imperturbable.
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Post by ev7e on Oct 13, 2012 21:50:01 GMT -3
Ya estaba a punto de irse, debía aprender a poner punto final a las entrevistas. En especial con el director de Cejas Unidas S.A.C. Rufus se giró lentamente hasta estar cara a cara con el entrometido muchacho, ya no le agradaba. - Asi que uno de los Tirell ¿eh?- el mago miró su reloj de bolsillo, aun tenía tiempo- Pásame con él. ¿Cuál de los primos es? Eso si, no repetiré lo que dije simplemente porque mi memoria esta fallando- bromeó para las pocas personas que todavía formaban la media luna a su alrededor. Conocía muy bien a los primos, más porque su hermano (el mismo que le habia dejado un regalito de faldas largas y tintineos desesperados) habia trabajado con ellos mucho tiempo atras. En realidad no con ellos, sino con los dueños anteriores que por cosas de la vida, tambien intentaron enviar gente a Circus Maxium. Luego vendieron el circo a los Tirell, los detestables primos que últimamente estaban sorprendiendo con su avanzada tecnología y probablemente eran la competencia directa que tenían. Pero un poco de empuje no mataba a nadie ¿Cierto? -¿Ya tenemos ese enlace?- urgió el veterano acomodándose su corbata.
El muchacho se quitó el cabello chocolate de los ojos, esa noche se habia esmerado en verse totalmente limpio, como un chico decente. El único problema es que no habia logrado quitarse por completo la grasa negra del motor, por lo que sus uñas mordidas dejaban mucho que desear. Ni modo, no era como si se presentase ante la realeza...¿Existiria realeza en los circos? ¿Alguno era el que estaba por encima de todos los demas? Sam dobló la última esquina en la recta de la feria, donde se alzaba la imponente carpa morada. -Es igual que en los afiches- se rió por la bajo mientras caminaba derechito a su destino. En el bolsillo tenia guardado el boleto que la gitana le habia vendido en la mañana, no estaba muy seguro de qué buscaba en tal lugar. Pensó que hubiese sido mejor si aprovechaba el dinero de la entrada en comprarse una camisa nueva o algo parecido, reconsideró revenderla. Pero no, ya estaba ahi. Ademas...una noche libre le vendria bien, ya estaba harto del olor a gasolina del taller.
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Post by Milly on Oct 13, 2012 23:09:53 GMT -3
Hilaria frenó en seco antes de volver el rostro hacia Santiago. Aún cuando su rostro de niña mantenía una sonrisa risueña, algo de perspicacia recelosa podía adivinarse en sus ojos verdes—. ¿A qué juegas, payaso? —lo encaró directamente, acercándose mucho a su rostro para intentar descubrir lo que fuera que ella creía que su compañero le ocultaba—. Fuiste tú quien nos sacó a trompicones de la habitación... ¿y ahora cambias de opinión? —soltó un bufido de impaciencia y dio media vuelta. Uzeil y Lobelha continuaban caminando en dirección al rumbo trazado por Hilaria, y en ese momento estuvieron a punto de tropezar con ella de no haber frenado en el momento preciso. El chico no había tenido tiempo para responder a la proposición de la payasa antes de que esta decidiera confrontarlos. Las palabras se le atragantaron, y las retuvo. —¿Qué opinan ustedes, nuevos? —habló con un tono tan despreocupado que ya se adivinaba la llegada de otra risa espontánea—. No creo que les haga mucha gracia que los arrastremos como perros, ¿eh? Díganme —levantó un dedo para cada opción que a continuación expondría—. ¿Quieren ir a acomodarse en la habitación... o acompañarnos al ensayo? —el tono de su voz dejaba muy claro cuál era la alternativa que ella hubiera escogido. A la espera de una respuesta, se acomodó sobre el hombro de Santiago, muy consciente de que no existía contestación que lo dejara contento.
Si la evidente astucia del hombre escogido para la misión lo complacía, Bernard no lo dejó en evidencia. Cuando volvió a su asiento y el otro se levantaba, su rostro conservaba la expresión severa e imperturbable, reservando para sí mismo las conclusiones más importantes. Arrastró uno de los sobres que descansaban sobre el escritorio para tenderlo con presteza a Skyler—. Para la primera función. Una entrada es tuya, de la otra puedes disponer como prefieras —Se trataba de un detalle insignificante, pero jamás estaba de más mostrar algo de humana consideración—. Vendrás a mí otra vez cuando yo lo disponga. Para aclarar las dudas de las que temes, hablarás con Dellamire, que será tu medio de contacto —acarició el portafolio que con tanta dedicación hubiera estudiado durante la última hora. Conocía cada detalle, cada punto débil que podría favorecer el éxito del paso que Siro se aprontaba a realizar en su nombre, y ya había destacado al mismo la fortaleza de cada uno. No iba a tolerar el más mínimo de los errores; el hombre que lo observaba de pie lo tenía muy claro. Siquiera la proposición siguiente lo hizo cambiar de gesto, pero contempló por largo rato al sujeto antes de responder—. Puedo ofrecerte toda la magia que te haga falta, muchacho, para todos los trucos que quieras —se recordó depositar a la cuenta de Siro una suma extra a la prometida, para no limitar ninguno de sus planes de acción. Lo señaló con su índice para llamar su atención—. Pero no puedes olvidarte de tu principal tarea. Quiero una pesca limpia y efectiva, sin inconvenientes. No me importa cuántas carnadas distintas debas usar, quiero que mi pez caiga al primer intento —porque si conseguía hacerlo caer en su red -lo tenía muy claro- , prescindía de muchas otras estrategias, menos prometedoras y más susceptibles al fracaso—. Puedes marcharte. No quiero que llegues tarde a la función. Debes encontrar el momento oportuno para actuar.
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Post by bachi on Oct 17, 2012 1:20:08 GMT -3
((Buena chica Eve *le deja estrellita dorada* Thomas: *sus leones están a salvo... Por el momento*))
El cejotas no hizo ni una mueca de resentimiento. Todo lo contrario, su cara era puro placer mediático. —No se preocupe, señor, no se preocupe —repitió, venenoso—. Lo tenemos todo grabado así que seguro lo verá tarde o temprano por las noticias internacionales o página web... —Se volvió a la cámara escasos segundos con una sonrisa radiante y señaló a los televidentes— que aparecerá debajo de pantalla en unos minutos por si quieren dejar comentarios, por supuesto —Volviéndose al mago, se rascó la nariz con elegancia y le pasó el micrófono mientras el camarógrafo con manos mágicas (no tanto como las de Rufus, claro) ponía en contacto la voz de Tirell con las orejas arrugadas del viejito— ¡Horace Tirell, ¿nos escucha!? ¡Horace! Está en contacto con... —Cejotas tuvo la delicadeza de inclinarse y preguntar el nombre del mago, como si no lo supiera. Pero el nortemaericano se le adelantó. —¡Como si no supiera quién demonios habla! ¡Es el maldito viejo de Gray! Ese mequetrefe pelo de alga parlanchín —Se escuchó una risotada al otro lado, cualquiera podría haber dicho que amigable, si no conociera la historia, claro— ¿Y viejo? Cuéntanos, ¿cómo te tratan las rodillas y los conejos de la galera?
El espacio personal era algo que uno aprendía a perder con el tiempo... y con Hilaria como compañera. Sin embargo, a pesar de toda la experiencia, Santiago hizo una mueca y se inclinó hacia atrás, obviamente incómodo, más por la sonrisa casi de tinte malicioso de la payasa que por otra cosa. —No... es que yo... No sabía y... Nunca terminó de expresar las razones. Hilaria era poco paciente al respecto y Santiago sabía que tardaba mucho en decidirse qué decir. Pero el repentino cuestionario de la guía tomó desprevenida a Lobelha, quien esperaba expectante la respuesta de su indeciso compañero, y se sobresaltó. Disimuladamente aprovechó la ocasión para darle un codazo a Uzeil directo en las costillas, una forma amigable de decirle que tardaba demasiado, casi tanto como aquel payaso enfermizo. —Ehh... bueno —Miró a su socio de reojo— no trajimos nada para acomodar en la habitación —A medida lo explicaba, se le iba formando una sonrisa en el rostro, sabiendo que era exactamente aquello lo que la payasa esperaba oír—. Así que yo supongo que... ¿el ensayo? Aplastado por el peso de su amiga, era imposible que pudiera bajar aún más los hombros, pero Santiago alargó la cara. —Es un buen punto —murmuró—, pero no sé Hil... Todavía no son parte del circo. Aunque... aunque —Arrugó el entrecejo— eso sería algo contradictorio. En fin... —Bufó, desinflándose y miró a los dos. Lobelha ensanchó una sonrisa que le dio escalofríos así que se volvió finalmente a la persona en la que recaería todo, si Hilaria no se le adelantaba a Uzeil primero, claro.
Siro fue rápido pero sin gestos torpes o vulgares. —Dos entradas, entendido —contestó mientras revisaba el sobre y hacía cuentas mentales de cuánto podría revender la segunda a esa hora, ya que, claro, no tenía nadie más con quién compartirla. Pero apreciaba el gesto de una manera "comercial" podría decirse: No había muchas ocasiones en las que el jefe se tomaba esas libertades. Con Bernard Sauniere esas cosas por supuesto que podían pasar, lo había aprendido rápido—. Dellamire, hecho. No preguntó más sobre dicho sujeto, sabía por experiencia que se encontraría con él (o más bien lo encontrarían) en cuanto ellos lo dispusieran. En realidad mantener la comunicación viva casi siempre era más preocupación del contratante que del contratado, y uno siempre terminaba encontrando las maneras. La pausa que se tomó su interlocutor lo hizo reflexionar en varios puntos difíciles que tendría por delante esa noche... y también en sus posibles desenlaces si llegaba a fallar. Se enderezó cuando lo señalaron con el índice, pero se mostró recto como siempre. Dentro de todo no era una misión de alto riesgo si no se cruzaba con las personas más peligrosas dentro del circo, debía ser cuidadoso, pero no fallaría decían aquellos ojos azules. Al final sonrió. —Tengo varios cebos en la mira para atrapar a dicho pez, no se preocupe. Puedo ser muy insistente cuando la situación lo amerita —Hizo una pequeña inclinación de cabeza y cruzó la habitación hasta el perchero en el cual tenía el traje. Guardó los boletos en un bolsillo interior y se apuró hacia la puerta, en donde se detuvo—. Una última pregunta señor, que me parece imprescindible de saber —Se volvió a mirarlo—. He estudiado también los datos —Un ademán con la cabeza señaló el portafolio—, me imagino por qué eligió al pez. Pero solo me lo imagino, ¿entiende? Y me gustaría saberlo con exactitud, si me permite: ¿Que lo hizo decidirse? En cuanto tuviera la respuesta, satisfactoria o no, desaparecería directo al hall, tan rápido como deletrear "Circus Maxium".
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Post by ev7e on Oct 17, 2012 21:18:23 GMT -3
Dedicó la mejor sonrisa bonachona que pudo frente a la cámara cuando el seudoperiodista se volteó. No esperó mucho tiempo hasta escuchar la voz de Tirell reventándole el oido con su saludo habitual. -¡Horace!- contestó él tambien con cierta fuerza en la voz y una risotada casi sincera- Pues bien, las rodillas un poco cansadas (los años no pasan en vano), pero todavia resistentes. Los conejos son otra historia que ya te contaré en persona- Rufus se rió entre dientes, como si recordase alguna jugarreta- ¿Qué tal te va a ti con la nueva calvicie? Te advertí que esos menjunges de gitanos no harían efecto, la última vez que te vi ya tenias la mitad de la cabeza pelada y de eso ya un tiempo. Vamos hombre, eres joven y ¿Andas con peluca? Puede que te haga una visita y te pinte alguna de tu color favorito- se señaló el cabello todo sonrisas- ¿Qué tal todo con Igor? Él aun conserva todos sus pelos bien puestos ¿verdad? Es broma, solo para soltar un poco el ambiente- tosió un poco- ¡Qué sorpresa!¿A qué se debe tu llamada?- dijo casi como si olvidase en medio de qué estaba- ¡Bah! ¿Estabas viendo la caja boba y diste a parar en el noticiero o es que alguien- y tuvo especia cuidado en recalcarlo hacia el jovencito con aires de superioridad parado frente a él- te sacó bajo la tierra? Miró al Sr. Cejas achinándole los ojos en una media sonrisa aburrida, era el único que quedaba. Todos los demás ya estaban en lo suyo, rondando por la feria en busca de algodones de azúcar y personas de apariencia interesante.
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Post by Milly on Oct 17, 2012 23:20:06 GMT -3
—Tonterías —objetó la joven sin apartarse de su cómoda postura sobre el hombro de Santiago. La respuesta de Lobelha la animaría lo suficiente como para defender su punto de vista con uñas y dientes—. Ellos son parte del circo desde el momento mismo en que lo desearon. Y de todas formas, Matilda nos encargó estar con ellos —sus ojos verdes destellaron con una inteligencia traviesa y desafiante—. Intenta negarlo, Santiago —la dulzura ligera de su posterior carcajada le daba un toque siniestro a la expresión ofrecida—. No tenemos más remedio que ir a ensayo, ni otra elección más que quedarnos con los nuevos hasta que Matilda pueda verlos —No se daba cuenta del modo en que utilizaba la palabra 'nuevos', casi como si se tratase de juguetes, hacia los que se volvió curiosa, fijándose en Uzeil y su demorosa opinión—. ¿Y bien? Pero el muchacho todavía daba vueltas a la proposición de su amiga cuando se encontró acorralado entre las miradas expectantes de tres pares de ojos que aguardaban diferentes respuestas. Inspiró una profunda bocanada de aire para aminorar el nerviosismo repentino que semejante situación le provocaba. Deseaba inspeccionar los alrededores del circo tanto como asistir a un ensayo privado de los payasos, sin embargo no podía asegurar que prefiriera cualquiera de esas opciones antes que evitar correr cualquier riesgo de perder su oportunidad de entrar al circo por tomar la decisión equivocada. Era una situación delicada, agravada a niveles insoportables ante el silencio impaciente de los demás. —Yo... —titubeó, resultando evidente incluso para él mismo el tremendo parecido entre su vacilación y la antes manifestada por el payaso. De modo que prefirió rectificar de inmediato—. Vamos a ver el ensayo —dibujó en su rostro una mueca que pretendía ser sonrisa. Hilaria no dejó pasar un segundo luego de la respuesta para engancharse de un brazo de su compañero y retomar la marcha, la victoria iluminando su rostro pálido. Cuando se libró del par de ojos que iba por delante de ellos, Uzeil observó con reproche a la chica que caminaba a su lado—. Estás contaminándome —la acusó, sin esperar a que ella diera algún sentido a sus palabras. Nada lo llamaba más que la sincera intención de ser precavido... y aún así se dirigía al sitio en que más sencillo resultaría escabullirse de los payasos una vez se sumergieran en la intensidad de su rutina.
Bernard menospreciaba las promesas y a quienes se dejaban engatusar por ellas. Pero las afirmaciones de Sirio lo mantuvieron apaciguado, pues su diferencia con la empalagosa naturaleza de las promesas era abrumadora. Porque él exponía hechos fáciles de corroborar, en logar de fantasías de ensueño. Si confiaba en un éxito rotundo era porque conocía de antemano las capacidades del hombre escogido, puestas a prueba de forma analítica en innumerables ocasiones. Con ese tranquilizador conocimiento había devuelto su mirada al trabajo acumulado que todavía reposaba sobre el delicado escritorio, a la espera de que su visita finalmente fuera despachada. No alcanzó a remover papel alguno cuando volvió a oír la voz de Skyler. La interrupción no pareció irritarlo, muy por el contrario, esbozaba la primera sonrisa de aquella breve entrevista. Se trataba de un gesto ambicioso, demasiado calculador, pero algo del carisma delicioso con que solo él sabía proceder se ocultaba entre los surcos de su piel curtida. —Una mujer siempre será hábil para corromper si sus convicciones no la llevan a otro camino —inició—. Pero es el hombre el que siempre resulta corrompido. No importa el medio, siempre habrá una ambición de poder... o de autonomía, para ser más sutiles. Esa meta es capaz de subordinar cualquier otro principio —Impasible, evaluó el efecto que su observación surtía en el hombre que lo miraba. Comprendía que las excepciones existían, sin embargo las probabilidades jugaban a su favor. Sirio y él mismo eran la prueba viviente de ello. El movimiento resuelto con que volvió a concentrarse en sus documentos no daba espacios para la posibilidad de otra interrupción. Un magnate como Saunière podía ser cortés. Confundir esa condescendencia con amabilidad sincera y tolerante era entregarse a una equivocación que se pagaba caro.
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nitta
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Post by nitta on Oct 20, 2012 22:15:44 GMT -3
Y lo meditó mientras Lumiere volvía a levantarse y a pasearse acercándose a la puerta y regresando a su asiento, nervioso a más no poder. No solo por estar junto a Hauffmann sino por la maldita presencia electrizante de Matilda. -Estaré aquí una semana. Vendré a todas las funciones y espero que al final de alguna de ellas me vengáis con un si o un no rotundo, y si es un no quiero saber las malditas razones. -Gruñó incorporándose y dejándoles muchos más papeles sobre la mesa.-Ahí está el nuevo contrato, pueden devorarlo cuando quieran. Ahora si me disculpan, debo marcharme...-se palmeó torpemente el cuerpo mientras buscaba el movil y finalmente lo encontró, seguramente para llamar a la limusina que le devolvería a la civilización del aire acondicionado y la ducha de la suite del hotel. Cuando apunto estuvo de abrir la puerta se volteó y dejó caer encima de todo el paquete de folios, su targetita.-Y ahora si me disculpan, tengo más cosas que hacer .-Y ahora sí abrió la puerta para salir de aquel lugar. Estaba asfixiado de calor y la reunión había terminado de forma brusca y repentina. Habría discutido con ellos el resto de puntos pero ya que iban a someter su propuesta a concenso... prefirió que destriparan solos el contrato y se mataran los unos a los otros... mientras él se relajaba bebiendo un daikiri en el hotel.
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