Campamento Mestizo

—Pará, pará...
Mariano tuvo que detenerse a pensar todo lo que su amigo le tiraba, información tras información. Lo que sí le quedó de todo lo dicho, fueron las dos últimas cosas: Primero pedir permiso de entrada y segundo, ver si podían traficar algo adentro del campamento. El solo hecho de escuchar eso, le iluminó la mirada y se frotó las manitos con una carcajada.
—¿¡Lobo!? —exclamó al rato, terminando de hilvanar lo que Guido había dicho. El chico se puso a dar vueltas como loco intentando encontrar al susodicho animal— ¿¡Por qué yo no lo vi!? ¡Vamos DE UNA a ver ese lob...! —Toda la expresión radiante que podría haber tenido se le borró de inmediato cuando vio al grupete de hijos de Ares rodeando a...
—No me digas que tu famoso lobo está en esa ronda mortal, G —Mariano señaló a Takeshi—, porque si es así, ni en pedo me acerco. Ni aunque tuviese alas.
Los dos sabían que eso era mentira.

La respuesta positiva le animó. A juzgar por una simple mirada, aunque era una chica alta, seguro que tenía un par de años menos que él, cosa que inmediatamente le hizo pensar en su hermanita y se relajó.
—Bastian —Se ahorró el apellido para no parecer tan formal y mantuvo la sonrisa.
Hasta ese momento no había sentido absolutamente nada fuera de lo normal por más que hubiese estado rodeado de semidioses, pero ahora que había establecido contacto con ella, se sintió extraño. No sabía explicarlo ni tampoco tenía idea a qué podía deberse, así que no le prestó importancia.
—Un gusto Mara —agregó al ratito y levantó el pequeño bolso que había estado arrastrando y se lo colgó sobre el hombro— ¿Ya tenés alguna idea de a dónde hay que ubicarse? —Enarcó las cejas y en ese momento un pequeño espectáculo montándose al rededor de una pequeñita le llamó la atención— Yo ando terriblemente perdido, como de costumbre.

Vanina caminó detrás de Nicolas, asomándose por sobre su hombro de vez en cuando haciendo puntitas de pie. Se separó cuando el chico se interpuso de una manera que ella catalogó como brusca, entre la recién llegada y el resto.
—Hola Takeshi —saludó al hijo de Ares con una sonrisa y se encaminó sin rodeos hasta Kaoe y la niña, dándole una palmadita en el hombro a Nicolas, contaba con él. Una vez allí se agachó, apoyando las manos sobre sus rodillas— Ya no te preocupes, Kao. Problema resuelto —Le guiñó el ojo y se volvió a Arwein con una calidez excepcional.
El hecho de que pudiera estar acompañada de un animal, la delataba como una Cazadora de Artemisa. Y el hecho de que fuera un lobo, era todavía mejor. Como hija de Apolo, era natural que se llevara bien con esa criatura.
—¿Qué tal, pequeña Cazadora? —Se tomó el atrevimiento de estirar la mano hacia el lobo y dejar que la olfateara— Nico tiene razón —Señaló al grandulón detrás de ella—, esa es la manera de Takeshi de darte la bienvenida al campamento. Nosotros tenemos formas menos, ehh, intimidantes —Se rió.

Escuchó todo lo que ese chico le decía pero, algo en su interior, le decía que lo que ese hijo de Ares le decía estaba mal, muy mal. -Puedo tenerlo, cumplo con las normas. Artemisa me lo permitió y aseguró.-Replicó de nuevo, defendiendo su postura. Kaoe por su parte, miró ceñudo al alumno.
-Largáos vosotros hijos de Ares-increpó molesto con la actitud arrogante de ellos. Pero no pudo decir más que un par de alumnos más se acercó a ellos y vio como un chico se ponía frente a él. De inmediato le identificó como hijo de Hefesto y miró como la joven, a quien identificó como hija de Apolo, se arrodillaba frente a la pequeña Arwein y sintió calidez en su corazón. Si es que eso existía en los sátiros.
Cuando Nicola se acercó a protegerla, Arwein se apretujó todavía más a Anuk con la intención de protegerse y protegerle, lo que para ella, ya era mucho hasta que escuchó aquella voz femenina y la miró un tanto relajada.
-Ahora estoy bien-empezó a hablar sin separarse mucho de Anuk quien seguía gruñendo por lo bajo hasta que el grupo se alejó. Entonces se quedó observando y finalmente, cuando supo que el peligro había pasado, se relajó para olisquear la mano y luego voltearse a mirar a Vanila a quien lamió.-Le gustas. ¿Eres cazadora? -le preguntó con inocencia, ya más relajada lo que relajó en cierta forma a Kaoe.

— Bueno, sabés que vivo en el campamento, y la vida en el campamento siempre es interesante. —sonrió Nat. No estaba mintiendo, pero siempre trataba de sonar más convincente para con David—. Por ejemplo en octubre, como a algunos nos gusta festejar noche de brujas, armamos una fiesta enorrrrme en el campamento. Los de la cabaña Hades levantaron esqueletos, los de Hefesto armaron zombies autómatas, y las chicas de Hécate se vistieron de brujas. Te lo re perdiste.
Eran muchos los semidioses que elegían quedarse el año completo en el campamento. Primero estaban los que por H o por B se habían quedado huérfanos, para los cuales encontrar el campamento se sintió literalmente como una bendición divina. Pero también estaban los que sí tenían familias, pero que decidían separarse de ellas para protegerlos de los monstruos. Así de a poco se fue formando una especie de familia enorme en el campamento, una a la que el hijo de Apolo adoraba pertenecer.

Nicolas no se molestó en contestarle a Takeshi, tampoco entendió lo que dijo pero no necesitaba mucha ayuda para saber que no era bueno.
-Cada año es lo mismo, siempre buscan gente a quien intimidar para luego aprovecharse- comentó- y creo que esta no será la última vez- lamentó mientras se giraba hacia el pequeño grupo y escuchaba parte de su conversación. Paseó su vista de la pequeña niña al lobo, pero no se atrevió a tocar a este último. No porque no le gustara, sino que temía una reacción algo agresiva hacia él.

-Muero de hambre- dijo Lila de camino al comedor.
-Pensé que vería algo de acción- comentó Kim haciendo un puchero, refiriendose a la pequeña peleita que habia visto a lo lejos- Pero estoy segura que podre hacer alguna maldad antes que termine el día- rió.
-Vaya entretenimiento- le respondió con sarcásmo la castaña- Yo solo quiero que las palomas esas se callen, tartamudean mucho y me marean- se burló al tiempo que Kimberly estallaba en risas y enlazaba su brazo con el de ella.

Mara se ruborizó bastante y evitó mirar a Bastian a los ojos—. Errh, no, perdón, quise decir que mi papá es Zeus, así que mi cabaña es aquella grandota de la punta. —aclaró, señalando la más grande de las dos del extremo. Asumió que la cabaña de al lado era la de Hera, pero le sonaba raro porque los únicos hijos de Hera de los que había oído eran dioses puros. Se animó a mirarlo a los ojos otra vez—. Y por cierto, no te hagas drama. A mí también me suena rarísimo... A veces tanto que no me lo creo. Mi mamá me dice que soy hija del señor del rayo pero en casa el microondas me da patadas.
Finalmente asintió a la sugerencia y caminó junto a él. Bastian no parecía mal chico, y afortunadamente no concordaba con la imagen que ella hubiese tenido de un hijo de Hades, pero la niña tenía la sensación de que debía alejarse de él. Seguro los rencores de su padre hacia Hades se le estaban pegando.

Mientras caminaban, Bastian disimuló muy bien el hecho de que había notado esas mejillas coloradas. Por dentro, se mordió la lengua, procurando no decir nada inoportuno de vuelta. Sin embargo, el último comentario de la chica le salvó las papas del horno y se rió con ganas.
—Y bueno, capaz que te da patadas de envidia —Se encogió de hombros, divertido, pero evitó comentar qué le había dicho en casa su mamá. Era una mujer peculiar, ocupada pero parecía disfrutar las exigencias del trabajo. Y las pocas veces que había hablado de su padre, lo hacía con una especie de cariño singular, como si se tratara de la persona más normal del mundo y no el dios del Averno. Y al mismo tiempo como si lo fuera.
Bastian volvió a mirar la "cabaña" que Mara le había señalado antes. Si aquello era una cabaña él era... Él era una persona normal. Pero dejando lujos de lado, en ese preciso momento cayó en la cuenta que sabía tan poco de mitología tal vez como de cocina. Algo, alguna idea tenía, lo básico. Pero no se pondría justamente ahora a preguntarle a la chica, quien parecía tener la situación un poco más clara, qué tal iba la cosa entre los dioses del Olimpo.
Además, por lo que sabía, la situación entre Zeus y Hades quizás fuera... un poquitito complicada. Espantó los pensamientos y la sensación incómoda chasqueando la lengua. Que no lo jodieran, recién conocía a alguien.
— Así que entonces estamos separados según nuestros papás —comentó—. Ah, ya veo —Sonrió, algo acongojado—. Ahí creo que ubiqué la mía —Y como para cambiar de tema bruscamente, la miró enarcando las cejas con curiosidad— Y... —Se rascó la barbilla— ¿qué te parece el lugar? Digo, es la primera vez que venís, pero parecés, no sé, ¿tranquila? ¿Muchos problemas para llegar?
No supo por qué lo dijo, pero ahí estaba. De a poco se acercaban más al grupo de chicos que parecían estar esperando el desayuno.

Nathan se encogió de hombros—. No sé... Hay que disfrutar un poquito de la vida, Dave. —dijo, casi regañándolo. Después asintió y señaló con la cabeza a los chicos que rodeaban a la recién llegada Cazadora—. Dale, andá nomás. Yo voy yendo con los demás a desayunar. —Y habiendo dicho eso, empezó a caminar hacia donde estaban Vanina, Nicolás, Arwein y ahora Guido y Mariano.

— Eso me dijo el sátiro de la puerta, sí. —explicó ella—. Todos dormimos en cabañas separadas según nuestros papás, y creo que todos comemos en mesas separadas también. Es casi como Hogwarts, pero con muchas más casas. —continuó, esperando que Bastian entendiera la referencia.
Recién entonces, cuando se acomodó inconscientemente el bolso en el hombro, se dio cuenta de que todavía lo estaba cargando. Nadie le había dicho dónde poner sus cosas aún, así que asumió que ya le dirían sus hermanos en la mesa. Antes de que se diera cuenta, los dos ya casi estaban llegando al pabellón.
— Los problemas fueron más en casa, realmente. Digamos que mi mamá era bastante posesiva y no quería dejarme ir. —Mara no quería entrar en demasiados detalles para no aburrirlo—. Hizo falta que un bicho nos prendiera fuego la casa para que se convenza de traerme. —prosiguió, sonriendo incómodamente, y acomodándose el cuello de la remera para que le tapara un poco más la quemadura.

El pabellón del comedor, o simplemente "comedor" como algunos preferían llamarlo, se encontraba en una colina no demasiado empinada. Tenía un tamaño considerable, aunque era un poco más pequeño que el parque frente a las cabañas, y estaba rodeado de pintorescas columnas griegas rodeadas de antorchas brillantes. En el comedor mismo había alrededor de veinte mesas rectangulares, algunas con más sillas que otras, y un brasero de bronce del tamaño de una bañera circular en el centro. En la mesa principal, que se encontraba al extremo del comedor, estaba Quirón sentado en una silla de ruedas mágica, jugando a las cartas con un hombre de edad similar. El hombre tenía cara rechoncha, nariz enrojecida y cabello rizado tan negro que parecía púrpura.

Tras asentirle al sátiro como si de aquello dependiera su vida, Vanina se volvió a la pequeñita para sonreír más brillante que el sol.
—Ayy —Soltó con ternura— ¡Anuk se llama! Qué nombre tan bonito, Arwein. Ahh —Chasqueó la lengua y desvalorizó la situación con un ademán de la mano—, y ahora tendríamos que ir a desayunar, pero no te preocupes porque nosotros te acompañamos, ¿no que sí, Nico? —Sin mirarlo la chica estiró el brazo y le dio un pellizco en la mano. Solo cuando la Cazadora pareció fijarse más allá de ellos se volvió a mirar, y en seguida se mordió el labio con una sonrisita y juntó las manos— ¡Mirá! Ahí vienen Guido y Mariano. Qué lindo, parece que vamos a desayunar todos juuntos. ¿Y ese es Nat?
Vanina no podía sonreír más porque no le daban las mejillas, pero si hubiera podido, lo habría hecho. Sabiendo que la niña podría asustarse con tanta presencia masculina, le tendió una mano, tanto por si quería caminar con ella o por si quería darle alguna valija para llevar.

Mariano no había podido devolverle la mirada a G porque se había estampado la cara contra el suelo cuando una ramita querida se cruzó en su camino. Mientras se levantaba para estornudar por la tierra que tenía en la nariz dolorida, y para sacudirse los pantalones, se preguntó si esas "cosas" no las haría él sin darse cuenta. No era como si, tan solo con un buen año de entrenamiento (por más que no hubiese vuelto en las vacaciones con su familia) pudiese controlar por completo sus habilidades.
—¡HOLA YO TAMBIÉN! Uf —Soltó el niño recuperando la marcha, entre risas, mientras se cubría la mitad del rostro con una mano, por su torpeza. Cuando alcanzó al resto, se tiró en el suelo para descansar y miró desde abajo a Nicolas y Vanina— ¿Qué les pareció Takeshi hoy, se levantó con la piernita izquierda o con una dulce orejita? Uyyy... ¡El lobo! ¡Cieeerto!

Que le mencionaran Hogwarts lo hizo volverse a verla.
Bastian no había pasado más del tercer libro, en parte culpa por la películas, en parte culpa porque ocupaba la cabeza en otras cosas, pero que conocía la historia... Claro que la conocía.
—Nunca se me hubiera ocurrido comparar el campamento con Hogwarts —reconoció, observándolo todo alrededor con nuevos ojos. Y sí, por qué no, una pequeña sonrisita. Se mantuvo en silencio cuando la chica continuó la explicación, mirando sin ver el gesto con el que Mara se había tapado aquella cicatriz que la remera ocultaba como para que le pasara desapercibida.
Pero notó otra cosa en cambio, un tono diferente en la voz, una expresión, algo... Lo necesario para que Bastian comprendiera que la mayoría de los que estaban allí habían pasado por lo mismo.
—Te entiendo —coincidió al final, adquiriendo seriedad—. En casa... Bueno, digamos que mi mamá se tomaba las cosas con bastante calma. A veces pienso que más de lo normal —La idea le hizo sonreír, melancólico—. Por suerte mi primer encontronazo con uno de esos... "bichos" fue cuando estaba solo y, bueno, con el sátiro —Puso los ojos en blanco—. Por suerte, porque sino, no sé qué habría pasado. Pero en cambio...
Ya estaban frente a las demás mesas, un pie y estarían dentro del pabellón con los demás campistas, así que Bastian se guardó sus explicaciones para otra ocasión, tal vez. Lo único que hizo fue lanzar un suspiro y sin apartar la vista del frente, con el bolso todavía en la mano, apenas se inclinó hacia Mara.
—Prometo que es lo último que te pido que me expliques —susurró—, pero no tengo ni la más pálida idea de dónde tengo que sentarme —Puso los ojos en blanco por su ineptitud y esbozó una media sonrisa, esperando que se apiadaran de él.

[[*se pone de escudo humano* nooo! a todos, pero no a mi Nico <3 si Takeshi quiere que el león se la coma a ella *empuja a bachi y le pone aderezo encima* (?)]]

Nicolás dio un respingo al sentir el pellizco de Vanina.
-si, si..te acompañaremos- le aseguró con la sonrisa mas inocente que tenía. Desde el primer día en el campamento, las cazadoras le habían dejado bien en claro lo capaces que eran de defenderse de los chicos que por algun motivo las molestase... O solo pasara por ahi. No quería recibir otra lección, por lo que intentaba ser lo más cordial con Arwein.
La llegada de sus amigos lo "salvo" de un momento de incómodo autismo, pero aun asi miró de reojo a la niña y casi suelta una carcajada al ver su cara de espanto.
-Él siempre amanece así- disimuló la carcajada como si fuese obra del comentario de Mariano- pierna izquierda, derecha o el codo. Es como un juego de twister, sea como sea traerá el mismo genio insoportable. Debe estar reclutando sirvientes- agregó.