Rol Invisible (juego)

Me meti en la enorme, majestuosa biblioteca, por error. En realidad estaba buscando un negocio de comida rapida...
Me perdi entre las gigantescas galerias y di a parar con un par de personas... Las sombras de la lámpara (es horrible, ilumina poco y nada toda la zona), de momento ocultan mi identidad. Aprovecho y me escabullo a un costado, apoyo la espalda contra las estanterías y me dispongo a escuchar a hurtadillas una conversacion a la que seguro no estoy invitado.
Aguanto la respiracion y espero.


Espero tanto que comienzan a lagrimearme los ojos...




No se por que estoy conteniendo el aire...

Y se detuvo frente a una de tantas estanterías deteniendo el "clop, clop" de sus pezuñas contra el mármol que sustentaba el piso por el que andaban. El Maestro, ese extraño ser, había oído hablar a Scully todo el recorrido, sin percatarse todavía que había un extraño entre ellos. Levantó un brazo y pareció crecer varios centímetros más hasta finalmente alcanzar aquello que buscaba. -El inicio -le sonrío a la joven tras de él mientras su cola daba bandazos a banda y banda, feliz. Se le podría comparar con un gato feliz o incluso un perro pero eso para él sería sumamente ofensivo. Sabía qué "tipo de bicho era" y cualquier comparación con otras criaturas de otros bastos mundos, para él, era sumamente ofensivo. -El inicio de los tiempos, ese instante en el que todo se creó -siguió hablando- el inicio del inicio de los tiempos. Ahí se relata -señaló con una una larga el libro que había cedido a la niña que iba con él.-Hmmmm...-se quedó pensativo mirando al frente- pero no todos los inicios están contenidos en ese libro, me temo. Contener todos los inicios haría que el libro abarcara la extensión de esta biblioteca y, aún así, nos quedaríamos cortos. Hmmmm, hmmm...-pensaba, pensaba, pensaba, pensaba y meditaba acerca del problema que se les planteaba. Finalmente la miró.-¿Sabes qué? Aprende tu propio inicio. Tu propio comienzo con ese libro, inspírate y luego me dices. -Movió sus orejas y se percató de la presencia que había estado en las sombras y rápidamente la agarró de la camiseta para plantarla junto a la otra.-Hmmm, hmmm... ¿Nombre, edad, raza? -sus ojos chispearon- ¿mundo, planeta? ¿Cuál es tu inicio? -Se apartó el cabello del rostro. Aquello le gustaba. Era el Maestro porque era el guardian de toda la sabiduría contenida en las cabecitas pensantes -o no- de todas las criaturas del universo. La biblioteca podría parecer un caos a ojos ajenos pero no para los ojos expertos del bibliotecario.

Par de ojos reflejados en cuencas vacías. Par de ojos de pronto conscientes, otra vez vivos, son los que se abren y apresan la visión de eso que lo examina desde arriba, "de pie". No lo ve, no lo escucha, no lo huele… pero lo siente sin necesidad de tocarlo y sabe que está ahí y que ha despertado. Lo percibe como una energía poderosa que crece y le anuncia que ha dejado atrás las tierras de una realidad onírica.
-Entonces decidiste volver -el suspiro melancólico antecede la voz de vidrio roto, voz de viento fuerte, voz de todo, voz de nada. Un ruido que no es ruido. Algo que no es, pero que es lo suficiente como para existir. Saboreo el mismo miedo experimentado la primera vez que fue a mí a quien correspondió oírlo, esperando que ese que ahora despierta y lo oye demuestre más dominio, que no avergüence con sus actos la naturaleza de toda una especie.
En este mundo donde el tiempo corre solo para el que así lo desea, el ser de voz imaginaria resuelve reclamar distancia para ser visto en esa forma que todos le conocen: figura alta y luminosa sin ojos, sin labios, sin un rostro que se pueda recordar. No tiene brazos ni piernas, es apenas una forma medio humana que parece nadie se ocupó nunca de finalizar, que mueve su cabeza como si acabase de entender algo y agita las pequeñas alas escasas de materia que nacen ahí donde sus extremidades acaban. -En general todos lo hacen, incluso cuando no quieren hacerlo. Como si supieran que tienen que regresar para encontrarse con algo real. Y yo digo que no hay cómo saber que un sueño es de hecho más real que todo esto. Pero aunque lo fuera, seguro sería mejor la realidad de un sueño. Quizá quieras pensarlo mejor y volver de donde sea que vengas -sugirió, como si se hubiera metido en la cabeza del individuo para hablarle. -O tal vez prefieras ir a la biblioteca. De un modo o de otro, todos, todo… siempre acaban ahí.

El bibliotecario lo habia sabido desde un principio, tonto habia sido el, iluso de categoria baja. Cuando noto las garras sobre la piel de su ropa no pudo menos que dejar escapar el aire que acumulaba en las mejillas mojadas con lagrimas: Tambien los bostezos y estornudos se habia tragado. Salio de sus labios un silbido a globo de figurilla de animal y titubeo. -Tal vez, quizas yo...-Reparo en la mujer al lado de la cual habia sido acomodado y saludo con una mano, enternecido- ¿Tu tambien te habeis perdido? Como los otros... Los otros...-Nervioso, sus ojos vagaron del extraño fauno ancestral al mas alla del corredor, donde jugaban los extraños susurros de criaturas perdidas en el espacio. Pero recordo que le faltaba responder preguntas antes hechas, y era cosa de mala educacion no responderlas. Se sintio enfermo- Yo yo yo... No lo recuerdo. Yo solo queria una hamburguesa extra con papas cuadradas y -Señalaba, señalaba a algun lugar del exterior con insistencia. La parsimoniosa forma de ondear el rabo del fauno ancestral le ponia los pelos de punta. Y la mujer. La mujer no decia absolutamente nada. De repente, decidio cerrar la boca, avergonzado.

Todo.
-Todo puede ser. Nada es cierto, todo es falso.-Reclamó en voz alta mirando a quien tenía enfrente para luego saltar y sentarse en una de tantas estanterías, en lo más alto pues hasta el techo podría ponerse de pie y todavía no lo tocaría. Era tan alto como el mismo cielo y, aún así, estaba tan, tan, tan, tan, tan, tan cercano que el mismo techo no tocaría el cielo. Desde esa altura la cola siguió moviéndose hasta que finalmente se detuvo y él fijó la mirada en los otros seres que ahí especulaban.-Tiempo. -Reclamó.-Tiempo y espacio. ¿Son cosas iguales? ¿Diferentes? ¿Es la cordura algo natural, es la locura un estado natural? ¿Qué opináis?.

Luego de brindada la instrucción, la joven Scully procedió a tomar el libro más cercano y a ojearlo. Esto mientras el Maestro interrogaba al nuevo invitado.
¿Buscar su propio inicio?. Fácil decirlo. Si. Pero el problema de cual era su inicio persistía. El inicio depende de la historia a contar. O, en este caso, del personaje a presentar.
Ella había nacido hacia principios de los 90. Eso era seguro. El momento exacto era algo más complicado de determinar. Pero estaba segura de que ella había nacido como una idea en la cabeza de alguien. Si. Eso era seguro. Hacia principios de los 90. ¿Había cambiado desde entonces?. Si. ¿Era ella la misma que cerca de este inicio?. No.
Esta Scully, la Scully que respondía calladamente al saludo del nuevo invitado con la mano, no era la misma Scully de principios de los 90. No. Entonces ¿Puede el nacimiento de ambas ser el mismo?. No. Esta Scully nació, esta Scully se inició, cuando al Invisible número 4 se le pasó por la cabeza insertarla en la Biblioteca. Este era su inicio. Su inicio era ese momento. "Esta" Scully había nacido hacía unos instantes. Sin embargo, conservaba rasgos de "aquella" Scully, sin los cuales no sería "esta" Scully.
-Mi inicio es ahora.- Murmuró finalmente, echando una última mirada al libro.-Y a la vez, es hace 20 años. Un inicio es un punto de partida para una historia. Si. Y mi historia comienza ahora. Pero para que un inicio sea un buen inicio, debe dejar en claro las bases sobre las cuales la historia va a desarrollarse. Entonces, mi inicio no es solo ahora. No.-Levantó la mirada, y miró al Maestro alzando un poco su tono de voz.-Mi inicio es ahora, a la vez que hacia 1993. Scully como una identidad, la identidad que yo adopto, nació entonces. Si. Pero esta Scully, la Scully que tienes enfrente, nace hoy. Se inicia ahora. Así como se inició hace años.
Y dicho esto, exhaló aire pesadamente.

No muy lejos, pero conservando una prudente distancia, se encontraba ella. Escondida detrás de una alta estantería, espiando entre los gruesos y polvorientos libros de magia.
Observaba a los objetos levitar alrededor de aquellos extraños seres y al mismo tiempo no se perdía palabra de lo que el Maestro decía.
Ella gateó, curiosa. Al ser descubierta se puso en pie y corrió haciendo resonar su risa de campana.
"No pueden alcanzarme" canturreó sin parar y luego...desapareció.

-Shhhh... 
El sonido estremece el viento. Lo acaricia con cosquillas de una risa-llanto-lamento. Y el ser avanza hasta situarse frente a su acompañante.-Es más seguro dejar de saber muchas cosas. Se sobrevalora demasiado. El conocimiento.
Era eso lo peor de verse condenado a vagar eternamente por los conocidos pasillos anegados de preguntas a cada nuevo paso. Preferible era el olvido, un imposible para ese algo construido a base de recuerdos. Valiéndose de su inmaterial consistencia va a rodear al otro para alentarlo a levantarse, imbuido por la fuerza invisible que era sabido levitaba en todas direcciones. Como un hilo invisible que une su existencia a cada acontecimiento que la Biblioteca presencia.-El Maestro ha hablado -no lo ha escuchado. Solo lo sabe. Es el tipo de certezas para el que las explicaciones no valen. Desaparece de ese pasillo justo antes de soltar otro ataque al silencio.-Rápido, rápido. No hay motivo para retrasarse. ¿O lo hay?    

-Oh, vaya. ¿Nos despertamos con antojos, cierto? -Se frota la barriga y siente dos pataditas cerca del ombligo.
Se levanta lentamente y una vez en el baño, se da una ducha rápida y fresca.
-Pues bien, escucha, haremos esto: Desayunaremos algo, conseguimos esos aros de cebolla y vamos a la biblioteca por algo nuevo... ¿Buen plan?
Dos pataditas.
En un abrir y cerrar de ojos, está en el aerobus. Tal y como el pronóstico había anticipado, una suave lluvia de cristales choca contra el vidrio del vehículo y se deshace en partículas tan diminutas como azúcar.
Ella tararea y sigue el ritmo con las manos en su inmensa barriga.